La cantidad de discos que la banda sueca Opeth ha lanzado desde que 'Orchid' llegó en 1995 como debut da un total de 13 referencias y, a pesar de su despedida del terreno de los guturales en 2011, ninguno de sus álbumes es merecedor de menos de un notable.

La historia de Opeth se remonta a 1989, año en el que su fundador y vocalista de por aquel entonces 14 años David Isberg -actualmente miembro de Bloodofjupiter- junto a Micke Bargström (guitarra), Dan Nilsson (guitarra), Martin Persson (bajo) y Rille Even (batería) decide bautizar a la banda influenciado por Opet, un personaje ficticio de la novela de 1972 de Wilbur Smith ‘The Sunbird’ (‘Pájaro de Sol’ en castellano).

Meses después de que Isberg bautizase al grupo añadiéndole una «h», ya en 1990, el adolescente Mikael Åkerfeldt de Eruption -banda de death metal que formó él mismo con 13 años y en la que fue vocalista- pasa a ser bajista sustituyendo a Persson. En 1991, la banda estaba ya integrada por Andreas Dimeo (guitarra), Nick Döring (bajo), Anders Nordin (batería) y los propios Isberg y Åkerfeldt y preparada para dar su primer concierto en febrero de ese mismo año.

Opeth (Foto: Jonas Åkerlund)

Opeth tuvo varios cambios en su formación hasta que encontró estabilidad para la grabación de ‘Orchid’ (1995) con Mikael ya como vocalista y guitarrista, Peter Lindgren como guitarrista, Anders Nordin como batería y Johan de Farfalla como bajista. Con los mismos miembros y sin dar respiro, se lanza ‘Morningrise’ en 1996. Este LP sería sucedido por ‘My Arms, Your Hearse’ (1998) con Mikael también de bajista debido a la tardía entrada de Martín Méndez para la grabación, Martín López como batería y el ya asentado Peter Lindgren.

Con Mikael, Peter, Méndez y López ya ubicados llegó ‘Still Life’ (1999) y el clásico triplete de ‘Blackwater Park’ (2001), ‘Deliverance’ (2002) y ‘Damnation’ (2003), este último totalmente melódico. En 2005 saldría ‘Ghost Reveries’, con Per Wiberg de Spiritual Beggars y Kamchatka como teclista y miembro oficial y, tres años más tarde, la salida de ‘Watershed’ (2008) supondría la entrada de Fredrik Åkesson (Arch Enemy y Krux) como reemplazo a Lindgren, que abandonó Opeth de manera amistosa por cansancio y falta de motivación.

La larga historia de Opeth se tradujo en 2010 en un tour celebratorio de sus 20 años y 9 discos. La entrada en la década de los 10’s traería cambios importantes en los de Estocolmo con Heritage’ (2011), su segundo álbum sin guturales desde 2003. Con este LP empezaron a visitar terrenos más clásicos propios de la música del hard rock y prog de los 70’s y pasajes con una carga más folk en sus instrumentales que ha prevalecido hasta nuestros días.

Si bien la evolución hacia algo más melódico y clásico no causó sorpresa debido a que la banda siempre tuvo presente el rock clásico, jazz y voces limpias alternadas en sus composiciones, la esperanza por escuchar a Mikael gritar de nuevo se enterró totalmente con ‘Pale Communion’ (2014). El death metal se convirtió en algo reservado solamente para algunos directos debido al desgaste de Mikael y, sobre todo, a las ganas de evolucionar sin apenas perder la esencia y visitar nuevos terrenos.

El folclórico ‘Sorceress’ (2016) y el más reciente ‘In Cauda Venenum’ (2019) han continuado sumando canciones notables al extensísimo catálogo de los suecos con una formación que únicamente mantiene como integrantes permanentes desde finales de los 90’s a Mikael y Martín Méndez tras la ruptura con el teclista Per Wiberg en 2011 y la reciente salida de Martin Axenrot en noviembre de 2021 como batería que traerían consigo el relevo de Joakim Svalberg (Yngwie Malmsteen, Therion, QOPH) y Sami Karppinen (Curse, Therion),  respectivamente.

Conocida la historia de Opeth hasta la actualidad y teniendo en cuenta sus cambios y evolución además de sus largas canciones, es extremadamente complejo decantarse por 10 canciones, y más si se suman los factores de que tienen dos etapas bastante diferenciadas en su trayectoria y que muchas veces sus composiciones van unidas unas con otras formando un concepto único.

Aun así, esta selección cronológica de 10 mejores canciones de Opeth a continuación refleja bastante bien lo que han sido y lo que son aun teniendo que prescindir de tantos temazos como «Forest Of October», «The Leper Affinity», «The Drapery Falls», «Master’s Apprentice», «In My Time Of Need», «To Rid The Disease», «The Grand Conjuration», «Ghost Of Perdition», «Reverie/Harlequin Forest», «Heir Apparent», «The Lotus Eater», «The Devil’s Orchard» o «Sorceress».

«Black Rose Immortal» (‘Morningrise’, 1996)

La canción más larga de toda la trayectoria de los suecos. Perteneciente a su segundo álbum, cuenta con 20 minutos de duración donde hay cabida tanto para partes melódicas y acústicas como para pasajes caóticos y progresivos que van del death metal hasta incluso el black. Es sorprendente que los miembros del grupo tuviesen no más de 23 años cuando compusieron esta oscura y fría pieza que parece invitar a una invocación satánica.

