Don Airey (Deep Purple): “Las cosas llegarán a su fin naturalmente. Pero ese día no termina de llegar»
Pocos teclistas, con la salvedad de Jordan Ruddess, Rick Wakeman o Jonathan Cain, mantienen una posición tan prominente en el mundo del rock como Don Airey.
El eterno músico de sesión que Gary Moore y Ozzy Osbourne se turnaban en los 80 y que ha tocado con todo el mundo, desde Rainbow a Whitesnake, finalmente optó por la tranquilidad de ser el hombre de los teclados en Deep Purple después de la retirada de Jon Lord, una de sus principales influencias.
Airey, con una identidad tan asociada a instrumentos como el Mini Moog y los primeros sintetizadores, acaba de editar un disco en solitario titulado “One of a Kind” con una banda que rockea de manera muy solvente. Anteriores obras como “K2” son pequeños trabajos de culto y este nuevo trabajo en solitario no tiene desperdicio. Sergi Ramos charló con el británico sobre su nuevo trabajo de estudio y muchos más temas para esta entrevista a Don Airey (Deep Purple).
¿Como ha surgido “One of a Kind”?
El disco fue un pequeño accidente. Una vez al año me junto con mi banda y tocamos en varios clubs. Es una banda ocasional, vaya. Tocamos en un festival y Phil Lanzon de Uriah Heep nos vio y me dijo que deberíamos grabar algo juntos.
Me junté con Simon y Carl y compusimos algunas canciones, además de las que ya teníamos de otros proyectos. Encontré un pequeño estudio y cuando podía juntaba a los chicos y grabábamos dos o tres canciones. Todo el disco se hizo a base de distintas piezas aquí y allá, no fue algo continuo. Teníamos que encajar las agendas de todo el mundo, claro.
No había un gran plan. No tenía ningún contrato discográfico sobre la mesa. Lo que quería era que si alguna vez volvíamos a girar, tuviésemos algo de producto que vender. No esperaba que Ear Music diese el paso de ficharnos. Le puse el disco a Max Porcaro después de un concierto de Deep Purple y me dijo que podían editarlo si quería. Así salió todo.
El disco suena bastante cohesivo pero a la vez, cada canción es de su padre y de su madre. ¿Prefieres trabajar en pequeñas sesiones como con este disco o el método de la vieja escuela donde te pasabas seis meses en un estudio?
Tienes que hacerlo según vienen las cosas. Yo prefiero dedicarme un largo tiempo a grabar pero grabar es muy caro y tienes que trabajar rápido y de manera eficiente, tal y como hemos hecho. Las pistas de base están grabadas en dos o tres tomas, sin que la banda las hubiese tocado jamás previamente. He compuesto algunas partes de bajo y batería para los músicos para ir avanzando, de hecho.
Entonces, ¿pagaste el disco de tu bolsillo y luego lo moviste entre algunas compañías, incluyendo Ear Music?
No llegamos a ese punto. Max me dijo ‘qué estas tocando?’. Le puse un par de canciones, me dijo que le gustaba y me fui a Hamburgo a enseñarle el disco completo cuando estuvo acabado. Eso fue todo. Podría habérselo puesto a más gente, si, pero me lo compraron al primer intento así que no hizo falta.
¿Le pusiste el disco a alguno de tus compañeros de Deep Purple?
No, nadie lo había escuchado. Solo el ingeniero y los chicos de mi banda. Era como una especie de proyecto secreto (risas).
Rockeando a los 70 como en los 70
Los discos de teclistas suelen ser más inspirados que los discos de bateristas. Aun así, tengo que decirte que el disco me ha sorprendido gratamente porque es bueno. No es una colección de sobras substandard para rellenar el tiempo. Canciones como “Victim of Pain” son muy buenas. Tiene que venir un tío de setenta años a enseñarnos como suena el hard rock clásico, cuando hay un millón de bandas nuevas por ahí.
Bueno, y lo que muchas de esas bandas tocan no es ni siquiera en directo. Es todo grabado. Hay un tío con Pro Tools debajo del escenario. Las cosas están muy mal en el rock, te lo aseguro. Esto es un proyecto de cinco ingleses que quieren rockear, sin más. No tenemos mayores pretensiones.
¿Qué te parece la gente que critica que Ian Gillan no llegue a los viejos tonos con 70 y tantos años pero se traga a un montón de bandas que usan grabaciones en directo?
