Saxon: «Guardamos bien los trapos sucios»
Saxon son como el oro: cuando el mundo se vuelve loco y estalla el conflicto, el oro, algo estable, tangible, perpetuo, sube de valor. Pasen las décadas que pasen, haya los cambios que haya en el metal, en el mundo, en cualquier aspecto de nuestra existencia, Saxon suben de valor.
Su inmutabilidad les hace respetables del mismo modo que hace algunas décadas les hacía despreciables para un sector del electorado heavy. Pero es que la banda capitaneada por Biff Byford es tremendamente honesta y hace lo que mejor sabe hacer. Sin experimentos ni concesiones interestilísticas.
‘Carpe Diem’ es el nuevo paso en firme del grupo. Liderados por un incombustible Biff Byford recién salido de una operación de corazón, con 71 años de edad y capaz de aguantar conciertos de dos horas con un abrigo bajo el calor de los focos y las llamaradas sin siquiera alterar la expresión facial, Saxon llevaban décadas sin cambiar de formación.
En un momento en el que muchas bandas han pasado a ser cuasi bastardas -o a no tener ningún miembro original y girar en las configuraciones más irrisorias posibles, Saxon siguen manteniendo a Nibbs Carter como bajista tras treinta y dos años, a Doug Scarratt como guitarrista tras veintiséis años, a Nigel Glockler como batería desde 1981 (sí, cuando lo de Tejero, para que os situéis), y a Paul Quinn como guitarra desde el inicio, allá por 1977. Si alguien puede dar un par de lecciones sobre gestión de conflicto y estabilidad, esos son Saxon.
No ha sido una época fácil para ellos, igual que para ninguna otra banda sobre la faz de la tierra. Su última gira al uso fue en 2019. Desde entonces apenas unos pocos conciertos pre-pandemia en 2020 y un estruendoso silencio hasta el Bloodstock de agosto de 2021. Desde entonces, apenas tres fechas en Alemania y el Reino Unido. Eso sí: ha habido tiempo para preparar este nuevo ‘Carpe Diem’, para un disco de versiones como el ya analizado en estas páginas ‘Inspirations’ de 2021, y para un disco en solitario de Biff (‘School Of Hard Knocks’) y muchos proyectos más de sus miembros. Nadie puede acusar a Saxon de acomodados.
Para plantear el retorno a la actividad discográfica habitual de la banda no queríamos hacerlo de cualquier manera. Tras todo lo acontecido, quisimos hablar con los cinco componentes de Saxon, quienes nos atendieron por separado pero con los que hemos montado una pieza conjunta que aporta más claridad a la hora de analizar el proceso de grabación de ‘Carpe Diem’, su gestión de la pandemia, el efecto que la crisis de salud de Biff Byford tuvo en los miembros y varias anécdotas de esas que solo suceden cuando pones a cinco músicos afables con casi 200 años sumados de experiencia en la carretera.
Una etapa llamativa…
Ha sido una temporada convulsa. ¿Cómo ha resultado eso en el tono general de ‘Carpe Diem’? ¿Cómo habéis gestionado este periodo de incerteza?
Biff: Tuvimos más tiempo que en otras ocasiones. Las baterías y las guitarras rítmicas se hicieron antes, así que hubo más tiempo para trabajar en melodías y letras. Grabé mis voces en mi propio estudio con mi hijo actuando como ingeniero, por lo que tuve algo más de tiempo para pensar en las letras y las melodías. Nuestro único deadline era acabar el disco. No teníamos una gira o una fecha de edición inminente.
El álbum tiene un tono positivo. Queríamos que tuviese mucha energía y que fuese excitante. Pienso que la manera en que grabamos y compusimos -así como la producción de Andy Sneap junto a mí- dio lugar a un disco más excitante. Todo el mundo estaba muy motivado esta vez.