«When» (‘My Arms, Your Hearse’, 1998)

Canción lúgubre lírica e instrumentalmente que va narrando como una especie de ente fantasmal cuida de una persona amada. “When” es brutalidad absoluta en su inicio, pero se contrasta con la preciosa parte melódica final tan característica en temas de Opeth. Pertenece al conceptual ‘My Arms, Your Hearse’, un disco que va uniendo sus canciones a través del nombre de la previa al final de cada letra. “When”, es citada al final de “April Ethereal” («I don’t know how or why, I’ll never know when…»). En el último tema del álbum, “Epilogue”, se vuelve al inicio cerrando el círculo y creando un bucle con la cita a “Prologue” (primera canción).

«Demon Of The Fall» (‘My Arms, Your Hearse’, 1998)

Otro tema inmenso del tercer disco de la banda que continúa narrando cómo una persona que falleció vuelve transformada en un espíritu que persigue a su enamorada. Sigue la senda de todo el LP ya mencionado y es presentado ya en los últimos versos de la predecesora «The Amen Corner» («the final spark that blew life into me, the demon of the fall»).

«Face Of Melinda» (‘Still Life’, 1999)

Mikael muestra en esta balada que puede cantar con su voz totalmente limpia saliendo por la puerta grande. En su letra, el propio artista cuenta la historia de un hombre religioso que pierde toda su fe y acaba cuestionándose todo y enamorándose, a su vez, de Melinda, una monja a la que alude como «una prostituta de Dios sobre la Tierra».

«Blackwater Park» (‘Blackwater Park’, 2001)

‘Blackwater Park’ es considerado como uno de los grandes discos de metal progresivo del actual tercer milenio. Aunque esto puede ser cierto para algunos y exageración para otros, la verdad es que es, como poco, el LP más reconocido de Opeth. Su canción homónima de 12 minutos es un clásico en el que se trata la misantropía a través de una analogía con leprosos que deambulan sin rumbo, infectándose unos a otros y arruinando la especie humana. También sirve como una crítica a la violencia, ignorancia y lo enfermizo de la morbosa sociedad moderna.

«Deliverance» (‘Deliverance’, 2002)

‘Deliverance’ es otro disco clásico de Opeth que se encuentra entre otras dos obras maestras consecutivas (‘Blackwater Park’ y ‘Damnation’) que forman una tríada mítica que define los años dorados del grupo a pesar de lo difícil que resultó su grabación. En palabras del propio Åkerfeldt, la canción que da nombre al disco está escrita en base a algo que le sucedió a la novia del por entonces guitarrista Peter Lindgren y a sus amigas durante una noche que se encontraban juntas en un apartamento.

De un momento para otro, el novio de una de ellas apareció drogado, las encerró en el lugar y empezó a amenazar con matarlas mientras se autolesionaba con un cuchillo. En definitiva, una historia violenta sobre una relación de dominancia en la que el hombre se convierte en un obseso peligroso y posesivo.

«Windowpane» (‘Damnation’, 2003)

“Windowpane” es pura melodía y genialidad. Un tema en el que se percibe de una forma bastante evidente la influencia del jazz en Opeth, de la misma forma que por ejemplo en la instrumental “Ending Credits”. La voz cálida de Mikael va desarrollando una trama lírica en donde una persona observa a través del cristal de una ventana algo que parece ser un fantasma pero resulta ser una proyección de sus pensamientos y razonamientos más profundos.

«Hessian Peel» (‘Watershed’, 2008)

La última canción de Opeth en la que se pudieron escuchar guturales y una joya de su discografía. Es especialmente interesante la transición en la que se pasa de la tranquilidad a un trallazo bestial de death metal donde unos teclados hacen de puente entre ambas partes. Su letra tampoco desmerece, aunque su significado no esté del todo claro. Parece tratar sobre una familia desamparada por el abandono de la figura paterna que recurre al suicidio para terminar con su sufrimiento.

«I Feel The Dark» (‘Heritage’, 2011)

Con ‘Heritage’, Opeth empezaron su camino hacia la música progresiva sin guturales. “I Feel Dark” es un tema totalmente reconocible de los Opeth de siempre pero con la diferencia de que en sus partes más “calientes” no se recurre a los «gruñidos» que eran habituales. En cuanto a la letra, es un poco difícil de descifrar. En ocasiones, las letras del grupo son demasiado ambiguas y su significado lo crean los propios oyentes con sus interpretaciones personales.

«Charlatan» (‘In Cauda Venenum’, 2019)

Por mucho que Opeth hayan sido geniales mezclando el metal extremo con la música progresiva, sinfónica, folk e incluso jazz, no parece haber vuelta atrás en cuanto a la agresividad vocal. “Charlatan” es una canción con bastantes vueltas de rosca con una sección rítmica donde destacan los increíbles teclados y los riffs de guitarra que incluso pueden recordar al djent.

Como todas las canciones de ‘In Cauda Venenum’, un trabajo novelesco muy crítico con la sociedad en sus letras, hay tanto versión en sueco como en inglés pero, a decir verdad, la versión sueca del disco resulta más atractiva y coherente en el idioma nativo de los músicos al empastar mejor con los diálogos y narraciones de entremedias. De todas formas, escuches el disco en un idioma u otro, notarás que las diferencias son mínimas.

Jaime Tomé