Napalm Death: reventando etiquetas
A simple vista puede parecer normal que una banda caracterizada por el ir y venir continuo de miembros en su años iniciales diese lugar a otros proyectos. Si se profundiza un poco más lo que deja de ser tan normal es la coincidencia de artistas que tras pasar por Napalm Death creasen bandas tan fundamentales como la matriz. Este es otro de esos detalles específicos de los de Birmingham: las enormes ramificaciones de su influencia.
Después de la locura de cambios de personal que tuvo la banda entre 1981 y 1986 (con más de una docena de miembros más o menos duraderos) el grupo edita en 1987 su disco de debut ‘Scum’ veintiocho pildorazos arrojados en poco más de treinta y tres minutos que van desde “You Suffer” y su segundo y pico de duración a los menos de cuatro de “Siege Of Power” que además cuenta con la peculiaridad de estar ejecutado por dos formaciones diferentes para cada cara del álbum… y tampoco sería la definitiva ninguna de ambas.
Inestabilidad y creatividad
Earache Records confió en una banda sacudida por los cambios pero a la que la inestabilidad le aportaba una enorme dosis de originalidad creativa y calidad musical. Los tres primeros discos de Napalm Death fueron grabados por cuatro formaciones distintas y hasta una decena de miembros. Son, treinta años después, los mejores de la banda y se encuentran por derecho propio entre los más importantes para el desarrollo del metal como género, pese a que ellos cruzan la línea estilística para ramificarse por infinidad de sonidos.
Las cara A de Scum fue concebida y puesta en práctica como trío: Nic Bullen -voz y bajo-, Justin Broadrick -guitarra- y Mick Harris -batería. Doce temas de escasas duraciones, rápidos, contundentes, con una concentración de nuevos sonidos tan apabullante que su originalidad es aún más poderosa. Despúes se quedaría Mick Harris solo tras la marcha de Justin para crear nada menos que Godflesh y Nic Napalm para convertirse en el más avant-garde de los ex-miembros de Napalm Death, con una carrera plagada de creaciones que van más allá de la música.
Hay que destacar, por su contenido, “Scum” e “Instinct Of Survival” donde desarrollan en menos de cinco minutos en total, toda la filosofía musical del grupo, esa misma que el resto de píldoras mostraban de forma concentrada y marmórea. “Polluted Minds”, “Multinational Corporations” o “Control” establecen también los sólidos cimientos del sonido Napalm Death.
Harris se rodea para la cara B de Lee Dorrian, Jim Whitely y Bill Steer para el resto de temas. Se nota (o se cree notar) el cambio de formación, tanto a nivel vocal como creativo y de ejecución. Una mayor presencia y personalidad de la batería, donde Mick Harris ya demuestra quién es, así como que no se va a conformar mucho tiempo como baterista para Napalm Death. El juego de bajo y guitarra, más graves que en la cara A, son el soporte idóneo para la guturalidad controlada, pero furiosa, de Dorrian. Ninguno de los temas se acerca a los dos minutos de duración pero no hace falta más desarrollo. Si “Negative Approach” o “Success” tal y como están en el disco, seguidas, no son la definición total del desarrollo de su música que hicieron Napalm Death, entonces, nada lo puede ser.
Nuevo cambio de personal, entra al bajo Shane Embury, que estaba en Unseen Terror y habían metido la zarpa en la producción de la cara B de ‘Scum’. ‘From Enslavement To Obliteration’ (ya empiezan a bautizar sus discos con magníficos y retorcidos títulos) arranca con la apabullante “Evolved As One” para lanzarse a una vorágine de veintisiete temas en treinta y cuatro minutos.
Ahora las canciones, con independencia de lo que duren, se convierten en semillas que darán sus frutos a lo largo de la carrera de Napalm Death. La ralentización que se prevé con este comienzo es borrada de un zarpazo por “Its A Mans World” y corroborada por “Lucid Fairytale” otro de esos temas de un minuto que demuestran por dónde van a ir los desarrollos futuros del grupo.
La canción que bautiza el disco y “Worlds Apart” o “Unchallenged Hate” ratifican de forma bestial que Napalm Death y sus creaciones no son una banda más. Están creando algo nuevo, fresco, original e interesante. Están siendo el germen que hará crecer y evolucionar a cientos de bandas paralelas y futuras.
