ADIOS A MEGAUPLOAD, HOLA A LA HIPOCRESIA
Opinamos sobre el tema del momento
Vaya por delante que un servidor es quien menos puede opinar sobre el asunto de la descarga de archivos a través de Megaupload y sus pros y contras. Como simulacro de periodista, llevo la mayor parte de los últimos quince años recibiendo discos gratis, tanto de grupos que me gustan, como de grupos que me encantan, como de grupos que odio y desprecio. No tengo que rascarme los bolsillos cada vez que mi banda favorita saca un nuevo disco, como la mayoría de los mortales. Digo esto porque, estoy seguro de que en los comentarios que desatará este artículo alguien me tachará de incapacitado para hablar de estos temas dados mis “privilegios” como parte de ese odiado gremio que es el de los periodistas musicales. Pero eso no quiere decir que no deba hacerlo.
En apenas dos días que han pasado desde que la plana mayor que poseía y era propietaria de uno de los mayores sistemas de descarga de archivos del planeta, los ríos de tinta han corrido abundantemente. Mayoritariamente, la opinión generalizada ha sido la de que el cierre de Megaupload por parte de las autoridades norteamericanas y la posterior captura policial de sus responsables es todo un atentado a la libertad de expresión, al intercambio de la cultura, al progreso y no se cuantas cosas más. Los otrora sensatos justicieros de Anonymous dedicaron unos cuantos ataques de denegación de servicio hacia páginas clave como la del Departamento de Justicia estadounidense y los portales de varias discográficas. Incluso circuló un dantesco video en el que activistas de Anonymous en representación de la facción sudamericana del movimiento enviaban un ultimátum al presidente de los Estados Unidos, como si te tratara de una amenaza nuclear de Irán.
¿Nos hemos vuelto locos o qué?
Parece ser que el grupo demográfico que va de los 12 a los 25 años, habiendo crecido mayoritariamente en tiempos de música gratuita a través de Napster, Kazaa, Rhapsody, Emule, Bittorrent y en años más recientes el despropósito de Spotify y las páginas de descarga directa como Rapidshare, Mediafire, Hotfile y el propio Megaupload, ha perdido totalmente la noción de que aquello que están descargando es un producto comercial (aunque escueza a algunos) que ha supuesto una inversión y que tiene un valor económico determinado. Parece que el arte sale de la nada, se financia gracias al aire, y es un regalo de Dios a los humanos por ser tan majos, de ahí que podamos intercambiarlo libremente en aras de la propagación de la cultura. Vale, hasta aquí puedo llegar a entenderlo medianamente. A fin de cuentas, no es más que otra versión del clásico “el hombre corriente de a pie contra el gigante económico despiadado”. La gente considera, de algún modo, que para que los artistas que crean las obras se lleven céntimos de euro por cada copia que venden mientras que la discográfica ingresa la mayor parte del pastel, es mejor optar por saltarse el proceso de pagar por ello y ser legal propietario de una copia de la obra en cuestión. “Así aprenderán a no poner los discos a 20 Euros” que dirán algunos, no sin parte de razón. Una buena parte de la culpa de todo el fenómeno la tienen, sin duda, todos aquellos que ahora buscan una solución: desde las discográficas con sus disparatados precios sobre discos más que amortizados, a las productoras cinematográficas que te hacen pagar 25 euros por una copia en DVD de una película que ha sido un taquillazo. Si la gente puede elegir entre el procedimiento gratuito e ilegal o el costoso y legal, todos sabemos por cual se van a decantar. Si no hubiera equipos de seguridad a la entrada de los conciertos, o taquilleros en los cines ¿alguien pagaría por los espectáculos a los que acude? Creo que todos sabemos la respuesta.
De lo que la gente no se da cuenta es de que tan ladronas han sido las discográficas por poner precios absurdos a productos de calidad discutible como el tipo que se embolsa 175 millones de dólares en beneficios por traficar (y es la palabra más adecuada) con el trabajo de los demás. ¿Qué diferencia hay entre el vendedor de camisetas a 10 Euros que se sitúa fuera de un concierto y Megaupload? Ambos están haciendo negocio con las propiedades de los demás, sean marcas, nombres y artwork o canciones en formato digital. Estamos hablando de un tipo que tenía un avión privado. Mientras tanto, muchos de los músicos que tanto idolatramos viajan en destartalados autocares de gira por toda Europa, haciendo más conciertos que nunca, hasta que las fuerzas flaquean, la voz se rompe y todo lo que queda para ganar algo de dinero es vender camisetas a 30 Euros.
