La banda se va a visitar medio globo en tan sólo 45 días a bordo del Ed Force One en el marco de su gira "Somewhere Back in Time". Dicho paseíto de tres pares de narices bien merecía un documental. Nos metemos en el preestreno para prensa y te contamos qué tal se le da la aventurilla a Steve Harris y sus secuaces. Eddie nunca estuvo tan contento y feliz.

La banda se va a visitar medio globo en tan sólo 45 días a bordo del Ed Force One en el marco de su gira «Somewhere Back in Time». Dicho paseíto de tres pares de narices bien merecía un documental. Nos metemos en el preestreno para prensa y te contamos qué tal se le da la aventurilla a Steve Harris y sus secuaces. Eddie nunca estuvo tan contento y feliz.                                                

 

 

 

 Que Sam Dunn (el artífice de las estupendas “Global Metal” y “Metal: A Headbanger’s Journey”) y el equipo responsable de todo aquello, Bangers, unieran sus fuerzas con la maquinaria Maiden para elaborar este documental sobre la última y mastodóntica gira de la banda nos hacía presagiar lo mejor, algo fresco, algo bien hecho, algo entretenido.

 

 

Vaya, que no iba a ser una sorpresa encontrarnos con un documental a años luz de lo que la mayoría de bandas entienden por documental y que incluyen casi por obligación en sus ediciones en dvd. Lo difícil no es hacer un documental en sí mismo, ni contar una historia, ni encontrar anécdotas divertidas… pues material de este tipo poseen a tutiplén todas las formaciones con al menos un par de años de carretera en su haber. El mérito radica en hacerlo plausible, en ofrecer un producto coherente que no caiga en el recurso fácil y que aspire a algo más que ser una curiosidad pasajera.  IRON MAIDEN poseen la historia, poseen esas montañas de material y, siendo el gran holding que son, todos los medios necesarios para rodarlo. Pero más allá de todo eso, el gran paso que han conseguido con este documento viene dado por el buen gusto en su elaboración, por su montaje, por su coherencia y por su aportación equilibrada, que provoca que una vez haya finalizado el visionado del mismo exclames “¿ya? Pensé que sería más largo”, cuando en realidad te acabas de tragar dos horas de documental.

 

 

 

Si a todo ello añadimos que la historia se centra en la vivencia de la banda durante 45 únicos días del pasado año, concretamente en la visita a bordo del “Ed force One” de 13 países, la mayoría de ellos en el culo del mundo (desde Bombay a Melbourne pasando por Tokyo), los ingredientes necesarios para ser incluidos en la coctelera han de poseer el suficiente atractivo. Por una parte encontramos a la banda en escena en países de lo más variopinto, por otro nos topamos con cada una de las personalidades que la integran fuera del mismo para, finalmente, también echar también un vistazo a los fans y seguidores, así como a sus diferentes temperamentos, en cada uno de los países (siendo esta última faceta la mayor deudora del estilo Dunn/Bangers), residiendo la clave de todo ello en que todos estos elementos se encuentran equilibrados y en ningún momento se entra a destripar ninguno de ellos, factor que garantizará que el seguidor ocasional de IRON MAIDEN nunca se sature viendo el documental. 

 

 

 Las apariciones de la banda en directo, están estructuradas de forma muy concienzuda. Lo más destacable es que en ningún momento del film oiremos dos veces la misma canción (menudo coñazo hubiera sido tragarse “The Trooper” cada 10 minutos), por lo cual nos toparemos con una selecta representación de lo que vino siendo el set list en la gira “Somewhere Back In Time World Tour”. Tendremos ocasiones de ver desplegar a la banda todo el arsenal que llevaban preparado para esta gira: trajes, pirotecnia, los consabidos Eddies, etc, así como comprobar aspectos más dependientes de la situación geográfica (nunca me hubiera imaginado a IRON MAIDEN tocando a estas alturas en una nave industrial, por muy grande que fuera, tal y como sucede en Japón, por ejemplo).

 

 

La imagen de la banda entre bastidores también resulta en sí misma un documento ecléctico e interesante. Por una parte nos encontramos la cara sonriente de la moneda, con Nicko McBrain haciendo de maestro de ceremonias en los momentos más divertidos o con Bruce Dickinson desplegándonos su verborrea. Pero también tenemos oportunidad de ver el lado más aciago, como cuando tras volar desde la India toda la banda tiene problemas de salud debido a los productos allí ingeridos, hasta el punto de tener que poner cubos a los lados del escenario por si ocurre cualquier imprevisto durante el show: la cara de Steve Harris en las pruebas de sonido es todo un poema. Lo interesante de toda esta línea argumental, insisto, radica en que la banda no nos apabulla con gracietas o anécdotas gratuitas, sino que en muchas ocasiones se trata de asuntos estrechamente relacionados con el día a día que una banda a de afrontar cuando se lanza a la carretera (léase a los aires), más allá de dimes y diretes varios. No deja de ser impactante, por ejemplo, ver como la banda prácticamente se ahoga a la hora de visitar los países más cálidos de Latinoamérica, hasta el punto de tener que poner botellas de oxígeno en lugares estratégicos sobre las tablas. Más allá de todo lo que podamos ver en este tipo de anécdotas, lo que realmente quedará para lo posteridad es la humildad de la banda y su recelo en referencia a la fama y el cotilleo. Ellos mismos reconocen que en un principio no les hace demasiada gracia que personajes armados con cámaras vayan más allá de lo que se ve en escena, a diferencia de otras tantas y tantas formaciones con ansias de notoriedad, Todo un ejercicio de devoción hacia el verdadero sentido de lo que llevan haciendo tantos años: más allá de la música, todo lo otro no es ni tan siquiera secundario, que exista es un hecho meramente circunstancial.

 

 

 

En el apartado de fans, fanáticos, fantoches y fantasmas también nos encontramos con una paleta de colores de lo más impactante. Momentos realmente tristes como el estado policial que existe en Colombia, con el ejército descalzando y cacheando a todos los asistentes a las puertas del recinto (a la postre, todos corriendo descalzos y con las bambas en las manos para poder llegar a las primeras filas) en contraposición con algunos de los más delirantes como el cura que imparte la “religión Iron Maiden”… impagable el momento en que nos explica sus tatuajes, descubridlo por vosotros mismos. Sollozos y lloros a lágrima tendida tras el concierto debido a la emoción (los autores del documental llegan a recrearse con alguna de estas escenas), auténtico acoso a la banda, situaciones inesperadas… de todo un poco, vamos.

 

En ningún momento me gustaría hacer demasiado“spoiler”  de lo que en la pantalla se ve, por lo cual dejaremos aquí estas breves pinceladas. Una buena película seguirá manteniendo su encanto por mucho que te hablen de ella mientras no destripen el argumento. El documental con el que aquí nos encontramos, como toda buena película, posee acción, posee momentos altamente cómicos y posee coherencia argumental. Ahora tan sólo es tu elección darle al play para descubrirlo. El documental se estrenará cines de todo el mundo el 21 de abril, por lo cual tendréis la oportunidad de vivir la experiencia de disfrutar de Maiden a todo trapo en un formato en el que difícilmente volváis a tener la oportunidad de hacerlo, Si realmente sois fans de la banda desde aquí recomendamos que asoméis la cabeza por las salas, no lo lamentaréis.