Gran parte de culpa la tienen las redes sociales. Muchas de las críticas ya no están hechas por profesionales del periodismo. Cuando un profesional te hace una mala crítica, incluso de eso aprendes algo si está bien escrito. Mucho de lo que lees en las redes sociales está tan mal escrito y tan mal articulado que no tiene utilidad ninguna. La gente no está argumentando nada, simplemente está expresando opiniones totalmente personales. Al final, lo que quieren decir cuando dicen que Ian canta mal es que querrían ser ellos los que cantan. Que ellos lo podrían hacerlo mejor. Debajo de todo, ese es el resumen. Gente amargada soltando sus pensamientos sin más.
¿Qué equipo has usado en el disco? Hay mucho Hammond, pero también tienes sonidos de Moog y otros viejos sintetizadores. ¿Qué has usado en concreto?
He usado el Hammond A-100, a través de una pantalla Marshall. El solo de ‘Victim of Pain’ se hizo con un Moog Voyager, la versión nueva del Mini Moog. Antes de acabar las sesiones, me compré el nuevo Mini Moog, la reedición, y lo uso en un par de canciones. Las partes de piano las he hecho con un PC3K8, el habitual que suelo usar siempre. He usado un Roland Integrer también. En total tres o cuatro teclados realmente, no mucho más.
El Mini Moog y el sonido del pasado
Cuando escucho a Don Airey tocando el Mini Moog me siento transportado a una era concreta de la música rock. En mi caso, concretamente, a la primera canción que escuché con ese sonido, que fue “The Scorch” de Colosseum II, donde tocabas con Gary Moore. ¿Qué recuerdos tienes de aquella época?
Echo de menos esos teclados. No los hacen iguales ya. Echo de menos el Mini Moog, el Yamaha CS80…ese era un teclado impresionante. Rick Wakeman dijo, cuando salió el Mini Moog, que por fin los teclistas tenían algo en su arsenal que sonaba igual de fuerte que cualquier guitarra. Podíamos competir como iguales, en lugar de estar tocando de fondo.
Con Gary Moore eras un solista importante, doblando muchas partes de guitarra con él ya fuese en Colosseum o en su banda en solitario.
Lo que percibo, escuchando grabaciones en directo, es lo similar que era el sonido del Mini Moog y de la Gibson Les Paul de Gary. Es difícil saber cuál es cuál. Mucho de eso tiene que ver con que se grababa sobre cinta. Ahora ya no tenemos nada analógico, ni las grabaciones son analógicas ni mucho menos los teclados lo son. Ese sonido se ha ido para siempre. Nunca lo recuperaremos.
Veo shows donde el teclista está tocando algo fantástico, como en Dream Theater. Aunque Jordan Ruddess es un teclista tremendo, me falta identidad. Me falta alma.
Jordan es un gran teclista. Le vi hace poco tocando una versión de ‘Tarkus’ de Emerson, Lake & Palmer, junto con el guitarrista con el que Keith Emerson trabajaba en la última época, John algo, no recuerdo su nombre. Escuché eso durante diez minutos y recuerdo pensar ‘esto no me está convenciendo’. No puedes recrear el sonido de Keith Emerson en su viejo teclado, no importa lo bueno que seas como teclista. El sonido no estaba ahí.
Keith solía usar lo que llamaba ‘El Muro de Berlín’. Eso eran seis altavoces Leslie y una pantalla de 200W. Hacía un ruido impresionante. No tenía parangón.
“Ahora ya no tenemos nada analógico, ni las grabaciones son analógicas ni mucho menos los teclados lo son. Ese sonido se ha ido para siempre. Nunca lo recuperaremos”
En los años 70 los teclistas tenían un ego casi similar al de los guitarristas.
Nunca vi a The Nice en directo, la primera banda de Keith Emerson, pero el sonido que tenían como trio era impresionante. Nunca he escuchado nada igual.
Cuando hacías intros como las de “Nuclear Attack” de Gary Moore (concretamente la del directo de Japón de 1983) le dabas un sentido a todo. Las bombas nucleares cayendo, las explosiones…todo esto salía de tu teclado. ¿Como componías esas partes? Hoy en día se samplearían explosiones. Tu buscabas una manera creativa de hacerlo.
La intro de “Nuclear Attack” fue un pequeño accidente. Creo que la hice con el Mini Moog. Me sorprendió escucharla en el disco en directo de manera íntegra. No fue algo planeado y quedó bien.
En el ojo del huracán
¿Qué músico de la época dorada es el que te ha dejado el mejor recuerdo?
