Inferno Festival 2019: sol y metal extremo en Noruega
La decimonovena edición del Inferno Festival se ha celebrado en Oslo esta Semana Santa, llevándonos a nosotros y a fans de alrededor del globo a disfrutar de un gran abanico de bandas de diferentes géneros durante los días 18, 19, 20 y 21 de abril, además de diferentes eventos y exposiciones, en el Rockefeller Music Hall y el hotel colaborador Clarion The Hub.
El pasado 17 de abril nos presentábamos en la tierra de los fiordos bañada por un sol invernal consecuencia de un anticiclón convenientemente invocado, cargados de energía para asistir a la edición del Inferno Festival 2019. En la capital noruega nos esperaban cuatro jornadas, del 18 al 21 de abril, repletas de exposiciones, conferencias y tastos, pero sobre todo de música.
En el transcurso del acontecimiento pasaron por los escenarios del Rockefeller Music Hall una cuidadosa y delicada elección de bandas, mayoritariamente de metal extremo (qué esperar en la cuna del black metal). Las bandas que han capitaneado el festival este año han sido Dimmu Borgir, Hypocrisy, Bloodbath y Opeth, que encabezaban jornadas donde desde luego no te podías perder a sus antecedentes, entre los que se encontraban bandas como Taake, 1349, Aura Noir o MGŁA.
Además, se han ofrecido eventos alternativos para disfrutar del tiempo libre por las mañanas o entre conciertos, como la conferencias de Drum Clinic de Dirk Verbeuren (Megadeth) o de Guitar Clinic de Fredrik Åkesson (Opeth), o las catas de vino de la mano de Satyr Wongraven, frontman de Satyricon, o de cerveza con las cervecerías Aass Bryggeri y Bryggerhuset. Aunque probablemente los organizadores no pensaron que con tal cantidad de sol golpeando los rostros, algo que no abunda en el país, muchos de los fans locales prefirieron celebrar tal festividad tostándose al césped y absorbiendo vitamina D (y cantidades ingentes de cerveza).
El recinto estaba organizado con el escenario de la Rockefeller Music Hall como centro, y con pequeñas barras dispersas por toda la zona accesible. En la parte izquierda estaba la feria de exposiciones y tatuajes, entre los que estaban Ester Segarra, Mark Weatherhead, Jorge Dangl y Ruben Grin entre otros. En el lado izquierdo, teníamos los puestos de merch, tanto los oficiales de los grupos del festival como de negocios independientes. Siguiendo por la izquierda hacia el piso de abajo encontrábamos la sala secundaria, John Dee. Por último, en la terraza montaron un puesto de hamburguesas y Frankfurt con opción vegana.
Jueves 18: principio ligero
Poco antes de la apertura de puertas la gente se fue aglomerando en la entrada de la Rockefeller Music Hall, donde colocaron el puestecito de las pulseras y las bolsas del festival. Siempre en la sombra, ya que donde daba el sol podías morir esperando. Ya dentro de la sala, se podía observar como desde el principio más de la mitad de la sala estaba llena para ver a la primera banda. A pesar de ello, el público estuvo un poco cohibido, llevando a un sentimiento general de comedimiento durante todo el primer día.
El gran comienzo de Svarttjern
A las 16:30 puntualísimos empezaban los noruegos Svarttjern dando una muestra bastante fidedigna de lo que serian los próximos cuatro días. Con corpse paint, barriga fuera y cerveza en mano, animaban a una sala de público que venía a disfrutar de todo lo que podía. Los solos nítidos y ágiles en medio de la bomba de black metal eran apoyados por un sonido de grandísima calidad, que no nos esperábamos para la primera banda del festival.
Como mucho, abusaron ligeramente de los bajos, pero definitivamente no era nada que impidiera disfrutar de la música en su máximo esplendor. También apreciamos, sobre todo los fotógrafos, los juegos de luces que se marcaban los técnicos. Desde luego fue un comienzo digno de recordar.
El espectáculo de The Black Dahlia Murder
Los siguientes en disfrutar de los lujos del escenario de la Rockefeller fueron los estadounidenses The Black Dahlia Murder, dando una muestra del poliestilismo del festival con su death melódico. En su caso el sonido falló un poco más: los bajos eran más exagerados y las guitarras se escuchaban poco; aun así, consiguieron solucionarlo poco después. Las luces, de nuevo, inmejorables.