Doug: Yo he tenido suerte porque tengo un estudio en casa y mi hijo es ingeniero de sonido. Cuando comenzó el confinamiento tuvimos claro que nada iba a suceder durante, al menos, seis meses. Llevo mucho tiempo en el negocio de la música y viejos amigos se fueron poniendo en contacto conmigo para hacer cosas juntos. Mi hijo también toca la batería además de ser ingeniero, así que estuve ocupado. Compuse con Nigel para otros proyectos también. Fue bueno hacer cosas más diversas además de Saxon.
Ten en cuenta que las guitarras rítmicas de ‘Carpe Diem’ las grabamos en noviembre de 2019 y las cosas se pusieron en espera al enfermar Biff, aunque seguíamos trabajando en segunda línea. Pasaron unos meses y comencé a trabajar en mis solos y a enviárselos a Andy.
El no estar de gira ha sido un problema a nivel financiero, pero tuve algunas ayudas del Gobierno británico y eso sirvió para rellenar algunos huecos. También te diré que tras tanto tiempo girando no ha sido malo descansar una temporada.
Nigel: Físicamente lo he gestionado bien, porque tengo un kit electrónico y eso me permite ir practicando sin mucho problema. Profesionalmente he estado haciendo sesiones para varios artistas y eso me ha tenido entretenido. La realidad es que solo hemos hecho dos shows en 2021 y espero que 2022 sea mejor. Por otra parte, ha sido bueno estar en casa una temporada. Lo que más he echado de menos es ver a mis amigos e ir al pub con ellos. Ocasionalmente veía a gente en la playa, en lugares bien ventilados, porque vivo en la costa… pero poco más.
Paul: Entiendo a la gente que dice que la salud mental se ha resentido en este tiempo. Nosotros al menos hemos tenido la música para sacarnos adelante.
Esta es la primera vez en que habéis trabajado de manera totalmente remota. ¿Cómo habéis gestionado ese cambio operativo?
Biff: No siempre estamos juntos en el estudio como en los años ’80, pero normalmente solemos grabar todo en el estudio de manera presencial. En ese sentido, sí, este ha sido el primer disco que hemos grabado cada uno por su lado. No creo que cambiase demasiado las cosas, porque ya habíamos estado ensayando las canciones juntos en el año 2019. Estábamos familiarizados con lo que suponía interpretarlas juntos.
Todo fue como la seda y todo el mundo conocía sus partes muy bien. Nigel y Nibbs grabaron batería y bajo muy pronto tras los ensayos y Doug y Paul estuvieron en el estudio de Andy Sneap en abril de 2020. La estructura básica estaba hecha muy pronto. Lo único que faltaba era meter los solos de guitarra y mis líneas vocales. Por el camino hicimos el disco de versiones ‘Inspirations’ y yo hice el disco en solitario, así que ha sido una temporada ciertamente muy ocupada.
Doug: Es la primera ocasión en que hemos trabajado así. Todo lo que he grabado en los últimos tres discos ha sido presencialmente en el estudio de Andy Sneap, así que esta era la primera vez en que lo hacíamos todo remoto. Al tener a mi hijo como ingeniero tenía tiempo de toquetear cosas y experimentar con los sonidos, aunque luego Andy hace sus cosas cuando le enviamos el material. Pero hubo tiempo para probar cosas con la colocación de los micros y hacer ruido sin que los vecinos me echasen de casa. Tenemos un estudio bastante bien insonorizado, por suerte.
Nibbs: Tengo una habitación en casa con un piano, un bajo, una guitarra y material para grabar buenas demos. Le envío material a Biff sin parar hasta que me dice “esto funciona, esto no funciona”. Cuando encuentra algo que le gusta, me dice “¿puedes extender esta sección?” o “¿puedes ser más animal en esta parte?”.
Tenemos un acuerdo mediante el cual yo toco, toco y toco, lo grabo y el escoge el material que hace que sus oídos digan “ahá”. A partir de ahí refinamos. Llevamos trabajando así desde ‘Sacrifice’. Por entonces aún quedamos todos para hacer alguna jam, pero mayormente ya iba trabajando de este modo. Desde 2013 hemos trabajado con este sistema. No ha sido un gran cambio para mí trabajar del modo que lo hemos hecho en esta ocasión.
