Soilwork: The Ride Majestic

De siempre se ha dicho que la tristeza es una de las mejores fuentes de inspiración. En este caso, Soilwork han sabido canalizar ese pesar en un disco lleno de sentimiento, dolor y melodía, pudiendo decir que han creado el disco más directo de su carrera.

Después del hito que supuso el lanzamiento de un doble álbum como fue The Living Infinite en 2013, no sólo para su carrera, sino para el género del death melódico en su conjunto, grandes son las expectativas que los fans tienen volcadas en este The Ride Majestic.

Como su guitarrista David Andersson tuvo oportunidad de contar a The Metal Circus en su entrevista, en el proceso de composición y grabación la banda se vio sacudida por la desgracia de sufrir pérdidas a nivel personal, tanto de familiares como amigos, lo cual ha tintado de oscuro el color del álbum, tanto a nivel musical como en su mensaje.

En este nuevo disco se percibe como la banda se ha volcado más en la expresividad de las composiciones, en las que el dolor y la sensibilidad de la pérdida están a flor de piel como ocurre en temas como “Death in General”, “Enemies of Fidelity”, “Petrichor by Sulfur” o “Whirl of Pain” en las que la voz de Björn “Speed” Strid muestra su versatilidad alternando las voces limpias con la voz rasgada acompasada con las texturas de cada parte de los temas. El papel de las guitarras también se centra más en el feeling a través de frases melódicas en las que los únicos momentos en los que se recurre a la técnica están plenamente justificados en aras a conseguir un mayor impacto de en la percepción del oyente.

Sin embrago, en el álbum existen temas realmente contundentes que prometen dejar sin aliento a los que puedan ver a la banda en directo, como “The Ride Majestic”, “All Echoning Paths”, “Alight in the Aftermath” o “Shining Lights” que conservan un sonido que recuerda al disco Natural Born of Chaos del año 2002, en las que el doble bombo de la batería marca un trepidante ritmo en las que las melodías más pausadas amplían el sonido, llegando a alcanzar puntos realmente épicos.

A Soilwork le ocurre como a otras tantas bandas que están dentro del subgénero del death melódico, y es que les ha tocado convivir con súper-bandas (y marcas) como Arch Enemy o In Flames, lo que crea un entorno en el que resulta especialmente difícil destacar, aun cuando la calidad compositiva no desmerece en absoluto. Está claro que en los dos últimos trabajos han intentado dar un golpe en la mesa a base de calidad y contundencia, pero aun así, parece muy alejada la posibilidad de que podamos ver a Soilwork como cabeza de cartel o, cuanto menos, dentro de los conciertos principales dentro de un festival u organizando una gira en locales grandes ¿La razón? Como en otras tantas ocasiones: desconocida.

De siempre se ha dicho que la tristeza es una de las mejores fuentes de inspiración. En este caso, Soilwork han sabido canalizar ese pesar en un disco lleno de sentimiento, dolor y melodía, pudiendo decir que han creado el disco más directo de su carrera.