Iruña Rock: Pamplona y su fiesta de la música
La tercera edición del Iruña Rock (24 y 25 de mayo de 2019) finalizó con gran éxito por muchas razones, por supuesto que el cartel es parte importante en estos saraos, pero sin una gran organización, sin personal comprometido y sin unos buenos servicios añadidos a lo que musicalmente viene siendo un festival, no diríamos lo mismo.
El viernes 24 a las tres y media de la tarde se abrían las puertas del Navarra Arena, ubicación nueva para un festival ya consolidado en el circuito nacional que permitió, dadas las características del pabellón, llegar a la calidad por la cual se había estado trabajando durante los meses anteriores
Viernes 24 de mayo
Uno de los grupos locales del cartel abría el festival a las cuatro de la tarde, Cuatro Madres tuvieron cincuenta minutos por delante para demostrar por qué estaban allí. La hora no era la mejor para atraer mucho público, pero el centenar que ya pululábamos frente al escenario pudimos disfrutar del potente directo que la banda descargó con canciones de ‘El Fin Del Principio’, primer disco del grupo, añadiendo alguna versión que se llevaron a su terreno con total maestría.
Casi al momento de finalizar el primer concierto, en el escenario gemelo sonaban los primeros compases de Flitter. Desde tierra Estella llegaban los navarros con muchas ganas de liarla sobre el escenario. Un bolo enérgico al doscientos por cien y cargado de rabia e intención por seguir calentando el ambiente añadiendo más público todavía al pabellón. Finalizaron su actuación con una de las mejores versiones de La Silla Eléctrica, de Barricada, que se halla hecho jamás. Sesenta minutos feroces que nos dejaron más que satisfechos.
Volvimos a caminar los veinte escasos metros que nos separaban del centro de un escenario hasta el centro del otro, ambos estaban pegados, para disfrutar del hip-hop argentino de Sara Hebe, la primera artista internacional del cartel. Los primeros temas sonaron con una frecuencia de graves como fondo que taladraban el cerebro y era mejor alejarse algo del escenario. La rapera se esmeró en mostrar su lado más intenso junto a sus dos compañeros, a la batería y al sampler, consiguiendo desde el minuto uno llamar la atención de buena parte de los que a las seis de la tarde seguían llegando.
Sons Of Aguirre llegaron puntuales a su cita con el público escupiendo su sátira en forma de rap contra todo abuso del poder. Sesenta minutos en los que, si alguien no se enteró, fue porque no quiso. La siguiente hora estaba destinada a que Valira se hiciera presente en el escenario contiguo. Entre sus filas, un conocido con experiencia en festivales, Juan Zanza, quien fuera guitarrista de La Raíz. Desde Valencia, convencieron con su primer disco, ‘Ecos De Aventura’.
Skindred era otro de los tres grupos internacionales que visitaban por primera vez el festival siendo impresionante ver cómo se llevaban de calle al público con su metal alternativo británico. Podríamos decir que llegaron de milagro porque los dos últimos años del vocalista han sido tremendos, por dos veces estuvo a punto de no contarla. La primera tras sufrir una grave infección y la segunda al ser atacado por la calle y resultar malherido por arma blanca. En cualquier caso los pudimos ver pletóricos presentando su séptimo disco ‘Big Tings’, es la primera cita de los galeses en nuestro país, pero habrá más.
Soziedad Alkohólika tuvieron ochenta minutos que emplearon perfectamente para lanzar la metralla de sus canciones provocando los clásicos pogos entre el público. Sigue impresionando el juego de luces manteniendo el mismo ritmo frenético del sonido. Potentes y reivindicativos, los de Vitoria no bajaron la guardia en ningún momento demostrando así una forma física envidiable y derrochando toda la energía como en cada uno de sus conciertos.
Zea Mays puso su broche personal a la noche con canciones que fueron coreadas por gran parte de los más de tres mil quinientos asistentes de ésta primera jornada y alentados también, sin duda, por la dulzura que Ayora destila en sus interpretaciones. El grupo, creado en 1997, no ha parado grabando hasta el momento un total de ocho discos.
Cuando los primeros compases de Gatillazo se dejaron sentir, prácticamente todo el frente del escenario donde tocaban ya estaba lleno. Sus incondicionales, una vez más, no quisieron perderse esa potencia inicial que arrasa y va dejando paso a un repertorio perfecto para festivales. Canciones directas, contundentes y con esa ironía provocadora que Evaristo nos tiene acostumbrados. En uno de los temas, el frontman se hizo daño con el micro en la frente y pararon para curarle. La cosa no fue a mayores y el concierto siguió en su línea enérgica con los clásicos comentarios entre tema y tema.
El ambiente no podía estar más caldeado cuando le tocaba el turno a Hamlet. Los madrileños, con el sonido denso que les caracteriza, salieron rabiosos y con muchas ganas de comerse el escenario. El listón estaba tan alto que no tuvieron más remedio que mantenerlo a base de pildorazos continuos y provocaciones varias. Aunque el público ya estaba de vuelta de todo eso, supo estar a la altura y responder como se merecía todo aquello hasta el final.