¿Es Megaupload el culpable de que el negocio de la música se lleve hundiendo doce años? Por supuesto que no. La cuestión va mucho más allá. Hace veinticinco años, todo lo que teníamos eran un manojo de bandas con una carrera de cierta consistencia, nuestros televisores, un campo donde darle patadas a una pelota, un concierto o dos cada mes, las primeras videoconsolas comercializadas y nuestros amigos para tomar cervezas en el bar Paco de la esquina. Está claro que hoy en dia, hay cientos de miles de bandas ofertando infinidad de opciones y sonidos, todo tipo de gadgets tecnológicos en los que gastar aleatoriamente nuestro dinero, quince o veinte conciertos al mes y una enorme cantidad de opciones de entretenimiento adicionales a través de la red. Donde antes 300 artistas vendían 30 millones de copias de sus discos al año, ahora se venden menos copias y el pastel se reparte entre 30 millones de artistas. Está claro que no hay dinero para todo y que la diversificación de oferta acapara mucho del sufrimiento económico de algunos artistas. Si OPETH hubieran existido en 1986, hoy serían asquerosamente millonarios e influyentes. Pero de momento tendrán que seguir agradeciendo que apenas mil personas quieran pagar por ver sus directos cada noche en alguna ciudad.
Megaupload no inventó la descarga de archivos por internet, pero si que era la plataforma más visible y reconocida, además de una que premiaba el volumen de descargas, influyendo directamente sobre el comportamiento de sus usuarios, que recibían compensaciones económicas o en especie, en forma de cuentas Premium de uso del sistema. Que hayan cerrado Megaupload no va a arreglar el maltrecho mundo del entretenimiento audiovisual, pues los tiempos están cambiando y la falta de adaptación de muchos de los gigantes del sector ha obligado a la gente a buscar sus propias alternativas (casualmente gratuitas, pero volvemos a lo del concierto y los seguratas…). Pero si que envía un toque de atención a todos los que han creído que las cosas son gratis o, mejor aún, que tienen derecho a la gratuidad de las obras en las que otros invierten su esfuerzo y dinero.
Hoy en dia, cuando las bandas autofinanciadas sacan sus discos por cinco euros y los fondos de catálogo de artistas de peso están a la venta por 6,99 la unidad en un Media Markt, no hay excusa económica para no pagar por la música. Y cuando una temporada de una serie, con cinco o seis horas de contenidos, vale apenas 20 o 22 euros tampoco hay excusa. Porque, mientras el comportamiento de la gente diezma una industria con todo el derecho del mundo a hacer dinero a cambio de ofrecer bienes de consumo, esa misma gente sigue gastándose cuatro euros y pico en una cajetilla de tabaco, ocho en un cubata y una pasta en sus respectivas conexiones a internet. Algunos, ilusos, también se gastan diez euros en Spotify pensando que con eso ya hacen su justa contribución a sostener el negocio de la música. Y mientras si que es cierto que los modelos de subscripción son el futuro más sensato para el negocio de la música, pagar 10 euros al mes por acceder a un enorme catálogo de música online es menos vergonzoso. Y lo dice alguien que es miembro de Spotify y paga cada mes, aunque solo sea por motivos meramente prácticos (os sorprenderíais de lo torpes que son algunos responsables de promoción de las discográficas a la hora de hacer sus envíos a tiempo o de hacerlos, en general). Eso no quita que siga soltando una cantidad de dinero “normal” en discos, DVD’s, libros y demás productos relacionados con la música. Seguramente menos de lo que debería, pero con la tranquilidad de que no tengo la idea equivocada en mi cabeza. La música no es gratis. Tiene un valor. Quizá el modelo y el sistema siguen estando en el aire a día de hoy, pero lo que está claro es que intercambiar archivos de obras protegidas mediante copyright, no es un derecho, es una trampa que ha sido consentida durante mucho tiempo por oportunismos políticos, miedos a frenar el progreso tecnológico y simple parálisis mental de muchos de los que tendrían que haber puesto remedio antes de que sucediera lo inevitable.
Quien quiera seguir usando los sistemas de almacenaje de archivos encontrará otras decenas de opciones con las que enviar las fotos de su boda, el plano de su proyecto final de carrera a máxima resolución o la demo de su banda. Pero justificar que una empresa gane cantidades de dinero astronómicas con el sudor de otros es pura hipocresía. ¿Es malo que las discográficas se forren pero no es malo que un tipo como Kim Schmitz tenga una fortuna creada a partir de un acto simple y puramente ilegal?
