¿Se podría decir que hemos estado frente el concierto folk metal del año? Sin dudarlo. Quizá esté también entre las mejores giras del género que han pisado nuestro territorio en estos últimos años. Venga, va, me lanzo y reivindico que una gira de folk metal también puede entrar en el Top 5 de mejores conciertos del año, ahora ya hablando de todos los subgéneros del metal. Porque más allá de una panda de “felices borrachuzos hippies” (y sólo hace falta escuchar a Moonsorrow para ver que ni siquiera esto es completamente acertado), entre el folk también hay muchas bandas con mucha calidad, mucha preparación y, sobre todo, mucha conexión con el público, y una capacidad de hacer gozar a aquellos que les dan la oportunidad que justifica que, año tras años, de sus conciertos sólo salga gente sonriendo de oreja a oreja. Y eso, creo, es importante.

Este jueves pasado, la Finnish Folk Metal Mafia (o lo que es lo mismo, las bandas de folk metal Moonsorrow y Korpiklaani) desembarcaban en Barcelona frente gran expectación. Eran apenas las seis de la tarde y ya se formaba una cola de ilusionados fans que aguardaban a las puertas de la sala Razzmatazz 2, una habitual para este tipo de conciertos. Tratándose Korpiklaani de una de las bandas más queridas, y Moonsorrow de uno de los grupos más difíciles de ver en directo (apenas es la segunda vez que pisan territorio español en más de veinte años de carrera), las ganas estaban por las nubes. ¿El primer acierto? Que la música de espera fuera de Wardruna.

Aunque ninguna de las bandas se definía como telonera de la otra – ambas nos harían disfrutar de un setlist completo -, la primera en tomar el escenario fue Moonsorrow. Un acierto, a mi parecer, considerando la naturaleza de las dos bandas, pero aún y así el combo de Moonsorrow y Korpiklaani resulta en una noche curiosa, con dos ambientes muy característicos y diferenciados que, a priori, no tendrían por qué atraer al mismo tipo de público.

Mitja Harvilahti y Janne Perttilä (guitarras, el segundo en el papel de habitual sustitución de Henri Sorvali) entraron arrasando el escenario, inquisidores con el público, y haciendo alardes de movimientos dramáticos y llamativos mientras atacaban las primera líneas de “Jumalten Aika”, canción titular de su último álbum. Respaldado por la batería atronadora de Marko Tarvonen (que en este trabajo saca a relucir su faceta más bestial) y los atmosféricos teclados de Markus Eurén, el vocalista y bajista Ville Sorvali nos hizo dar un giro hacia lo oscuro con su growl desgarrado. Las luces, infernales, que cubrían el escenario, acunaron un tema que sonó espectacular, con una madurez interpretativa que revaloriza la versión del disco, y una atención al detalle hipnótica.

Siguieron con “Raunioilla”, un lento armónico del disco “Kivenkantaja”, que Mitja y Janne iniciaron con un dueto a dos voces y, a continuación, fue el turno de “Suden Tunti”, tercer tema del nuevo álbum. La alternancia entre temas nuevos y viejos prosiguió, pues tocó el turno de la queridísima “Jotunheim”, cuyo diseño de luces frío nos llevó a un paraíso glacial. La fórmula de Moonsorrow, vista al detalle, puede sonar a poco (suelen combinar sets de tres frases prácticamente iguales más una cuarta con alguna variación final), pero son los detalles lo que hace a esta banda realmente especial, y en directo estos matices brillan con aún más intensidad. Acabamos el tema con un coro epifánico, precedido por el espectáculo escénico de la bestia que es Sorvali, una explosión de personalidad hipnótica sobre el escenario.

Fue el turno de otra novedad, en este caso, “Ruttolehto”, para la que nos aguardaba una sorpresa: la colaboración en directo de Jonne Järvela (vocalista de Korpiklaani), que subió al escenario para deleitarnos con su yoik. Quizá tenga algo que ver con que “Ruttolehto” es mi canción favorita del nuevo disco – me atrapó al instante – pero verla en directo casi se trató de una experiencia vital. Alternando entre el Moonsorrow más visceral, más animal, y el más sentido e íntimo, el tema invita a la comunión y te lleva por un viaje que parece ser conducido por algún poder más grande que la vida misma.

Sin embargo, cuando realmente se nos puso a todos la piel de gallina fue cuando Ville anunció “Ukkosenjumalan Poika” – primer tema de su primer álbum, “Suden Uni”, donde todo empezó. – y la nostalgia golpeó como un mazo. Y tras el caos a máxima velocidad que supone su final, y de hacerse un poco de rogar, los finlandeses nos agraciaron con otro tema de “Jumalten Aika”: “Ihmisen Aika”, o “La edad de los hombres”, tema que cierra el trabajo. La lástima, pero, fue que Janne tuvo problemas con su guitarra durante casi toda la canción, por lo que esta quedó algo deslucida.

Moonsorrow bajó del escenario con “Sankaritarina”, del álbum “Voimasta ja kuniasta” – qué lejanos queda el 2001 – , después de tocar por casi cerca de dos horas, y habernos regalado cuatro de los cinco temas que conforman su nuevo disco. Habría sido un puntazo escuchar algo del “V: Havittety” pero… luego quizá el concierto habría durado hasta el amanecer.

Después de una corta pausa, en la que muchos aprovecharon para rellenar el depósito con cerveza – necesario para mantenerles el ritmo a los de Lahti -, Korpiklaani saltó al escenario. Fueron toda la noche con el cohete en el culo, sin permitirse apenas ni un diálogo con el público, interpretando más de veinte canciones para una platea completamente entregada.