¿Tenéis cierta nostalgia acerca de grabar los discos como en los viejos tiempos pese a que la grabación digital ha supuesto una reducción de costes respecto a los años ’80?
Paul: Yo prefiero no tocar por separado como hemos tenido que hacer en este disco. Estábamos por todas partes: Alemania, Reino Unido en varias ciudades… pero como hemos tocado juntos durante tanto tiempo entendemos qué es lo que pueden hacer nuestros compañeros de banda sin necesidad de estar en su presencia. Quizá introduces un fill de batería con un lick de guitarra y así parece todo más natural.
La salud es lo primero
‘Carpe Diem’ tiene un nuevo significado para ti y para todos nosotros, en general, después de lo que ha pasado en este tiempo ¿no?
Biff: Creo que la vibración ahora es más positiva. No tenía ninguna prisa a la hora de componer las canciones y, de hecho, hubo un par de ellas a las que le cambié el título y la letra por completo. Tienes que ser realista con lo que te rodea mientras compones.
Biff es un coloso, es como un vikingo. Siempre imperturbable. ¿Cómo vivisteis el susto de salud que tuvo en 2019 cuando tuvo que ser operado del corazón?
Doug: Pasamos mucho miedo. Fue un momento horrible. Él siempre ha sido un tío muy duro, muy fuerte, y es muy difícil ver cómo de golpe cambia todo repentinamente. Pero son cosas que pasan. Todos estamos en una edad en la que cualquier cosa podría pasar (risas). Pero aún con todo fue un shock. Aunque intentemos mantenernos en forma y cuidarnos, pueden pasar cosas. Biff ha podido superarlo.
Nigel: Todos estamos muy agradecidos de que Biff saliese adelante. A estas alturas de la historia de la banda, las cosas se podrían acabar mañana mismo. ¿Quién sabe? Podría haber una discusión terrible entre nosotros y acabarse todo o alguien podría tener un problema de salud grave.
Paul: Biff y yo, más que el resto, hemos pasado de la edad de jubilación hace tiempo. Hacemos esto por entretenimiento más que por necesidad. Aun así fue un susto.
Nibbs: Hubo miedo, pero cuando conoces a Biff sabes que, si la operación de corazón iba bien y los cirujanos podían tratar el problema, saldría adelante sin problema. Esencialmente tuvieron que coger material de las venas de sus piernas y usar eso para dirigir el flujo sanguíneo adecuadamente. Después de eso, todo era cuestión de que Biff se medicase con lo que necesitase y se diese unos meses de reposo.
Exactamente seis meses después de la operación estábamos subidos al escenario de nuevo. En esos meses íbamos hablando y unos dos meses después de la operación, Biff ya se levantaba y caminaba, aunque tenía algunas dificultades. El miedo se fue en cuanto vimos que podía valerse por sí mismo, que nos llamaba por teléfono y que nos pedía demos para comenzar a cantar de nuevo y poner a prueba sus capacidades. A partir de ahí fue recuperando poco a poco y todo fue mejorando.
Yo estaba en California en enero de 2020 para una conferencia de la industria de la música que se celebra allí, el NAMM. Había como 50.000 personas asistiendo a lo largo de varios días y pensé “guay, todo va bien”. Hice mis compromisos con mis patrocinadores y volví a casa pensando “qué bien, veré la televisión con mi esposa y me relajaré un poco”. Entonces comenzaron a hablar de aviones que venían de China eran derivados a otros aeropuertos en lugar de al de Los Angeles. Ahí dije ‘uhm, algo sucede’.