Y, por último, para los que consideran que los músicos ya tienen suficiente dinero y no han de vivir en mansiones rodeados de cocaína y coches de lujo. Si se lo han ganado honestamente con su trabajo, tienen todo el derecho del mundo a ello, hasta reventar si quieren. Que su trabajo esté mejor pagado –en el caso de los que logran el éxito masivo- que el tuyo o el mío no es motivo de queja, más bien probablemente de envidia irracional porque ellos han logrado el sueño que muchos perseguimos. Creo que todos, o la mayoría, firmaríamos por vivir así. De modo que, como digo, mucha hipocresía.
Sergi Ramos
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Todo el movimiento que ha habido por el cierre de megaupload ha dado que hablar los últimos días, pero no es ni una mínima parte de lo que se seguirá hablando. Quizá por intentar entender un poco a todo el mundo, me mantengo en un punto intermedio de todas las opiniones que se han podido dar esta semana. El cierre por parte del FBI no es el fin de internet como lo entendemos, eso debería estar claro, y algunos hacen pura demagogia al respecto. Lo que puede hacer es sentar un precedente que no se sabe muy bien donde llevará, por mucho que algunos parezcan adivinos al respecto. Lo mismo pasa tanto con la ley Sinde o la SOPA (esta última más tajante y problemática), si es que finalmente se llevan a cabo, no sabemos dónde nos llevarán… pero de haberse llevado a cabo esta última hace años, probablemente no hubiéramos llegado ni a youtube, twitter, facebook, ni siquiera a google. Pero no, a día de hoy no se puede cerrar todo, sin más.
Por lógica, si han cerrado esta, pueden hacer lo mismo con todas sus clónicas, y alguna de ellas de hecho ha empezado a borrar de manera indiscriminada cantidad de ficheros sospechosos de tener copyright. Habiendo vivido la era internauta desde aquel mítico Napster, con los que METALLICA y otros estuvieron a matar (mientras otros lo apoyaron), los precedentes hacen pensar que en el futuro siempre habrá ‘algo’ nuevo. ¿Qué pasó tras el final de Napster? Pues que vinieron programas como Audiogalaxy, Soulseek, después Kazaa o eMule, Torrents, páginas de descarga directa como megaupload y otras… los tiempos y los programas corrían más que los propios usuarios, y a cada uno que veía su fin, le sucedía otro más moderno. Básicamente, se daba un paso atrás para dar tres hacia delante; y por mucho trauma que haya causado esto a algunos, no es la primera vez que ocurre algo parecido. Lo que pasa es que ahora está todo tan masificado, que se ha creado un revuelo mayor. ¿Se ha olvidado la gente del transcurso de la historia? De grabar cintas en cassette (o vhs las películas), pasamos a grabar los cds de música, lo que parecía un lujo al principio. Después, a grabar cds de mp3, y posteriormente dvds con lo mismo, para terminar almacenando discos en una carcasa, mientras entonces nos ocupaban una estantería. Igual que hace dos décadas no sabíamos a donde nos iban a llevar las tecnologías, ahora se puede jugar a ser adivinos, pero acertar es otro asunto.
Queda muy bonito decir “yo no me descargo nada”, o “no sé hacerlo, ni quiero”, pero el 99% de los usuarios de internet lo han hecho alguna vez, aunque fuera de prueba para ver si eso que descargaban merecía la pena comprarlo. Muchos lo han usado así, y otros tantos millones más lo han hecho de otra manera, con una avaricia que al final rompe el saco, y que de tanto descargar, terminan por tener tanto que no saben lo que tienen; y a la larga no lo disfrutan. Antes en un año podías escuchar X discos en un año, y ahora ese número es posible que se multiplique por cien, sin exagerar. Pero esa escucha puede que sea una o dos veces, no más. Internet se ha convertido en los últimos años en algo totalmente descontrolado, pero también hemos tenido gracias a ella acceso a cosas que hace veinte años serían impensables; descubrir grupos de cualquier rincón del mundo ha sido una ventaja a la hora de conocer más música. Haber intentado limitarlo hace años seguramente hubiera sido descabellado, pero a día de hoy es prácticamente imposible. Nadie puede ser consciente del poder real que tiene internet, ni del que pueden tener unos cuantos tras un ordenador. Y no son pocas las veces que el fenómeno de las máquinas se ha llevado a la gran pantalla, fuera ‘Terminator’, ‘Matrix’, o como el otro día recordé, ‘Juegos de Guerra’. En el fondo, da un poco de miedo a qué punto podemos llegar sin ningún tipo de regulación. Libertad sí, pero ¿no debería ser para todo el mundo?
