Ritchie Blackmore: el hombre de negro
La vuelta de Blackmore a un escenario español es una gran noticia para los amantes del hard rock. Sus escasas apariciones por estas tierras -de hecho ninguna de ellas bajo el paraguas de sus actuales Rainbow- le han convertido en uno de los músicos más añorados por los seguidores de los sonidos más clásicos. Este 2019 regresa (el 15 de Junio en Fuengirola, dentro del marco del festival Rock The Coast) con el cantante Ronnie Romero haciéndole la cobertura en plano vocal.
Podríamos catalogar a Ritchie Blackmore como uno de los músicos más influyentes de la historia contemporánea. En una época -finales de los ’60- donde los guitarristas bebían en su gran mayoría del blues, con sus escalas pentatónicas, sus cadencias y sus vibratos excesivos, fue el señor Blackmore uno de los encargados de romper las cadenas que ataban al nuevo rock que estaba surgiendo, más duro y más veloz, con su predecesor. Amante por igual tanto de Bach como de Elvis Presley, fue forjando su estilo único desde los 11 años, cuando su padre le regalo su primer instrumento.
Para valorar la aportación real de Ritchie al mundo del hard rock y el heavy metal basta con enumerar la lista de guitarristas que lo nombran como influencia, con el sueco Yngwie Malmsteen o Marty Friedman (ex Megadeth) a la cabeza. Su estilo neoclásico, bebiendo de los grandes compositores barrocos, fue una auténtica revolución. Pese a ello, y sin tener una razón lógica con la que explicarlo, otros artistas coetáneos suyos -como Jimi Hendrix o Jimmy Page- han logrado un reconocimiento mayor, principalmente entre el público no especializado y los medios de comunicación mayoritarios.
En este reportaje haremos un pequeño homenaje a su legado, desde sus primeros pasos en unos Deep Purple todavía fuera de su zona de confort, hasta la incursión de lleno en el mundo del folk, con la inestimable ayuda de su esposa Candice Night. Casi todas las aquí citadas sonarán en su próxima gira veraniega, así que pongámonos manos a la obra.
Deep Purple – Hush (‘Shades of Deep Purple’, 1968)
El inicio de Deep Purple no fue precisamente un camino de rosas. Era un etapa difícil, donde la transición entre el sonido pop de los Beatles hacia algo mucho más progresivo y psicodélico abrió la veda para decenas de nuevas bandas. Pero pese a ello, su álbum debut no obtuvo una buena acogida en su Reino Unido natal. La formación que grabó este trabajo, aunque no es el quinteto estrella del combo británico, estaba ya compuesta por tres piezas fundamentales: Ritchie Blackmore (guitarra) estaba ya acompañado de Jon Lord (teclado) e Ian Paice (batería).
Su mezcla de versiones con canciones propias dio lugar a un trabajo muy irregular. Solo ha pasado a la posteridad gracias a “Hush”, cover de Joe South, que se ha convertido en un clásico atemporal, de esos que suena tanto en radios de la FM como en anuncios de televisión. Sus aullidos daban paso al sonido inconfundible del dueto Blackmore – Lord. Eso junto con sus pegadizos coros hizo de ella la gran estrella de los primeros Deep Purple.
Deep Purple – Child In Time (‘In Rock’, 1970)
Entramos en la época gloriosa de los Purple. Después de deambular de manera de manera más o menos honrosa durante sus dos primeros años –donde grabaron nada menos que tres discos-, los conflictos internos sobre la dirección musical fueron los causantes de los cambios de integrantes. Los despidos de Evans y Simper, dieron con la entrada en escena de dos nombres quizá le suenen: Ian Gillan y Roger Glover. Esto estableció el Mark II, el más famoso y creativo de toda la historia de la banda.
‘Child In Time’ era la pieza estrella de su nueva obra, lo cual tiene un mérito tremendo, debido a que estaba rodeada de auténticos pesos pesados como “Speed King” o “Into The Fire”. Diez minutos de duración donde se encontraba de todo: teclados melosos rodeados de susurros misteriosos, un solo de guitarra incendiario de una duración inusitada y sobre todo un crescendo vocal de Ian Gillan espectacular, que acaba por forzar su garganta hasta límites insospechados. Esa parte quedará para siempre para la posteridad. Una pena que su intérprete original hace casi dos décadas que ni la intente, aunque Ronnie Romero no la hace nada mal.
Deep Purple – Highway Star (‘Machine Head’, 1972)
Esta canción nació durante un viaje en autobús durante la gira de presentación de ‘Fireball’ en 1971. Blackmore, guitarra en mano, estaba mostrándole a uno de los periodistas del lugar como componía sus canciones. Su palm mute a una nota (técnica que se consigue apoyando la mano derecha en el puente de la guitarra) sumado a unas rápidas improvisaciones de Ian Gillan dio lugar al embrión de este himno. En él se puede apreciar el cada vez más afilado sonido del quinteto británico.
