(...) Rob Zombie es un artista total. Un artista que, a través de su música, textos, películas y a través de si mismo como personaje, ha creado su propio universo lleno de espectáculo, referentes horror, estética Serie B, satanismo manufacturado a la americana, culto a la figura de su chorba (que mola tanto como él), historias para no dormir y oscuro rock'n'roll cubierto de tres capas de roña redneck.

Partamos de las cosas que ya sabemos. Que si Rob Zombie todo lo canta igual, que si todas las canciones son la misma y que, por lo tanto, no importa que te hayas escuchado material nuevo (para el concierto puedes, simplemente, aprenderte el título del single de turno y repetirlo una y otra vez durante el estribillo)…

Pero… ¿y qué? ¿A caso vamos a ver a Rob Zombie para analizar su nivel técnico, la profundidad de su lirismo y su capacidad vocal? No, niños y niñas: si vais al bolo con esa idea, os habéis equivocado de sitio. A un bolo de tito Rob se va a pegarse la fiesta del siglo, a disfrutar de su peculiar Pachanga-Metal hasta deshidratarte de tanto saltar y bailar y sobretodo a sentir que entras, ni que sea un poquito, en su personalísimo mundo artístico.

Porque si algo podemos afirmar con rotundidad es que Rob Zombie es un artista total. Un artista que, a través de su música, textos, películas y a través de si mismo como personaje, ha creado su propio universo lleno de espectáculo, referentes horror, estética Serie B, satanismo manufacturado a la americana, culto a la figura de su chorba (que mola tanto como él), historias para no dormir y oscuro rock’n’roll cubierto de tres capas de roña redneck. Y todos los que acudimos el pasado domingo a Razzmatazz esperábamos impregnarnos de ello.

La tediosa espera alimentó nuestra curiosidad mientras se montaba el escenario (tres tarimas frontales, pies de micro con la figura de Nosferatu, paneles con retratos de legendarios monstruos de la gran pantalla encabezados por un adorable King Kong, etc) y la sala se convertía en una sauna para recibir calurosamente, en sentido literal, al artista. Por fin aparecieron los músicos y un Rob Zombie delgadísimo (no me come el niño…) acompañados por una ovación que parecía contener un grito de alivio: y es que era la primera vez que éste pisaba un escenario de la ciudad condal.

Desde el minuto cero empezó a repartir temazos redondos de los suyos y a desplegar ese carisma que le sobra y nos dio la fiesta que demandábamos de él esa noche. A pesar de notársele cierto cansancio (en algunos momentos le faltaba el aire) y de detalles que entorpecieron el ritmo del espectáculo (pidió desmontar las tarimas al poco de empezar porque se resbalaba, esos solos de guitarra o batería virtuosos pero que se hacían eternos, sus paseíllos entre el público que podrían haber sido más breves, etc), la ejecución fue casi impecable para lo que demandaba el show.

Para ello, Rob tenía en la manga dos ases: sus fieles secuaces John 5 y Piggy D, que sustentan la actuación tanto en cuestión músical como de espectáculo. Ese par de talentosos mojabragas interpretaron su papel impecablemente, luciéndose a la guitarra y al bajo respectivamente, mientras no perdían el feeling con el público ni la sonrisa de «soy-mercenario-pero-feliz-con-mi-trabajo» que daba a entender que se lo estaban pasando tan pipa como los que estábamos al otro lado del foso, agradeciendo el entusiasmo de los seguidores barceloneses.

Entre bailecitos country, movimientos ritualísticos, exhibición de bandera catalana, cambios de vestuario, atrezzo e instrumentos -a cual más hortera y molón-, fueron desgranando un setlist correcto que, a pesar de misteriosas ausencias (qué bien le hubieran quedado la simplicidad trallera de «Mars Needs Women» o la épica y sexy «Feel So Numb»), contuvo éxitos como «Dragula» y «Sick Bubblegum», recuerdos a White Zombie como «More Human Than Human» y versiones como «Am I Evil?» de Diamond Head… Un setlist que se alargó y alargó con varios bises que la audiencia no paraba de reclamar al estilo patrio («Oe oe oe, Zombie, Zombie» ¿?) y que culminó con un apoteósico «We’re An American Band» con brillo propio.

Acabamos sudorosos y extasiados, preguntándonos si el espectáculo hubiera sido mayor en Sant Jordi Club (donde estaba previsto que se realizara el concierto antes del cambio de sala) pero a la vez conscientes del privilegio que suponía haber disfrutado de esa cercanía que aportaba Razz y que propició un show tan explosivo.

El reto de la noche era hacernos olvidar quienes éramos y meternos en su película. Y el gran Rob Zombie, aún con sus carencias, lo había conseguido de lleno.

PD.: Si estuvisteis en el concierto y tocasteis a Rob, no os sintáis especiales porque se restregó contra medio público. A ver si con ese grado de colegueo y tanto premio que le damos, le apetece volver a pasarse pronto por aquí…

Promotor:Rock N Rock

Día:2014-06-22

Hora:20:00

Sala:Razzmatazz 1

Ciudad:Barcelona

Teloneros:Soulfly Powerman 5000

Puntuación:9