A más les odian sus detractores más sube su popularidad. Después de un par de intentos fallidos por fin pudimos tener a los enfant terrible del metalcore en la ciudad condal. Y vaya si cumplieron con las expectativas.

Desde luego Fronz y los suyos no son un grupo para todos los públicos. Su atractivo reside en la controversia. Y sobre todo en lo en serio que uno decida tomárselos. Desde luego, valió la pena dejar prejuicios atrás y dejarse empapar de lleno por una propuesta tan ridícula como divertida. La fiesta estaba garantizada, pero el grado de intensidad estaba por determinar. Obviamente, tras haber tenido el caramelo en la boca un par de veces, como aquella vez que fueron anunciados para el Resurrection fest pero al final no pudo ser, el público venía con ganas de algo grande.

Injusto vacío para Sylar

Es extraño encontrarse con falta de público en los teloneros de conciertos así, en que todos los grupos son internacionales. Y con un mínimo de renombre. Por desgracia esta vez fue así, y Sylar tuvieron que salir a tocar para, como mucho, un cuarto del total de la sala. Lo cual no les impidió en absoluto salir a por todas y recaudar unos cuantos nuevos fans. Su propuesta de metalcore muy melódico y radiable mezclado con hip hop era perfecto para abrirá una velada como esta.

Sylar (Foto: Aitor Chaparro)

Sin embargo, su tono era mucho menos agresivo que el de los cabezas de cartel. Los pocos fans repartidos entre el público los disfrutaron a tope y no dudaron en cantar, aplaudir y levantar cuernos en alto cada dos por tres. Su set fue corto pero contundente, y es que todos los temas elegidos podrían ser singles de cualquier álbum, y sonaron de lujo pese a la sobredosis de samplers a la que nos tienen acostumbrados esta clase de bandas. Miguel Cardona, a la guitarra, pudo lucir su voz limpia en temas estribilleros como “Assume” o “Prescription Medication”.

Veil Of Maya, la ira de los dioses

Cuando su cantante salió a escena a grito de “I love Catalonia” se metió al público en el bolsillo en un santiamén. Un público que, por cierto, ya llenaba la sala como si estos fueran el grupo principal. Y es que estaba claro que para muchos lo eran. Cuando el show empezó, encarrilando seguidas “20/200” y “Whistleblower” la sensación fue extraña. El sonido era excelente, y a ellos daba gloria verles. Pero allí olía a sobredosis de técnica y frialdad escénica. Sin embargo, la llegada de “Nyu” y “Leeloo” rompió el hielo de un guitarrazo.

Veil Of Maya (Foto: Aitor Chaparro)

El pit echaba fuego, y el público disfrutaba a tope de las piruetas de guitarra de Marc Okubo, cuyos bailoteos justificaban de por si el precio de la entrada. Sin embargo, donde el grupo de verdad brilló fue en los pasajes más oscuros y apocalípticos, en que la suma de la voz de Lukas y los infernales graves de la guitarra y bajo inundaban la sala de una densidad irrespirable. Ellos estaban enamorados de su público, y el público de ellos, y eso se hizo presente. A nadie pareció importarle algún que otro problema técnico, como lo que pareció un desajuste de monitores que puso en un aprieto al cantante. El grupo además interpretó su nuevo single “Members Only”, que no fue de lo más celebrado de la noche. Ese puesto pertenecía, como no, al single por antonomasia que cerró el show: “Mikasa”.

Attila, la liada parda

Ahora sí, era su hora, y ellos lo sabían. Se hicieron de rogar, dejando las luces apagadas un par de minutos previa intro. Enloqueciendo al público, que ardía en expectación. Aquello iba a ser previsiblemente divertido, pero nadie se esperaba la que se nos venía encima.

La elegida para abrir la noche fue la controvertida “Proving Grounds” que tantos dolores de cabeza, y presumiblemente alegrías dada la polémica que tan bien les va, le dio a Fronz. Este sería el único tema que íbamos a escuchar de “Guilty Pleasure”, pero desde luego fue una gran elección. El público enloqueció y la banda quedó prendada de los fans barceloneses al instante. Eso sí, el sonido no parecía tener intención de acompañarnos aquella noche, y es una pena, porque a las dos bandas anteriores si lo hizo. A Chris casi no le oíamos, y la guitarra sonaba estridente por encima de sus posibilidades. Esto último se fue arreglando a lo largo de la noche, pero el problema de la voz se mantuvo hasta el final.

La cosa se puso seria de verdad con “Moshpit”, que como es obvio puso el ídem como un gallinero en llamas. Patadas voladoras y bailoteos hiper-agresivos se entremezclaban con elementos tan festivos como las exhibiciones de ballet entre el karate. Un concierto de metalcore old school. De los que vemos en los videoclips. En que lo que de verdad primaban eran las ganas de pasarlo bien con los amigos y dejar el mundo real a un lado por unas horas.