Volví a Alemania a finales de enero de 2020 y entonces comenzamos a preparar el show de Dusseldorf en marzo de 2020. Faltaban cinco semanas y lo único que escuchabas en TV era “covid, covid, covid, China, China, China”. El concierto tenía las entradas agotadas con 5.000 personas y era la primera actuación de Biff tras la operación de corazón. Era un día importante. Biff quería hacerlo pero necesitaba dos shows para calentar. Cerramos dos shows en Eindhoven y Antwerpen el 4 y 5 de marzo, de modo que Biff pudiese ir asentando su voz de nuevo. Se agotaron en un momento y la atmósfera era absolutamente eléctrica. No estaba siendo una vuelta a la actividad calmada (risas).
Cuando nos dimos cuenta Biff estaba saltando en el escenario. Volvimos al hotel, nos congratulamos por el éxito y fuimos a Düsseldorf a hacer el show del 7 de marzo de 2020. Una semana después se cerró todo en Alemania. Cerca de Düsseldorf hubo uno de los primeros contagios masivos de covid y recuerdo que al entrar en el palacio donde hacíamos el show apenas te pedían que te lavases las manos con hidrogel. La gente estaba haciendo crowdsurfing y pasándoselo en grande sin saber la que se venía encima. Es curioso pensarlo ahora con la perspectiva del tiempo. Fue el último show que hicimos hasta el Alcatraz Festival y el Bloodstock de 2021.
Canciones como “Remember The Fallen” recuerdan a los que han fallecido en éstos dos años. El propio título del disco va en ese sentido también. Biff, ¿cómo ha coloreado todo lo sucedido tu enfoque para hacer las letras?
Biff: “Remember The Fallen” es mi único tema sobre el coronavirus. Compuse esa letra bastante tarde y tuve dudas acerca de ello. Al final es una letra sobre recordar a las personas que se han ido por la covid, especialmente en el primer confinamiento cuando nadie sabía lo que estaba pasando y el alcance del problema. Evidentemente, no habría compuesto esa canción de no ser por el evento. Pero es la única totalmente marcada por ello.
Tú mismo has visto unas cuantas cosas en la vida: naciste en la posguerra y desde entonces ha habido infinidad de conflictos armados y políticos. Sin embargo, desde tu perspectiva, ¿vivimos en unos tiempos tan convulsos como parece vistos con perspectiva? ¿Tenías más miedo de lo que estaba sucediendo en esta ocasión que en otros momentos históricos previos?
Biff: No, la verdad. Lo que me afectó más fue el confinamiento. Tuve que intentar encontrar maneras de sacar una lectura positiva de ello. El hacer los tres discos que he hecho en ese periodo ha sido mi manera de gestionarlo. Eso ha sido mi via de escape. En lo que se refiere a ‘Carpe Diem’ la afectación ha sido mínima porque todo se compuso antes del coronavirus y, salvo alguna letra, todo es previo.
“Living On The Limit” es un tema algo thrashy en su riff. ¿Os gustaría endurecer el sonido de Saxon más en el futuro? ¿Se hace más duro tocar temas rápidos y duros con el paso de los años?
Biff: No, para nada. Cuando empezamos a trabajar le pido a los chicos que me envíen sus riffs de guitarra y yo escojo los que me parecen más aptos para el disco. De ahí nacen las canciones. No hubo un momento en el que decidiésemos hacer un tema más duro. Simplemente ese riff me gustó, me pareció excitante y desarrollamos a partir de ahí. “Living On The Limit” es un tema que trata sobre encontrar adrenalina, algo que ha sido bastante escaso en los últimos dos años. “Supernova”, por ejemplo, habla de física y del sistema solar.
Doug: No es que queramos ser thrashy, pero nos gusta ser muy versátiles. Las canciones que hacemos más duras no necesariamente son rápidas, pero sí que tienen una determinada atmósfera.
Paul: Siempre hemos compuesto temas rápidos. “20.000 Feet” no es lenta. “Heavy Metal Thunder” no es lenta. Los arreglos son más complejos hoy en día, pero aún sabemos mantener el ritmo. Dado que tenemos al batería más loco del mundo, terminamos tocando más rápido de lo que deberíamos. Nigel es un monstruo.
