Practicar es duro, ensayar implica mucha dedicación y componer es todo un arte. Pero todo eso no sirve de nada si no tienes el menor conocimiento de que quieres y como debes llegar hasta ello. Decir “soy músico, págame”, no lleva a ninguna parte, más que a perpetuar la imagen de los músicos como incapaces de entender el propio negocio que rodea a su arte.

A menudo, cuando trabajas en una web como esta, te encuentras en la situación de tener que morder la mano que te da de comer. Lo más cómodo para nosotros es publicar noticias, entrevistas, críticas y crónicas, sin ningún tipo de ápice crítico y sin ningún tipo de identidad. Pero en ocasiones observamos cosas que debemos mencionar. Recientemente nos han caído varios palos por distintos sitios, habitualmente por parte de gente que o no sabe ver la realidad o le molesta que la vea alguien más que ellos. Esa es nuestra función como medio: ver la realidad y darla a conocer con el menor grado de interpretación subjetiva posible. La mayoría de medios de este sector se dedica justamente a eso: al piloto automático y a pensar una cosa y decir otra.

En los últimos tiempos, me ha llamado personalmente la atención la cantidad de bandas que se sienten maltratadas dentro de la escena, que se quejan de como están las cosas y que se rebelan contra aquel que les explica que “la realidad es esta”. En algún mal momento, alguien le ha explicado a muchos músicos que solo con arte se conseguía todo. Y eso, lamentándolo mucho, dista mucho de la realidad. Eso ha llevado a que lo músicos se empeñen en que su arte les tiene que dar el reconocimiento, la fama, las ventas y la capacidad para seguir adelante haciendo más arte. No.

De un tiempo a esta parte, me sorprende como la escena del metal ha caído en una horrible tendencia al victimismo, sin que nadie observe la realidad. Esa incómoda e incomprendida realidad. Las cosas están fatal en todos los ámbitos y eso afecta, como no, al negocio de la música. Es por ello que ahora es más importante que nunca tener los ojos bien abiertos y rodearse de la gente adecuada si uno pretende llegar a alguna parte.

La situación que nos encontramos más a menudo en TheMetalCircus.com es la siguiente. Una banda cualquiera graba un disco o un EP. Nos envían un correo y nos dicen que lo reseñemos y que les hagamos una entrevista. Sin mentir, nos pueden llegar entre 30 y 40 correos de este tipo cada mes. De 30 o 40 bandas que están buscándose la vida para darse a conocer. Cuando hablas con la mayoría respecto a la posibilidad de que realicen una campaña publicitaria en la web a cambio del apoyo y presencia que solicitan en nuestro medio, la mayoría de ellas no tienen presupuesto. Vaya por delante que poner una campaña publicitaria no implica comprar una opinión, como muchos piensan. No pocas veces hemos tenido bonitas discusiones con bandas que, en su inocencia, pensaban que su publicidad haría que un disco horripilante fuera reseñado como una obra maestra. No funciona así, al menos no en nuestra web. Pero entonces hablas con ellas e indagas. Grabar el disco les ha costado 3.000 o 4.000 euros como poco. La edición les está costando otros 3.000 o 4.000, en el caso de que lo hagan con empresas que les cobran por el servicio, o menos dinero en caso de que lo hagan por sus propios medios. Y cuando llegan al punto en que tienen que promocionar y dar a conocer lo que acaban de hacer, en lo que han invertido sudor, esfuerzo y dinero durante dos años, no tienen ni un euro. Aunque claro, lo ha masterizado no se quién en no se donde. Y han hecho un videoclip tremendo que les ha costado otros 800 o 1000 Euros. Nada más.

Artistas

Es ahí donde llega la realidad: si no promocionas, algo terrible sucede: nada. Y del 90% de bandas que pasan por nuestro buzón de correo lamentablemente no se vuelve a saber gran cosa o nunca llegan a nada. Es entonces cuando emprenden la frustración contra “el negocio”, “los medios”, “las salas” y demás. Parece ser que todo el mundo debería estar haciéndoles caso, por el simple hecho de que en algún momento decidieron enchufar una guitarra a un amplificador y tocar. Muchos se olvidan de que el motivo principal por el que se metieron en todo esto era para satisfacerse a si mismos, para tener una vía de escape, una salida. Parece como si alguien les hubiera obligado a tocar, a grabar discos y a patearse las salas del país buscando un poco de atención. Es ahí cuando uno no tiene más remedio que decir: “la culpa de ser músico es tuya”.

