Reviviendo los 80 con King Kobra
Lo mejor de King Kobra es que en esta segunda etapa están entregando un material excelente y son capaces de defender su legado dignamente sobre las tablas.
Lo mejor de King Kobra es que en esta segunda etapa están entregando un material excelente y son capaces de defender su legado dignamente sobre las tablas.
Suena «Love of My Life». Brian May está sentado con su guitarra acústica al final de la rampa que se adentra en el público del Palau Sant Jordi y que tanto él como sus compañeros de banda Roger Taylor y Adam Lambert recorrerían en varios momentos a lo largo de la noche. Previamente, May ha hecho mención a un «visitante» que esta esa noche en el Palau Sant Jordi. Se refiere a una cámara de alta definición de realidad virtual que sobrevuela las cabezas de los asistentes colgada de un cable. Pero no es el único visitante que hay esa noche en el Palau. En la última estrofa del tema, mientras May sigue tocando la guitarra, la imponente figura de Freddie Mercury aparece en las pantallas del escenario. Canta un par de versos y arenga al público del Sant Jordi para que cante. En total quizá aparece en pantalla veinte segundos, pero su presencia lleva sintiéndose en el recinto desde hace una hora y se le seguirá sintiendo en la siguiente hora.
STONE DEAD, ATAVISMO, ELEPHANT RIDERS y HAVALINA fueron los protagonistas, a partes iguales, de esta primera edición. Podemos adelantar que habrá una segunda edición, y que con total seguridad, si se cumplen las premisas y la filosofía de este capítulo piloto, habrá más temporadas y llegará a convertirse en una cita anual para marcar con rojo en el calendario.
El bis, por una vez, fue distinto. En el bocadillo habitual de «Highway to Hell» y «For Those About To Rock», la banda metio «Riff Raff» a modo de loncha de jamón para acompañar. Es uno de los temas favoritos de Axl y hace practicamente 36 años que no la tocan, así que fue más que bienvenida en el setlist. Obviamente, el final con cañonazos de «For Those…» marcó el punto y final a una noche que dejó al público absolutamente extasiado. AC/DC tienen cuerda para rato y, como Kiss, han demostrado que no le tienen miedo ni siquiera cambiar a su propia banda.
Pocas veces una banda tan pequeña ha conseguido algo tan grande. Y que nadie malinterprete mis palabras, porque esto es un piropo en toda regla, y porque el término “pequeño” es el mismo que se aplicó a David cuando se merendó a Goliath, o al Leicester, que ha ganado con jugadores que venían de 5ª división, la todopoderosa premiere league. Porque “pequeño”, a veces significa mágico.
Aparte de una buena campaña de publicidad y promoción, sólo hay una cosa que sea capaz de mover a 7.000 personas a un concierto con bandas que vivieron su mejor época hace varios lustros: la nostalgia.
¿Se podría decir que hemos estado frente el concierto folk metal del año? Sin dudarlo. Quizá esté también entre las mejores giras del género que han pisado nuestro territorio en estos últimos años. Venga, va, me lanzo y reivindico que una gira de folk metal también puede entrar en el Top 5 de mejores conciertos del año, ahora ya hablando de todos los subgéneros del metal. Porque más allá de una panda de “felices borrachuzos hippies” (y sólo hace falta escuchar a Moonsorrow para ver que ni siquiera esto es completamente acertado), entre el folk también hay muchas bandas con mucha calidad, mucha preparación y, sobre todo, mucha conexión con el público, y una capacidad de hacer gozar a aquellos que les dan la oportunidad que justifica que, año tras años, de sus conciertos sólo salga gente sonriendo de oreja a oreja. Y eso, creo, es importante.
Es cierto que no es viable económicamente llevar de gira orquestas, corales, cinco guitarristas, percusionistas, programadores de efectos, etc. Y las pruebas demuestran que el soberano disfruta del espectáculo con ese apoyo extra. Pero ¿Dónde está el límite? ¿Una ayudita en ese agudo tan alto? ¿Una grabación de esa parte del solo tan complicada? ¿Es engañar al público el que parte de la música no sea realizada en directo? El debate está abierto.
Sin nada que achacarle al grupo, DIRKSCHNEIDER dieron un recital excelente pero –me perdonarán ustedes- esta banda todavía está un peldaño por debajo de los ACCEPT actuales que en mi opinión juegan en otra liga. Si, de acuerdo, Udo siempre será la voz de ACCEPT y todo lo que ustedes quieran pero en cuanto a presencia, sonido, impacto visual y tablas, los ACCEPT de Wolf Hoffmann y Peter Baltes no tienen rival (por no hablar de la calidad de los últimos discos de ACCEPT en comparación a lo sosos, aburridos y monótonos que me parecen los últimos 5 o 6 trabajos de UDO). En cualquier caso todos contentos y tan felices; Donde antes teníamos una banda ahora tenemos a 2 y ambas rayando a un nivel altísimo sobre los escenarios, ¿Qué más se puede pedir?
Nos dejaron con ganas de mucho más, Hora y media de Symphony X es realmente muy poco. De todas maneras pocos peros se le pueden poner a su actuación. Entrega, intensidad y derroche de virtuosismo. Me atrevo a decir que el grupo es incluso mejor que cuando les empecé a ver a principios de los 2000.