“Firepower” es un disco a la altura de las expectativas y, me atrevería a decir, capaz de superarlas ampliamente. “Redeemer of Souls” estuvo bien pero le faltaba gancho. “Nostradamus” fue un experimento que no salió bien y “Angel of Retribution” pecaba de cierta falta de dirección en el sonido. “Firepower” es un disco que te apetece volver a escuchar una, dos y diez veces. Si este ha de ser el último disco de Priest, no podrían haber hecho algo mejor.

Reseña Judas Priest – Firepower

La edición de un nuevo disco de Judas Priest en pleno año 2018 debe ser motivo de celebración. Que cualquier banda pionera de lo que se conoce como heavy metal clásico siga generando nuevas canciones y defendiéndolas en directo es una suerte y un privilegio para los que seguimos esta escena.  Si además el disco es uno de los más inspirados que han realizado en los últimos treinta años, es motivo adicional para pensar que no todo está perdido y que queda mucha y muy buena música en las mentes de aquellos pioneros que a menudo son denostados por los medios y los propios fans al no poder competir con su propio legado musical de antaño.

Compuesto de catorce canciones, “Firepower”, es el que podría ser el disco final de Judas Priest. El anuncio de que Glenn Tipton padece una enfermedad degenerativa como es el parkinson ha cambiado las perspectivas de futuro de la banda drásticamente, hasta el punto en que Tipton no podrá participar en la gira del disco. Para recuperar el sonido más clásico de Priest, la banda ha fichado como productor a Tom Allom, quien trabajó por última vez con la banda en un disco de estudio con “Ram it Down”. Como añadido, también ha tenido mucha mano Andy Sneap, seguramente el productor definitivo del metal contemporáneo. Esta mezcla, muy bien pensada, ha dado grandes resultados. Priest aúnan en “Firepower” el sonido del metal más actual -especialmente en baterías y guitarras- con los valores y arreglos propios de las producciones de los años 80 con las que ganaron su posicionamiento como maestros del heavy metal mundial. Es complicado, no obstante, decir hasta que punto esto suena como un disco de Judas Priest o como el primer disco en solitario de Halford.

Lo cierto es que mucho del sonido clásico de Priest en lo puramente instrumental ya no está aquí: no está KK Downing y, por lo que parece, Tipton ha tenido un papel más reducido en la concepción del disco derivado de su enfermedad. Algo que el resto de la banda se ha apresurado a desmentir, pero que una vez escuchado “Firepower” es bastante evidente, del mismo modo que era evidente que Ace Frehley no tocaba en el “Psycho Circus” de Kiss, por mucho que la banda mantuviese que si. No hay rastro de los solos clásicos de Tipton, de sus fraseos, de su digitación. Quien haya tocado la guitarra -se especula con Andy Sneap, que además de producir el disco ha participado activamente en su grabación y sustituirá a Tipton en la gira- ha hecho un gran trabajo pero el disco suena a heavy metal, no a heavy metal de Judas Priest. Por mucho que cante Halford y toque la batería Scott Travis, hay otros factores sutiles que hacen que Judas suenen Judas y muchos residen en los dedos de Tipton. Tan solo un par de solos (el de “Children of the Sun” siendo uno de ellos) suenan genuinamente a Glenn, aunque es posible que muchas de las ideas originales sean suyas y luego hayan sido ejecutadas por un Sneap que, a fin de cuentas, tiene un feel diferente a la hora de tocar. No nos olvidemos de que el disco lleva hecho buena parte de 2017 y ha tardado bastantes meses en ver la luz. Sea cual sea la verdad, “Firepower” es un disco de grandes canciones de heavy metal que dejará saciados a los fans.

Como suele suceder en muchos discos de hoy en día, la primera mitad del trabajo es mucho más consistente que la segunda. En la “cara A” de “Firepower” tenemos canciones  que se pueden llegar a erigir como clásicos del futuro. “Firepower” es un tema rápido con rabia y un riff de esos tan propios de la era “Painkiller”, a lo “Night Crawler” o “Leather Rebels”. La velocidad del tema es insultante para una banda de tipos que bordean la setentena o la sesentena en el caso del batería Travis. El riff y su progresión de acordes es marca de la casa y el solo, con dos melodías independientes que se conjugan a la perfección, otra gran muestra de creatividad.

