Menuda oportunidad la que se nos brindaba. Como para perdérsela. QUEENSRYCHE trayendo por primera vez a España (y suponemos que última) el espectáculo completo por el vigésimo aniversario de la que es, sin duda, una de las tres obras conceptuales más trascendentales de la historia de la música rock, aquél Operation Mindcrime de 1988, interpretándolo (en el sentido más amplio del término) en su integridad junto con su continuación editada hace un par de años. Y si bien “Operation: Mindcrime II” es un disco que no llega ni por asomo a los niveles de la genialidad de la primera parte, lo cierto es que tampoco es un compacto tan desastroso como algunos han querido insinuar, albergando, de hecho, algunas piezas que se comen con patatas discos enteros editados por la banda desde la edición de “Empire” (como vendría a ser el caso de “Hostage”, por ejemplo). Y es que, discográficamente hablando, podríamos considerar a los de Seattle como una banda con altibajos de lo más extremos. Vaya, una banda de las grandes. Y es que si alguien es capaz de negar que lo que vimos esta noche en la sala Razzmatazz no roza los límites de la genialidad significará que, definitivamente, la palabra arte no nos alumbra ya ni un atisbo de objetividad en el océano de prostitución que en estos tiempos nadaistas nos asola Y es esa naturaleza más nihilista y contracultural la que impregna la historia del desdichado Nikki, protagonista de nuestra sesión de teatro esta noche, el cual precipita el final de sus días como salida al desamparo. Y no es un cuadro caótico lo que obtenemos a colación de toda esta retahíla de consideraciones, pues como dijo Beckett  “el arte es la apoteosis de la soledad”. Pero dejemos las divagaciones para otro momento y lancémonos ahora a hincarle el diente al asunto.

Para este concierto, conocedores ya de sobras de los plantones a los que nos tiene acostumbrado el heavy medio español de cara a las grandes citas, tristemente me esperaba un sonado batacazo por parte del promotor, al cual no le tuvo que salir muy barata la broma de traer todo este tinglado. Ni de lejos esperaba más de 500 personas, por mucho que la sala tiene una capacidad para 2100. De hecho, a escasos 10 minutos del inicio del show apenas cien o doscientas personas marcaban el contrapunto al desolador aspecto que la sala nos mostraba, hecho que motivó que me temiera lo peor. Afortunadamente, en cuestión de 20 minutos aquello empezó a tomar color y la sala comenzó a vestirse algo más de gala. No tanto como la ocasión lo merecía, pero casi 800 personas, visto lo visto, se puede considerar casi una gesta desde mi punto de vista.  

Sin teloneros ni historias, pues no hacía falta, QUEENSRYCHE salían a escena y el concierto, musical u obra de teatro, como gusten ustedes, daba comienzo. Quizá espectáculo, sin más, sea la palabra adecuada. El escenario mostraba dos plataformas elevadas a las que los actores podían ascender mediante unas escaleras que, juntamente a los telones laterales y frontales, hacían las veces de estándar callejón ochenteno nido de yonkis y prostitutas que todos hemos visto ya sea en persona, en el celuloide o en toda imaginería yanki que se precie. La inscripción en una de las falsas fachadas “U.S. out of Irak” no hacía más que recordarnos que toda la historia de Nikki y el Dr X no es otra cosa que una gran metáfora sobre la naturaleza cíclica de los mecanismos de corrupción que se dieron, se dan y se darán a lo largo y ancho del globo mientras haya en el poder lacayos del sistema tipo Bush, algo que Tate y los suyos parecen querer remarcar continuamente. Sobre estas plataformas y su base inferior irían apareciendo a lo largo del show los diversos gimmicks escénicos de los que se harían servir los personajes para articular y recrearse en las distintas escenas de la historia. Asimismo, diversas proyecciones irían teniendo lugar en una pantalla al fondo del escenario, ayudando a apoyar la historia y enfatizando el espectáculo desde un prisma multisensorial, desde el inicio con “I Remember Now” en la cual vemos a Nikki en el hospital.

