Mustasch: Testosterone

El grupo sigue con su escalada firme pero todavía necesitan conquistar plazas más allá de los hielos. Puede que en primera instancia critiquemos ese cambio de sonido y esa búsqueda de canciones más lentas, pero se salen con la suya, sin más. Y pregonan a los cuatro vientos que por mucha testosterona que gaste el macho, hay siempre un lado tierno.

Podemos renegar de que se hayan ablandado o de que hayan tardado demasiado poco en sacar nuevo disco tras el genial “Thank You for the Demon”, pero lo que no podemos negar es que “Testosterone” está a la altura de lo que esperábamos de ellos. Menos stoner, más medios tiempos pero igual de pegadizos, electrizantes y con todo el gancho del que siempre han hecho gala. Mustasch siguen siendo una de las mejores bandas del Viejo Continente, y por supuesto de Escandinavia. Han vuelto a entrar en las listas suecas y finesas y no es para menos… “Testosterone” engancha desde el principio. Ya aviso, entra a la primera, es variado y suena potente.

Impresionante entrada con “Yara’s Song”, mostrando una cara más amable, con esa orquestación de cuerda que repunta un tema redondo e intenso que va en crescendo. Nada fácil es parir tras tantos años unos cortes tan redondos. Puede que en “Breaking Up with Disaster” muchos vuelvan a reencontrarse con lo que esperan de los suecos, pero se nota que ha habido una evolución. Tema hímnico de estribillo infeccioso en el que sobresale la batería maquinal de Jejo Perkovic. Ralf está perfecto a las voces y seguirá sorprendiendo a lo largo del disco. Puede que lo más diferente sea la preciosa balada oscura “The Rider”. Épica y capaz de tocarte la fibra. La madera de single es clara en el trallazo titulado “Down to Earth”. Dejes stoner pero muy luminosa y desenfadada con ese puente y estribillo exquisitos y pegadizos. Candidata a ser elegida como single.

Hasta aquí la cosa es de 10, pero es casi imposible mantener un nivel tan alto y “Hunter” es pesada, con parones pero con mucha actitud, buenos juegos vocales y ese piano que le da clase y color. En “Dreamer” mejoran las cosas con un riff brillante y un estribillo que raya el hard rock meloso, aunque en manos de esta gente sigue sonando a lo que tiene que sonar: a Mustasch. En “Be Like a Man” hay un acercamiento curioso a los sonidos de Muse, pero la verdad es que no les ha quedado nada mal. “Someone” vuelve a situarnos en el medio tiempo, pero con clase y calidad. Parece que le han encontrado el punto a estas revoluciones y se encuentran realmente cómodos. “Under the Radar” es más que correcta y el tema título vuelve a ser un trallazo que resume un poco esta obra. Empieza lenta para animarse y demostrar lo especial que es esta agrupación. Grandísimo trabajo de guitarras, especialmente en los solos.

Grandísimo disco ya en pleno periodo de madurez, demostrando que el combo es capaz de evolucionar en poco más de año y medio, mostrar otras caras y seguir siendo tan reconocibles como apetecibles. Ocho discos realmente impresionantes y siempre manteniendo un nivel muy alto. El grupo sigue con su escalada firme pero todavía necesitan conquistar plazas más allá de los hielos. Puede que en primera instancia critiquemos ese cambio de sonido y esa búsqueda de canciones más lentas, pero se salen con la suya, sin más. Y pregonan a los cuatro vientos que por mucha testosterona que gaste el macho, hay siempre un lado tierno.