Warkings: Revolution

A medio camino entre el power metal de década de los '90 y el heavy metal de marcha clásica, el estéticamente distintivo cuarteto nos ofrece 'Revolution', una colección de canciones que paradójicamente no ofrecen el concepto que da título al álbum, pero sí un puñado de buenos momentos.

Buscar la originalidad no es sinónimo de calidad y beber de sonidos del pasado tampoco es síntoma de mediocridad. En este último aspecto, podemos clasificar la propuesta tanto estética como musical de Warkings, cuarteto que desde la publicación de ‘Reborn’ en 2018 -su primer larga duración- ha dejado en claro que lo suyo es un ataque con más que evidentes reminiscencias a los tiempos donde el doble bombo, los fraseos épicos de seis cuerdas y las líricas de raigambre histórica y mitológica eran lo que reinaba en lo que respecta al rock duro.

Hoy, más de treinta años después de ese periodo, el imaginario más puramente ligado al metal clásico reside en su sonido afilado y grandilocuente que posiblemente no llegue a sorprender a nadie, pero al mismo tiempo representa el manifiesto que la herencia de grandes nombres como Running Wild y Manowar -esta última, la influencia más directa tanto en el concepto de la banda como en la música- sigue intacta.

El pasado, como idea no es algo solamente expresado por la banda en lo que música refiere, también es parte fundamental del apartado lírico que ya fue posible de atestiguar en ‘Reborn’ y ‘Revenge’ en 2018 y 2020 respectivamente, las letras que recrean escenarios bélicos en contextos históricos son el leitmotiv nuevamente en ‘Revolution’, un aspecto que se mantiene sin alteración alguna, asi como también las caracterizaciones de los cuatro integrantes de la agrupación.

No hay Revolución, pero sí heavy metal de toda la vida

“We Are The Fire” con un tenue y breve sonido de fuego da comienzo al álbum, un track intenso donde las guitarras machacan la base instrumental junto a la candente y melodiosa voz de The Tribune, el coro es una invitación a corear con el puño en alto.

Un inicio a la altura de las estructuras autoimpuestas por la banda, “Sparta pt. II” sigue la estela temática comenzada en la primera parte contenida en el álbum debut, musicalmente el inicio con esos sonidos arábicos recuerdan a “Give ‘Em War”, canción que abría también dicho álbum. En el apartado musical, esta segunda parte presenta unas estrofas mucho más reposadas donde la voz flirtea con las tesituras más graves para posteriormente eclosionar en un registro mucho más agudo.

Por supuesto, las referencias a todo el imaginario creado en base a los guerreros de la batalla de las Termópilas vuelve a estar presente en gloria y majestad cuando la banda clama: «this is Sparta» los muchachos de Warkings deben haber fagocitado “300” de Zack Snyder como si no hubiese un mañana.

“Fight” es una reconvertida versión de la archiconocida marcha partisana “Bella Ciao” en clave Heavy Metal, asimismo es el primer single del álbum y el hecho de rememorar una tonada tan multiculturalmente conocida perfectamente puede ser la puerta de entrada para una cantidad no menor de individuos que no sepan aún de la existencia de la banda, más allá de la jugada estrictamente comercial, es una versión correcta que sin hacer olvidar en ningún momento a la fuente original, tampoco desentona y se deja escuchar.

Chris Harms toma el nombre de la banda en la que oficia de cantante para participar en “Spartacus”, track donde un inicio de sonidos desérticos desemboca en un torrente afilado donde la dualidad de voces guturales otorgadas por Harms junto a la tesitura más limpia de Warkings otorga una canción dura y melódica en partes iguales,. La actitud mantener una voz extrema y otra armoniosa no es algo nuevo para la agrupación y sin lugar a dudas, el rédito creativo de dicha mixtura es uno de los grandes momentos del álbum.

Por su parte, “Kill For The King” devuelve a los constructos más clásicos en cuanto heavy metal donde la guitarra es el absoluto protagonista,. Pese a sus esquemas rígidos en cuanto presentación de estrofas y coro, la canción se da el momento para incluir una breve fanfarria que escapa de lo anterior. Este último concepto, el de romper con lo musicalmente establecido por el disco, se puede aplicar también para “Deus Le Vult” dada su estructura mucho más reposada en cuanto ritmo y velocidad acentuada por un pronunciada guitarra de bajas tonalidades. Otro gran momento del álbum con una conseguido halo de oscuridad y misticismo.

En cambio, “Ave Roma” es mucho más agresiva y formulaica a la vez, otra canción donde las guitarras afiladas son la base desde donde se construye todo alrededor de ellas. “Ragnar”, de lento comienzo de voz femenina junto a sonidos de agua, entrega un corte con estrofas más calmas para llegar hasta un coro marchoso y de tesituras vocales graves. Lo más relevante en esta canción es el efectivo solo de guitarra que aparece en el último tramo.

“By The Blade” retoma la velocidad después de un lúgubre inicio, otro corte de heavy metal sin concesiones, donde sin muchas sorpresas se constituye un tema que podría haber nacido en cualquier momento posterior a 1985. El corte que da final al album nos trae nuevamente los sonidos venidos de Medio Oriente en su inicio, y es que “Where Dreams Die” transporta hacia los terrenos más áridos con un riff seco y ahogante. Las estrofas cabalgan en similares tesituras pese a aumentar la velocidad en virtud de la extensión de la canción mientras que el coro es Warkings de siempre, melódico y con absoluta presencia de la melodía.

Notable ejecución, pero evidente falta de frescura

La idea y planteamiento musical de Warkings puede hacer que en sus 10 canciones se sienta una especie de sensación de déja-vu puesto que hay apenas variación entre ellas, pero dejando de lado este aspecto estrictamente ligado al gusto personal, lo cierto es que el álbum está sumamente bien tocado y cantado, por lo que adentrarse en los terrenos de Warkings es la perfecta excusa para reencontrarse una vez más con el heavy metal de toda la vida que tanto le legó a la música.