Nada perturba su sonido
¿Os sentís limitados tocando siempre un género de música encorsetado como es el heavy metal clásico?
Nigel: A mí siempre me ha gustado el prog. Mi banda favorita es Genesis. Y mi segunda favorita son los italianos PMI. Normalmente practicaba con PMI todo el maldito día cuando aún vivía con mis padres. Hoy en día escucho mucha fusión y mucho jazz. No suelo escuchar metal para nada. Pero lo que escucho es algo que intento aplicar al heavy rock.
Nigel, tu tocaste con GTR y Steve Howe a mitad de los ’80 así que tus credenciales prog están ahí para la posteridad. Desde la perspectiva de batería, ¿es aburrido el metal, en general, si lo comparas técnicamente con el prog?
Nigel: Para nada. Hay grandes baterías de metal. Pero a mí me gusta tocar otras cosas aparte del metal. Lo que estoy viendo en estos tiempos es que tanto el pop como el metal son muy genéricos. Todo suena igual. Una de mis bandas favoritas actualmente son Evergrey. Me parecen creativos. Tengo todos sus discos y nunca me aburren. Siempre hay algo sucediendo en su música que me mantiene atento. Pero muchas otras bandas de metal me parecen extremadamente genéricas hoy en día.
¿Hubo algún tema más difícil que otro?
Nigel: Cuando tocas material sincopado con el doble bombo a veces te puedes meter en un jardín sin querer. Pero hay un tema que se llama “Lady In Grey” que me hizo ver que es más mantener la sincopación en una velocidad alta que en una velocidad baja. Cosas así. Lo que hace Evergrey sincopando los riffs y los bombos me parece maravilloso porque es tremendamente difícil. Cuando toco rápido puedo darle caña a los bombos y no liarme pero al ir lento sufro más.
Pasasteis muchos años trabajando con Charlie Bauerfiend y ahora lleváis una buena temporada trabajando con Sneap. Andy ha redefinido el sonido del heavy metal en los últimos veinte años. ¿Qué debe tener un productor para que trabajéis con él?
Biff: Andy hace que Saxon suenen como Saxon. Ese es su secreto. Andy no cambia ni intenta cambiar a la banda como hacen otros productores. Él trabaja con nosotros desde las demos iniciales, conoce nuestro sonido y se dedica a pulirlo sin quitarle la esencia. Es lo mismo que ha hecho con Judas Priest en su disco más reciente. Él sabe lo que los fans de Saxon esperan escuchar en un disco de la banda y ese es su secreto.
Es un gran ingeniero de mezclas, en primer lugar, pero cuando produce o co-produce, como en este disco, le doy confianza para hacer muchas cosas. Él y yo pensamos de manera muy parecida en lo que se refiere a sonidos de guitarra o sonidos de batería así que podemos dejarle las grabaciones hechas, largarnos de gira y sabemos que hará un gran trabajo. Es un gran productor para Saxon.
Tuvimos productores en el pasado que intentaban que Saxon sonasen como otra banda. Especialmente a finales de los ’80. No es el caso con Andy. Si algo no le gusta nos lo dice, evidentemente. Pero eso suele pasar en los primeros compases de la preparación del disco.
¿Cómo gestionas la crítica a estas alturas de tu carrera?
Biff: Si alguien tiene una sugerencia, yo lo intento. De eso va estar en el estudio. Si alguien me dice que intente un fraseo de una manera distinta a la que estoy haciendo, lo intento. Siempre y cuando funcione en el resultado final del disco. Lo mismo sucede con las guitarras. Se intenta todo. Somos una buena banda porque estamos abiertos a sugerencias y entendemos las críticas. Después de 40 años ahí fuera estamos muy bien preparados para gestionar la crítica. Cuando estás expuesto, o pones el mentón para recibir los puñetazos o mejor no te expongas.
