A nadie le parece ni medio normal, pero ya hace veinte años desde que Linkin Park estallaron y canalizaron la rabia y ansiedad de toda una generación. Tres años después de la muerte de Chester Bennington la banda revisitó su legado y Mike Shinoda nos ayuda a entender cómo se dio forma al disco que les cambió la vida.

Dentro de esa tendencia de revisionismo positivo que tenemos los humanos -aquello de olvidar siempre lo malo y recordar lo bueno- hemos encumbrado una década como la de los ’90. Nos encontramos en pleno desbarajuste nostálgico de aquellos tiempos, una vez superados los hedonistas y desquiciados años ’80, cuyo ciclo nostálgico parecía que no se iba a acabar nunca. Pero los ’90, seamos realistas, quedaron atrapados entre la cocaína de los ’80 y el auge de internet de los 2000.

Los Vengaboys, las Spice Girls, la reunión de Kiss y los primeros tres discos de Pearl Jam no son suficientes para justificar una década que sí se caracterizó por algo es precisamente por no caracterizarse por nada. Un max mix cultural y político que nos abocó poco a poco a un fin de milenio que se debatía entre lo catastrofista y lo inesperado.

Linkin Park Chester Bennington

Linkin Park (Foto: Paco García)

El auge de las puntocom parecía dar comienzo a una década de riqueza y revolución tecnológica. Bill Gates era el hombre más rico del mundo. Windows Vista lo petaba. Y un buen día cambiamos de milenio sin que los semáforos y sistemas de control aéreo se volviesen locos y pensamos que lo peor ya había pasado, el temido efecto 2000. El efecto 2000 sería otro: el crash de las puntocom, el 11-S y la guerra de Irak y, de postre, una colosal crisis económica a finales de década. 

Mucho de lo que nos rodeaba, como es lógico, informaba la música y las composiciones de aquel entonces. No, los 2000 no eran el momento para himnos como “Girls, Girls, Girls” de Mötley Crüe ni “Girls Just Want To Have Fun” de Cindy Lauper. Estábamos en territorio Tarantino, sin saberlo. Y echando un ojo a lo que salió de aquella época, especialmente el movimiento del nu metal y los discos que se convirtieron en icónicos, no cabe duda de que mucho del descontento social o el estado de ánimo de la época terminaron capturados en un estudio de grabación.

En 1996, se estaba gestando también el que sería uno de los discos catalizadores de esa pesadumbre generacional. Tres chavales de los suburbios de Los Ángeles llamados Mike Shinoda, Rob Bourdon y Brad Delson pusieron en marcha una banda llamada Xero junto a Joe Hahn, Mark Wakerfield y Dave “Phoenix” Farrell. Juntos hicieron una demo en la habitación de Shinoda llamada igual que la banda. Las tensiones desintegraron la banda rápidamente y Wakerfield, el vocalista, salió del grupo. Lo mismo pasó con Farrell. 

Finalmente, el vicepresidente de la compañía de publishing Zomba Music, Jeff Blue, le recomendó a Xero que fichasen a un vocalista de Arizona llamado Chester Bennington, quien andaba recién salido de una banda llamada Grey Daze. La relación entre el estilo vocal de Bennington y las ideas de Shinoda imprimieron nuevo vigor al proyecto, que pasó de llamarse Xero a Hybrid Theory. Finalmente, la banda editó un EP del mismo nombre sin ningún contrato discográfico a la vista. 

Linkin Park - Hybrid Theory

“Me gusta que la gente recuerde el contexto en el que hicimos ‘Hybrid Theory’”, explica Shinoda en una exclusiva conferencia telefónica, veinte años después de la edición de aquel trabajo discográfico. “En aquel momento la gente no era fan de muchos géneros: o eras un fan del rock, o eras un fan del hip-hop o eras un fan de un determinado tipo de rock o de otro. No es como hoy, donde la música tiene influencias de infinidad de referencias. Para mí fue muy fresco escuchar a Led Zeppelin en su momento y luego descubrir a Red Hot Chili Peppers o Rage Against The Machine y Public Enemy.

