H.E.A.T.: “Hay canciones que me parecían brutales y ahora pienso que son mierda”
H.E.A.T. se han convertido en los grandes salvadores del hard rock melódico en tiempos en los que el género se debate entre el refrito ochentero y la inspiración desmedida que emana desde Suecia gracias a los de Grönwall o compañeros de clase como Eclipse.
Ahora que grandes del género como Dare, Harem Scarem, House of Lords e incluso Journey se han convertido en ecos de una época pretérita, H.E.A.T. han irrumpido con energía de veinteañeros en una escena algo anquilosada. Si bien hubo devaneos experimentales en su anterior obra de estudio, el nuevo ‘H.E.A.T. II’ recupera la forma y el fondo sobre el que se sustenta la propuesta de la banda sueca. Sergi Ramos habla con Erik Grönwall telefónicamente en pleno confinamiento por el Covid-19.
‘Into the Great Unknown’ fue un disco controvertido para H.E.A.T. por el cambio de sonido y de enfoque compositivo. ‘H.E.A.T. II’ es un trabajo mucho más cercano a los orígenes de la banda y a la idea que el público tiene de la banda, con el consiguiente entusiasmo despertado. ¿De qué modo podéis alargarle la vida al trabajo para que no quede perdido en la situación actual?
Pienso que girar es una gran parte de la maquinaria de promoción de un disco así que cuando todo vuelva a la normalidad tendremos que reiniciar el proceso de nuevo. Mientras tanto tendremos que trabajar con herramientas digitales para rellenar el tiempo. Habrá un reinicio más adelante y espero que por entonces la gente siga interesada en las canciones y quiera venir a vernos en directo cuando salgamos a la carretera en 2021.
¿Realmente crees que ‘Into the Great Unknown’ fue un trabajo tan diferente como pudo parecer en ese momento? ¿Qué lectura haces de aquel disco ahora?
La terminología diplomática para referirse a ‘Into the Great Unkown’ es “experimental” (risas). Hubo muchas opiniones distintas acerca de ese disco. No es mi disco favorito personalmente pero el resultado final es algo que necesitábamos hacer. La mayoría de músicos o bandas tienen ese disco que no es lo que suelen hacer pero que sienten la necesidad de hacer por una vez. Siempre hay necesidad de evolución y nosotros intentamos darle un toque moderno al sonido de H.E.A.T. Creo que hay grandes canciones en ese disco pero no tienen el mismo gancho que las de “Tearing Down the Walls”. Estilísticamente es un disco que toca muchas vertientes distintas mientras que el nuevo trabajo es un paquete más uniforme de canciones.
Creo que es un disco con buenas canciones y un trabajo que teníamos que hacer. Cuando miramos atrás ahora, tras escuchar las nuevas canciones, nos hemos dado cuenta de que esto es lo que tenemos que hacer, que éste es nuestro destino musicalmente. Nos sentó bien estar de vuelta a casa, por así decirlo.
¿Hubo algún momento catártico entre vosotros a la hora de recuperar el pulso del estilo habitual de la banda o sucedió naturalmente a medida que ibais componiendo de nuevo?
Creo que hubo un equilibrio. No hubo una gran discusión pero todos teníamos pensamientos al respecto. Todos pensábamos que nos habíamos alejado de nuestro estilo habitual con ‘Into the Great Unknown’ y que era el momento de volver a ello. Jona y Dave comenzaron a componer juntos porque hacen un gran equipo. Un día vinieron diciendo que estaban motivados para hacer un gran disco de hard rock melódico y eso fue lo que se sacaron de la manga. Cuando sentaron las bases seguimos componiendo canciones en ese tono y orientación y el resultado es el que hemos editado. Fue una gran idea que trabajasen juntos. Creo que es uno de los mejores discos de la banda.
De niñas a mujeres
¿Hay un factor de edad en todo esto? Es decir: no sois las mismas personas que 6 o 7 años atrás. Los 30 y los 20 son dos momentos muy distintos en la vida. ¿Os costaba hacer un disco de hard rock desenfadado y divertido como si fuese 2013 de nuevo?
