Concierto

Esto de las bandas tributo es algo que no va más allí de la mera curiosidad y a lo que asistes sólo si hay un buen amigo que toca en ella o si sabes de buena mano que son muy buenos. Nunca habría esperado un nivel tan alto i una sala Q3 a reventar. Parece que el proyecto de estos cuarto impersonators de Kiss va para arriba, pues las reacciones que crearon entre el gentío fueron de delirio. En la puerta ya nos obsequiaban con una pegatina del grupo y una chapa del combo, todo un detalle, y tras una horita largo de retraso, un par de freakies se subieron a escena para gritar al viento eso de: “Ladies and Gentlemen, You wanted the best…”. Tras ello saltaban Paul, Gene, Ace y Peter, y la fiesta empezó.
Sonó “Detroit Rock City” entre el éxtasis general y empezamos a ver que todo el grupo hace coros y canta. La lástima es que la gran entrada que presentaba la sala apenas nos permitía ver el cometido del gato baterista. Alucinamos cuando vimos que Paul y Gene cantaban como Paul y Gene… No sólo el grupo clava los temas sino que también intentan comportarse como sus ídolos e imitar gestos y clichés. Fueron cayendo temas como “Heavens on Fire”, esa gran olvidada por Kiss, el “Cold Gin” o el “Calling Doctor Love”. Incluso el tradicional sonido mejorable de esa sala la verdad es que esa noche nos obsequió con un nivel más que presentable.
“Love Gun” y “I Was Made for Loving You” posiblemente fueron las que quedaron más deslucidas, pero cuando el público arrastra, y de qué manera, como fue el caso, esos pequeños errores quedan borrados de un plumazo. Antes de “God of Thunder” Gene hizo el particular numerito del solo de bajo escupiendo sangre ante el delirio de la gente. Fue entonces cuando en las primeras filas el delirio se fue de las manos y unos beodos turistas decidieron optar por invadir el escenario. La banda paró sorprendida esperando a que chicos y chicas decidieran poner fin a la tontería colectiva. Finalmente bajaron entre abucheos y Kiss of Death atacaron el “Black Diamond” con el gatito atacando las voces. Fin de fiesta con “Rock and Roll All Night” y otro delirio colectivo.
Tras bajar del escenario el grupo estuvo una larga hora haciéndose fotos con el público y recibiendo felicitaciones. Todo un baño de masas. Atención a estos catalanes pues han conseguido una banda tributo con un nivel realmente envidiable, y eso que este era uno de sus primeros conciertos… Salieron con otro bolo confirmado y con la sensación de que este grupo en algún tiempo, si se mueve bien, puede llegar a participar en algún festival veraniego. Gratísima y monumental sorpresa. Parece que ha nacido una banda tributo que dará que hablar. Y es que cuando las cosas se hacen con ilusión… funcionan.
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Reseña

Cuarenta y cuatro minutos. Casi cuarenta y cinco. Un disco relativamente corto
para los standards de hoy en dia. Todo el mundo decide hacer discos de sesenta
y tantos minutos, intentando demostrar que su disco está REPLETO de material
y que dan más por el mismo precio. Mierda. De principio a fin. Cualquier disco
que supere cierto minutaje hoy en dia es una completa mierda. Porque, simplemente,
más del 60% de ese disco va a ser relleno.
MOTORHEAD lo tienen bastante claro. ¿Para que hacer discos eternos si en cuarenta
y cinco minutos ha vuelto a quedar claro que son la banda más macarra de la
tierra? Lo sorprendente, como mínimo, es que treinta años después sigan siendo
capaces de crear esos cuarenta y cinco minutos de nueva música cada dos o tres
años. Imagino que la carretera sigue siendo una fuente de inspiración para
ese tipo-de-la-verruga, también conocido como Lemmy.
“Kiss Of Death” sigue la linea ya iniciada en, er, 1976. Obviamente, a nivel
de sonido, la cosa tiene bastante más que ver con “We Are Motorhead” o “Hammered” que
con “Iron Fist”, por decir algo, pero la buena noticia es que nada ha cambiado
en la tierra de MOTORHEAD. La mala es, um… que nada ha cambiado en la tierra
de MOTORHEAD. En otras palabras, es más de lo mismo, aunque hecho con mucha
destreza. Seamos sinceros ¿a quién demonios le interesa un nuevo disco de MOTORHEAD
a estas alturas? Sin faltar a Mikkey Dee y Phil Campbell, creo que la gente
prefiere escuchar el tema más rematadamente oscuro de “Ace Of Spades” que un
tema nuevo de la banda. Lemmy pensará diferente, claro. Pero el fan medio de
amplia tripa y gran lealtad por “los MOTOR” no está como para aprenderse las
letras de “In The name Of Tragedy” –pese a que el tema sea jodidamente brillante.
Se plantea, pues, una paradoja. ¿Dejamos que MOTORHEAD se convierta en otra
banda de ‘greatest-hits’ como todas las que giran constantemente cada año o
dejamos que sigan editando discos? Ni la una ni la otra, me temo. No creo que
Lemmy vaya hacer el más remoto caso a ninguna opinión. Así que, como ya ha
mostrado, se dedica a seguir grabando. Y menudos discos, todo hay que decirlo.
“Kiss OF Death” es tan bueno como sus ultimos tres o cuatro discos. Desde
el blues metalizado de “Under The Gun” a la tralla-de-la-vieja-escuela de “Sucker” o “Devil
I Know”, MOTORHEAD no han cambiado ni un ápice de su personalidad. Pese a la
balada confusa como “God Was Never On Your Side”, los sesenta años de edad
del señor Ian Kilmister no parecen hacer mella en la determinación de la banda
para salirse con la suya a nivel discográfico.
Sigue habiendo ejercicios de mala leche a la velocidad de la luz, en este
caso bajo el nombre “Going Down”. Destinado a poner sonido a alguna persecución
policíaca de éstas que los americanos filman desde los helicopteros del noticiario
de turno, estoy seguro de que Mikkey Dee, el impasible Campbell y Lemmy siguen
sacandose estos temas de la manga como aquel que respira o baja a por una barra
de pan. Y siguen sin tener ni un solo competidor en su campo.
Si a fecha de hoy sigue habiendo unos MOTORHEAD es por tres motivos. El primero
de ellos, la mala leche de Lemmy. El segundo, todos esos señores con panza
cervecera que siguen gritando “Ace Of Spades” entre tema y tema en cualquier
concierto de la banda, lo que motiva a Lemmy a seguir sacando nuevos discos.
Y por último, que no hay nadie que aún les haya podido igualar. Y es que, en
la tierra de los cerdos, el rey es el carnicero. Y Lemmy viene a ser el dueño
de Carnicas Gonzalez, puestos a contextualizar.
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