Entrando en materia, “Rock or Bust” es un disco sencillo, de apenas treinta y cinco minutos, lejos de los 56 de “Black Ice” y sus quince canciones -posiblemente podrían haberse ahorrado tres. En “Rock or Bust” los australianos van con lo justo. Canciones cortas, que en ningún caso superan los 3:40 de duración. Directas y al grano: la mayoría de canciones tienen una estructura de lo más simple y con menos florituras que nunca.

Que AC/DC hagan hoy en día un disco nuevo es prácticamente superfluo. No tienen nada que demostrar a nadie – y obviamente nada en lo que innovar. El monolito que es AC/DC no tiene espacio a conceptos tales como lo experimental o vanguardista. Son un trozo de piedra inamovible que no va a cambiar ni por ti ni por nadie. Es su principal valor y, para sus críticos, su principal defecto.

Con esto por delante, es obvio que “Rock or Bust” no significa nada en el mundo de la música más allá que la confirmación de lo ya confirmado: que AC/DC son una banda de rock. A partir de ahí podemos hacer todas las bromas sobre lo de siempre: que si todos los temas suenan iguales, que si esto ya lo hemos escuchado antes… ni os molestéis: en la próxima gira los estadios van a estar tan llenos de gente deseosa de chocar contra el monolito que no lograréis oír vuestras propias opiniones por culpa del rugido del público.

En el plano personal, este si que era un disco novedoso para AC/DC. El primer disco en 40 años donde no participa Malcolm Young, su fundador y principal arma secreta. Que no os engañe el carisma de Angus Young: AC/DC es Malcolm Young anclando a toda la banda sobre los acordes que salen de su Gretsch. Pero ante la enfermedad degenerativa del guitarrista, la banda ha querido salir hacia adelante y calcar su tono y estilo con Stevie Young, sobrino de Angus y Malcolm, el cual ha tocado con el mismo rig que Malcolm y -a falta de confirmarlo- posiblemente una de sus Gretsch de color rojo. Eso hace que el sonido no haya sufrido grandes cambios. Además, si Airbourne pueden copiar a AC/DC con tanta fidelidad, no debería ser difícil para los propios AC/DC mantener intacto su sonido de toda la vida.

El pasado 21 de noviembre, la gente de Sony Music en España nos invitó a una pre-escucha del disco en sus oficinas del Paseo de la Castellana. Una ocasión que aprovechamos para ver el nuevo edificio de la multinacional, toda una pasada arquitectónica que demuestra por enésima que nunca debes tomar en serio a una discográfica que llora porque le bajan las ventas. Es como sentirse mal porque un banco tiene una cierta tasa de morosidad. Y AC/DC son una de las bazas seguras de Sony Music. No tan prioritarios como en la edición de “Black Ice” – el perfil del lanzamiento de este disco de los australianos está siendo deliberadamente más discreto que el de su predecesor- pero es que en el fondo a nadie le importa un nuevo disco, como decíamos. Ya demostraron ser capaces de componer nueva música con “Black Ice” y antes de eso, con “Stiff Upper Lip”. Y para salir a tocar “Dirty Deeds done dirt Cheap” y “Let There Be Rock” una vez más en estadios no hace falta el trasiego de grabar un disco. Pero los australianos deben sentirse mejor si salen a la carretera con algo que presentar, algo que les honra y les separa de todos esos grupos que, convertidos en orquesta de pueblo, salen a pasear los hits cada año con una excusa cada vez menos creíble.

Entrando en materia, “Rock or Bust” es un disco sencillo, de apenas treinta y cinco minutos, lejos de los 56 de “Black Ice” y sus quince canciones -posiblemente podrían haberse ahorrado tres. En “Rock or Bust” los australianos van con lo justo. Canciones cortas, que en ningún caso superan los 3:40 de duración. Directas y al grano: la mayoría de canciones tienen una estructura de lo más simple y con menos florituras que nunca.

Abre el disco “Rock or Bust”, la cual ya habéis podido escuchar en estos días y que es un tema juguetón marca de la casa, una declaración de intenciones. Sorprende que hayan escogido abrir el disco con un tema de tanta cadencia, cuando suelen escoger algo más animado (véase “Rock N’ Roll Train”, “Stiff Upper Lip”, “Hard as a Rock” o “Thunderstruck”). Más animada es “Play Ball”, que también hemos escuchado infinidad de veces ya. Un tema que acaba entrando, pese a los repetitivo. O precisamente a causa de. La cuestión es que esas cuerdas que pellizca Angus evocan demasiados buenos momentos junto a AC/DC (“Shoot to Thrill”, “For Those About to Rock”, “Put the Finger on You”, etc) y es imposible ignorarlo.

