Al chaval de veintidós años que va a un concierto de DEVILDRIVER le mola que le martileen la cabeza incesantemente. No paga el dinero de la entrada para ver a la banda, ni para escucharla siquiera. Paga el dinero para meterse entre una multitud descamisada y sudorosa que  no tiene rumbo fijo, que va de punta a punta de la sala, dejándose llevar por la simple y primitiva vibración que emite el equipo de sonido. Ruido, que lo llamarían algunos. Pero algunos no entienden que lo que hace Dez Fafara y DEVILDRIVER no es ruido. Es rabia. La expresión sónica de la rabia, más bien. Es casi imposible, aunque no seas fan de DEVILDRIVER, salir del concierto en el mismo estado anímico en el que entraste. Allí, perdido entre rios de sudor y una multitud que busca ser golpeada bruscamente en sus timpanos, te das cuenta de que la música no atrae a la masa por la melodía, sino por la agresividad. Y como muestra, tan solo hay que echar un ojo a las bandas de cabecera de hoy en dia. ¿Ven ustedes que alguna de ellas toque hard AOR melódico? ¿O progresivo dulcificado? No, para nada. Todas las bandas que le gustan a la chavalería hoy en dia son a cada cual más cafre. Y es que la música nos gusta porque nos da la opción de liberar las tensiones que nos inquietan. Y ningun lugar mejor para liberar tensiones que un concierto de DEVILDRIVER a principios de julio en la minúscula y abarrotadísima sala 2 de Apolo. Allí ibamos a ser testigos de un fenómeno curioso: como una banda puede ejercer su poder gracilmente sobre su audiencia hasta dejarlos tan noqueados que su única opción es darse la vuelta y volver a casa. Y pagando.

Cuando DEVILDRIVER salieron a escena con “Not All Who Wander Are Lost” parecía como si hubiera comenzado a sonar música celestial para los oídos de aproximadamente trescientas personas que se dieron cita en la sala pequeña de Apolo. Bien lejos de ser celestial estaba el asunto, claro está. Y menos cuando Dez Fafara comenzó a berrear como si se acabara el mundo…

Compactos y tan unidos como si fueran siameses, los miembros de DEVILDRIVER presentaron un show que nos ventilamos en apenas hora y cuarto (aunque comenzó con algo de retraso…) y que incluyó todo lo esperable más un par de litros de sudor emitidos directamente por la frente de Dez. Sonaron “I Dreamed I Died”, “Clouds Over California”, “Horn Of Betrayal”, la guarrísima “Grinfucked”, “Nothing’s Wrong”, “These Fightting Words” de su último disco, “Burning Sermon”, “Sin and Sacrifice”, “I Could Care Less”,”Guilty As Sin”, “Head On Heartache”, “Before The Hangman’s Noose” y para acabar “End Of The Line”, un bienvenido cambio frente a la habitual “Meet The Wretched”. Como decía antes, apenas catorce temas y una hora y cuarto de show, pero de una intensidad tan grande que solo ver a los miembros de la banda y público te sentías viejo y perezoso. “¿Porqué ellos se agitan así y tu no?” te preguntas. “Porque se lo creen” te respondes casi automáticamente. Y es que no importa la edad. Ver a tipos de treinta y tantos totalmente desbocados significa que DEVILDRIVER enciden algo en ellos. Algo que, en mi caso, no se enciende. Pero, ojo, hay que reconocerlo: la banda hizo un conciertazo. Sencillamente no todos nos identificamos inmediatamente con la música de los americanos.

Texto y fotos: Sergi Ramos

Promotor:Last Tour International

Asistentes:350

Día:02/07/2008

Sala:Apolo 2

Ciudad:Barcelona

Puntuación:9