Cuando en 1968 Erich von Däniken escribió ‘Chariots of the Gods? Unsolved Mysteries of the Past’ y tituló su capítulo 4 ‘Was God an Astronaut?’ a buen seguro que no previó que treinta y cuatro años después, dos gemelos irlandeses iban a dar una respuesta rotunda y afirmativa a esa pregunta en formato de una de las bandas de rock más interesantes del siglo XXI.

Recordar su discografía (magnífica, evolutiva, potente, demoledora, increíble, excepcional… los adjetivos empiezan a sonar manidos) es una obligación tan necesaria como alimentarse y respirar… o mejor aún, como tumbarse en el césped una noche de verano y quedarse mirando a las estrellas mientras su música acompaña en ese interestelar viaje mental.

De finales por llegar y engañosos orígenes

Hace poco más de dos años (abril 2018) God Is An Astronaut editaban ‘Epitaph’, podría augurar el propio final de la banda, su canto del cisne, la crónica de su muerte, pero en realidad es el lugar donde el dolor, la desesperación, el lamento cobran gran importancia frente a la tragedia de la pérdida prematura de una vida que revela la vulnerabilidad de la inocencia frente a la dureza ocasional de la vida y la realidad.

Desde un punto de vista musical este disco bien podría servir de legado final del grupo.

Si bien hay que huir de términos como “madurez”, “definitivo” o “absoluto” que le quedan demasiado encorsetados, ‘Epitaph’ deja claro cómo God Is An Astronaut son capaces de darle la vuelta a todo lo que se esperaba de ellos y lanzarse por caminos que de nuevo hacen inútiles las etiquetas para temas como “Epitaph”, “Komorebi” o el inabarcable “Mortal Coil”.

 

Compuesto por el trío base (los gemelos Kinsella y Hanney) y ejecutado por ellos con aportaciones de varios músicos, como Jamie Dean que ya estuvo en ‘Helios Erebus’ y es de facto el cuarto pilar de GIAA, es ese disco que el devenir del tiempo pondrá a la derecha de “All Is…” y lo señalará como el más personal del grupo.

Jugando a despistar, a hacer todo menos aquello previsible, GIAA editaron en septiembre de 2013 ‘Origins’ un disco que no es el comienzo del grupo ni lanza al oyente a los inicios de la banda, ni supone una relación de temas que les influyeron. Podría ser su primer disco, pero es nada menos que el séptimo (sexto si se elimina el EP) y ya habían demostrado en sus anteriores trabajos que la búsqueda de la madurez artística es para ellos una labor vacua pues en su ADN está insertada y es la luz que les guía.

Un trabajo placentero y agradable que provoca sorpresa en ocasiones y siempre asombro.. «Reverse World» o «Transmission» son claros ejemplos de esa forma que tienen de moverse con libertad esquivando etiquetas. Y si un tema queda prendado en el alma es «Calistoga», poco GIAA en apariencia, pero total y absolutamente acertado, la demostración empírica de la genialidad del grupo.

A finales de 2008 publicaron el homónimo ‘God Is An astronaut’ y se convirtió en el nuevo gran disco de la banda. Casi a la altura del segundo, que resiste como su piedra angular y cogido de la mano del su debut, este quinto trabajo contiene todas esas canciones que pueden no ser titulares pero están listas para saltar a la cancha y resolver el partido en cuanto sea preciso, sin calentar.

“Shadows” es tan poderosa que pasa sin ruborizarse por un tema de “All is…”, densa, intensa y rotunda, tiene en “Echoes” más que su sosias, su Jano… éste es uno de esos temas que se van a escuchar sí o sí en un concierto de God Is An Astronaut. Eleva al oyente para dejarlo caer meciéndose entre guitarras para evitar el choque contra el suelo a base de fuerza y poder, de tensión y dureza.

Una maravilla para degustar en directo junto a “Suicide By Star”, “Forever Lost”, “Fragile”  y “From Dust to the Beyond” formando ese repóquer que hará la envidia de otros artistas y formará el paraíso de los seguidores.

Punto de partida: Las ideas muy claras

¿Cómo mejorar un debut discográfico si ya tienes un nombre maravilloso?… titulándolo con la aseveración de Wiston Churchill sobre la segunda batalla de El Alamein en la Segunda Guerra Mundial: «Now this is not the end, it is not even the beginning of the end. But it is, perhaps, the end of the beginning”,  ‘The End Of The Beginning’ (2002) puede pasar por un disco de madurez de muchas bandas, pero de nuevo ese adjetivo es innecesario para God Is An Astronaut.