Era raro escuchar estilos de música tan distintos en aquel momento y lo que intentábamos era fusionar todos nuestros gustos favoritos en la música que hacíamos. Queríamos mezclar el rock y el hip-hop en particular. Hasta entonces solo se había hecho en un contexto hiper-masculinizado, de música dura para tipos duros. Nosotros no nos relacionábamos con esto y teníamos nuestra propia manera de interpretar esa mezcla de estilos”. 

El disco que marcó a una generación

En 2020 se cumplen veinte años desde que ‘Hybrid Theory’ viese la luz el 24 de octubre del año 2000. La banda lo celebra con una extensísima reedición de aquel trabajo que llega a las tiendas el 9 de octubre. En ella se incluye el disco original, pero también otro cinco discos repletos de rarezas, demos, remixes -también el disco ‘Reanimation’ originalmente editado en 2002- e incluso material nunca antes escuchado por los fans más acérrimos.

Si bien muchas demos habían circulado entre círculos coleccionistas a lo largo de los años, esta es la primera ocasión en la que la banda pone en circulación la esperada “She Couldn’t”, un tema que vendría a definirse como el “Santo Grial” de las demos olvidadas de Linkin Park. En resumen, la reedición de ‘Hybrid Theory’ es un jugoso asunto cuya versión super deluxe también incluye tres DVD’s, laminas de edición limitada y un libro de 80 páginas con fotos y contenidos nunca antes vistos.

Linkin Park

Si quieres hacer feliz a un fan de Linkin Park estas navidades -si no se cancelan también las navidades- la reedición del mítico disco es la mejor manera, vaya. Pero volvamos a 1998, a la habitación de Mike Shinoda. “Hicimos experimentos componiendo, produciendo, diseñando sonidos y mezclando géneros. El resultado fue ‘Hybrid Theory’”, explica el músico. No había una plantilla predefinida, simplemente experimentación pura y dura entre géneros. 

“Cuando comencé a componer algunas cosas en casa, lo estaba haciendo con mi amigo Mark”, explica Shinoda, en referencia a Mark Wakerfield. “Estábamos haciendo versiones parodia de clásicos de Cypress Hill o Wu Tang y eso me dio cierta experiencia a la hora de hacer beats. En aquel momento estaba trabajando con un KS100, un sampler rack de 12-bits y una grabadora de cassette de cuatro pistas y un micrófono barato, un teclado barato y una guitarra barata. Cuando comencé a generar algo de dinero pude comenzar a comprar material para la banda que sabía que permitiría conseguir los sonidos que necesitábamos”. 

“Estábamos intentando unir los elementos de nuestros grupos favoritos aunque no tuviesen nada que ver. Intentábamos juntar a Deftones con Portishead y The Roots. Esas eran algunas de las bandas que escuchábamos por entonces. Nos encantaba Aphex Twin, por ejemplo. Nos gustaba mucho del material que editaba Rockus Records, que era un sello neoyorkino de hip-hop.

Había muchas cosas excitantes en LA también, como The Far Side. Había un club llamado Project Blowed, que era un club de rap en plan freestyle que nos encantaba. Lo que intentamos fue unir todas esas cosas que nos gustaban, todos esos elementos intangibles que daban lugar a lo que hacíamos instintivamente”. 

Linkin Park

Linkin Park

“Cuando comenzamos a grabar el disco comenzamos a entender las elecciones específicas que debíamos realizar para darle forma al sonido del disco: el estudio, el productor, etc. Al final escogimos a Don Gilmore porque él podía enseñarnos suficiente acerca de cómo componer una canción alternativa para la radio. Él y sus ingenieros sabían cómo grabar una canción pulida dirigida a la radio.

