¿El death metal insensibiliza a los fans y su cultura?
“Sangre fresca y tripas sobre el asfalto, antes de que el hedor de la muerte se aposente…de los restos de los muertos, ingesta ritual diaria…alturas inimaginadas no alcanzadas, dejar caer cuerpos del cielo, cabezas explotando en el suelo…”.
Estas letras no aptas para ser emitidos en horario de máxima audiencia son parte de la letra “High Velocity Impact Spatter” de Cannibal Corpse. El último y tremendo disco de Obituary lleva por título “Inked In Blood” (que viene a ser “Tatuado en sangre”) y lo nuevo de Malevolent Creation tiene temas titulados tal que “Mandatory Butchery” (“Carniceria obligada”) o “Canvas Of Flesh” (“Lienzo de sangre”).
Para aquellas personas no muy familiarizadas con el death metal bastarían 5 minutos buceando por Google para descubrir cuál viene a ser la temática predominante que inspira la lírica del género: violencia, muerte y depravación. ¿Significa esto que los seguidores del death metal son unas bestias sedientas de sangre y crueldad? Según un reciente estudio de la universidad australiana de Macquaire, nada más lejos de la realidad.
La conclusión a la que se llegó tras la realización del mismo es que los fanáticos del death metal no son menos sensibles ante la violencia que el común de los mortales y que, al contrario de lo que podría imaginarse en un primer momento, escuchar a Cannibal Corpse o Aborted lejos de incitar a infringir dolor y sembrar el caos nos hace más felices y pacíficos.
El estudio
El estudio dirigido por el profesor Bill Thompson siguió la siguiente mecánica. Se reunió a 32 amantes del death metal y a 48 personas a las cuales no les gustaba el género. A todos se les puso de fondo el tema “Eaten” de Bloodbath (el cual trata sobre fantasías varias de índole caníbal) y “Happy” de Pharrell Williams (canción popera que aparece en la banda sonora de la segunda parte de los “Gru, Mi Villano Favorito”).
A la vez que sonaba cada tema de fondo se proyectaban dos tipos de imágenes (una para cada ojo): una con alto contenido en violencia y otra totalmente inocua. Los resultados del estudio determinaron que, lejos de lo que pueda creerse, los fans del death metal no están insensibilizados ante la violencia ya que la respuesta cerebral ante los estímulos a que fueron sometidos no diferían de las de aquellos sujetos que no disfrutan con el género.
La pregunta que un servidor se hace (y probablemente de muchos de los que estáis leyendo ahora mismo este artículo) es: ¿realmente alguien piensa seriamente que escuchar death metal nos hace especialmente insensibles a la violencia o al menos en mayor medida que el común de los mortales? Yo, sinceramente, opino que no. De acuerdo, gran parte del aspecto artístico (portadas) y temático (letras) de un disco de death metal se recrean sobremanera en la violencia y el caos pero no deja de ser un simple envoltorio para lo que realmente atrapa al amante del death metal, la música.
De acuerdo, cualquiera que quisiese rebatir esta argumentación podría sacar a colación el reciente episodio protagonizado por el guitarrista de Cannibal Corpse Pat O’Brien, a quien le dio por asaltar una casa de su vecindario y amenazar a la policía con un cuchillo mientras su propia casa estaba en llamas. Seamos serios y no generalicemos, no se puede hacer norma de una excepción. Si siguiésemos esa línea y teniendo en cuenta el número de raperos que se han visto envueltos en tiroteos en los últimos años sacaríamos la errónea conclusión de que el rap es un género que incita a desenfundar el revolver a las primeras de cambio.
No generalicemos
Quien dé por sentado que el death metal estimula en el individuo conductas o pensamientos violentos tendría que hacer lo mismo con los amantes del cine de terror o de las artes marciales mixtas solo por poner un ejemplo. ¿Estaba especialmente insensibilizado a la violencia Goya cuando pinto “Devorando a Saturno” o Picasso con el “Guernica”? No parece que así fuese. En muchas ocasiones la violencia no deja de ser una temática a la que enfocar la creatividad sin que ello suponga nada más.
Por darle la vuelta a la tortilla podemos preguntarnos si Jeffrey Dahmer o Andréi Chikatilo disfrutaban con la discografía de Mortician y, hasta donde se sabe, no hay evidencias de ello. No hace falta escuchar death metal para ser una persona que disfrute con la violencia y el dolor ajenos a la vez que escuchar death metal no te convierte en un asesino en serie.
“Ella se puso de un color amarillo pútrido, oriné en su culo lleno de gusanos, follando la podredumbre, mi semen está sangrando, el olor de la descomposición se filtra en su cavidad vaginal…”. ¿Alguien puede tomarse mínimamente en serio una letra como la del clásico de Cannibal Corpse “I Cum Blood”? Igual que el heavy clásico tiene sus batallas épicas y sus dragones o el black metal el culto a lo oscuro, el death metal en su gran mayoría tira por derroteros que casan a la perfección con su música: la brutalidad y la violencia.
¿Es necesario un estudio como el realizado en la Universidad de Macquaire para dejar claro al gran público que los fans del death metal no son bestias sedientas de sangre? Un servidor opina que no y doy por sentado que el 99% de quienes que leerán este artículo opinan lo mismo. Si alguien piensa lo contrario es su problema.
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