Tengo muchos recuerdos, muchos recuerdos buenos. A veces miro atrás con incredulidad, pensando en toda la gente con la que he tocado: Ritchie Blackmore, Gary Moore, Randy Rhoads…es difícil describir como es tocar con gente tan talentosa. Miro atrás con orgullo de haber sobrevivido a todo eso, sin caer en las drogas o el alcohol. Siempre me mantuve en mi sitio, haciendo de esto lo más normal que podía.
En la época donde todo el mundo se metía de todo, tu siempre fuiste un tipo comedido y alejado de la locura. ¿Como conseguiste mantenerse cuerdo en los años 80?
Mucho de ello era publicidad. Si dejas que las cosas se te suban a la cabeza muy rápido o si te metes de todo, no duras mucho tiempo en la carretera. Si haces cinco conciertos la la semana, cuarenta semanas al año, tienes que estar en forma. Tienes que irte a la cama tras el concierto o salir a correr cuando te levantas por la mañana, lo que siempre he hecho. Los conciertos son lo fácil, lo complicado es viajar y llegar con energía al concierto. La mayoría de músicos ingleses beben pero no conozco a un solo músico americano que no haya estado en rehabilitación por alcohol o drogas.
¿Ves un fin a tu carrera en este punto?
Las cosas llegarán a su final naturalmente. Tampoco planeé nunca tener una carrera como músico de rock pero acabé teniendo una y aquí sigo. Las cosas siguen su curso natural y las cosas llegan a su final. Los promotores no nos llamarán para tocar, las discográficas no nos llamarán para grabar. Las cosas tendrán su final natural. Pero ese día no acaba de llegar todavía.
Lo que vamos viendo es que nadie hace nada de importancia similar a lo que hicieron las bandas de los 70 y 80. La demanda por los conciertos de artistas que ahora tienen 60 o 70 años no para de crecer. ¿Que visión tienes de todo esto?
Creo que la gente se da cuenta de que esto no va a durar para siempre. La manera en que grabábamos, la tecnología que usábamos, el sonido…todo eso ha desaparecido y no es fácil de recrear. Todos hemos tenido un impulso tardío a nuestras carreras y ahora es cuando estamos en lo más alto, realmente. Hay nuevas bandas que la gente quiere escuchar, sin duda, pero pocas. Las cosas seguirán su curso, pero nunca serán iguales. Bandas como Greeta Van Fleet o Blackberry Smoke son muy buenas.
“Los promotores no nos llamarán para tocar, las discográficas no nos llamarán para grabar. Las cosas tendrán su final natural. Pero ese día no acaba de llegar todavía”
Pero al final son bandas que recrean un sonido del pasado, el de Led Zeppelin o bandas setenteras por el estilo.
Aquellas bandas fueron un producto de su tiempo, un producto de la increíble explosión musical de los setenta. Aquello vino de la influencia del blues en los guitarristas británicos. Las bandas no tocaban en clubs, sino en grandes arenas, así que tenían que generar un gran sonido para estar a la altura. Eso vino junto con la explosión tecnológica que fomentaron gente como Jim Marshall y compañía. Fue un momento en el tiempo que no se puede recrear.
Una tormenta perfecta.
No pasará de nuevo. No lo creo.
¿Qué piensas acerca de sacar “One of a Kind” de gira?
Sería encantador pensar que hay opción a hacerlo. Veamos como funciona el disco. Yo tengo una banda. Tengo un buen tour manager y agente. Todo está en su sitio. Veremos si sucede.
De todos los grandes artistas y guitarristas con los que has trabajado ¿cuál te sorprendió más positivamente en el aspecto personal?
La mayor sorpresa fue que toda esa gente que se supone que son monstruos, son bellísimas personas en el fondo, especialmente si estás en su misma sintonía musical. Se vuelven difíciles si no eres lo suficientemente bueno para trabajar con ellos o si no estás a su nivel. Gary, por ejemplo, siempre me pareció un genio. Siempre encontré la manera de llevarme bien con él en lo musical y en lo personal. Eso no quiere decir que fuese fácil (risas).
Tenías una identidad musical muy concreta y tu sonido era reconocible. ¿Dirías que eso fue lo que más buscaban los artistas con los que trabajabas en esa época?
La gente me usaba porque soy muy barato y soy muy rápido trabajando. Ese es mi secreto.
¿Alguien te puso trabas a desarrollar tu creatividad en su banda?
La mayoría de gente te contrata sin saber exactamente lo que quiere. Saben que quieren algo pero no saben explicarlo con palabras, así que te contratan para que lo imagines. Siempre he ido con alguna idea en mi cabeza sobre lo que podían querer escuchar. La música es algo divertido, no se puede expresar en palabras. Si pudiese hacerlo, haría un libro y lo vendería. Pero no puedo.
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