El punto en contra es que no tenía experiencia o interés en el hip-hop así que comenzamos a pensar que todo saldría mal si salíamos de ahí con un disco de rock, porque no es eso lo que queríamos hacer. Al final del día dijimos ‘si le podemos enseñar sobre hip-hop todo estará bien’ porque, realmente, nadie iba a poder traernos el sonido de guitarra y batería que queríamos excepto él”.

Un camino lleno de piedras

Pero el camino de la banda no fue sencillo. El rap metal no era todo lo poderoso que terminaría siendo en un futuro no muy lejano. Si bien Beastie Boys abrieron el camino y RUN DMC popularizaron la alianza con el hard rock de Aerosmith en 1986 (sin dejarnos a Anthrax), lo cierto es que no era precisamente lo más mainstream del mundo.

Pero poco a poco, a lo largo de los años ’90, gracias a bandas como Faith No More, Rage Against The Machine, Biohazard y eventualmente Kid Rock y Limp Bizkit, el género se fue erigiendo como un coloso en cuanto a ventas y la industria no pudo evitar prestar atención. Pero a Linkin Park le costó sangre, sudor y lágrimas llegar a conseguir la atención de un sello. 

“No les gustaba”, dice sin ninguna vergüenza Shinoda sobre la demo autoproducida que la banda hizo llegar a los sellos. “Hicimos showcases y tuvimos conversaciones con todas las multinacionales, con siete en total. También tuvimos a diez sellos indie alrededor. Todos, especialmente las multinacionales, nos descartaron. En ocasiones, más de una vez”. 

“A veces venía un A&R a escucharnos y nos decía que no estaban interesados o ni siquiera nos llamaban de vuelta. Meses después, otro A&R del mismo sello volvía a venir porque el anterior quizá había sido despedido o estaba en otra área distinta, y también te descartaba sin miramientos tras escucharte. Ocasionalmente teníamos una reacción positiva”, dice riendo. 

“Una de mis reacciones positivas favoritas fue la de Clive Davis. Cuando supimos que venía a escucharnos estábamos subiéndonos por las paredes. Todos sabíamos que en cuanto este tío dijese ‘estoy interesado’ seríamos una banda con un buen contrato y con recursos. Cuando vino, escuchó algunas canciones en nuestro local de ensayo. Bueno, no era nuestro local. Alquilamos uno mejor para impresionar a la gente que venía. Clive se sentó con nosotros al acabar y nos dijo que le gustaba mucho lo que hacíamos y que habría fans a los que les gustaría nuestra propuesta musical.

El problema es que él tenía una política según la cual no fichaba a más de una banda del mismo estilo y ya había firmado a alguien que hacía rap-rock. ‘No puedo contrataros porque sois muy similares estilísticamente y mi equipo estaría confuso’, nos dijo. Fue una buena razón por la que no contratarnos y la encajamos bien”.

Linkin Park 2000 Hybrid Theory

Finalmente la banda terminó en Warner Music a instancias de Jeff Blue, el mismo que recomendó fichar a Chester Bennington. “El tipo con el que estábamos trabajando por entonces dejó su trabajo en Zomba Music y empezó a trabajar en Warner”, recuerda Shinoda. “El les pidió que nos escuchasen y nos diesen una oportunidad. Que nosotros nos íbamos con él al sello. Él consiguió el acuerdo y el contrato”. 

Los temas clave

Los Linkin Park que llegaron a oídos de Warner Music eran ya distintos de los que habían firmado la demo de unos meses antes. La banda evolucionaba rápido y sus canciones comenzaban a ser harina de otro costal con rapidez. Y dos piezas concretas marcaron la diferencia. “Si no me equivoco por entonces teníamos ‘A Place For My Head’, ‘Forgotten’, quizá ya teníamos listo ‘By Myself’ y ‘Crawling’. Creo que ese fue el momento en el que dijeron ‘quizá hay algo interesante aquí’. No sé si tuve primero ‘In the End’ o ‘Crawling’ pero fue con esas canciones, vaya”. 