Las aficiones, aunque estas terminen convirtiéndose en profesiones, son caras. El embrión de esta web solía ser Piccadilly Circus, un pequeño fanzine de la zona de Barcelona que vendía unas 200 copias cada par o tres de meses. Los costes de llevarlo adelante e imprimirlo superaban, de largo, lo que se podía llegar a conseguir vendiéndolos y llevándolos a las tiendas de medio país. Pero hacer aquel fanzine nos hacía felices. Hablar de música, asistir a conciertos y entrevistar a nuestros artistas era algo que nos ocupaba el tiempo y nos gustaba hacer. Ni más ni menos. Si costaba dinero o no, era lo de menos. O si los sellos no ponían publicidad. O si el de la tienda de turno ocultaba demasiado tu fanzine para que no se viera y se vendiera el de un colega suyo. La culpa no era de nadie: nosotros nos habíamos metido en ello, nosotros lidiabamos con lo que ello implicaba. No intentábamos adaptar el entorno a nosotros, sino adaptarnos al entorno (de ahí que eventualmente nos metiéramos en internet hace más de once años).

Si eres bueno, eventualmente alguien te hará caso y tu arte saldrá a la luz. Pero tienes que ocuparte de que alguien te conozca. Ser el más famoso de tu local de ensayo no te llevará a nada. Por ello, lo importante es darse a conocer. Eso conlleva comportamientos viciados, en algunos casos. Todo el mundo aquí posiblemente recuerda a AMSET, una banda madrileña que apareció hace diez años irrumpiendo en la escena como un elefante en una cacharrería. El grupo era malo, malo con ganas. Pero con una campaña de publicidad millonaria en todos los medios, lograron que todo el mundo hablara de ellos como si fuesen el Segundo Advenimiento de Jesús. Es ahí donde los medios deben optar por mantener su identidad y perfil crítico y no dejarse llevar por el dinero. Pero esos vicios son, por suerte, cada vez menos, especialmente en la coyuntura económica actual. Pocas bandas pueden permitirse comprar a los medios hoy en día. Y si pueden, posiblemente no sea la primera idea en su mente, viendo como está el negocio discográfico.

De un tiempo a esta parte se ha popularizado en internet, especialmente en redes sociales, el cartelito de “Soy músico, no trabajo gratis, págame”. Debo decir que el cartel tiene el mismo componente humorístico que la llama del “Ola K Ase” o el “Keep Calm and no se qué” que tanto circulan por las redes, saltando de muro a muro en Facebook. La realidad es que nadie merece que le paguen por ser músico. Merece que le paguen por lo que genera siendo músico, sea ocupación en un local nocturno, venta de entradas en un festival o alumnos en una escuela de música. Y si a alguien le chirrían estas frases, lo siento. Creo que nadie, en ninguna profesión, recibe dinero por el simple hecho de dedicarse a un campo específico, sino por la plusvalía que su trabajo genera.

Es habitual encontrarse con historias terribles de músicos que han tenido un encontronazo porque el dueño de una sala no les ha pagado por su actuación. Actuación a la que han ido 40 o 50 personas. El coste de abrir el local (seguridad, taquilla, camareros, suministros) posiblemente ha sido considerable y en muchas ocasiones ni siquiera se amortiza con el pago del alquiler del local, si lo hubiere. A partir de ahí, el dueño quiere ganar dinero vendiendo alcohol. ¿Cuanta barra puede generar un concierto con 50 personas? ¿200 Euros en el mejor de los casos? Lógicamente brutos, sin descontar el precio del género. Entonces, siendo sinceros, ¿que aspira a cobrar esa banda cuyo poder de convocatoria es de 40 o 50 personas? ¿Hay que pagarles por ser músicos? ¿A la panadera se le paga por ser panadera o por hornear y vender el pan? Basta de tonterías, que esto no es Cáritas. Si uno se mete en algo es para disfrutarlo. Si además tiene la suerte de generar dinero con ello, mucho mejor. Y si además tiene la suerte de ganar dinero, ya es una maravilla. Pero nadie garantiza nada. Y eso hay que tenerlo muy claro: eres lo que generas. Si no generas nada o lo que generas es un beneficio muy marginal, no esperes que la gente se desespere por darte su dinero a cambio de tu mera presencia.

La mayoría de las personas que tocan en un grupo (amateur o no) han acabado ahí movidos por la pasión. Eso quiere decir que no hay una formación específica que te ayude a entender el funcionamiento de este negocio, lo que lo hace todo un poquito más difícil. Si estás ocupado ensayando y ensayando durante veinte años sin prestar atención a ningún otro aspecto de tu carrera, te vas a llevar una sorpresa en un momento u otro. Y si realmente quieres llegar a algo, debes darte a conocer, por el medio que sea. Pero no pienses que ser músico te hace automáticamente merecedor de un reconocimiento. Practicar es duro, ensayar implica mucha dedicación y componer es todo un arte. Pero todo eso no sirve de nada si no tienes el menor conocimiento de que quieres y como debes llegar hasta ello. Decir “soy músico, págame”, no lleva a ninguna parte, más que a perpetuar la imagen de los músicos como incapaces de entender el propio negocio que rodea a su arte.