Kaos Urbano llegaron desde Alcobendas a enfrentarse a un respetable soberbio, la noche les había llevado a ese estado pero ellos no se achantaron. Más de veinte años aplastando con sus botas los clavos que sobresalen de las tarimas de los escenarios son testigo de lo bárbaros que llegan a ser en escena, algo peculiar en éste tipo de bandas, pero que aguanten tantos años en la línea inicial, pocos. Los del Iruña Rock nos trajeron en esta ocasión un trozo de esa tarta que cada vez queda menos, y la saboreamos muy bien.
Los encargados de cerrar esta primera jornada fueron Auxili, que después de los bombazos anteriores igual quedaba un tanto fuera de lugar. Sin embargo su propuesta reggae es perfecta para un final de fiesta como lo es un festival de las características del Iruña Rock. Una vez llegados al punto máximo, bajar suavemente con melodías que siguen entrando bien a la vez que van relajando, es lo mejor.
Y, con esto, nos fuimos con la sonrisa puesta y el cuerpo bastante destrozado a casa a eso de las cinco de la mañana, después de casi trece horas seguidas y nada menos que doce conciertos. Sin duda, un día largo pero perfecto como pocos.
Sábado 25 de mayo
La segunda jornada del Iruña Rock comenzó más pronto todavía, hacia las dos y media volvían a abrir las puertas del Navarra Arena. El interior del recinto, en penumbra, desprendía el clásico olor de haber hecho una limpieza a fondo. Todo listo y cada uno en su puesto, a las tres en punto arrancaron con Las Sexpeares, un power trío provenientes de Barakaldo con una propuesta cálida, íntima y oscura cercana a los primeros años del punk. Belén imprime con su voz, además, un ambiente que encaja perfectamente con las letras de sus canciones; María, flipante cómo toca la batería y lo que consigue adornar los temas con sus coros; Aitor, con su bajo a cuestas, mantiene el ritmo y azuza sin parar. Abrir a esas horas no es fácil y hay que decir que estuvieron de lujo.
Machete En Boca, era uno de los grupos que más curiosidad me suscitaban, se comieron literalmente el escenario. Rap combativo desde Valencia a cargo de tres voces femeninas que empastaban perfectamente haciendo buenas mezclas vocales y jugando con los ritmos que el DJ lanzaba. Sencillamente geniales. Canciones muy necesarias y de esas que te dejan enganchado. Una pena no haberlas podido ver un mes antes que también estuvieron en Pamplona.
Rápidamente nos trasladamos al otro escenario para ver a Modus Operandi, una formación que se creó con miembros de Betagarri, Vendetta, Lauroba, Izaro y The Hot Wok. Seis componentes cuyo proyecto nos hizo bailotear mucho a ritmo de rock y ska con las canciones del primer disco que sacaron hace pocos meses. Una muy buena comunicación con el público hizo, además, que los Modus Operandi al completo lo disfrutaran, si cabe, más todavía.
A las cinco y media de la tarde comenzaban los sesenta minutos de Crim, otro de los descubrimientos de esta edición con los que disfrutamos mucho. Los de Tarragona se marcaron un bolo espectacular donde sus canciones eran coreadas por una parte importante del público que ocupaba las primeras filas. Aunque todavía era pronto, ya había muchos asistentes. Fuera hacía frío y chispeaba un poco, así que la decisión de la organización de haber buscado una localización cubierta fue todo un acierto.
El ambiente era muy bueno, a la gente se le veía disfrutar no solo de los conciertos si no también del resto de cosas que el festival ofrecía, los puestos de mercadillo, el merchan, charlando con colegas en la zona de fumadores, etc. Y, entretanto, llegaban las seis y media y Niña Coyote Eta Chico Tornado, de rojo absoluto ambos, ocuparon bajo una sintonía preparada para la ocasión sus puestos en el escenario, guitarra él, batería ella, cruce de miradas y primeros compases de un concierto que llamaba la atención por un motivo, dos personas en el escenario con sendos instrumentos montando un cristo del copón. Eso sí, un cristo, pero con orden y coherencia. Mucha potencia y muchos cuellos agitándose al compás de sus composiciones es lo que se vio y sintió.
Un lujo fue escuchar a Anier, la reina del hip-hop cuyas letras van por ese camino del respeto, la igualdad y esas reivindicaciones también cercanas a la solidaridad. Anier fue, probablemente, la artista más joven que se subió al escenario en todo el festival, nacida en 1998 y que, de largo, se metió también al público en el bolsillo haciendo que éste sintonizara a la perfección con ella cuando coreaba algunas cosas y todos contestábamos. Qué poco duraron esos sesenta minutos, pero habrá más ocasión de verla, y lo haremos.