Pese a que Jeff Blue fue el responsable de que la banda terminase en Warner, no fue sin sobresaltos. Según explica Shinoda, la actitud de Blue fue cambiando progresivamente y la banda no terminaba de entender el motivo. 

“Al principio fue un defensor fantástico de la banda”, explica el músico. “Con el tiempo, dado que se sentía inseguro en su nuevo trabajo en Warner, comenzó a manipular todas las cosas que hacíamos. Le ponía nuestras canciones a otra gente y les preguntaba ‘esto está mal ¿no?’. Así empezaba las conversaciones. Como dando lugar a entender que había algo que arreglar.

Nosotros sabíamos que estábamos haciendo lo correcto y no entendíamos su estrategia. En un determinado momento intentó que un artista de rap-reggae entrase en la banda para sustituirme a mí. También intento sacar a Chester de la banda y montar una banda solo con él. Fue todo muy confuso y muchas cosas podrían haber salido mal de no habernos mantenido en nuestras trece”.

“Mucha de la problemática venía derivada de que era nuevo en su trabajo y estaba intentando impresionar a su nuevo jefe. Su jefe resultó ser David Kahn y él mezclaba canciones de rock. Jeff le dio nuestra música para mezclarla y no entendimos nada, porque nosotros queríamos a Andy Wallace para mezclar nuestro disco. Nos dijo que nos callásemos y le dejásemos hacer.

Ni siquiera nos preguntó: le llevó nuestros masters para que los mezclase. David cogió el puente de ‘One Step Closer’, la parte que dice ‘Shut Up!’ y lo copió y pegó al principio del tema, lo cual arruina la canción por completo. Esa parte deja de ser una sorpresa y aparece al principio. El equivalente es el de coger la parte de ‘fuck you, won’t do what you tell me’ de ‘Killing In The Name’ de Rage Against The Machine y ponerlo al principio. Es una parte genial pero ahora lo único que tienes es una canción de treinta segundos sin sorpresa. Lo arruina todo”.

“Jeff estaba tomando todo tipo de malas decisiones y nosotros estábamos intentando aguantarlo todo en pie, aunque era un completo caos. Finalmente conseguimos que el disco lo mezclase Andy Wallace y respetar nuestro criterio creativo. Al final el disco vendió lo que vendió”. 

En su momento ‘Hybrid Theory’ vendió unas nada despreciables 4,8 millones de copias en Estados Unidos en su primer año. Eso no fue nada en comparación con lo que estaba por llegar. En 2017 ya había conseguido once discos de platino, por 11 millones de copias vendidas. Mundialmente, el trabajo ha alcanzado los 27 millones de copias vendidas.

La posterior muerte de Chester Bennington en 2017 volvió a auparlo a las primeras posiciones de ventas en Amazon e iTunes, demostrando que la vida de la obra siempre excede a la de sus propios intérpretes. La banda se encontró con una situación cómoda pero tensa en pleno 2002. Todo lo que hiciesen iba a ser percibido como un fracaso tras editar el que hoy se sigue reconociendo como el disco debut más vendido del siglo XXI. Si vendes 11 millones de copias en un año, vender 10,5 millones es un fracaso para la industria discográfica. Especialmente la voraz industria discográfica de principios de los ’00, antes de que Napster y la tecnología obligasen a replantear el modelo de negocio. 

“No esperábamos hacer algo igual de grande o más grande que ‘Hybrid Theory’”, dice el músico. “Creo que en ese punto la gente no concebía que la banda pudiese hacer algo tan grande por sí sola. Incluso había rumores de que teníamos compositores externos, como si fuésemos los Backstreet Boys. También escuché otro que decía que éramos una banda ensamblada por la industria, no una banda real. Nosotros solo queríamos hacer algo tan bueno como lo que ya habíamos hecho y creo que pudimos expandirnos en el futuro gracias a lo que exploramos en ‘Meteora’”.

