Judas Priest parecían llegar agotados a finales de los 80 pero con "Painkiller" y un cambio de batería insuflaron nueva energía y éxito comercial. Así se hizo.

Judas Priest renacen con «Painkiller»

El heavy metal ha estado en auge desde los años 70, pero si nos fijamos únicamente en las cifras de ventas, el estilo disfrutó de su auge comercial durante los años 80. Aunque este éxito lo disfrutaron principalmente bandas nacidas en esa década (Metallica, Mötley Crüe, etc.), los veteranos del hard rock y el metal de los años 70, como Scorpions, Aerosmith y Judas Priest, también lograron su mayor audiencia y mayores ventas durante ese tiempo, adaptándose a los cambios y oportunidades disponibles para ellos. En el caso de Judas Priest, una formación estable con el cantante Rob Halford, los guitarristas Glenn Tipton y K.K. Downing, el bajista Ian Hill y el baterista Dave Holland contrastó con una sorprendente maleabilidad sonora y disposición para experimentar.

Sin embargo, la banda fue evolucionando de manera sostenida desde su debut discográfico en 1974 con «Rocka-Rolla», probando cosas nuevas en cada álbum sucesivo, incluyendo hitos del metal como «Sad Wings of Destiny» y «Stained Class”. Una flexibilidad que les fue muy útil en un periodo tan cambiante para el metal como los años 80. 

Los años 80 comenzaron para los de Tipton y Downing con «British Steel”, uno de sus discos clave con éxitos que pronto se convertirían en emblemáticos, como «Living After Midnight», «Metal Gods» y «Breaking the Law”.  Pero el año siguiente, bandas jóvenes y hambrientas como Saxon, Def Leppard y Iron Maiden cabalgaban en su cresta con nuevos álbumes propios. Más allá de las obvias similitudes musicales, los atuendos de cuero negro de todos estos grupos, con tachuelas plateadas y cinturones de balas denotaron que la inclinación de Halford por el atuendo gay S&M había sido adoptada por sus seguidores en el heavy metal, convirtiéndose en el uniforme oficial de la New Wave of British Heavy Metal.

Para Priest, el éxito sin precedentes de «British Steel» en Estados Unidos (alcanzando el puesto 34 en la lista Billboard) marcaría un punto de inflexión en sus ambiciones de carrera. Aunque habían albergado sueños de conquistar América prácticamente desde que llegaron a CBS Records en 1977, solo ahora esos sueños parecían realmente al alcance de la mano, ya que las estaciones de radio comenzaron a poner sus últimas canciones en alta rotación.

Los 80 prosiguieron con el álbum de 1981 «Point of Entry» que resultó ser un álbum algo más confuso en su planteamiento. Sus canciones parecían desgarradas entre repetir los éxitos de hard rock cargados de ganchos del último álbum (como  «Hot Rockin'» y el excelente «Heading Out to the Highway») y revivir algunos de los ingredientes progresivos que habían caracterizado su trabajo en los años 70 («Solar Angels», «Desert Plains”). Eso supuso que la banda no terminaría de conquistar a ninguno de los dos grupúsculos de fans. 

Con eso en mente, el octavo álbum de estudio de Priest, en julio de 1982, consolidó su compromiso de sentar las bases del género para el resto de la década. “Screaming For Vengeance” ofrecía más potencia y más cuero y canciones como “Electric Eye” que representaban el lado más heavy y otras como “You’ve Got Another Thing Comin’” que reunían las pulsiones más comerciales del grupo. No en vano, se coló en el top 5 de las listas de Billboard.  

Una época inestable pero exitosa

Sin embargo, la falta de un hit-single como ese fue el motivo por el que se percibe como comercialmente inferior su siguiente disco, “Defenders of the Faith”. Pese a que en directo la banda era imbatible y estaban encabezando shows en arenas en Europa y Estados Unidos, la discográfica de Judas Priest, CBS, no parecía satisfecha.  Así pues, Roh Halford, KK Downing y Glenn Tipton entendieron cuál era su cometido en ese momento: entender que los tiempos estaban cambiando, que el heavy metal se había vuelto algo mucho más comercial y pop a través del auge del hair metal y que si querían pervivir, debían hacer cambios. Decidieron explorar esos derroteros por sí mismos en su décimo álbum de estudio, «Turbo».