Desde luego, se notó que muchos de los fans asistían al Inferno para ver a la banda: cantidad de camisetas con el logo de The Black Dahlia Murder se veían durante el griterío que provocaron en temas como “Ape”, “Funeral Thirst” o “I Will Return”, que levantaron al público a las seis de la tarde. Tampoco faltaron los temas de su último trabajo “Nightbringers” como “Jars”, aunque basaron el setlist en sus grandes temas.
Au-Dessus: sorpresa en la John Dee
Justo al terminar The Black Dahlia Murder, fuimos al piso de abajo donde se encontraba la John Dee, con aforo de 400 personas. Allí disfrutamos de nuevo de Au-Dessus, después de verlos con Der Weg Einer Freiheit hace apenas tres semanas. El sonido resultó en sorpresa: los bajos estaban tan disparados al empezar el concierto que vibraba todo el suelo cual terremoto. Se hizo una bola con los graves y no se podía apreciar absolutamente nada.
Por lo menos, esta situación no duró mucho y consiguieron arreglarlo para que se escucharan un poco los riffs… No con mucho éxito. Aun así, disfrutamos de lo que pudimos con los trabajos que nos traían los lituanos, una selección del EP “Au-Dessus” y de su LP “End Of Chapter”. De nuevo con unas luces bastante decentes y siempre acordes a lo que ofrecían los músicos, consiguieron animar al público, que los recibieron con una grata bienvenida.
Aura Noir: sentado, pero casi en el mosh pit
Era el turno de los veteranos del black thrash Aura Noir, que como noruegos no podían faltar a este maravilloso evento. Disfrutamos de un sonido bastante decente otra vez ya que volvimos a la Rockefeller, y de hecho valió la pena teniendo en cuenta que a una voz como la de Aura Noir sería un pecado minarla por un mal sonido.
La escena en el escenario no era muy dinámica; probablemente tuvo que ver el hecho de que el cantante pasó en concierto en una silla móvil, que tampoco le permitía demasiado movimiento. Aun así, el público demostró ser fiel a la banda, adoptando una actitud entregada y montándose mosh pit ocasionales en el centro de la sala, compensando un poco la falta de dinamismo que había encima del escenario.
Cambio de estilo absoluto con Witchcraft
De nuevo en la Rockefeller llegaron los suecos Witchcraft, que llevaron al máximo esplendor la variedad de géneros del festival. Desde el principio alucinamos con su estilo rockero con un toque progresivo, donde los pasajes lentos triunfaban tanto como los movidos. Un sonido considerablemente nítido nos dejó disfrutar al máximo de la maravillosa voz del cantante, que iba desde las notas largas a las bordaduras, así como de las aportaciones de los tres guitarristas, apoyadas por un bajo y una batería con mucha profundidad.
La sorpresa llegó a todo el público, al son de canciones como “Wooden Cross, “Democracy”, “No Angel Or Demon” o “Dead End”, que lograron crear una atmósfera que, aunque a priori no encajaba con el estilo general del Inferno, fue plenamente agradecida y, por supuesto, un gran descubrimiento.
Aglomeración extrema en Urfaust
A continuación, bajamos de nuevo a la John Dee para disfrutar de un de los grandes conciertos del día. El dúo neerlandés Urfaust consiguió invocar en la pequeña sala a una cantidad tan ingente de fans que no cabía ni un alfiler: casi parecía que veían a ver a Urfaust y no a Dimmu Borgir, y que el caudal de gente bajando escaleras se peleaba por entrar en tal reducido espacio.
Desde luego, ya se anticipaba esta situación cuando entre los diálogos en noruego entre la gente local se discernía el nombre de la banda en repetidas ocasiones. Con su black metal atmosférico lleno de líneas melódicas en la voz que nos ponían la piel de gallina, el público cantaba al son de un batería extremadamente energético (teniendo en cuenta los ritmos lentos) que tocaba con tanta fuerza que movía las piezas de la batería, de modo que tuvieron que asistir los backliners a recolocarlas en varias ocasiones.