Habiendo substituido Geoff Tate el habitual micro por un pinganillo que le permitía tener las manos libres para lanzarse a la interpretación de su personaje con soltura, ya desde el inicio demoledor el gentío se mostró entusiasta tanto con los temas que sonaban como con la propuesta escénica en general. Y es que es para volverse loco con temas tan carismáticos como “Operation Mindcrime” (con la aparición en pantalla del Dr X) o “Revolution Calling”, que más que sonar adularon nuestros sentidos pues, y esta es otra, pocas veces se ha gozado de un sonido así de nítido en la sala Razzmatazz. Afortunadamente, esta tendencia acompañaría a la banda ya durante toda la noche, logrando que, definitivamente, la retaguardia musical de la actuación nos brindara ya de entrada unas garantías apabullantes, léase calidad a espuertas servida en bandeja de plata. A partir de ahí, fueron cayendo de forma ordenada todos y cada uno de los temas del disco, a los que fueron anexionadas algunas partes, básicamente instrumentales, que no se encuentran en los compactos, con la intención de brindar más coherencia a algunas escenas e interludios y que ayudaron a realzar las ya de por sí destacables orquestaciones que en su día compusiera el afamado Michael Kamen. “Spreading The Disease” supone la aparición por primera vez de Pamela Moore cantando a dúo con Geoff Tate mientras en la pantalla observamos el devenir de los actos delictivos de Nikki,. Emotiva como pocas “The Mission” nos impregna de dolor, con el espectacular solo de DeGarmo reproducido al milímetro y con Nikki/Tate deambulando por las malolientes calles de la ciudad con desdén. El asesinato del cabrón del padre William a manos de Nikki y el espectacular final en el que Tate sube hasta la parte más alta del escenario para interpretar la lucha interna que sufre ante las órdenes de intentar matar a Mary, se llevan el gato al agua en cuanto a sensación de clímax durante la interpretación de “Suite Sister Mary” Monja, prostituta y yonki, habiendo pasado ya por todo, Mary se encarga de cantar como los ángeles a intervalos con Tate por mucho que una pistola haga de mediador entre los dos, mientras la música sigue deleitándonos y ambos protagonistas terminan rindiéndose absortos en el mar de drogadicción en el cuál ya se encontraban inmersos, cortesía de “The Leedle Lies”.  Tema monumental donde los haya, la interpretación de “Suite Sister Mary” posiblemente fue el momento más intenso de las casi tres horas de show que allí gozamos. Una delicia. Una pena. Una experiencia. Tan espeluznante como el suicido de Mary al poco tiempo, con un sonoro disparo retumbando en las paredes de la sala mientras vemos su cuerpo caer desplomado, posterior encuentro del calentito cadáver por parte de Nikki mientras las luces tiñen el escenario de arrebol. En “Breaking The Silence” observamos a nuestro protagonista totalmente entregado al destino, que será arrestado por la policía y que en sucesivos capítulos nos será mostrado rodeado de cirujanos y médicos que lo internarán en un psiquiátrico. Así pues, la muy emotiva y pegadiza “I Don’t Relieve in Love” y la progresiva “Eyes of a Stranger” serán los ejes básicos sobre los que se precipitará el final de la primera parte del show. 

Quince minutos aproximadamente fueron los que comprendió el inusitado descanso. Para muchos, el show prácticamente había finalizado, aseverando que ya habían visto lo que venían a ver y menoscabando las posibilidades de la segunda mitad del mismo debido al poco interés que la última obra de estudio de la banda les suscitaba. Personalmente, es algo que no comparto, pues más allá de lo poco que haya podido calar el contenido del segundo Operation Mindcrime, no me entra en la cabeza como alguien puede ni tan siquiera plantearse el salir a medias de una representación teatral que hasta ahora le ha encandilado, máxime habiendo pagado una cantidad considerable de dinero por la entrada y desconociendo cómo suenan esos temas en directo y qué sorpresas escénicas nos tiene reservadas la banda. Afortunadamente, el desplante por parte del público fue mínimo, me atrevería a decir que inapreciable, y QUEENSRYCHE pudieron ver correspondida su entrega.