Habrá que esperar dos años a que saquen un nuevo disco y ¡cómo no! con una nueva formación. Lee Dorrian se marcha y nacerá Cathedral, Bill Steer se centrará en sus Carcass (con los que ya había sacado ‘Reek Of Putrefaction’ el mismo año que ‘From Enslavement…’) palabras mayores en ambos casos. Entran Jesse Pintado (de Terrorizer) y Mitch Harris a las guitarras, por primera vez la banda usa dos guitarristas y también por vez primera, hay miembros no británicos en el grupo. Y aparece por primera vez también Mark «Barney» Greenway como vocalista.
Pero no paran aquí los cambios. La parte musical llega más desarrollada, temas de mayor duración, solo diez canciones y con una estructura más sólida, en la que las variaciones no llegan en forma de nuevo corte sino enlazadas dentro del mismo tema de una forma más evolucionada y trabajada. Cierto es que se pierde algo de la frescura y originalidad de los discos anteriores, sobre todo ‘Scum’, sin que esto sea un detalle negativo, todo lo contrario, pone a Napalm Death en la lanzadera para el éxito.
El arranque con dos trallazos como “Vision Conquest” o “If The Truth Be Known” demuestran que ya hay un nuevo Napalm Death y llega cargado de sorpresas. Barney vocaliza, dentro de la guturalidad, mucho más que su antecesores, provoca así que el sólido mensaje que siempre lanza la banda, sea más claro aún.
El duelo de guitarras crea un muro ruidoso sobre el que percuten batería y bajo en una batalla para derrotar la apatía sonora. Estamos en 1990 y Napalm Death dejan, con diferencia, uno de los mejores discos de ese año, el mismo de Celtic Frost ‘Vanity/Nemesis’, Death ‘Spiritual Healing’, Deicide y su debut o Slayer con su absoluto ‘Seasons in the Abyss’.
Estabilidad y éxito
Mick Harris abandona el barco de Napalm Death en busca de nuevas metas musicales que le convierten en el más versátil, inquieto y evolucionado de los miembros de Napalm Death, con proyectos de la importancia y calado de Lull o los impresionantes Painkiller junto a John Zorn y Bill Laswell, sin olvidar su vehículo personal: Scorn. ¿Alguna pega?
Es sustituido por Danny Herrera y la formación queda con Mark «Barney» Greenway, Mitch Harris, Jesse Pintado, Shane Embury y Danny Herrera. Graban ‘Utopia Banished’ el último de los grandes títulos de la banda durante muchos años. El grupo se consolida como formación, añade legiones de fans, tienen su propia marca, pero parece que desde aquí parte de la magia desaparece y queda como un temprano canto de cisne para Napalm Death.
“I Abstain” quizá el mejor corte del disco, con permiso de “Demetia Access” deja un gran sabor de boca y provoca que se quiera más, algo que la banda da con otros trallazos como “The Worlds Keep Turning” o “Judicial Slime” sin olvidarnos de “Exile”. Un disco que planta cara a los tres primeros, y podría llegar a desbancar a alguno según el criterio personal de cada uno.
A partir de aquí esta formación consigue estabilizarse y grabar cinco discos más: ‘Fear, Emptiness, Despair’ (1994), ‘Diatribes’ (1996), ‘Inside the Torn Apart’ (1997), ‘Words from the Exit Wound’ (1998) y ‘Enemy of the Music Business’ (2000) que si bien mantienen al grupo en el top de popularidad no llegan a aprovechar la herencia de sus tres hermanos mayores ni del ilusionador ‘Utopia Banished’.
Tras la marcha de Jesse Pintado, el grupo decide volver a trabajar con una única guitarra y continúan aún así hoy en día tras grabar otros siete discos de entre los que solo destaca por encima de ellos ‘Utilitarian’ de 2012, un largo periodo de veinte años para volver a ilusionarse con un disco de Napalm Death del mismo modo que en los años ochenta. De hacer un top 5 podría entrar en él en dura lucha con ‘The Code Is Red’ (2005) aunque este no tiene la nueva frescura que aporta ‘Utilitarian’ sino que es una actualización de las propuestas del grupo.
No se trata de que la banda se haya estado mirando el ombligo mientras repiten los esquemas disco a disco, sino que la potencia, la creatividad, la originalidad, la frescura y la furia de los primeros cuatro discos fue tan contundente que su discos posteriores se resienten en la comparativa. El más reciente, ‘Throes Of Joy In The Jaws of Defeatism’ (2020) demuestra que las travesías del desierto sientan bien al cuarteto y supone casi una vuelta a los origines, un germen de ilusión sobre lo que aún pueden decir Napalm Death, una banda cuyo nombre está ligado al de la evolución y desarrollo de la música más interesante, sin ceñirse a etiquetas.
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