Soulfly: Archangel

Aprovechar lo bueno del Roots de Sepultura, con su metal extremo y sus influencias tribales, podía parecer un buen punto de partida para una nueva banda, pero meterle más nu metal, invitar casi periódicamente a toda la plana mayor -y menor- del género a hacer colaboraciones, y limitar las letras a gritos, tacos e insultos... bueno, suponemos que todo tiene su público.

Cuando escuchas Archangel, lo nuevo de Soulfly, es fácil pensar que es “lo nuevo” del rastas de Sepultura. El problema de Max es que la fama de su antigua banda le precede, y el problema de Soulfly, además de sacar álbum cada vez que el sol sale por el este, es que más de la mitad de su formación se apellida Cavalera. Es cómodo caer en las generalizaciones, darle buena (o mala) nota al álbum porque viene de quién viene, y pasar a otra cosa mariposa. Pero quizá sea mejor escucharlo de verdad.

“We sold our souls to metal” empieza dándote una ostia contra la pared y dejándote allí pegado un buen rato. La letra es fácil de corear, de esas simples que gustan porque hablan de qué bonito es el metal que tanto nos gusta a todos. Una decisión extraña para empezar el álbum, pero que sin lugar a dudas sonará y funcionará, y además muy bien, en los directos.

Y eso es todo lo destacable. A partir de la segunda canción, la que da título al álbum, entramos en un trabajo completamente distinto. Más groovy y a la vez más trash, barroco hasta rozar el rocambolesco. Cacofonía con síndrome de Diógenes – todo suena en todo momento, no hay pausas, no hay silencios, solo ruido, ruido y más ruido, acumulado y ecualizado de manera chirriante. Añádele letras poco inspiradas sobre temas bíblicos, pero que muy acertadamente se mantienen justo en la línea para no ser considerados metal cristiano.

Aprovechar lo bueno del Roots de Sepultura, con su metal extremo y sus influencias tribales, podía parecer un buen punto de partida para una nueva banda, pero meterle más nu metal, invitar casi periódicamente a toda la plana mayor -y menor- del género a hacer colaboraciones, y limitar las letras a gritos, tacos e insultos… bueno, suponemos que todo tiene su público.