God is an Astronaut cierran su gira europea con una noche estelar en Barcelona

God is an Astronaut es una de esas bandas que, hagan lo que hagan en estudio, siempre va a valer la pena ir a verlos de gira. Si bien su último trabajo de estudio, «Origins», no mató, lo cierto es que aquel concierto de presentación en Music Hall se quedó grabado en la retina de muchos, aún interpretando el susodicho en su práctica integridad. Un año y medio después de aquella cita los irlandeses regresaron a la ciudad condal, todavía sin nuevo material bajo el brazo, pero ya a punto para lanzar al mercado un «Helios | Erebus» previsto para ver la luz a finales del mes que viene.

Los encargados de abrir volvían a ser un conjunto nacional, en esta ocasión los barceloneses Soul Aside, a quienes tendremos este mismo viernes presentando su álbum debut «Canvas» en Razzmatazz 3. El cuarteto practica una mezcla de rock alternativo y post-rock muy delicada y mimada, con brillantes líneas de guitarra de la mano de un Falke cuyo estilo es imposible que no reluzca (como ya destacamos en la reseña de su último trabajo con Foscor), y unas líneas de batería característicamente imaginativas y personales. Apenas tuvieron media hora de set, pero sonaron estupendamente teniendo en cuenta su estatus de teloneros y ofrecieron un pequeño aperitivo para acabar de convencernos de que hay que ir a verlos como cabezas de cartel.

«Reverse World» fue la elegida para dar inicio a la actuación de God is an Astronaut, un suave arranque que desembocaría en el tema título del álbum debut de los de Wicklow, aquel que los posicionaría como una de las bandas icónicas de la segunda ola de post-rock. Siguiendo esta trayectoria nos brindaron «Fragile», de ese segundo álbum que los coronó y que definitivamente está considerado por la mayoría como su obra cumbre. Guardando los cañonazos de potencia para momentos muy concretos (ya que no van sobrados de ellos), tras el tridente que nos puso en situación era la hora de vibrar con algo más de distorsión, y no hay nada mejor para esto que esa «Echoes», cuyo final nunca deja a nadie con los pies en el suelo.

De las canciones del nuevo trabajo que presentaron, las que realmente destacaron fueron «Vetus Memoria» y «Agneya», mientras que en «Helios | Erebus» y «Centralia» tuvimos la extraña sensación de que la banda había olvidado cómo hacer buenos desarrollos, algo que siempre había sido su fuerte, encontrándonos con secciones dispares enganchadas sin demasiada gracia y algunos cambios sorprendentemente incoherentes. Pese a esto, incluso en los peores temas encontramos perlas, como la inclusión de algunos riffs cañeros que siempre habíamos echado en falta e incluso algún coqueteo con amalgamas en guiño hacia estilos más progresivos o incluso djent.

A lo largo de la velada el sonido fue sencillamente increíble, y es que no se puede esperar menos de una banda que trae TODO el equipo de sonido por su propia cuenta. El juego de luces probablemente no fue tan espectacular como en anteriores ocasiones, pero desde luego no defraudó, mejorando a cambio en setlist, el cual ofreció una amplia variedad de temas de la mayoría de sus discos (lástima que se olvidasen de «Far From Refuge») pero centrándose principalmente en el icónico «All is Violent, All is Bright». De su material más reciente destacó «Red Moon Lagoon», tema destinado a ser imprescindible en sus conciertos, y evidentemente no pudieron faltar canciones como «Fire Flies and Empty Skies» o «Suicide By Star», todo de la mano de una banda que ha encontrado una puesta en escena gracias a ese Jamie Dean que añade una dosis de adrenalina al clásico estaticismo de los hermanos Kinsella.