La gestión de Saxon de sus conflictos
Recientemente hemos visto que Judas Priest, otro de vuestros coetáneos en el heavy metal británico, estaban en los titulares por su decisión de hacer de la banda un cuarteto (Biff ríe discretamente). Esto me hace pensar que la última vez que Saxon tuvieron algún drama fue con la salida de Steve Dawson de la banda y de eso ya hace 35 años. ¿Son Saxon individuos muy aburridos o simplemente sois muy buenos manteniendo los trapos sucios bien guardados?
Biff: Siempre guardamos bien los trapos sucios porque lo que sucede en Saxon se debe quedar en Saxon. Así es como siempre ha sido. Los cambios de formación vinieron dados por diferencias personales de Steve Dawson y Graham Oliver conmigo. Teníamos un conflicto recurrente. Las discusiones en la banda son normales en el contexto de una grabación de un disco o una gira muy larga, pero creo que la gente necesita calmarse, reflexionar y volver a evaluar las cosas cuando están más tranquilos. Sino, las cosas se pueden poner muy volátiles rápidamente cuando estás en la carretera. Especialmente si la gente está cansada y ha bebido un poco.
Graham Oliver estaba editando discos sin decirle nada a nadie, lo cual fue una pequeña traición. Pero la historia está ahí para quien quiera leerla. Es evidente que muchas cosas no son ciertas y que la gente va cambiando algunas cosas pero, si lees mi libro, está todo ahí y es bastante cercano a la realidad de lo que pasó.
Doug: Podemos pelear o tener una discusión, pero nada es especialmente profundo. Quizá alguien te molesta en el bus porque se ha bebido las tres cervezas que habías escondido en un rincón específicamente para ti. Por suerte hemos estado bastante libres de dramas. Fue bastante sonado cuando entré en la banda. Era un hueco difícil para llenar, pero al final todo salió bien. El primer disco que hice fue ‘Unleash The Beast’. Antes de eso había estado en ‘The Eagle Has Landed Pt. II’, pero ahí no había ninguna composición mía, simplemente yo era el nuevo guitarrista. Tras eso pasé a ser un nuevo miembro de Saxon a efectos prácticos.
Nigel: Tenemos desacuerdos como cualquier banda. A veces nos gritamos y a la media hora somos los mejores amigos de nuevo. Pasa en cualquier trabajo ocasionalmente.
Nibbs: No diría que somos aburridos, pero no ganas nada poniendo a la gente de vuelta y media en los medios. Una banda es como una familia y siempre va a haber cosas incómodas, pero nos dimos cuenta de que la banda lleva muchos años junta, la música sigue siendo buena y ¿cuál es la finalidad de hundirlo todo? A la gente le gusta lo que hacemos y debemos hacerlo funcionar, cueste lo que cueste.
Justamente tras aquella controvertida salida de Dawson, Nibbs entró en el grupo. Aunque llevas 35 años en la banda, de algún modo aún pareces el último en llegar. ¿Cómo acabaste metido en Saxon a una edad tan temprana?
Nibbs: Durante cuatro años estuve trabajando como músico de estudio. No tenía planes de entrar en una banda profesional ni me planteaba nada por el estilo. Comencé tocando con mis amigos a los 14 o 15 años y poco a poco fui teniendo interés en tocar cosas de Thin Lizzy o Rush. Fui aprendiendo de manera autodidacta y a los 18 años me ofrecieron entrar en un grupo. La banda tenía que entrar al estudio de grabación y eso me puso en una situación muy distinta.
Grabé mi primer disco en una capilla reconvertida en estudio con una banda donde todos tenían diez años más que yo y tenían mucha más experiencia en la industria. Aprendí muchos trucos rápidamente. Saxon solían venir a ese estudio para grabar demos y los veía de vez en cuando. La gente del estudio me dijo que si podían ofrecer mis servicios a cualquiera que necesitase un bajista, algo que me pareció bien y me llevó a tocar como músico de sesión en varias ocasiones tocando desde pop a cualquier otra cosa. Eso fue bueno, porque no hacía siempre los mismos estilos: desde baladas a lo Jim Steinman a material más folkie. Pero los retos te ayudan a mejorar.