Al hacerlo, Judas Priest demostró cuán intrépidos eran para abrazar el cambio, cuando adoptaron entonces los novedosos sintetizadores de guitarra y convirtieron a «Turbo» (originalmente considerado para lanzamiento como un álbum doble llamado «Twin Turbos», tan prolíficas fueron las sesiones) en una de las primeras grabaciones completamente digitales de la historia. El álbum fue recibido con entusiasmo por millones de la creciente base de consumidores de pop-metal de Estados Unidos, dando a Priest un punto de apoyo aún más fuerte en la radio convencional y MTV, gracias a nuevos éxitos como «Turbo Lover» y «Parental Guidance”.

Los fans más tradicionales y con inclinación hacia el heavy metal de Judas Priest, ciertamente no fueron tímidos a la hora de expresar su descontento con la nueva dirección más suave de la banda. Pero los gritos de «vendidos» fueron fácilmente ahogados por las multitudes de consumidores de hard rock convencionales que acudían en masa a presenciar la gira «Fuel for Life» de Priest, que daría lugar al álbum en vivo doble de 1987 «Priest …Live!”.

Cuando llegó el momento de decidir su próximo movimiento, los miembros de Priest parecían desmotivados. Es evidente en  su siguiente disco, el inestable “Ram It Down» de 1988. Aunque mostraba un regreso poco entusiasta a la parte más agresiva de Priest (como el tema título), el álbum obviamente suponía un bajón respecto a los tres trabajos previos. 

La banda no estaba bien. Además de diversos abusos de sustancias, estaban los problemas de salud experimentados por Dave Holland, que obligaron al uso de una caja de ritmos en buena parte del disco. Así mismo, tras muchos años trabajando con el veterano productor Tom Allom la banda sentía que esa unión se había agotado. 

Cambios sustanciales para Judas Priest

Los años 90 traerían cambios culturales que pasaban por la oposición frontal a la alegría, jolgorio y exceso de los años 80, una buena muestra de la teoría del péndulo. Para el auge del heavy metal de los años 80, supuso un cambio sísmico. Pero Priest se fijaron en que, si acaso, el heavy metal se estaba endureciendo mucho más en años recientes. El ascenso del thrash metal y de bandas como Metallica, Megadeth, Anthrax cambiaron el panorama, las sonoridades y los valores de producción. El sonido de batería de Judas Priest en 1980 no tenía nada que ver con la potencia que se estilaba en 1990. Con esos cambios en mente, Priest prepararon su propio renacimiento como defensores de la fé del heavy metal. 

Había un elemento clave en esa actualización de la banda. Dave Holland no podía seguir formando parte de la banda y, por unas causas o por otras, anunció su abandono en 1989, al término de la gira de “Ram it Down”. Detrás de él, estaba esperando un joven fan de Judas Priest llamado Scott Travis. Travis había fantaseado con montar su kit de batería en el parking del Hampton Coliseum con la esperanza de que el grupo se diese cuenta de su existencia al pasar con su autocar de gira. Sin embargo, prefirió darle una cinta con pistas suyas de batería a la salida del backstage de un concierto. Por entonces, Travis era el baterista de Racer X, donde Jeff Martin era el vocalista. Martin era amigo de Rob Halford y un buen día, Martin le dijo que Priest estaba buscando un baterista. Travis realizó una audición y el puesto fue inmediatamente para él.

“Ellos estaban buscando ese tipo de baterista y yo les había hecho llegar algo de mi material con Racer X para que lo tuvieran como referencia, como ejemplo de lo que estaba tocando. Ellos estaban muy al tanto del tipo de baterista que soy escuchando discos como “Extreme Volume” o “Second Heat”. Sabían cual era mi estilo y lo que podía aportar a Priest. Lo único que nos faltaba cuadrar era ver si nos llevábamos bien desde un punto de vista personal y si podíamos trabajar bien juntos. El tipo de cosas que cualquier banda analiza cuando meten a alguien nuevo en la formación. Creo que todos esos aspectos funcionaron correctamente y yo era exactamente lo que buscaban musicalmente hablando” explicaba Scott Travis a Sergi Ramos en 2011. 

Doble bombo por bandera

El uso del doble bombo de Travis fue uno de los elementos cruciales en el nuevo enfoque musical de la banda cuando se metieron a los estudios Miraval de Francia. El productor, Chris Tsangarides dio mucha prominencia al sonido de bateria. No en vano, el disco comienza con una intro de batería que se ha convertido en legendaria y que era toda una declaraciones de intenciones. El espectacular inicio de “Painkiller”, con Travis dándolo todo, es uno de los momentos más icónicos del heavy metal. 