“Mira: al principio no íbamos ni a trabajar con Don Gilmore para el siguiente disco, ‘Meteora’”, revela Shinoda. “Nos reunimos con él porque era lo cortés que teníamos que hacer y su argumentario en la reunión fue ‘hemos hecho un disco increíble juntos y ha sido muy estresante y difícil y sé por qué ha sido’. Nos dijo ‘os prometo que si hacéis un segundo disco conmigo me aseguraré de que este sea divertido y creativo, sin estrés, y sin problemas en el estudio’. Por eso trabajamos de nuevo con él”. 

Una íntima relación con sus letras

Las letras de ‘Hybrid Theory’ son un compendio de experiencias personales, algunas de Chester y otras de Mike. Unas experiencias que pudieron resonar en el subconsciente colectivo de cualquiera que tuviese entre 16 y 25 años por aquel entonces. Esas canciones son las responsables de que en 2017, Linkin Park consiguieran reunir a más de 20.000 personas ante el escenario del primer y ya extinto Download Festival de Madrid.

Una generación entera acudió allí para que Chester les hablase de su dolor y su rabia. Pasarían apenas unas semanas hasta que Chester, su dolor y su rabia desapareciesen para siempre con su muerte el 20 de julio de 2017. Una estrella que se apagó demasiado pronto pero que dejó un legado para que todos aquellos que se sentían como él encuentren confort en sus letras e interpretación. 

“Siempre trabajábamos juntos en las letras”, revela Shinoda. “Era algo que siempre hacíamos juntos. Las cosas de las que habla en las letras venían de mi vida y otras venían de la suya. Nuestra situación favorita era que ambos pudiésemos sentirnos identificados con un verso porque a ambos nos representaba de la misma manera. Debo decir que la vida de Chester era mucho más dramática que la mía. Si ambos podíamos componer un verso como el estribillo de ‘Crawling’, eso hacía que ambos nos identificásemos”.

“Es divertido”, elabora el músico, “porque, en esa canción, la letra original no decía ‘Fear is how I fall” sino que decía ‘Fear is powerful’, lo cual ya nos parecía bien. Pero Don lo escuchó y nos dijo ‘me ha gustado mucho ese verso, el de ‘Fear is how I fall’, el cuál ni siquiera nos habíamos planteado. Y nos gustó cómo sonaba, era incluso mejor que lo que habíamos compuesto. Ese es un ejemplo de cómo salían las cosas”.

“Para trabajar en las letras, ambos nos sentábamos al ordenador o uno se sentaba a teclear y el otro iba deambulando y pensando ideas. Entonces conseguíamos algo que nos gustaba y pasábamos a la otra habitación con Don y él nos ofrecía la primera reacción”, recuerda.

“Había letras que salían de manera más espontánea. Pedíamos ir a la sala de grabación, que abriesen micro y tirar camino, sin pedir opiniones externas. A menudo esas eran las que sabíamos que eran buenas y no queríamos contaminar con otras opiniones. Pero cuando estábamos reescribiendo algo una y otra vez, sabíamos que era el momento de pedir opinión externa. Todo lo hacíamos nosotros pero había canciones en las que Don ofrecía su punto crítico y eso nos enviaba de vuelta a la habitación contigua para seguir mejorando las cosas”. 

Aunque la encargada de la discográfica irrumpe en la conversación para recordarnos que se acaba el tiempo con Mike, el músico pide tregua. Necesita seguir hablando del proceso de composición de la banda. Su voz se torna más nostálgica a la vez que apunta con precisión algunos detalles. “Yo componía todos los raps pero Chester aportó la mayor parte del estribillo de ‘One Step Closer’ e hicimos algunos versos juntos, aunque la recuerdo como una canción muy suya”, explica.