El sexto álbum ‘Machine Head’ es considerado por la gran mayoría de seguidores y fanáticos como el mejor del grupo, por lo menos el mejor en estudio, ya que ‘Made In Japan’ (grabado durante el tour de 1972) quizá le robe el honor y el puesto. Y no había mejor manera de abrirlo que con este sensacional “Highway Star”, en el que se notaba que había cinco músicos a su máximo nivel. La pegada de Ian Paice, el virtuosismo de Lord, la originalidad de Glover, los alaridos de Gillan y, bueno, un Blackmore ganándose su sueldo con el (quizá) mejor solo jamás compuesto. El inicio del speed metal y en su defecto del thrash metal, aunque algunos no se lo crean, está aquí.
Deep Purple – Smoke On The Water (‘Machine Head’, 1972)
Vamos a empezar de frente: esta no es ni de lejos la mejor composición de Deep Purple. Pero como este reportaje trata de los momentos que marcaron la trayectoria de Ritchie Blackmore pues, no hay duda, el riff de cuatro notas que quiere tocar todo el mundo es el número uno. Obviaremos la manoseada historia de su nacimiento, aquella del casino de Montreux en llamas, que ya la sabéis. “Smoke On The Water” es uno de los grandes clásicos de la historia del rock, pese a su simplicidad (o gracias a ella) y pese a que el grueso del tema no llegue a la grandeza de su comienzo.
https://www.youtube.com/watch?v=ikGyZh0VbPQ
El amor/odio que causan los grandes hits de las bandas es curioso, ya no solo entre los fans, sino también entre los propios músicos, que saben que no pueden desprenderse de ellos ni aunque quieran. Ritchie Blackmore sigue haciendo acto de presencia con “Smoke On The Water” en su actual versión de Rainbow, porque sabe que muchas entradas se vendieron gracias a él, aunque le cambie el tempo, aunque juguetee sobre el riff y el solo para divertirse un poco. Porque hay canciones que son eternas, y esta es una de ellas.
Deep Purple – Burn (‘Burn’, 1974)
Después de la grabación del discreto ‘Who Do We Think We Are’ en 1973 se produciría el primer choque de egos entre Blackmore y Gillan. Las continuas discusiones eran ya demasiado palpables en el seno del grupo, produciendo daños colaterales tanto en estudio como en directo. Esto dio como resultado la salida por la puerta de atrás del cantante, acompañado por el bajista Roger Glover, ya que ambos ponían muy en entredicho la dirección musical que tenía en mente el virtuoso guitarrista para Deep Purple. Un joven y casi desconocido David Coverdale fue el elegido para las voces, mientras que Glenn Hughes entró para sustituir a Glover.
El resultado fue un disco lleno de elementos de funk y soul, aunque la canción estrella era esta “Burn” que daba nombre al trabajo. Recuperando la vena más dura del quinteto, heredera de grandes latigazos como “Space Truckin”, el espectacular riff de entrada nos da la bienvenida a 6 minutos de auténtico virtuosísimo musical. Fue el bautismo de fuego para los nuevos integrantes, que no se dejaron nada en el tintero, mostrando todo su potencial –especial mención a las voces dobladas en el estribillo, con Hughes queriendo demostrar sus dotes vocales- mientras forjaban el último gran himno del Deep Purple de los ’70.
Rainbow – Man On The Silver Mountain (‘Ritchie Blackmore’s Rainbow’, 1975)
Cambio de rumbo. El hundimiento de Deep Purple se daba ya por hecho, con un disco como ‘Stormbringer’, donde Ritchie ya se encontraba más fuera que dentro, y el cual estaba 100% influido por los aires funk de Glenn Hughes. En su cabeza rondaba ya la idea de crear otra formación que diera cabida a sus nuevas aspiraciones, donde el sonido neoclásico y barroco volviera a primera línea. Los miembros de la banda Elf (que fuera utilizada como telonera de Purple) fueron los elegidos, aunque solo uno de ellos fuera a pasar a la posteridad, el (probablemente) mejor cantante de heavy de la historia: Ronnie James Dio.
La guitarra abría la canción, con un riff marca de la casa –nadie le ha sacado más partido a ese sonido de la tercera y cuarta cuerda a modo de cuartas que Blackmore- que era la base para buena parte del tema. La letra de Ronnie era justamente lo que estaba buscando su compañero de andanzas, líricas llenas de misticismo e historias medievales. Este fue el inicio de un pequeño idilio entre dos titanes del rock, que nunca se han llevado suficiente reconocimiento, supongo que porque su relación duró menos de un lustro. Fue breve pero tremendamente emocionante.