“Lightning Strikes” es un tema que ya estaba en conocimiento de todos, puesto que fue el primer single y videoclip del disco. Suena, nuevamente, clásico y hecho a medida de unos fans que no quieren sorpresas ni experimentos. Un mes después sigue aguantando el tipo y situado en el inicio de disco hace mantener el nivel de atención bien alto. Recuerda a “Hell Patrol” por sus patrones rítmicos y el riff principal, lo cual siempre es de agradecer. Al final, los fans del metal clásico siempre están buscando como comparar los nuevos temas con aquellos que ya conocen y significan algo para ellos. Es su manera de ‘dar validez’ a un nuevo disco.  “Evil Never Dies”, por su parte, es una canción que suena a cualquier tema en solitario de los dos primeros discos de Halford con ‘Metal’ Mike Chlasciak y Bobby Jarzombek. Es un gran tema pero le falta esencia “Judas”, por así decirlo. “Never The Heroes” es otra de las grandes sorpresas del disco, un tema que de no ser por el sonido actual de la producción, podría haber estado en “Turbo”. El estribillo es una delicia, así como los contrastes entre distorsión y partes más sosegadas.

El riff malévolo de “Necromancer” es algo cliché, aunque los puentes y el estribillo tienen su encanto. Suena mucho mejor “Children of the Sun”, con un riff muy Sabbath y una melodía muy interesante. El ritmo cadente y pesado junto con el uso del rango medio de Rob Halford hacen de este uno de los temas más áridos de todo el disco.

A juzgar por lo que se ha sabido poco antes de la edición del disco sobre el estado de salud de Tipton, el tema “Rising From Ruins” y su intro a piano “Guardians”, cobran un significado mucho más emotivo. Para algunos es el tema del disco, aunque es un medio tiempo de contrastes y no el clon de “Painkiller” de turno. El riff es muy interesante y la melodía del estribillo es muy pegadiza. Leyendo la letra del tema uno puede sacar sus propias conclusiones: “Standing as one / we’re carrying on/ rising from ruins”. Si no es relativo a la situación de Priest tras la enfermedad de Tipton, que baje Dios y lo vea.

La segunda mitad del disco es algo más irregular, aunque “Flame Thrower” es un gran tema y “Traitors Gate” mantienen un buen nivel. Otras como “Spectre” son algo más carentes de gancho. Los riffs como el de “No Surrender” están sacados directamente de “Defenders of the Faith” o “Turbo” y es ahí donde más se nota la influencia de un Richie Faulkner que viene con los deberes hechos y conoce a los Priest clásicos mejor que ellos mismos a día de hoy. Lo que Faulkner ha conseguido con el sonido de Judas en los últimos siete años es justo lo que la banda necesitaba: energía, dinamismo y tics que recuerden a un pasado brillante sin dejar de mirar al futuro. “No Surrender” es un gran ejemplo de como Faulkner y su estilo como guitarrista han dado nueva vida a Priest.

El disco se cierra con “Lone Wolf”, una sinuosa y tétrica composición que parece stoner metal una vez se va desarrollando y la balada “Sea of Red”, que posee un solo emocionante y un crescendo final ofrece un digno cierre a este nuevo y quizá último disco de la historia de Judas Priest o, al menos, de los Judas Priest que conocíamos hasta ahora.

Es interesante ver como Halford ha optado por cantar todo el disco en un rango medio de su voz sin excesos hacia arriba que puedan poner en jaque las interpretaciones en directo, siendo así los temas de “Firepower” pequeños oasis entre las exigentes partes vocales de los temas clásicos de Judas que sonarán en los conciertos. Una elección bien pensada y que no chirría en absoluto: hay distintos momentos en los que Halford pone sus agudos a disposición de las canciones pero son escasos y muy escogidos. Dia y noche si lo comparamos con la tendencia del vocalista en los años 70 y 80 pero totalmente consecuente con la conservación de su voz a los 66 años de edad y con una gira de medio año por delante -de momento.

“Firepower” es un disco a la altura de las expectativas y, me atrevería a decir, capaz de superarlas ampliamente. “Redeemer of Souls” estuvo bien pero le faltaba gancho. “Nostradamus” fue un experimento que no salió bien y “Angel of Retribution” pecaba de cierta falta de dirección en el sonido. “Firepower” es un disco que te apetece volver a escuchar una, dos y diez veces. Si este ha de ser el último disco de Priest, no podrían haber hecho algo mejor.

Grupo:Judas Priest

Discográfica:Sony Music

Puntuación:9

Canciones:

  1. Firepower
  2. Lightning Strikes
  3. Evil Never Dies
  4. Never The Heroes
  5. Necromancer
  6. Children of the Sun
  7. Guardians
  8. Rising From Ruins
  9. Flame Thrower
  10. Spectre
  11. Traitors Gate
  12. No surrender
  13. Lone Wolf
  14. Sea of Red

Año:2018-03-09

Votación de los lectores:5