Bruce Springsteen: tres horas sin descanso sobre el escenario en Barcelona
Da igual que tenga la edad de un familiar al que sus hijos meten en una residencia de ancianos. Bruce Springsteen sigue siendo el maestro de llenar estadios a su antojo y lo vuelve a demostrar una vez más en Barcelona.
Pocos artistas tienen a su alcance colmar tantos estadios como le apetezca. Bruce Springsteen es uno de esos casos. Coldplay, ya se vio el año pasado, es otro. El año pasado, Springsteen actuó dos noches en Barcelona, llenando hasta la bandera el Estadi Olimpic Lluis Companys con más de 120.000 personas en total. Los conciertos fueron épicos, dos jornadas del mejor Springsteen, con sets de más de tres horas y una comunión espectacular con el público. Tras una ausencia de más de siete años en nuestro país, la demanda contenida era brutal y tan solo hacía falta que el bueno de Springsteen se sacase de la manga dos conciertazos como los que hizo en Barcelona para que dicha demanda creciese hasta el infinito. Tres noches en el Civitas Metropolitano y dos más tan solo un año después en el Olímpico de Barcelona. Casi 300.000 entradas vendidas en tiempo record para un artista que aúna generaciones con un cancionero atemporal que habla de todo lo que es humano. Tan solo así se explica su trascendencia cincuenta años después de iniciar una carrera meteórica.
Público entregado con el Boss
No hace falta decir que el público estaba comiendo de la mano de Bruce incluso antes de que saliese al escenario. La previa del jueves noche seguía en la mente de los fans del “Boss”. Ni más ni menos que 31 canciones se dejó sobre el escenario un Springsteen que sudó el uniforme a conciencia. ¿Y cuando no lo suda?
Rozando las nueve y diez de la noche, la E Street Band fue apareciendo paulatinamente sobre el escenario ante el rugido popular. La historia de amor entre Springsteen, su banda y la ciudad de Barcelona no es nada nuevo. Y aunque todos los conciertos son especiales, siempre hay una cierta electricidad especial cuando el americano pone un pie sobre el escenario en Barcelona. Con la energía bien arriba desde el primer momento, Bruce arrancó el set con un “My Love Will Not Let You Down” seguido de “Lonesome Day”, un pequeño cambio desde el primer concierto donde alternó el orden. Con “Ghosts” y un “Darlington County” desempolvado para la ocasión, la banda fue desbrozando el camino hacia otra noche de gloria guitarrera. La sorpresa de la noche llegó con “Radio Nowhere”, donde invitó tras la batería a Jay Weinberg, el hijo del baterista de la E Street Band y, hasta hace poco, hombre del momento tras ser cruelmente despedido de Slipknot por motivos desconocidos. Un momento de comunión emotiva y, seguramente, de resarcimiento personal para el bueno de Jay. No, esta vez no hubo ni Spielbergs ni Obamas danzando por el escenario o la mesa de sonido, pero tanto daba. Springsteen copó todas las miradas.
Un set con sorpresas
La parte central del set, con gemas como “Atlantic City” o “Spirit in the Night” tuvo su zona introspectiva con la eterna “The River” o una versión acústica de “Last Man Standing”, pero la electricidad tood lo poseería el resto del set. El clásico “Backstreets”, seguido de una coreadísima “Because the Night” llevaron al público al extasis. Todo ello con un sonido que no bajaba del excelente en ningún momento. Es curioso como algunas bandas de composición instrumental infinitamente más simple terminan sonando como una hormigonera en los grandes conciertos al aire libre. Sin embargo, Bruce y su E Street Band, con secciones de viento, coristas, pianos, tres guitarras y violines suenan cristalinos como está al alcance de muy pocos grupos de estadio.
El tramo final antes de los bises fue de órdago: una animada “Wrecking Ball”, la oda a la superación que es “The Rising”, el inmortal “Badlands” y un infalible “Thunder Road” marcaron un punto y aparte cuando la banda ya llevaba dos horas y cuarto sobre el escenario. Ni un minuto tardó Bruce en volver a soltar un “one, two, three, four” mientras los grandes paneles de luz blanca del estadio comenzaban a encenderse. Venía el momento más épico de la noche, de mayor comunión con el público. Unos bises que arrancaron con “Born in the USA” con todo el estadio iluminado ampliamente y la masa de público haciendose protagonista del momento. Es impresionante como un simple gesto como ese es más espectacular que todos los castillos de fuegos artificiales y las plataformas hidráulicas. A partir de ese momento, todos sabíamos que el final era cuestión de tiempo pero íbamos a disfrutar del mejor momento de nuestras vidas un rato más. “Bobby Jean”, con el estadio estallando en aplausos, “Dancing in the Dark” con toda nuestra vida pasando ante nuestros ojos de la mano de la inmortal melodía, “Tenth Avenue Freeze-Out”, un histriónico “Twist and Shout” que ha puesto en pie a todo el estadio…y cuando parecía que todo ya estaba perdido y que ahí acababa nuestra noche con el Boss, se ha sacado de la manga un “Glory Days” como el que se tropieza sin querer. Inmenso.
Para cerrar la noche, como es habitual en ésta gira, el Boss ha despedido uno a uno a los miembros de la E Street Band y se ha quedado a solas con el público para tocar en acústico, con el estadio nuevamente a oscuras, “I’ll See You In My Dreams”. Un final de concierto intimo tras una experiencia comunal desmedida. Los contrastes de Springsteen, como a lo largo de su discografía, son una de sus mayores bazas. Y, como siempre, no ha defraudado. Si el rock and roll debe materializarse de algún modo, eso es en un concierto de Bruce Springsteen en un estadio colmado de personas. Ni más ni menos.
Texto y fotos: Sergi Ramos
Promotor:Doctor Music
Día:2024-06-22
Hora:21:10
Sala:Estadi Olimpic Lluis Companys
Ciudad:Barcelona
Puntuación:9
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