Rainbow – Rising (‘Rising’, 1976)
Después de hacer los cambios pertinentes dentro de la alineación, con la entrada del reconocido batería Cozy Powell, el bajista Jimmy Bain y Tony Carey a los teclados, Rainbow sentó cátedra con el mejor álbum de su discografía. La portada, con el puño sosteniendo un arcoíris, era solo la primera pieza dentro de un puzzle que rozaba la perfección. Es difícil hablar de todo lo que rodea a esta época y este trabajo sin caer en una ristra de halagos. Pero basta decir que al combo no le hicieron falta más de seis canciones para forjar con letras de oro su nombre en el altar del rock.
‘Rising’ tiene las guitarras más majestuosas jamás grabadas por Ritchie Blackmore (y habiendo compuesto ‘Machine Head’ el mérito es inmenso). Y si hay algún momento puntual que brille más que los demás, ese comprende el abarcado por “Stargazer”, que mirada desde la perspectiva actual resulta fascinante que fuera grabada en 1976, ya que parece que está totalmente adelantada a su tiempo. Influencias sinfónicas, solos de batería, melodías épicas y un sinfín de detalles más, nada le falta a esta masterpiece que ha influenciado a un gran número de músicos y bandas. El inicio de una buena parte del heavy metal que hoy conocemos está aquí.
Rainbow – I Surrender (‘Difficult To Cure’, 1981)
La transición entre la etapa más heavy y las más comercial de Rainbow fue complicada. Después de la salida de Ronnie Dio –que dio con el pequeño cantante en Black Sabbath dos años después- el sonido del grupo se desvió bastante de lo que se presuponía sería el cuarto trabajo de la banda del arcoíris. Los cambios en la formación empezaron a surgir con demasiada frecuencia (algo nada sorprendente siendo Ritchie Blackmore el jefe del cotarro), lo que descolocó sobre todo a los fans, que vieron como su banda favorita se había agenciado un sonido de rock americano fabricado para las radios.
Las estructuras se simplificaron, las voces se volvieron más dulces, los solos más cortos y las baterías menos ruidosas. Pero eso no significa que no exista una buena colección de grandes canciones durante esta época, que abarca desde la llegada de Graham Bonnet en 1979, hasta el fin de Rainbow en 1983. “I Surrender” muestra a una banda sedienta de hits y reconocimiento, con ese sonido AOR de manual, donde Joe Lynn Turner a las voces encajaba como anillo al dedo.
Deep Purple – Perfect Strangers (‘Perfect Strangers’, 1984)
Nadie daba un duro por la reunión clásica del Mark II de Deep Purple. Su amargo final una década antes no hacía presagiar nada bueno, pero sorprendentemente a mediados de los ’80, en una época donde el heavy metal y hard rock estaba más de moda que nunca, la banda volvió con Blackmore y Gillan pilotando la nave. Fue un auténtico boom de ventas –alcanzando su segundo disco de platino en Estados Unidos, logro que solo hubiera alcanzado ‘Machine Head’, que fue la antesala de una gira de gran éxito.
El nivel del disco dista mucho de sus grandes clásicos. Grandes obras comparten cartel con otras de menor calado, que con el paso de los años se han quedado en el olvido absoluto. El tema que da nombre al disco es la auténtica estrella de la función, y con merecimiento. El sonido hammond inicial da paso a un riff con mucha influencia árabe, con un Ian Gillan muy vacilón, que tiene su éxtasis con un estribillo de muchos quilates. Mención aparte para los guitarrazos de Ritchie Blackmore en su parte intermedia. Deep Purple no volvió a crear nada igual desde entonces. Bonito epílogo a su época dorada.
Blackmore’s Night – Under A Violet Moon (‘Under A Violent Moon’, 1999)
Tenemos que cerrar este reportaje inevitablemente con una canción de Blackmore’s Night, que poco o nada tiene de rock y metal, pero es una parte muy importante en la carrera del músico británico. Las inquietudes musicales de Ritchie Blackmore son y serán siempre mayúsculas, y su encontronazo con Candice Night, después de una noche de 1989 donde ella se paró a pedirle un autógrafo al bueno de Ritchie, fue vital para su cambio de rumbo a la música renacentista.
Muchos de los fans de Purple y Rainbow no se han parado a escuchar jamás un tema de Blackmore’s Night. Están en su derecho, pero le tiento a que le den solo una pequeña oportunidad. La magia en las seis cuerdas sigue estando presente.
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