Entre las canciones más coreadas de la banda estaban temas como “Ragnarök Mystiker”, “Der halbtoten Dichters Schein-Existenz “, o “Dämmert, gelähmt und mit scheinbar erloschenem Geist”, que, con una ecualización realizada con mucho amor y unas luces de cambio lento con colores muy apropiados, marcaron la experiencia en el Inferno para más de un asistente que no los conocía.
Los cabezas de cartel de la noche: Dimmu Borgir
El último concierto de la velada les tocó a los noruegos Dimmu Borgir, que prácticamente llenaron la Rockefeller con fans llevando su camiseta. Con su black metal sinfónico cargado de parafernalia tal como túnicas, pinchos, corpse paint y botas colosales, capitanearon la noche ofreciendo un concierto que no dejó indiferente a ninguno de sus fans.
Aun así, a pesar de la escenografía tan trabajada de la banda, no nos impidió fijarnos en lo inevitable: de nuevo nos encontramos con el problema de los bajos, aunque como siempre fue mejorando durante al concierto, aunque esta vez también llamó la atención la alta intensidad con la que sonaban los efectos del teclado y los coros. De todos modos, el sonido final quedó bastante decente. En su setlist pudimos escuchar algunos de sus grandes temas, como “Gateways”, “Puritania”, “Mourning Palace” o “Progenies Of The Great Apocalypse”, que fueron ampliamente aplaudidos y coreados por un público entregado.
A pesar de ello, tampoco podían faltar temas de su último trabajo “Eonian”, que vio la luz la primavera del año pasado, con temas como “Interdimensional Summit”. Los juegos de luces acompañaban su escenografía trabajada, iluminando con tonos verdes y azules, alternando con otros rojos más agresivos, cambiando con los ritmos de la música. Al final del concierto, el público satisfecho se dirigió a la fiesta post-festival para digerir lo que había disfrutado durante el día y prepararse para la bomba que iba a ser el día siguiente.
Viernes 19: pura expectación
Durante el segundo día de la decimonovena edición del Inferno Festival se pudo apreciar desde el principio del día más movimiento y energía en los quehaceres de la gente, que se proyectó en el ánimo con que respondía a la música.
Comienzo pirotécnico con Ragnarok
Para los noruegos Ragnarok la oleada de calor por la que está pasando Oslo no era suficiente, así que dispusieron por todo el escenario platos de fuego elevados a diferentes niveles que contrastaban con las luces de tonos fríos. Pero es no era suficiente, así que durante los primeros temas aparecieron también chorros de fuego y explosiones en la parte delantera del escenario, dando lugar a un principio que nos dejó boquiabiertos.
Desgraciadamente, el considerable retraso en el comienzo del concierto nos dejó un poco insatisfechos: se nos hizo demasiado corto. Por lo menos tuvimos la suerte que el sonido durante el concierto fue bastante loable, exceptuando algunos acoples, hecho que nos ayudó a disfrutar de los maravillosos solos que se marcaban dentro de la estética black. En los últimos temas subió a cantar Hoest (Taake) recordando la época en que estuvo en la banda.
Bailando con Tribulation
Continuaron en la Rockefeller Tribulation, a los que vimos dos veces en Barcelona el año pasado. Equipados con una selección de temas del “Children Of The Night” y del “Down Below”, y con sus típicas luces verdes de siempre combinado con varitas de incienso a los extremos del escenario, ofrecieron un concierto considerablemente bueno, lleno de dinamismo y movimiento por parte de los artistas.
A pesar de ello, el público no pareció entregarse mucho a la música, incluso cuando la sala estaba más llena que en conciertos anteriores. El sonido sufrió de nuevo de demasiados bajos, ocultando un poco los detalles guitarrísticos tan particulares de la banda sobre todo en los primeros temas, ya que más tarde pudimos apreciarlos un poco más.
Contundencia pura en Vomitory
Los siguientes en pisar el escenario de la Rockefeller fueron Vomitory, a los que tuvimos la oportunidad de disfrutar en España hace poco más de un mes. El sonido fue desastroso al principio, ya que con los bajos altísimos y el doble bombo se creó una bola indistinguible, pero siguiendo actuando como si nada mientras que en el transcurso del concierto el sonido poco a poco fue mejorando hasta que se pudo disfrutar de la contundencia death de la banda, apoyada por luces rojas muy agresivas. Con temas como “Ripe Cadavers” o “Perdition” respondieron ante un público muy animado que coreaba y aplaudía casi continuamente, resultando en un concierto digno de ver.