El arranque homónimo agarra al oyente arrastrándole hasta el multiverso sonoro que la banda abre en unos pocos segundos  y que alcanza su cima, su gran cima, con “From Dust To The Beyond”, podría estar en el Top-10 del grupo hoy día y contiene esos tics, esos guiños, esos detalles, que hacen que cuatro segundos basten para oler las composiciones de GIAA.

Dos enormes temas que abren el disco y la puerta a ese mundo que son God Is An Astronaut y en el que dejan otras joyas maravillosas como “Route 666” o la televisiva, en 2007, “Fall From The Stars” que sirvió de himno a las retransmisiones de la cadena irlandesa TV3 de la Copa del Mundo de Rugby de ese año, pero que no terminó de calar a fondo ni en el grupo ni en los fans.

La banda no se dejó llevar por las ganas de seguir editando y tardaron casi tres años en volver a entregar un nuevo disco. La espera mereció la pena, así en enero de 2005 llega ‘All Is Violent, All Is Bright’ multiplicando por cien su anterior trabajo, la llegada de Lloyd Hanney empuja la música de la banda hacia la emoción, hacia sonidos que suenan unas veces tensos, otros amenazantes y siempre majestuosos.

 

“Fragile” abraza a quien esté dispuesto a dejarse arrullar como paso previo a la tremenda sacudida que se avecina. No para aquí la grandeza de este disco, “All Is Violent, All Is Bright” y “Forever Lost” continúan el imparable ascenso de GIAA en este segundo trabajo, parte la primera de esa falsa calma, superficial, que a duras penas consigue  contener la tensión y la furia que emerge poco a poco pero sin lugar a detenerse…

Mientras que “Forever Lost” es la perfecta banda sonora para recrear un vuelo de Ícaro con final feliz, llena de brillantez, alegría y esperanza… todavía tiene que llegar la increíble “Fireflies And Empty Skies” para componer ese bestial póquer de arranque… pocos discos pueden presumir de comenzar así de perfectos.

Un paso más y “Suicide By Star” podría ser la perla que toda banda busca, su tema insuperable, su composición más acertada, una canción que se mire por donde se mire es casi perfecta, llegó para quedarse y convertirse en ese tema que es imposible que no sea tocado en directo ¡¡¡ esa batería, por favor!!!, un final tan apabullante que de repente se corta porque seguir ascendiendo sería absurdo.

La perfección no es necesaria

En enero de 2006 presentan el EP ‘A Moment Of Stillness’, que sirve de puente para que en abril de 2007 llegue ‘Far From Refugee’. Tanto uno como otro, siendo grandes trabajos, adolecen de no suponer un paso adelante firme y rotundo como los dos primeros lo cual, para God Is An Astronaut, es como no haber avanzado.

Escucharlos es toda una experiencia sonora que sin embargo palidece al enfrentarla a los que les preceden y preparan a los seguidores de la banda para lo que vendrá a continuación. Ambos suponen un punto de inflexión, un lapso no exento de calidad, un aviso a navegantes.

Entre ambos dejan un reguero de temas que se adhieren al oyente sin dejar la más mínima posibilidad a deshacerse de ellos, “Frozen Twilight”, “A Moment Of Stillness”, “Far From Refugee” o “Tempus Horizon” plantan cara a sus hermanos más totémicos y aguantan la comparación sin llenarse de rubor, conscientes de su posición de segundas opciones para una setlist inapelable.

Apoyándose en esa línea y mejorando su dirección, editaron en 2010 ‘Age Of The Fifth Sun’, donde crecieron tanto en la composición, como en la parte de ejecución, en formato sexteto. Consiguieron así una ampulosidad enorme, una apertura total en maravillas como la propia “Age Of The Fifth Sun” o sobre todo “Worlds In Collision” de nuevo una de esas creaciones que cuando llegan a sonar en directo apabullan a la audiencia.

De nuevo God Is An Astronaut editan un disco muy sólido, un ejemplo de que en cuanto paran, toman un respiro y se centran, la calidad de sus discos aumenta de forma exponencial, marcándose como el trabajo que abrió la puerta al enorme crecimiento compositivo que vendría con los tres discos siguientes ya comentados.

Después de este rápido vistazo a la discografía de God Is An astronaut, insistir en etiquetar o clasificarles es una labor que debería resultar desalentadora. Una banda que, lejos de mantenerse como divas, mirándose el ombligo y repitiendo esquemas, buscan siempre dar un paso más allá en sus composiciones, insuflando en sus canciones, esas vetas que pueden arrancar finas pero finalizan anchas y dominantes, esas vetas que hacen que cada disco del grupo tenga algo nuevo que decir. Esperemos que llegue ese ansiado décimo disco y que suceda pronto.

Toni de Lola