“Recuerdo que la canción la compusimos sobre Don, porque estábamos hartos de que nos lanzase por la borda las ideas. La compusimos y rehicimos múltiples veces y cuando llegamos al verso y al estribillo pensamos que era muy divertida porque era un tema con mucho cabreo. Se la pusimos a Don y le encantó. Creo que nunca le dijimos que iba sobre él pero se hacía una idea, porque estábamos muy frustrados.

En ese momento no teníamos lo de ‘Shut Up!’ para el puente. Chester estaba por la sala incapaz de callarse, sin parar de decir lo enfadado que estaba y yo dije ‘¿y si el puente simplemente es ‘Shut Up’?. La esencia de lo que quería Chester en ese momento es que Don nos dejase en paz y esa era la mejor manera de resumirlo. Me miró y me dijo ‘tío, que gran idea’ (Risas). Fuimos a Don, le dijimos que abriese micros, Chester se metió en la sala de grabación e hizo exactamente lo que escuchas en el disco, cantando con toda la mala leche que puso. Don dijo ‘wooow’. Supimos que habíamos alcanzado otro nivel con esa canción”.

El futuro y la gestión emocional

El viaje emocional que supuso conseguir reunir todo el material musical y gráfico que compone esta reedición aumentada de ‘Hybrid Theory’ fue un proceso “muy nostálgico” para Shinoda. 

“No es diferente a mirar un viejo álbum de fotos familiar. Yo recuerdo todas las historias divertidas, los momentos estresantes y lo distinta que era la vida para nosotros en ese momento. Fue un proceso bonito que experimentar y me gustó descubrir todo el material que los fans van a disfrutar mucho”.

“A lo largo de los años he ido relocalizando masters que he ido enviando al management para una cosa u otra y he ido recopilando todo eso. He encontrado muchas cosas que no recordaba que existía. Gracias al management, a gente con la que trabajábamos por entonces e incluso los padres de Rob, que han revisado sus cajas en el ático, hemos encontrado material, fotos y otras cosas que le dan sentido a esta reedición del disco”.

El futuro es una incógnita para Linkin Park. Sustituir a Chester en Linkin Park es como sustituir a Lemmy en Mötorhead o a Jon Bon Jovi en Bon Jovi. Son bandas tan íntimamente asociadas a un vocalista o líder que difícilmente pueden tener vida más allá de esa personalidad. Puede haber sorpresas pero, incluso en casos como el de Queen & Adam Lambert, el resultado final es un pastiche de resultados a menudo melancólicos más que musicalmente productivos. De hecho, previo a la entrevista, su management nos hizo llegar un resumen de “preguntas frecuentes” por si queríamos evitarlas y no perder el tiempo limitado que teníamos con el músico. Entre ellas, la del retorno de Linkin Park con un nuevo vocalista. 

“No te sé decir lo que pasará con la banda porque realmente no hay una respuesta. Y es divertido porque diga lo que diga sobre el futuro de la banda, eso se convierte en el titular lo cuál es estúpido porque la respuesta es que no hay respuesta. Los fans piensan que quieren saber cuál es el futuro de la banda pero créeme, me gustaría saber la respuesta a mi también. Pero no la hay”.

Estas declaraciones se las hizo Mike al medio Vulture. En otra ocasión le dijo a Consequence of Sound que “si algo tiene que pasar, ha de pasar naturalmente. Si encontramos a una gran persona que pensamos que encaja y que tiene un estilo que también encaje, quizá podríamos intentar hacer algo. No podemos sustituir nada… nunca me gustaría sentir que estamos sustituyendo a Chester”. 

Y así las cosas ¿quién tiene agallas a preguntar a Mike algo para lo que no puede ofrecer una respuesta? Y aun así, si todo lo que nos queda de Linkin Park es lo ya vivido, escuchado y compuesto, sigue siendo un legado tremendo del que disfrutar. 

Sergi Ramos