Entramos en territorio realmente novedoso con “Rock The Blues Away”, un tema positivo y con ecos de “Anything Goes”, por no decir que la progresión de acordes es prácticamente la misma. Un tema brillante, con un toque muy “You Shook me All Night Long”. Diversión y buen espíritu ante la adversidad al estilo AC/DC.

“Miss Adventure” es el cuarto tema y tiene ecos de los temas de “Fly on the Wall” y “Blow Up Your Video” en los coros de Stevie, Brian y Cliff. Un riff de sube y baja que le da mucho dinamismo al tema, aunque posiblemente no sea de los mejores del disco. Le falta chicha, aunque tiene buenos coros y es sorprendente que estén tan arriba en la mezcla final.

“Dogs of War” tiene un inicio más lento y bluesy, con unos coros amenazantes y oscuros. El riff es muy Zeppeliniano, ciertamente, y el groove es fantástico. Phil Rudd, si realmente ha grabado el disco como dice la banda, muestra claramente porque es un metrónomo humano en este tema. Tema pasable, justito, aunque con un solo memorable de Angus.

“Got Some Rock & Roll Thunder” es un tema más animado, aunque la banda sigue la senda de medios tiempos y sin nada especialmente acelerado como “Whole Lotta Rosie”, lo cual acrecenta el componente bluesy de las canciones del trabajo. Esta está más inspirada y recuerda a “Powerage” en planteamiento, con unas lineas de bajo de Cliff Williams bastante prominentes y trabajadas.

“Hard Times” también se ha filtrado recientemente y recuerda a algún tema de “Blow Up Your Video” como “Meanstreak” o “Some Sin For Nuthin”, aunque más bluesy. No sería un error comparar este disco con “Stiff Upper Lip” en el sentido de que aporta el lado más puramente bluesy de los australianos, aunque con unas guitarras más salvajes que en aquel trabajo. Además, el componente “autobiográfico” del título y su relación con los problemas recientes de la banda tiene su punto entrañable.

“Baptism by Fire” tiene un riff algo endiablado y novedoso para la banda, además de subir de revoluciones ligeramente el disco, que hasta ahora estaba un poco apagado. Está hecho para el directo y en este brilla especialmente un Brian que sobresale y mucho por encima de las guitarras.

“Rock the House” también ha ido filtrándose en los últimos dias y es también muy Zeppeliniano. Parece que Angus ha hecho buen uso del sistema Schaffer-Vega, del cual Ken Schaffer le hizo llegar una replica durante la grabación y que forma una parte muy importante del sonido de AC/DC en “Powerage” o “Highway to Hell”. “Rock the House” es uno de los temas en los que pondría la mano en el fuego asegurando que Angus lo ha usado para el riff principal.

El disco llega a su final con “Sweet Candy”, con un riff de muchos breaks, nuevamente, una tónica muy habitual en este disco y que le resta fluidez a las canciones. El estribillo, facilon, es digno. Mucho mejor es “Emission Control”, nuevamente muy influenciado por Zeppelin y un poco de Hendrix. Nada de malo en ello, aunque evidentemente estas influencias hacen que el sonido puro de AC/DC quede más diluido. Es nuevamente un medio tiempo y con mucha cadencia lo que lo hace…bien, aburrido. Las guitarras dibujan formas en el estribillo y el riff es original, pero pasa sin pena ni gloria.

En lineas generales, es un disco bastante mediano en la trayectoria de la banda. Una cosa está clara: no es “Black Ice”. En “Black Ice” los temas estaban bastante más inspirados. Hoy en día puedes escuchar “Big Jack”, “Anything Goes”, o “War Machine” y seguir pensando que son buenos. Lo mismo con temas menores como “She Likes Rock N Roll” o “Spoilin’ for a Fight”. Pero en “Rock or Bust” hay poco de lo que rascar: es un disco muy lento en sus ritmos, con demasiados cortes en los riffs y poca fluidez en las guitarras. No hay ideas especialmente brillantes: una vez escuchado el resto del disco “Play Ball” parece la panacea. Y eso no es buena señal. La cuestión es ¿a quién le importa? Somos conscientes de que la banda ha pasado por un bache considerable por la situación de Malcolm y es obvio que se le echa mucho a faltar en el disco. Angus ha explicado que el disco parte de muchas ideas que los hermanos habían ido acumulando a lo largo de los últimos años, y los temas estan acreditados como “Young/Young”, pero…falta algo. Falta positivismo más allá de “Play Ball” y “Rock The Blues Away”. Pero quien somos nosotros para culparles. Al final estamos casi agradecidos a que sigan en pie y haciendo discos, pero no engañaremos a nadie si decimos que “Rock or Bust” es bastante poco memorable salvo un par o tres de momentos.

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