El arte, a día de hoy, no está tan bien pagado a los artistas como a todo lo que hay alrededor de ellos. Y se quiera ver o no, el problema que en España cada vez vaya menos gente a los conciertos, está relacionada con el ‘todo gratis’. La gente se acostumbra, y simplemente opta por no pagar para ver un espectáculo en directo; y no me refiero precisamente a esos grupos grandes por los que la gente paga a ciegas sesenta euros. Tampoco digo que sea la única razón ni la más importante, pero sí una de ellas, todo es una cadena. Personalmente, me jode que haya muchos grupos, algunos conocidos, otros que puedo considerar amigos, que después de dejarse su dinero a la hora de crear un disco, no lo amortizan. Dicen que los grupos a día de hoy viven del directo, pero si llega un grupo de aquí, saca su álbum con el que apenas venden copias (hoy en día ya se sabe que lo justo), y da sus conciertos a un precio de risa… y ni aún así consiguen llenar una sala, ¿cuál es el problema? Y estoy harto de esa pandilla que se limita a decir que es que aquí no hay calidad, y por eso no se presta atención a los grupos. Pues no, porque la hay más que nunca, pero volvemos a lo de antes: si una persona en un solo día se puede hacer con veinte discos nuevos, no sé muy bien por qué dan más prioridad a un grupo de Kazajistán (por decir un sitio), que a otro de Albacete (por decir otro). Y en el fondo, se pueden llegar a escuchar sin prestar atención ni a unos ni a otros.
Muchos grupos han usado ese servidor (u otros) para poner a disposición del público sus trabajos, a modo de libre difusión, ahorrándose el coste de un sitio web propio; no son pocos también los que nos han hecho llegar a la web sus discos en ese formato. Pero también es cierto que hay muchos otros que no tomaron ese camino, y entiendo que tiene que tocar mucho la moral gastarte unos miles de euros en una grabación, y que el mismo día que ve la luz tu disco, esté colgado en cualquier página para que la gente lo escuche; la libertad de elección que tienen ellos de primeras, se les ve cortada de raíz. Pero ¿ver un disco nuevo rondando los veinte euros con los tiempos que corren? Ni tanto, ni tan poco, que después ya sabemos quienes se llenan los bolsillos, pero no todos los cds están a ese precio. El problema no es de los músicos, porque, volviendo a hacer referencia a la cadena que citaba, ellos son uno de los últimos eslabones.
En este caso, el dueño de megaupload y sus socios, tenían no sé cuantas propiedades, coches de lujo y demás historias multimillonarias. ¿Hasta qué punto es eso justo? Algunas opiniones dicen que los culpables de la piratería son los que suben esas cosas de manera ilegal; pues no, el primer responsable es el que permite que se suban esos archivos a su sitio, en este caso, el señor Kim Dotcom, el primer eslabón de la (famosa) cadena. E igual que él, todos los que han subido a esas páginas contenidos con derechos de autor. Sin ella, no sería posible el supuesto delito. Lo que tampoco tiene mucho sentido es que haya tomado medidas para el asunto un país que para otros asuntos aparta la mirada. Vamos, que podemos llegar a un punto donde esté mejor visto la posesión de armas y que alguien se líe a tiros, antes que descargarse un disco o película. Y tanto allí, como en España y en el resto del mundo, hay algo en la justicia que falla, y todo es culpa del dinero y la avaricia, que cada día echa un poco más a perder este mundo. Ese sí debería ser un problema para las autoridades que tienen el poder, pero prefieren centrarse en casos como el del famoso megaupload. Ilógica pura y dura.
Dinero, que por otra parte, ¿habrán perdido los usuarios Premium que han enriquecido a todos los miembros de megaupload? Parece ser que no, pero no todo en ella era piratería, y no me refiero solo a los grupos que lo difundían de manera gratuita. No son pocas las personas que usaban esa página (y otras derivadas) para usarlo a modo de disco virtual, y tener allí copias de seguridad de sus propios trabajos, fotografías y un sinfín de cosas. Sin ir más lejos, un servidor lo ha usado para transferir fotos y archivos a muchos grupos, ¿soy por eso un criminal, cuando era bajo su consentimiento? Incluso algunas bandas lo usan para transferirse riffs, ideas, demos, que estando en la distancia son de lo más útil. Pero no, todo lo han ceñido al tema piratería y a los millones que está perdiendo una industria (que vive anclada en el pasado y que por eso se hunde).
Lo dicho, intento entender un poco a todos, y de ahí mi postura intermedia, pero algunos se están pasando dramatizando con el asunto, como si fuera la primera vez que pasa algo así. ¿Se acabará el mundo en 2012 como decían los mayas? Si así es, no será porque cierra megaupload, pero hay razones de sobra que pueden llevar a ese fin. Lo malo es que ni los internautas ni el FBI las prestan atención.
Varo
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