Impaciencia para Skogen
Del mismo modo que el día anterior con Urfaust, durante el segundo día de festival también hubo un grupo en boca de todos: los suecos Skogen continuaban con la velada aportando un poco de black metal en la John Dee, al frente de un pelotón de público muy entregado que respondía con gritos y aplausos a temas como “I Döden”, “Svarta” o “Dhigra”, a pesar de que el sonido se emborronaba un poco con el doble bombo, y el bajo se escuchaba poco en sus momentos de lucirse. Aun así, no resultó un gran inconveniente para disfrutar de un concierto muy agradable, en el que demostraron un estilo propio en la combinación de voces limpias y de gutural en el ambiente black.
Piel de gallina con MGŁA
La banda más esperada de la noche fue sin duda MGŁA: con creces los que más camisetas y parches acumularon entre el público, que se aglomeró en extremo en frente de los polacos, y que los esperaba con notable impaciencia. Al principio fue frustrante como los bajos retumbaban tanto que los riffs y versos del su trabajo “Exercices In Futility” quedaron casi indistinguibles, mejorando considerablemente en la segunda mitad del concierto.
Así avanzó el concierto de los artistas encapuchados y enmascarados, con una batería que dejaba a cualquiera hipnotizado con su técnica de principio a fin. A pesar de que no se movían demasiado, consiguieron transmitir una energía aplastante a todos sus fans, resultando a la altura de las expectativas de todos los presentes, e incluso por encima.
Volviendo en sí con The Ruins Of Beverast
Con el tiempo pisándonos los pies bajamos de nuevo a la John Dee sin mucho tiempo para digerir la impresionante actuación de MGŁA, donde nos encontramos un panorama mucho más calmado. Los alemanes The Ruins Of Beverast, a quienes vimos en la tercera edición del CEW, nos ofrecieron un cambio de estilo radical con su black/doom atmosférico: al llegar a la sala, nos sorprendieron con un punteo limpio que indujo a todos a la contemplación, iluminado desde atrás con tenues luces rojas. Aun así, después de la potencia que habíamos recibido nos resultó un concierto un poco mal puesto, ya que fue difícil disfrutarlo en todo su esplendor.
Los cabezas de cartel de la noche: Hypocrisy
La última banda que disfrutamos el segundo día de festival fueron unos de los pioneros del death metal melódico que constan entre los favoritos de muchos de los fans del género: los suecos Hypocrisy anunciaron su vuelta a los escenarios después de cuatro años ausentes, y pudimos asistir a la velada que ofrecían en Barcelona con Kataklysm en noviembre del año pasado.
En el Inferno Festival 2019 se presentaron de nuevo vestidos con sus mejores temas de los que disfrutamos en directo, representando una selección de grandes éxitos de a lo largo de toda su discografía. Entre ellos pudimos escuchar los maravillosos punteos iniciales de “Eraser”, o el público coreando el estribillo de “End Of Disclosure”, o el explosivo riff del principio de “Fire In The Sky.
Desgraciadamente nos encontramos con el problema de graves demasiado subidos que escondían los detalles guitarrísticos, nada que no se solucionara poco después. Aun así, sí que hubo algo que frustró a más de uno de los asistentes: Peter Tägtgren, vocalista de la banda, se esforzaba por cantar con guturales agudos tal y como estamos acostumbrados a escuchar en sus grabaciones, pero se le hacía bastante imposible, pasándose a menudo al gutural grave a medio verso.
No nos engañemos, la potencia y brutalidad del gutural grave de Peter es indiscutible, pero al pensar en Hypocrisy asociamos el agudo, por lo que se le hizo raro a más de uno. Para dar por terminado su aportación al Inferno Festival 2019 tocaron “Roswell 47”, que levantó a todo el público a corear y gritar, pero sobre todo para continuar el mosh pit sin fin que llevaba ya varios temas montados en el centro de la sala.
