El séptimo disco de Whitechapel rompe con todo lo establecido en el mundo deathcore. La banda de Phil Bozeman nos entrega un conjunto de canciones llenas de matices y sonoridades, que hará las delicias de los amantes de los sonidos de la nueva ola del metal.

Siempre ha pecado el deathcore de jugar con unas reglas demasiado estrictas, lo que no le permitía salir de su zona de confort de manera habitual. Las canciones llenas de breakdowns, growls/screams o guitarras disonantes poblaban de manera excesiva los discos del género. Muchas veces era complicado poder distinguir mismamente una canción de la siguiente, o incluso un disco de otro. Y es aquí donde hay que venerar el excepcional trabajo de los chicos de Knoxville, que han conseguido explorar nuevos territorios y salir victoriosos.

Muchos al leer el párrafo anterior probablemente se acuerden del último disco de Suicide Silence. El último experimento de la actual formación con Eddie Hermida (que pese a ser “el nuevo” lleva ya 6 años en la banda) fue un tremendo despropósito. Jugaron a ser Korn -o cualquier banda de nu metal que os apetezca- y el resultado fue un auténtico fail. Pero ‘The Valley’ de Whitechapel es otra cosa. Es querer cimentar un disco duro y sólido pero lleno de sentimientos. Y lo han logrado.

Sin prisa pero sin pausa

Pese a la juventud del grupo –que debutó en 2006- y de sus componentes, el nuevo álbum de Whitechapel ya es el séptimo de su carrera. Se han convertido en el gran estandarte de su género, junto a sus compatriotas Thy Art Is Murder, lo que les ha generado una gran legión de fans a lo largo y ancho del globo. Y tengo claro que el sucesor de ‘Mark Of The Blade’ (2016) todavía le va a conceder más poder mediático, pudiendo alcanzar sus máximas cotas de popularidad.

En este disco podemos encontrar letras muy oscuras y reflexivas, muchas de ellas escritas de manera autobiográfica por el cantante Phil Bozeman. La difícil niñez y adolescencia del frontman le ha servido de inspiración para crear este conjunto de relatos (algunos de ellos sobre historias sacadas del diario de su fallecida madre) que evocan emotividad. El propio título del disco tiene relación con la ciudad donde pasó sus primeros años de vida. No creo que hagan falta más pistas para saber por donde transita ‘The Valley’ en el plano lírico.

Potencia con control

La historia comienza con la que –personalmente- me parece la mejor y más completa canción de la trayectoria de Whitechapel. Ya sabemos que esto es algo totalmente subjetivo, y cada cual tendrá sus favoritas, pero puedo afirmar que la combinación de potencia, melodía, voces dobladas, solos de guitarra, riffs en espiral, baterías demoledoras y demás convierten a “When A Demon Defiles a Witch” en el auténtico estandarte del disco. Más de cinco minutos de auténtico éxtasis metalero. Muchos sentirán curiosidad por este grupo gracias a ella.

Volvemos a las raíces del grupo estadounidense, con una excelente “Forgiveness Is Weakness”, que nos muestra la cara más groove del quinteto, con momentos que pueden recordar incluso a unos Lamb Of God muy salvajes. En esta pieza no hay tiempo para los experimentos, todo se centra en muros de guitarras corpulentas. Y siguiendo la estela de la anterior llega “Brimstone”, el que fuera primer adelanto allá por el mes de Noviembre. No aporta nada nuevo, y tampoco contribuye a darle ningún matiz extra al plástico. Gustará a los fans más old school de Whitechapel, pero por similitud a canciones queridas del pasado más que por mérito propio.

Y cuando todo parecía haber vuelto a la “normalidad” desde un plano estilístico, llega “Hickory Creek”, la primera canción sin guturales de la historia de Whitechapel. Muchos echaron las manos a la cabeza la primera vez que llegó a sus oídos (los más duros del lugar aún tienen pesadillas con lo nuevo de Bring Me The Horizon). Pero nada más lejos de la realidad, la canción es un ejercicio impecable de composición. Con ese toque mezcla entre Stone Sour y Thrice, jugando con la épica y un aroma melancólico, han creado una canción de muchos quilates. El que se quiera quedar con su discurso basado en historias de pérdida de identidad y comercialidad es cosa suya.

Con “Black Bear” lo primero que se viene a la cabeza es el juego que va a dar ese riff en directo.  El inicio, con un arpegio con aires orientales y un bajo juguetón, da pie a un fragmento que bien podía ser compuesto por los hermanos Duplantier. Y es que esos fraseos sincopados son una apuesta segura. Mientras que “We Are One” entra en el abanico de temas más conservadores, esos que realmente ya sabes a que suenan con solo pinchar los primeros veinte segundos.

“The Other Side” vuelve al sonido groove/hardcore, como si fueran unos Hatebreed con anabolizantes. Pero aun habrá tiempo para un último momento melódico con “Third Depth. El octavo corte juega con diferentes sonoridades y atmósferas, creando una sensación de montaña rusa, subiendo y bajando la intensidad en varias ocasiones. Por último tanto “Lovelace” como “Doom Woods” no pasarán a engrosar la lista de clásicos de Whitechapel, ya que quedan en un muy segundo plano en este “The Valley”. En resumen, un gran disco para un grupo al que le queda mucho recorrido. Pueden alcanzar grandes logros en el mundillo del metal extremo.

Jano Carbia

Grupo:Whitechapel

Discográfica:Metal Blade Records

Puntuación:7

Canciones:

  1. When a Demon Defiles a Witch
  2. Forgiveness is Weakness
  3. Brimstone
  4. Hickory Creek
  5. Black Bear
  6. We Are One
  7. The Other Side
  8. Third Depth
  9. Lovelace
  10. Doom Woods

Año:2019-03-29

Votación de los lectores:5