“No es algo que tuviera ya creado, sino que estaba haciendo el burro en el estudio un día y los otros miembros de la banda oyeron lo que estaba tocando” recuerda Travis. “Ellos estaban en la sala de control y yo estaba en el estudio tocando, con los auriculares puestos y me escucharon. Me preguntaron que qué era aquello, que estaba muy bien. Les dije que estaba calentando y poco más. Esos licks no se como se llaman, creo que son ruffs o algo por el estilo. Yo había hecho esos licks con Racer X previamente pero no había hecho la intro de “Painkiller” en si. No se como surgió, simplemente estaba en el estudio tonteando y salió eso. No era un truco secreto que tuviera en mi haber”.

“Creo que, como baterista, siempre quieres crear algo que sea tu marca de la casa, tu signo de identidad, especialmente si es la intro de una canción, como sucedió en su día en “Exciter”. O como pasa en el “Rock And Roll” de Led Zeppelin” reflexionaba Travis. “Son introducciones que todo el mundo conoce, todo el mundo ha escuchado en alguna ocasión. Años después también sucedería con el “Hot For Teacher” de Van Halen, que era una enorme introducción de batería. Es alucinante que lo de “Painkiller” se volviera tan popular. Cada noche cuando lo toco el público se vuelve absolutamente loco desde el primer segundo”. 

“Painkiller”, una de las mejores colecciones de canciones de Judas Priest

Como colección de canciones “Painkiller» no solo revitalizó la carrera de Judas Priest, sino que también dejó una huella profunda en el heavy metal. Con temas como «Hell Patrol», «All Guns Blazing» y «Metal Meltdown», el álbum ofreció una colección de canciones potentes y memorables que se adaptaban a los tiempos sin problema. Mientras el hair metal vivía su agonía y el grunge prepara su irrupción en la escena, Judas Priest ya iban un paso por delante adaptándose a los tiempos. 

También a nivel gráfico. El video musical de «Painkiller», dirigido por Wayne Isham, capturó la intensidad de la canción. Filmado en un entorno industrial en blanco y negro, el video complementó perfectamente el tema de un superhéroe cibernético que resucita a la humanidad. 

La portada y su concepto original fueron creados por los propios miembros de la banda, quienes para llevarlo a cabo volvieron a llamar al artista Mark Wilkinson, creador de la portada de «Ram It Down». Rob Halford afirmó que se basaron en el ángel de «Sad Wings of Destiny» y que la idea surgió durante las grabaciones, ya que se preguntaron cómo se vería el ángel caído en una versión futurista.

La imagen muestra a un ángel de metal llamado The Painkiller montando una motocicleta en forma de dragón, cuyas ruedas son sierras circulares. Además, Wilkinson volvió a emplear el logotipo usado en «Ram It Down» y en la parte posterior utilizó la «cruz de Judas Priest», que fue creada precisamente en la portada de «Sad Wings of Destiny».

Aunque el álbum estaba terminado en marzo de 1990, su lanzamiento se retrasó debido al juicio por mensajes subliminales que comenzó el 16 de julio de 1990. La banda fue objeto de una demanda civil que implicaba  que su canción “Better By You, Better Than Me” fue responsable de los intentos de suicidio de dos jóvenes en Reno, Nevada, el 23 de diciembre de 1985. El caso fue finalmente desestimado el 24 de agosto de 1990. Superado el juicio, la banda lanzó finalmente el álbum el 14 de septiembre de 1990 en varios formatos.

«Painkiller» fue un éxito tanto comercial como crítico. El álbum no solo revivió la popularidad de Judas Priest sino que también influenció a una nueva generación de bandas de metal. «Painkiller» se convirtió en un pilar en el repertorio de la banda, manteniéndose como una de las canciones más icónicas en sus actuaciones en vivo. 

Tras el éxito de «Painkiller», Rob Halford dejó la banda en 1992, lo que llevó a un periodo de incertidumbre. Sin embargo, Judas Priest eventualmente ficharía al vocalista Tim “Ripper” Owens y continuó su legado demostrando su resiliencia y su lugar como una de las bandas más influyentes del heavy metal. En 2003, Halford volvería a la banda y continuarían su carrera hasta nuestros días, no exentos de cambios de formación. 

Sergi Ramos