Battle Beast: Unholy Savior

Si su segundo disco (el primero con Nuclear Blast) sirvió para presentar a Noora Louhimo, ‘Unholy Savior’ sirve para confirmar lo que ya parecía por aquel entonces: que no tenía nada que envidiar a su predecesora, defendiendo multitud de registros dentro de varios estilos

Desde la primera vez que vi el nombre de estos fineses rondar por las redes, se les ponía poco menos que una especie de salvadores del heavy metal. O al menos, de unos dignos herederos y defensores del estilo. Si su segundo disco (el primero con Nuclear Blast) sirvió para presentar a Noora Louhimo, ‘Unholy Savior’ sirve para confirmar lo que ya parecía por aquel entonces: que no tenía nada que envidiar a su predecesora, defendiendo multitud de registros dentro de varios estilos (clásicos).

El power enfila el comienzo con ‘Lionheart’, potente y melódica a partes iguales con un doble bombo martilleante en muchos momentos unido a esas partes de teclados que adornan momentos puntuales, para ir hacia terrenos más heavy y sinfónicos en el tema que da título al álbum, con unos coros ideales para el directo. Y es que su propuesta está hecha por y para los conciertos en muchos momentos, empezando por lo pegadizas que resultan la mayoría de sus composiciones. Ahí están por ejemplo ‘Madness’, recurriendo en su videoclip a tópicos femeninos dentro del metal o ‘I Want The World… and Everything In It’, con el contraste de voces con su guitarrista Anton en sus breves apariciones y Noora forzando la suya. Y mucho más.

‘Sea of Dreams’ es una power ballad en toda regla que rememora los mejores años de aquellos clásicos de los 80, alargando la sombra de esa década en ‘Touch In The Night’, con los sintetizadores en primer plano llenando toda la canción. Entre ambas nos cuelan una rapidísima ‘Speed and Danger’, que en otro ámbito podría pasar por un riff thrasher, pero que en esta ocasión lo adornan y lo llevan a su propio estilo. ‘The Black Swordsman’ y ‘Hero’s Quest’ pasan desapercibidas (interludios épicos, casi en su totalidad instrumentales, con Janne Björkroth y sus teclas de nuevo como protagonistas), para recordar a IRON MAIDEN en ‘2 Minutes to Midnight’ y disfrazarse de Adrian Smith en sus primeras notas; porque aunque luego desemboque en algo muy distinto, es inevitable pensar en la doncella en su comienzo. Todo termina con su lado más hard rockero en la balada ‘Angel Cry’. Siguen apuntando alto.