Sábado 20: los fans tienen alas
El tercer día de festival lo recordamos como un día plagado de sorpresas, crowdsurfing y emociones: varios acontecimientos durante la velada ayudaron a construir una conexión especial entre los artistas y el público, dinamizando las actuaciones de los primeros y haciendo que los segundos se entregaran más.
Der Weg Einer Freiheit y su íntima atmósfera
Les tocó a los alemanes Der Weg Einer Freiheit abrir la noche del tercer día con un post-black muy emotivo del que ya pudimos disfrutar en Barcelona hace apenas un mes por el décimo aniversario de la formación de la banda. Esta vez, pero, pudimos disfrutar de un setlist más variado pero igual de emotivo, enmarcado en las luces estáticas y tenues que tanto caracterizan sus momentos más suaves y líricos, y de luces rojas muy intensas en sus momentos más brutales. El público no era muy abundante al ser la banda que abría, pero se notaba que había muchos fans entre los presenten, que coreaban y animaban a los artistas al son de un sonido bastante decente.
Empieza el crowdsurfing en Impaled Natharene
Con los contundentes Impaled Natharene se abrió oficialmente la veda del crowdsurfing en el festival (ya era hora, al tercer día). La energía bestial de un cantante que lo estaba dando absolutamente todo en el escenario detonó varios mosh pits entre el público, de los que a cierto punto empezaron a volar personas por encima de las cabezas de todos en dirección al escenario.
Además, el sonido acompañaba perfectamente a tal revuelta: empezó un poco carente de gusto, pero antes del primer tema ya se había arreglado lo suficiente para no tener que pensar más en ello durante todo el concierto. El público no dejó de aplaudir, demostrando un nivel de satisfacción alto para todos sus fans.
Gaahl’s Wyrd: cuando la parsimonia inspira energía
La presencia del antiguo vocalista de bandas como Gorgoroth o Wardruna en el escenario nunca deja indiferente, y tampoco iba a suceder con Gaahl’s Wyrd: la característica calma de Gaahl en el escenario trae aplausos, tanto con sus guturales como con su voz profunda de bajo recitativo, que retumbaba por toda la Rockefeller.
Los guitarristas y el bajista, que circulaban bastante por todo el escenario, se combinaban en cortas coreografías e interactuaban con el público, que llenaba considerablemente la sala, y respondía con gritos a temas como “From The Spear” o “Ghosts Invited”. De nuevo el sonido brilló en todo su esplendor con los noruegos, reanudando de este modo el mosh pit creado en la banda anterior.
Mork levanta al público
Los siguientes en mover la masa de público fueron los noruegos Mork en la John Dee, que acompañados de velas, pinchos y corpse paint, además de un trasfondo típicamente iluminado de rojo, nos presentaban su último trabajo “Det Svarte Juv” que salió a la luz justo el día anterior a su actuación en el Inferno Festival.
De él tocaron temas como “I Flammens Favn” o “På Tvers Av Tidene”, además de algunos menos recientes como “Hedningens Spisse Brodder”, que desgraciadamente no pudimos apreciar muy nítidamente por la bola de graves que se suele formar en esta sala. Aun así, no sufrían mucha dificultad al animar el público, que les ofrecía gritos y ovaciones a su actuación.
Taake: pura energía en el escenario
A continuación, volvimos al escenario principal, la Rockefeller, para disfrutar de la dinámica actuación de los noruegos Taake, encabezados por Hoest, al que ya habíamos visto colaborar con Ragnarok. Lo que nos llamó la atención, a parte de las coreografías de patadas o de la guerra constante del frontman entre el pie de micro y el cable, fue el maravilloso sonido que fue brindado en este concierto: cada detalle se podía disfrutar al completo en todos los instrumentos.
Igual se podría considerar que a la voz le faltaba un poco de volumen, pero nada que despistara lo suficiente. Así nos trajeron temas como “Norbundet” o “Myr”, que fueron ampliamente aplaudidos por un público que llenaba todos los rincones de la sala, y también volaba por los aires de vez en cuando.
Sentimientos a flor de piel con Cor Scorpii
Con diferencia, los minutos más emotivos del festival correspondieron a los también noruegos Cor Scorpii, que a los pies de un público muy entregado en grito constante explicaron la emotiva historia de su batería, el cual se tuvo que someter el pasado noviembre a una operación de trasplante de doble pulmón que significaba un desafío a la muerte.