Creo que tienes mucha razón en lo que estás diciendo. Cuando comienzas a pensar demasiado y a plantearte demasiado las cosas, acabas teniendo un problema. Siempre nos hemos puesto a trabajar buscando replicar o copiar un éxito anterior o buscando escribir canciones festivas o con una determinada intencionalidad. En algún punto de la película, con la edad, evolucionas y maduras y te das cuenta de que lo que hiciste en el pasado no siempre se puede replicar. He tenido canciones en el pasado que me parecían brutales y que, cuando las escucho hoy en día, pienso que son mierda (risas). Cuando dejas de pensar en todas esas cosas y haces la música que sale de tí naturalmente, sintiéndola instintivamente, las cosas cambian mucho.
¿Cómo afecta todo esto a tu personalidad escénica? Es fácil acabar convertido en un personaje que la gente espera que agite su cabeza continuamente y se lance al público tres veces en cada canción (risas). Pero ¿es algo que te sigue saliendo solo o hay noches en que has de esforzarte?
Yo me convierto en esa persona automáticamente cuando salgo al escenario. En cuanto escucho las guitarras o una determinada canción, ese tío que se oculta en las profundidades de mi sale a la luz y se vuelve loco (risas). Es un esquizofrénico todo pero es como si hubiese dos personas dentro de mí. Yo no pienso cuando estoy sobre el escenario: simplemente siento la música y busco entretener al público sin importarme las consecuencias. Pero cuando bajo del escenario me vuelvo un tío muy analítico, valoro cómo ha sido el show y hablo con el resto de la banda de lo que ha salido mal.
El factor “Idol”
Hay una gran carencia de rock stars hoy en día. Hay muy poca gente a la que me apetece mirar sobre el escenario durante dos horas. Pero en un show de H.E.A.T. es imposible desprender la mirada de tu actuación porque la entrega es absoluta. Uno no sabe si te vas a tirar al público, subirte a la barra de la sala o colgarte del techo. Hay un elemento imprevisible que es adictivo.
Estoy de acuerdo en lo que dices y yo no voy a muchos conciertos hoy en día porque los encuentro aburridos. Muchos artistas y cantantes tienen una falta de carisma. Cuando voy a un concierto quiero que la banda me llegue, que me atrape. En muchas ocasiones voy a conciertos que parecen un ensayo general. También hay buenas bandas con buenos frontmen, claro. Pero yo crecí viendo dvd’s y conciertos de Queen o Kiss y eso es lo que quería copiar y recrear con mi personalidad escénica. Está bien copiar porque, por el camino, encuentras tu propia personalidad. Nadie puede ser Freddie Mercury pero puedes coger elementos y adaptarlos a tu personalidad.
Cuando participaste en la competición Idol sueca tenías 21, 22 años. ¿Cómo influyó ese paso por la televisión en tu personalidad escénica?
No creo que me influyese demasiado como personalidad escénica. Es una buena experiencia porque aprendes a actuar ante muchas cámaras con una gran producción y una agenda muy exigente. Lo que realmente me ayudó a construir mi personalidad escénica fue entrar en H.E.A.T. Ellos me dieron la clave, me acompañaron en el proceso y me dijeron si estaba haciéndolo bien o mal. Cuando entré quería parecerme a Kenny LeCremo, el anterior cantante, y eso no estaba funcionando. Tenía que encontrarme a mí mismo como intérprete. Me llevó tres o cuatro años encontrar el encaje y eso fue lo más importante.
Cuando observo a otros concursantes de programas de talento tengo sentimientos encontrados. Sé que tienen ante ellos una gran oportunidad. Yo no sé donde estaría de no haber entrado en H.E.A.T. Quizá sería el típico “antiguo ganador de Idol” o el típico ex-concursante del programa que intenta tener una carrera. No sé dónde habría acabado. Así que además de hacerlo bien tienen que tener un poco de suerte y poder construirse una carrera a partir de ese show televisivo. Yo tuve suerte y tuve una oportunidad, así que hay un componente intangible en todo esto.
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