Saxon volvieron al estudio de nuevo para ensayar y la banda en la que yo estaba hizo un concierto en un club. Paul Quinn se unió a nosotros para tocar temas de blues y pensé que aquello fue muy guay. Poco después, el dueño del estudio me dijo que el bajista de la banda, Steve Dawson, se había ido de Saxon. Me sugirió “¿por qué no les preguntas si puedes unirte a la banda?”. Yo tenía diecinueve años y le dije que si estaba loco. Pero dos años después estaban de nuevo en el estudio y necesitaban un bajista. Me pasaron unos temas, los toqué y me ofrecieron grabar el siguiente disco de estudio.
Eso fue en 1988, alrededor de noviembre. Estaban preparando ‘Solid Ball Of Rock’, aunque aún no sabíamos ni el título. Tres o cuatro meses después, en 1989, tenían algunos shows que hacer y me llamaron. Fueron muy bien: el primero fue para unas mil personas en un club y el siguiente fue en un arena para tres mil personas. Dios, qué bien me lo pasé. Cuando das el salto de ver a tu banda como fan a verles desde dentro, pasas a formar parte del sueño y eso es una sensación muy bonita.
Al final de 1989 hicimos una gira con Manowar, Lizzy Borden, Sabbat y Fates Warning por Alemania y el resto de Europa y eso sí que fue un curso acelerado… Éramos los invitados especiales de Manowar en aquel cartel y los fans se volvían locos con nosotros cada noche. Me vi pasando de cero a cien en muy poco tiempo y en esos casos no tienes tiempo ni para pensar. Tuve suerte de poder lanzarme a ello y dar la talla.
¿Cómo recuerdas aquella primera gira como invitados de Manowar en plena era ‘Kings Of Metal’?
Nibbs: Fue divertido. Cada día era una fiesta y estaba tocando con una de las mejores bandas del mundo. Salir a tocar justo antes de Manowar significaba que el público seguía gritando nuestro nombre incluso después de irnos del escenario. Alguien nos dijo que quizá a Manowar no les gustaba eso, pero es lo que había. Es como un partido de fútbol. Les gusta mostrar su ego pero al final son profesionales, salen al escenario y hacen un gran show.
Lo que vino después, especialmente en la segunda mitad de los ’90, fue complicado para la banda a nivel de popularidad. ¿Cómo lo vivisteis?
Doug: No éramos tan populares, aunque no nos iba mal en Europa en aquel entonces. No me sentía como si estuviese en un barco que se hundía. Había una nueva química en la banda y las composiciones comenzaron a ir en una nueva dirección, aunque mantenía el tono del metal clásico. La química era buena entre nosotros, como se vio en ‘Killing Ground’ y ‘Lionheart’. Tuvimos la libertad de sonar algo más modernos. Es lo que pasa con las bandas: cuando entra sangre nueva todo se renueva. Nibbs (que ya llevaba un tiempo en la banda) y yo fuimos parte de un proceso que insufló nuevas ideas y creatividad al grupo.
Nigel: Tuvimos un periodo difícil a principios de los ’90 porque el metal perdió popularidad. Tuvimos una gira en la que hicimos 60 shows en UK, tocando en cualquier lugar solo para mantener vivo el nombre de la banda y poder salir adelante. Fuimos a teatros de todo tipo y tocamos en lugares donde nunca actúa nadie de modo que la gente se volvía loca. Al final superamos el periodo y salimos adelante con ‘Solid Ball Of Rock’, que funcionó de maravilla en Europa. Y menos mal.
Hablando de esos discos de finales de los ’80, te debo decir que al escuchar “The Pilgrimage” me estaban viniendo algunos recuerdos del sonido de aquellos trabajos, la época de Saxon en EMI.
Biff: “The Pilgrimage” tiene un cierto aire a “Crusader” porque tiene un arpegio de guitarra similar al principio. Lo compuso Paul Quinn quien, casualmente, también compuso el arpegio de “Crusader”. Me da la sensación de que es un primo lejano de “Crusader”, musicalmente.
