Glenn Hughes: First Underground Nuclear Kitchen

Los artistas deben evolucionar. No es una afirmación gratuita. Simplemente, si los artistas no evolucionan, la música se muere. Solo se puede rehacer una misma canción con distinto título un determinado número de veces antes de que comience a apestar a podrido. Honrosas excepciones como AC/DC o RUNNING WILD confirman la regla, pero en líneas generales, cualquier banda que siempre haga lo mismo tiene sus días contados en el negocio. BON JOVI, por ejemplo, se han reinventado en cada disco, por eso siguen llenando estadios. Lo mismo con MADONNA y similares. ¿Qué tiene esto que ver con Glenn Hughes? Obviamente que Hughes también ha dejado de lado lo que la gente “espera” de él para evolucionar y hacer lo que le da la real gana estilísticamente hablando.

Y aquí el momento de dualidad critico/fan. Desde el punto de vista crítico, “F.U.N.K” es un triunfo de Glenn sobre su propia carrera. Ha sido capaz de hacer un disco experimental, que termina de desvincularlo casi por completo del “classic rock” para convertirlo en un artista a medio camino entre el funk y el soul de corte más experimental. Ha sido capaz de dejar de lado los prejuicios que gran parte del público va a tener hacia éste disco y ha hecho lo que le pedía el cuerpo a estas alturas de su carrera. Pero como fan de Glenn Hughes, como comprador de sus discos y seguidor de su carrera, “F.U.N.K.” es una decepción a medias. Demasiado alienado de su estilo “clásico”, Glenn toma las de Villadiego y opta por un disco de raíces que poco tienen que ver con el rock potente que le hizo grande en DEEP PURPLE, BLACK SABBATH, TRAPEZE y muchos otros grupos. En ese sentido, falta algo, un elemento que una ambas vertientes de su carrera en solitario para que el disco pueda tener algo más de aliciente para los fans de toda la vida.

Por otra parte, nadie puede acusar a Glenn de no avisar. Con “Soul Mover” ya dio un considerable volantazo de 180 grados, incluyendo un buen montón de elementos funk, pero con una base sólidamente rockera como reposo de todos los elementos. El cambio era aceptable y, sin ir más lejos, para un servidor “Soul Mover” es una perfecta expresión de lo que es Glenn Hughes. Sin embargo, aquel disco quizá no era la correcta expresión de quien es Glenn Hughes para el propio Glenn. Pero después del halo de esperanza que dio en el 2003 con “Songs In The Key Of Rock”, esto es un pequeño jarro de agua fría.

El disco es lento y cuesta adaptarse a él. Tras unas cuantas escuchas, aun no termino de descubrir una canción que me convenza realmente. Quizá “Crave” es un buen ejercicio de melodía vocal que convence lo justo, pero no es una goleada de las que Glenn suele colarnos. Dentro del funk más aceptable, Hughes también ofrece la radiable “Love Communion”, que incluye sección de viento y arreglos muy delicados. La cuasi lounge “We shall be Free” podría perfectamente haber entrado con el material más sensiblón de “Soul Mover” pero dado que Hughes afirma no reutilizar canciones de un disco para otro, habrá que creer que es de nueva composición.

El protagonista absoluto del disco es, como cabía esperar, el bajo. No hay grandes florituras guitarreras, ni tampoco un gran acompañamiento por parte de la percusión. Atrás quedan los temas donde Chad Smith de los RED HOT CHILI PEPPERS dejaba su sello con rabia y energía. Cualquiera podría haber tocado lo que hay en éste disco, sinceramente. Y es una pena, porque Smith es un master del groove más pesado, ideal para las canciones rockeras de Hughes.

Vocalmente, Hughes está igual de inspirado que siempre, eso si. El tipo no pierde voz con los años y si no la utiliza dando alaridos en temas rockeros, la modula con una excelencia difícil de ver en otros artistas en sus temas más melódicos. En eso no hay lugar para la decepción obviamente. Hughes es un gran vocalista y eso nadie lo duda.

Pero la composición, ay, la comoposición…¿dónde está el Glenn que todos amamos?