Attila (Foto: Aitor Chaparro)

Fronz dedicó “Queen” a todas las chicas entre el público tras dejarnos claro que la única regla en un concierto de Attila es que no hay reglas. También fue este el momento de descorchar una botella de Eristoff de la que el grupo iría pimplando a medida que avanzaba el show, animados por el “Traga, traga, traga” del público. Si aquello era realmente Vodka o agua Bezoya sigue siendo, a día de hoy, un misterio. Tras esto, la llegada del primer tema de su disco estrella “About That Life” levantó una ovación devastadora. Y eso que a priori no parecía la elección más acertada de entre un trabajo con tantos temas emblema. Craso error. Las guitarras veloces hicieron al respetable sudar a base de bien.

Attila (Foto: Aitor Chaparro)

Tocaba sacar a la palestra el nuevo trabajo “Villian”, del cual interpretaron el tema homónimo, anunciado como el más bestia que íbamos a escuchar aquella noche y que funcionó realmente bien, sobretodo en su tramo final con un doble bombo atronador. También “Bad Habbits”, cuyo estribillo no terminó de funcionar, al igual que pasa en el disco. Al fin y al cabo, muchos dirán que este es el trabajo más maduro del grupo. Pero Attila no es, desde luego, un grupo al que pedirle un disco maduro. Pues a más macarras y descerebrados, mejor funcionan.

Attila (Foto: Aitor Chaparro)

Ahora sí, tocaba ponerse emblemático con “About That Life”, su tema más conocido que volvió loco al respetable, y “Party With The Devil”, del mismo disco, en que Fronzilla pudo lucir sin pudor alguno (¿lo ha tenido alguna vez?) su capacidad de rapear en gutural. Para abrir este bloque también se lanzó, literalmente, a ofrecernos la demostración de crowdsurfing menos espontanea de la historia. Sin embargo, esto sirvió como un permiso para el público, que desde ese momento no paro de subir a saltar desde el escenario.

Attila (Foto: Aitor Chaparro)

Tras tamaño momentazo, el show se partió en dos, con la interpretación de “Subhuman”, el único tema mínimamente tranquilo del set (y posiblemente de su discografía), que ciertamente no caló especialmente hondo. Pero si sirvió para recuperar el aliento que todo el mundo había perdido hacía un buen rato. Este descanso le sirvió al grupo también para invitarnos a comprarles merch, cuya recaudación iba a ser destinada a una buena causa: drogas y alcohol, obviamente.

Attila (Foto: Aitor Chaparro)

Encarábamos ya el tramo final del concierto, con “Three 6”, que sonó contundente como ella sola, pero nada comparable al que fue el bloque más intenso de la noche. El único tema de su querido “Outlawed” que iba a sonar sería “Payback”, y fue recibido como se merece. Los niveles de brutalidad alcanzados harían explotar cualquier medidor, y el pit tenía un aspecto más peligroso que nunca. Especialmente a esas alturas de la noche, en que el suelo estaba ya cubierto de sudor y cerveza. Pocas más podían hacer frente a aquel momento, pero si una podía, esa era la pegadiza “Middle Fingers Up”. Y así fue.

Attila (Foto: Aitor Chaparro)

Antes de despedirse de todos nosotros, interpretaron “Toxic”, tras la cual abandonaron el escenario a toda velocidad. Nadie si inmutó, pues no solo el público parecía saberse bien el setlist de la gira, sino que todo el mundo tenía claro que, a día de hoy, hay un tema que es absolutamente imprescindible en cualquier concierto de Attila.

Y, así pues, en vez del clásico “One more song”, el público empezó a corear “¡Pizza, Pizza!”. El grupo desde luego acudió a la llamada. Y tras un paripé, alegando que la pizza es comida, no una canción, interpretaron la joya de la corona. El broche de oro a una fiesta en la que se celebró el absurdo y las ganas de divertirse. Obviamente, antes del ultra épico breakdown final, el grupo subió una margarita al escenario, que acabó volando sobre las cabezas del público antes de ser rota en mil pedazos. Se despidieron agradecido con los fans chocando manos y puños a las primeras filas y la sala quedó con el aspecto que un local debía tener tras un concierto de Attila: llena de pizza por los suelos, y un buen vómito en un rincón. Nadie esperaba menos.

Texto: Titus Ferrer | Fotos: Aitor Chaparro

Promotor:Hello Cleveland / Crown Show

Día:2019-12-13

Hora:19:00

Sala:Barcelona

Ciudad:Bóveda

Teloneros:Veil Of Maya. Sylar

Puntuación:8