La banda, supongo que consciente de que los temas del OM II no iban a suscitar la misma respuesta por sí solos que los de la primera parte, pareció querer suplir este anticipado “bajón” a base de intensificar la vertiente teatral del show, multiplicándose los papeles, los efectismos y el “atrezzo”,  Así pues, desprovisto el respetable de ocurrentes estribillos y melodías que corear, se aviene en prestar algo más de atención a todas las vertientes del show por igual, sin recrearse exclusivamente en el placer casi sexual que hasta ahora les suponía el componente musical del asunto. Algo desapercibidos pasaron los primeros temas, que no son los mejores del compacto precisamente, cambiando algo la dinámica con la interesantísima “Hostage”, durante la  cual vemos como dos abogados discuten y blasfeman ante la atenta mirada de un juez en torno a tejemanejes de espuria naturaleza.  En esta segunda parte del show podríamos destacar la aparición de un Ronnie James Dio proyectado en la pantalla mientras sonaba “The Chase” para interpretar sus partes (haciendo las veces de Dr X), en el que sin duda es uno de los temas más inspirados y emotivos del segundo compacto,  y el gran nivel que al que sigue rayando Geoff Tate a pesar de llevar ya más de una hora dando el máximo de sus cuerdas vocales (que continúan impecables) y al mismo tiempo interpretando y pateándose todo el escenario, subiendo y bajando continuamente, demostrando estar en un estado de forma envidiable. A este respecto, sólo se me ocurre compararlo con Bruce Dickinson, al único al que recuerdo haber visto liarse la manta a la cabeza de tal forma a la hora de corretear y cantar sobre las tablas. Curiosamente en aquél momento, y vistos la cantidad de agudos increíbles que se marca Tate, me dio por pensar en el persistente estereotipo del “Metal God”, sambenito que  aún en nuestros días se le sigue colgando a Rob Halford y que, ciertamente, no tiene ningún tipo de sentido. Si bien en el pasado el tema sería discutible (por mucho que quién aquí suscribe tenga su propia opinión), a día de hoy no hay color, Rob Halford se arrastra por los escenarios haciendo guturales en las notas más altas y Geoff Tate o Bruce Dickinson nos siguen mostrando qué es eso de los agudos estratosféricos. Pero ya se sabe, incluso en el mundillo metal pesan más los estereotipos y los convencionalismos que las evidencias.  No menos destacable resultaría la interpretación solista de Pamela Moore en el meridiano de “If I Could Change It All”, momento que si bien se prestaba por derecho propio a su exclusivo lucimiento no por ello dejó de sorprendernos, y es que la gran voz mostrada en este tema logró arrancar del ensimismado respetable algunos de los mayores aplausos del show. Si bien puede que, la edad haya causado algo de mella en su físico,  su voz parece haberse entregado a un proceso de delicada destilación, consiguiendo mejorar, de largo, el trabajo registrado en compacto (desconozco la razón, pero así fue). Notable el hecho de que durante toda la interpretación de la obra ni Geoff ni nadie se dirigiera al público, ni para dar las gracias ni para arengarlo, hecho que nos transmitió aún más si cabe la sensación de estar presenciando un concepto de show alejado de los estándares habituales. Eso sí, el respetable, sobretodo el de las primeras filas, tuvo la ocasión de notar que aquello estaba ocurriendo de veras cuando Nikki  empezaba a lanzar por encima del público falsos billetes de dólar sustraídos a mafiosos o demás “residuos” ocasionales del devenir de la historia. Acojonante el clímax vivido con “Fear City Slade”, con ese punteo de guitarra recurrente y bastante esquizoide ideal para remarcar el torbellino de degradación que nos transmite la imagen de un Nikki deambulando por el escenario pistola en mano para, como colofón al sólo de guitarra de Michael Wilton al final del tema, volarse la tapa de los sesos. Cuando el final de la historia, doloroso, llega con “All The Promises” la banda y los actores salen abrazados para reverenciar al público y dar las gracias, dando por finalizado el ejercicio de dramaturgia en toda su extensión y siendo vitoreados con total sinceridad. El suicidio final de Nikki nos devuelve a la cruda realidad, una crítica al sistema y la sociedad norteamericana con coletilla de tragedia y de arrebato pesimista.   

Tras ello, llegarían los bises y con ellos un total cambio de registro. Para ello Geoff Tate agarra por fin un micro convencional (obteniendo ahora unos mejores resultados en cuanto a la modulación de la voz concierne) y se dirige por fin al público asistente para interpretar 3 temas de la que vendría a ser su segunda obra más laureada, el sensacional “Empire”,  Así pues, “Jet City Woman”, “Empire” y “Silent Lucidity” se encargan de dar el estacazo final a la velada con gran clase. Si todavía se hubieran estirado un poco más y hubieran tocado la inmortal “Queens of the Ryche” habría sido ya rizar el rizo. Pero vaya, como para quejarse por haber tenido “tan sólo” casi tres horas de concierto, con un sonido inmaculado y con una de las voces más prodigiosas de la escena rindiendo a un altísimo nivel. El resto de la banda, por mucho que cediese un merecido primer plano a los actores y su frontman, interpretó sus partes  con el suficiente feeling como para que no tuviéramos tiempo de echar de menos a nadie, mas huelga decir que su trabajo de apoyo a los coros resultó sustancial a lo largo de la interpretación, siendo esta aportación uno de los elementos más importantes a la hora de dotar de homogeneidad y cuerpo al conjunto.  

Para finalizar, los fans deben estar agradecidos al promotor y demás colaboradores que han hecho posible traer este espectáculo a España, con el riesgo que ello conlleva, ya que de otra forma quizá se hubieran tenido que consolar tragándose el  “Mindcrime At The Moore” compulsivamente hasta que el dvd se derritiera en su reproductor. Magnífica como pocas, esta velada dudo que se vuelva a repetir. ¡Los que no estuvieron muy posiblemente se tengan merecido el perderse algo así!

Texto: Penumbra (penumbra@themetalcircus.com); Fotos: Sergi Ramos (sergi@themetalcircus.com)

Promotor:Harmony

Asistentes:800

Día:06/06/2008

Sala:Sala Razzmatazz

Ciudad:Barcelona

Puntuación:10