Arrancaron con “Viinamäen Mies”, apertura de su álbum más reciente, una canción cargada de energía que en su día ya auguramos como la mejor candidata para dar inicio a sus próximos directos. Es Korpiklaani en estado puro: energía, buenrollismo, coros fáciles de cantar, y temática alcohólica. Da un protagonismo espectacular al acordeón, que Sami Perttula ha revalorizado con extremo cuidado, y al violín que esa noche, sorpresivamente, recaía en manos de Pinja Lintonen, que también toca en el proyecto en solitario de Jonne.

Siguieron lanzando temas movidos, sin dejar pausa, y sin permitir que el mosh pit que se formó con los primeros acordes se deshinchara. Cayeron tanto clásicos de siempre, como “Journey man”, como canciones del nuevo disco, al estilo de “Pilli on pajusta tehty”.

La calma, necesaria, llegó con “Lempo”. Aunque Korpiklaani funciona con una uniformidad digna de envidiar – ni siquiera necesitan mirarse para entender dónde están los otros miembros de la banda y cómo deben moverse por el escenario – con la llegada de Sami Jonne ha recibido un apoyo en las funciones de frontman, que el carismático acordeonista efectúa con gusto y deleite. “Ämmänhauta” siguió con la quietud, sorprendiendo con su sonido más parecido a un canto fúnebre, pero si alguien esperaba que la tranquilidad durara, me temo advertirle que se había equivocado de concierto – mejor que se hubiese dirigido a la Razz1, donde esa noche tocaba Postmodern Jukebox. La caña volvió con «Erämaan Ärjyt», uno de los temas más bastos y festivaleros del queridísimo álbum “Karkelo”, y prosiguió con «Ruumiinmultaa», canción que no puede evitar si no levantar el cachondeo entre los hispanohablantes. Es en temas tan rápidos y precipitados como este que uno no puede si no apreciar el talento como vocalista de Jonne – no será el cantante con la voz más bella, ni el que tenga más registro, pero sí que es espectacular como consigue encadenar sílabas a la velocidad que le exigen las canciones. Una fuerza de la naturaleza.

También del “Manala”, llegó el turno de “Petoeläimen Kuola”, uno de los momentos en los que la banda se permitió dejar más de lado los elementos folk para sacar toda la artillería metal. Y es que si Tuomas y Sami al violín y al acordeón, respectivamente, han empezado a dar maestría y virtuosismo a la banda, Matti Johansson (batería, demoledor en esta canción), Kalle Savijärvi (guitarra) y Jarkko Aaltonen (bajo) consiguen mantener la banda unida, y proporcionarle una base estable sobre la que trabajar y dar cohesión. Y siguiendo con el mismo álbum, aunque cambiando radicalmente el tono, cayó “Sumussa hämärän aamun”, lenta, pesada, fatigosa, agónica. Un recuerdo tangente de que, más allá de todas las canciones de buen rollo alcohólico, Korpiklaani también es una banda capaz de hacer canciones “serias” con una profesionalidad que pone en evidencia a más de uno.

Para dar un descanso a Jonne, la instrumental “Vaarinpolka” entró en escena. Me gustaría destacar, aunque pueda parecer intrascendente, la fantástica actuación de Pinja y, sobre todo, el aprecio que le mostró el público en todo momento, vitoreándola cuando la canción le pedía el protagonismo. “Rauta” se convirtió en un ejercicio de batería a manos de Matti, que des de su pedestal decorado por los cuernos de un ciervo convirtió el archiconocido tema en algo completamente distinto, con una sonoridad muy interesante, evolucionada.

El tramo final del concierto fue una mezcla dispar de temas, des de la coreada “Metsämies”, a la energizante “Kultanainen”, pasando por la balada “Minä näin vedessä neidon” y, por alegría de quien suscribe, “Sahti”, tema dedicado a la conocida cerveza finlandesa. Y para cerrar la noche, como no podía ser de otra forma,“Vodka”, “Wooden pints” y “Beer beer”, que tuvieron cantando al público hasta mucho rato después de que la banda abandonara, quizá algo precipitadamente, el escenario.

El concierto fue un lujo, una jornada especial para todos los seguidores que se congregaron esa noche en la Razzmatazz. Se echaron de menos temas como “Tequila”, “Kunnia”, o “Jouni Jouni”, pero tampoco se puede ignorar la suerte que tuvimos de gozar de un setlist muy equilibrado, con canciones de casi todos sus álbumes, pero que aún y eso dejaba que “Noita” y “Manala”, los más recientes, llevaran el peso de la noche. Otro comentario que se podría hacer es que quizá se habría agradecido algunas canciones menos a favor de un poco de diálogo, pero se puede entender que su intención era ofrecernos cuanto más material posible mejor y, eso es cierto, pusieron nuestra resistencia al límite.

¿Se podría decir que hemos estado frente el concierto folk metal del año? Sin dudarlo. Quizá esté también entre las mejores giras del género que han pisado nuestro territorio en estos últimos años. Venga, va, me lanzo y reivindico que una gira de folk metal también puede entrar en el Top 5 de mejores conciertos del año, ahora ya hablando de todos los subgéneros del metal. Porque más allá de una panda de “felices borrachuzos hippies” (y sólo hace falta escuchar a Moonsorrow para ver que ni siquiera esto es completamente acertado), entre el folk también hay muchas bandas con mucha calidad, mucha preparación y, sobre todo, mucha conexión con el público, y una capacidad de hacer gozar a aquellos que les dan la oportunidad que justifica que, año tras años, de sus conciertos sólo salga gente sonriendo de oreja a oreja. Y eso, creo, es importante.

Laura Cano

Promotor:Madness Live!

Día:2016-04-14

Hora:19:00

Sala:Razzmatazz 2

Ciudad:Barcelona

Puntuación:9