¿Tenéis ideas que son demasiado marcianas para editarlas en un disco de Saxon?
Nibbs: Cuando estás en un confinamiento y no paras de tener ideas, hay muchas que no pueden acabar en un disco de Saxon. Las guardas y podrían usarse para otras cosas. Hay cosas que son muy abstractas para incluirlas en un disco de Saxon. Pero mayormente compongo con Saxon en mente y con las características clásicas de nuestro sonido. Eso sí, quizá uso un ritmo sincopado o algo que no es tan común o que se acerca al progresivo. Espero poder compartir algunas de esas ideas en los próximos meses.
¿Vas a hacer un disco en solitario, Nibbs?
Nibbs: Quizá es un disco compuesto por mí pero con otros músicos que no son Saxon. Me gusta tocar guitarra rítmica en las demos y me gustaría mostrar otras ideas musicales. He acumulado muchas ideas en los últimos tres o cuatro años y es bueno que la gente vea de qué otras cosas eres capaz fuera de tu zona de comfort.
Saxon siguen editando discos cada dos o tres años. Incluso con la pandemia en marcha tuvisteis la idea de hacer un disco de versiones para mantener el ritmo. La mayoría de bandas de vuestra era editan discos nuevos cada cinco o seis años, con suerte. ¿Quién impulsa que sigáis manteniendo un ritmo tan continuo y constante?
Doug: Pienso que todos nos sentimos igual en ese sentido. Creo que si te limitas a girar con los clásicos -aunque nosotros tenemos muchos clásicos y podríamos hacerlo- te acomodas y te estancas. El componer nuevas canciones mantiene las cosas frescas e interesantes para nosotros como banda. Si pasas a tocar el mismo repertorio siempre, terminas cansándote.
Toda la banda sigue disfrutando de hacer nuevos discos. Incluso fue divertido hacer el disco de versiones, ‘Inspirations’. En ese momento todo estaba muy raro, la gente no socializaba demasiado… pero como nosotros éramos una burbuja única, podíamos trabajar y quedar. Estuvimos viviendo juntos un par de semanas en una casa de York que alquilamos y eso nos dio energía. Tocar canciones que hemos disfrutado en algún momento de nuestras vidas nos ayudó a mantener el espíritu.
Por otra parte, tenemos suerte de que en esta banda todo el mundo compone, en mayor o menor medida. Por eso podemos seguir haciendo discos. Todo el peso no recae en una sola persona.
Paul: Nos tenemos más respeto que otras bandas de nuestra era. No suele haber desacuerdos. Biff toma las decisiones finales de cada disco y escoge los riffs con los que trabajar en sus letras.
¿Cuál ha sido el mejor y peor momento de la carrera de Saxon?
Paul: El éxito casi instantáneo de ‘Wheels Of Steel’ que nos llevó de ser una banda de clubs a tocar en Donington. Fue un subidón tremendo. Tuvimos suerte de que nadie se cayese por el camino con una subida tan espectacular. A partir de ahí tuvimos la carrera que muchos músicos sueñan. La peor parte fue, seguramente, cuando EMI decidió no seguir con nosotros a finales de los ’80. Fue un jarro de agua fría. Casi no éramos una banda por entonces.
¿Por qué motivo?
Paul: Hmm… no vendíamos suficientes discos para lo que esperaba EMI. ‘Innocence Is No Excuse’, ‘Destiny’ y ‘Rock The Nations’ no funcionaron como se esperaba y además perdimos nuestro camino e identidad en cierta manera. Los ’90 los dedicamos a reencontrarnos y saber quienes éramos. Cuando Nibbs entró en la banda todo cambió.
¿Qué recuerdo te queda de aquellos discos en lo musical?
Paul: No me acaban de gustar los sonidos de batería en discos como ‘Rock The Nations’. No creo que fuese un mal periodo como compositores, sino que los sonidos y lo que se esperaba de nosotros no era lo adecuado.
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