Por ese motivo contaban con un batería sustituto para el festival, pero el original esperaba detrás de una cortina para marcarse una colaboración en “Helvetesfossen”, seguida de una calurosa bienvenida por parte de los artistas. Además, nos deleitaron también con la pegadiza introducción de “Ei Fane Svart” o la muy aplaudida “Skuggevandrar”, con la que acabaron el concierto. La emoción no faltó, pero las luces cálidas y un dinámico y entregado público también ayudaron a que la velada fuera inolvidable, a pesar del precario sonido en la John Dee.
Los cabezas de cartel de la noche: Bloodbath
Llegó el momento de la última banda del día, la superbanda sueca de death metal Bloodbath, que extrañamente capitaneaba un día con una altísima representación del black metal noruego. Cubiertos de sangre, tal y como su nombre indica, nos ofrecieron una actuación llena de sorpresas.
El trajeado cantante, al que algunos consideraron algo soso, mantenía conversaciones con el público al disfrutar de mosh pits continuos y una alta concurrencia de personas que llegaban como producto del crowdsurfing. El sonido era un poco carente: las rápidas baterías acumulaban los graves para dar lugar a un silencio de los detalles de los demás intrumentistas.
De este modo transcurrió la velada al son de temas como “Cancer Of The Soul”, que recibieron largos aplausos de una sala Rockefeller bien abarrotada. La gran sorpresa llegó cuando, en uno de sus diálogos con los asistentes, al frontman se le ocurrió preguntar si a alguien le apetecía subir a cantar el próximo tema, el esperado y muy pedido “Eaten”.
Cual fue su asombro al ver que un fan subió de verdad a cantar, ante el que se quedó estupefacto al apreciar sus grandes guturales. Descubrimos que el magnífico colaborador fue Sindre Wathne Johnsen, vocalista de Deception, que durante su corta intervención fue muy admirado por el público.
Domingo 21: se acerca el final
Desgraciadamente llegamos al cuarto y último día del Inferno Festival, agotados pero expectantes, que era no menos importante: era el día del gran cabeza de cartel, y de otras muchas bandas que resultaron un descubrimiento.
Misa negra con Cult Of Fire
Presentaron este melancólico último día los checos Cult Of Fire, que equiparon el escenario con altares a Kali, la diosa representante del avance del tiempo y de la muerte, y se presentaron vestidos con túnicas negra de grandes capuchas.
Pero desde luego, la escenificación que se llevó la palma fue el impresionante pie de micro formado por dos grandes guadañas cruzadas, donde pregonaba sus cantos en gutural, melódico y difónico, acompañados de momentos pianísticos más suaves, pero también de riffs rápidos y brutales, que unos buenos sonido y luces ofrecían adecuadamente. Así disfrutó un escaso público pero respetuoso y animado de la misa que ofrecieron los artistas, embriagándonos con el incienso.
La brutalidad de Archgoat
Con una estética de black metal muy marcada, los finlandeses Archgoat se presentaron en el escenario mientras el batería realizaba con sus baquetas una cruz invertida desde el silencio. De este modo empezaron su actuación en la que temas como “Lord Of The Void” yacerían en el excelente colchón que ofreció una muy correcta ecualización, en la que se pudieron apreciar los detalles de las guitarras.
Pero sobre todo la brutalidad que invitaría al público a hacer varios mosh pits al son del doble bombo y el blast beat, cuya presencia era bien nítida, sin preocupación por el apelotonamiento del sonido. Todo esto acompañado de unas luces muy oscuras, que combinaban a la perfección con su música.
Representación teatral en Carach Angren
Ya pudimos disfrutar de los neerlandeses Carach Angren en febrero del año pasado, y además vuelven a pasar por la península el próximo junio, pero nunca nos deja indiferente la escenografía de la banda. Iluminación principalmente verde con toques morados, la guadaña en el pie de micro, las plataformas elevables, el extraño corpse paint y las vestimentas de frac, pero sobre todo, el teclado móvil con una máscara retando al teclista a hacer malabares para tocar sus líneas llaman la atención a cualquiera.