Ocho y media de la tarde y Segismundo Toxicómano que se arranca con su punk rock. Mucha gente dentro del Navarra Arena y todos contentos. Pudimos estar como cuarenta minutos disfrutando de la descarga que llegaba del escenario cuando Segis declaró su enfado porque no veía mucho movimiento. Estaba claro que solo era una provocación, pero lo consiguió, empezaron los pogos con más ímpetu hasta que mandó hacer un gran círculo y a una señal todo el mundo a correr manteniéndolo. Muchas risas con eso porque acaba siendo un pogo gigantesco donde atrapa hasta el más despistado. Finalizó su bolo bajándose al público y cantándose la última tumbado encima del respetable mientras era paseado por las primeras filas. Menudos genios éstos de Vitoria, y cómo saben liarla.
Y llegó el momento que una gran parte del público esperaba con entusiasmo, los noruegos Turbonegro, con treinta años de experiencia en el rock and roll, se quedaron con la peña. Sacaron todo su potencial y demostraron porqué tienen esa cantidad de seguidores por medio mundo. El tercer grupo internacional del festival montó un buen pollo encima del escenario durante los ochenta minutos que tenían para ello llevándose hasta una pequeña regañina del público cuando al teclista, en uno de sus solos, le dio por tocar el «Que viva España», sin embargo ese detalle más que empañar la fiesta fue unas risas quedando en una anécdota más. Convencieron mucho para los que no los conocíamos.
La Pegatina son una formación de festivales, sin lugar a dudas, y lo que hacen lo hacen tan bien que es imposible hacerlo mejor. Nuevamente pusieron patas arriba todo el pabellón con sus composiciones que pasan por ritmos caribeños, afros, nacionales, ska y lo que sea que haga que el público no deje de bailotear constantemente. Sin duda, en sus quince años de carrera y carretera, se puede decir que es uno de los grupos más versátiles en cuanto a estilos. Un detalle feo ocurrió durante éste bolo, alguien lanzó unos cubitos de hielo hacia el escenario y la seguridad del festival tuvo que emplearse para solventar el incidente. Con setenta y cinco minutos estos fueron uno de los que hicieron el clásico paripé de irse para que el público los reclamase y salir a tocarse un par más. «MariCarmen» fue el broche de oro, foto con el público de fondo y a mirar hacia el otro escenario.
La M.O.D.A., acrónimo de Maravillosa Orquesta Del Alcohol, son siete músicos de Burgos que ofrecen un espectáculo muy particular con instrumentos que no son muy habituales como por ejemplo banjo, acordeón, mandolina o clarinete, entre otros, con los que consiguen estilos folk, country y diversas variantes del rock. Con un color de voz muy particular, el grupo ha conseguido hacerse un hueco muy importante en los festivales más relevantes llevando tras de sí un séquito muy numeroso. En el Iruña no fue distinto, los setenta y cinco minutos que tuvieron los emplearon estupendamente para que la gente no bajara ni un momento el pistón y la energía siguiera fluyendo por el recinto.
Narco eran los siguientes y, aunque tenían también hora y cuarto para tocar, un problema impidió que Vikingo viajara, razón por la que solo contaban con Distorsión Morales que se hizo un buen bolo ayudado en muchas de las partes por un público muy entregado y que supo digerir perfectamente la falta de uno de los dos vocalistas. A consecuencia de esto, finalizaron el concierto como quince o veinte minutos antes de lo previsto, cosa que tampoco vino mal para el final de fiesta que se avecinaba.
Zoo es siempre una buena propuesta. Los valencianos hicieron un gran show repasando el catálogo que tienen marca de la casa, que es básicamente lo que el público de Zoo busca. Ser los penúltimos no está mal porque a esas horas, el que no se ha ido ya, no lo hace. Como todo el mundo se imaginará, a las tres de la mañana había un movimiento en el festival importante, por varias razones, que aunque el cansancio ya se hace patente después de estar todo el día, solo tienes que dejarte envolver por la música y listo. Y es que con Zoo es la mar de fácil liarse. Se despidieron agradeciendo la atención por parte del festival y a todo ese público que por allí andaba dando botes.
Y llegó la hora del adiós, de cerrar una edición cargada de buenos grupos y de grandes dosis de rock, hip-hop, ska, heavy, etc. La Mala Pékora se encargó de todo ello. Hicieron un bolo acorde a lo que son, unos locos por la juerga contagiosa. Sus canciones, auténticos himnos llevados al estilo fronterizo, hacen que nadie permanezca indiferente. Bien por el ritmo o bien porque se saben la canción. La hora prevista de finalizar todo eran las cinco de la mañana pero fue un poquito antes cuando concluyó todo.
En definitiva, un festival de sobresaliente donde llegó una cantidad importante de asistentes desde otras zonas del país. Una edición perfecta en cuanto a la organización en todos sus aspectos, precios muy razonables y la calidez que siempre se respira en un sarao de estas características.
Texto: Kiko Casado | Fotos: Aritz Sola y Raúl Domínguez
Promotor:Iruña Rock
Día:2019-05-24
Hora:15:00
Sala:Navarra Arena
Ciudad:Pamplona
Puntuación:9
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