Ya desde tirmpos de los pitagóricos se estudió que la música podia ejercer una influencia sobre la actitud y el estado de ánimo de las personas. Dependiendo de una sucesión de acordes y sonidos una determinada melodía podía provocar placer, relajación, rabia o incluso invitar al baile

Ya desde tirmpos de los pitagóricos (Umberto EcoHistoria de la belleza a cargo de Umberto Eco – pàg. 62-63 – ED: Lumen. “Los pitagóricos son los primeros en estudiar que las relaciones matemáticas regulan los sonidos musicales, las proporciones en las que se basan los intervalos, la relación entre la longitud y una cuerda y la altura de un sonido. La idea de armonía musical se asocia estrechamente a cualquier reg la para la producción de lo bello”.) se estudió que la música podia ejercer una influencia sobre la actitud y el estado de ánimo de las personas. Dependiendo de una sucesión de acordes y sonidos una determinada melodía podía provocar placer, relajación, rabia o incluso invitar al baile (BoecioDe Musica I – “Nada es más propio de la naturaleza humana que abandonarse a los dulces modos y ser irritada por los modos contrarios; y esto no se refiere (…) a ciertas inclinaciones o edades, sino que afecta a todas las tendencias, los muchachos, jóvenes y hasta los viejos (…). De ahí que se reconozca que con razón dijo Platón que el alma del mundo fue compuesta con conveniencia musical”). A lo largo de los años la música ha ido evolucionando, de hecho, bajo el término y significado de “música” se ha dado cabida a muchísimos estilos y sonidos. Entre todos ellos podemos establecer una línia en la que las sonoridades más duras o extremas van avanzando, evolucionando a lo largo de los años y tienen cabida y repercusión en un amplio espectro de público. Bajo el término “extremo” es muy fácil desviarnos por el camino y perdernos en las ramas de la actitud, la estética de la moda que siempre la ha acompañado, la autodestrucción del artista o la marginalidad de según que tipos de música. Intentaremos seguir una línia e intentar no sobrepasarla excesivamente (se antoja inevitable) de lo referente a la música en si. A modo de curiosidad, y asegurando que no ha existido premeditación alguna, los autores y músicos elegidos para dicho trabajo mantienen (casi) todos cierta relación con el concepto de paganismo. Si para la mayoría de gente el diablo es la antítesi de la cristianidad, dicho concepto sería un error pues el propio diablo no deja de ser un puro invento cristiano, el paganismo parece pues la antítesis más pura pues de hecho su prohibición en tiempos de Constantino y la conversión al cristianismo ya apuntan directamente a una antítesis más lógica. Otra curiosidad es que la mayoría de los genios aquí citados que dan avance hacia lo más extremo tienen ciertas minusvalías que a la postre no fueron un impedimento y si una seña de identidad: locos, mutilados, dedos largos, sordera, etc…

Empezaremos nuestra andadura en los albores del siglo XVIII con Beethoven, un genio insuperable que supuso la transición del clasicismo al romanticismo. A lo largo de su obra musical podemos observar como sus iniciacles composiciones frescas y ligeras dan un giro hacia la épica, la turbulencia y sonoridades mucho más acordes con los tiempos revolucionarios europeos. Con la llegada del romanticismo muere la sublimidad de Kant y se abraza el gusto por la belleza más ambigua, la erótica, lo macabro, lo grotesco y la ruptura con los cánones y gustos clásicos. (Umberto Eco – Historia de la belleza a cargo de Umberto Eco – pàg. 321 – ED: Lumen. “Otros autores como Schlegel reivindican para la belleza los rasgos de “interesante” y “característico”, hecho que plantea el problema de establecer una estética de lo feo”.) “La belleza puede expresarse ahora  haciendo convergir los contrarios, de manera que lo feo no sea la negación sinó la otra cara de la belleza”.