Llevándolo más lejos, el cantante decidió hacer más teatro aun degollando un maniquí que estuvo sangrando todo lo que quedaba de concierto. Por otro lado, el sonido dejó que desear: el gran protagonismo del teclado y la bola de graves dejaron a un lado las guitarras y la voz, empeorando todo con los constantes acoples que se producían.
Delicadeza con Dvne
Para interrumpir un poco la intensa dosis de black metal, bajamos a la John Dee para disfrutar de los ingleses Dvne, que supusieron un cambio de aires radical. Luces tenues de tonos claros encunaban al pequeño escenario, del que salía una potente aunque delicada voz que capitaneaba las guitarras pesadas características de su sludge/stoner metal progresivo.
Con melodías profundas aunque líricas, pero sobre todo muy emotivas, formaron una atmósfera inimitable con temas como “The Crimson Path”, que desde luego nos llegó de manera inesperada. El público respondía con energía y atención a la banda que presentaba su primer y único LP “Asheran”.
Volviendo en sí con 1349
Después de la rotura de la línea que supuso la banda anterior, les tocó a los noruegos 1349 repararla. No les costó mucho, ya que la ambientación que creaba la pirotecnia (con olor a gas incluido) y las vestimentas de los músicos, algunos de black clásico y otros con túnicas pero siempre con corpse paint, era difícil no volver a la realidad extrema del festival.
Así, en la cuna de un sonido bastante logrado pudimos apreciar con nitidez grandes temas de su discografía como “I Am Abomination”, “Riders Of The Apocalypse” o “Chasing Dragons”, que el abarrotado público en la pista de la sala Rockefeller disfrutó y coreó, lanzándose al mosh pit de vez en cuando.
Recta final en la oscuridad con MisÞyrming
El final des festival se acercaba inminentemente, pero no sin antes escuchar a los islandeses MisÞyrming, que con un único LP bajo el brazo se presentaban con potencia y brutalidad ante un público expectante de su presencia. Los impresionantes solos de temas como “Söngur Heiftar” o “Endalokasálmar”, de su único trabajo “Söngvar Elds Og Óreiðu” quedaron, como siempre en la sala John Dee”, un poco camuflados por el apelotonamiento de graves que provocaba en doble bombo. Aun así el espectáculo fue digno de recuerdo, ya que el público entregado ante unos dinámicos músicos poco iluminados desde el fondo del pequeño escenario combinaban ala perfección con la música.
Los cabezas de cartel de la noche: Opeth
Quien cerró la velada del domingo 21 de Abril, así como la decimonovena edición del Inferno Festival, fue la banda pionera en el death metal progresivo Opeth. Los suecos capitanearon a un público muy emocionado al son del mismo setlist del que podemos disfrutar en el directo “Garden Of The Titans…” en el Red Rocks Amphitheatre en Denver, Colorado, que salió a la luz a principios de noviembre del año pasado.
Así, concibieron la ocasión como una oportunidad de volver a tocarlo, con temas más recientes como “Sorceress” o “Cusp Of Eternity”, y otros pertenecientes a su discografía más death como “Ghost Of Perdition”, cuando el frontman Mikael Åkerfeldt aun no se había decidido a abandonar el gutural.
De este modo, pudimos disfrutar de un sonido bastante bueno en la Rockefeller, sobre todo en los teclados y la voz, pero los pasajes más brillantes de Fredrik Åkesson, quien dio una conferencia “Guitar Clinic” en el mismo Inferno, quedaron camuflados por la baja intensidad mientras recibíamos una lluvia de sus púas. La colmada pista de la sala no dejó de corear en ningún momento temas como “In My Time Of Need” o “Demon Of The Fall”, aunque algunos echamos de menos temas de grandes trabajos como el “Still Life” o el “Blackwater Park”, de su época más death.
Incluso hicieron un amago de tocar “Face Of Melinda” con su punteo inicial haciendo que el público se viniera arriba, para después traicionarnos vilmente. Finalmente, dieron por terminado oficialmente el festival con el tema que da nombre al álbum “Deliverance”, completando así su setlist y despidiéndose de un público muy entregado que decía adiós al Inferno Festival 2019.
Texto: Júlia Benevelli | Fotos: Elena Marco
Promotor:Inferno Festival
Día:2019-04-18
Sala:Rockefeller Music Hall
Ciudad:Oslo, Noruega
Puntuación:9
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