Grimfist: 10 Steps To Hell

Mi primer interés en GRIMFIST vino motivado hace tres años por tratarse del
nuevo grupo del batería de mis extintos y bienamados IMMORTAL, Horgh. En aquél
entonces, “Ghouls of Grandeur” nos confirmó a estos noruegos como una banda
totalmente a tener en cuenta, con unos músicos experimentados, con un buen
hacer tras sus instrumentos y con unas consistentes composiciones que no podían
ser pasadas por alto.

Ahora nos llega la segunda referencia de la banda, que, pasito tras pasito,
se acerca cada vez más a los abismos del averno, tal y como nos indica el propio
título del compacto. ¿La receta para que el calor infernal no abrase nuestra
piel sino que la nutra a base de mala hostia? La misma que la de su primer
disco, volviendo a redundar en el buen planteamiento de aquél: black, thrash
y death sazonado con cualquier influencia que sirva para hilvanar dichos estilos,
y no siempre dentro del marco del metal extremo, por cierto. De hecho, a lo
largo del disco me han ido viniendo nombres a la cabeza que no tienen necesariamente
que ver mucho entre sí: SATYRICON, PANTERA, CENTINEX, CATHEDRAL, CORONER… Si  combinamos
tal conglomerado de estilos con la generosa sensación de homogeneidad que el
compacto desprende, obviamente, la valoración solo puede ser positiva.

A día de hoy, Horgh ya no se encuentra en la banda, pues decidió en su día
centrar sus miras en HYPOCRISY a tiempo completo, pero dicha incidencia no
es óbice para que en esta nueva edición volvamos a encontrarnos, como ya dije
antes, con una buena serie de músicos que saben lo que se traen entre manos:
A las voces Frediablo (GORELORD y medio millón de grupos más), a las baquetas
Christian Svendsen (de los geniales TSJUDER), al bajo Robin Eaglestone (quien
tuviera su momento de gloria en CRADLE OF FILTH) y en la sala de máquinas el
cerebro pensante de la banda, el guitarrista Ole Walaunet.

Por ahí tenemos el inicial “The Power”, todo un trallazo black/death sin concesiones
aparentes que en la recta final se convierte en… un tema de stoner con voces
limpias y mucho “groove”. Y es que muchas veces la idea de ofrecer contrastes
de este tipo puede dar sus frutos si se saben manejar. Y creo que los señores
de GRIMFIST lo tenían claro. Muestra de ello es que el segundo tema vuelva
a comenzar a base de blast beats, por mucho de que más adelante nos topemos
con trozos mucho más thrashers. Aunque  quizá el black y el death metal son
los estilos predominantes durante la mayor parte del tiempo, momentos como
los de las voces limpias de “Unborn” en una línea avantgarde, el solo y los
contratempos de “The Ashes of the Gods” o el final a lo death melódico sueco
onda DARK TRANQUILLITY de “Tools of the Trade” son suficientes pistas de con
qué abanico de matices las gastan estos noruegos.

La mezcolanza de estilos, aunque sean solo referentes al metal extremo, es
una constante bastante explorada hoy día como via de salida a la repetición
y al retoricismo de los cánones clásicos, por lo cual tiene su mérito que GRIMFIST
consigan situarse por derecho propio en primera línea de fuego de la  escena
actual (al menos en cuanto a calidad). No me cabe duda de que si este disco
hubiera salido hace 5 años se lo hubiera llevado todo por delante. Por lo demás,
muy buen sonido el conseguido en los Fredman Studios,  poseyendo el suficiente
toque de sordidez y crudeza para que las partes extremas no suenen tan sobreproducidas
(defecto tan en boga en estos tiempos) como el empaque necesario como para
que las partes con más “groove” suenen lo suficientemente potentes

Por cierto, escucharse este disco prometía ser un suplicio, gracias a que
los señores de Candlelight decidieron en su día que en las copias promocionales
el volumen de los temas iba a ir y venir constantemente. Con ello lo que han
conseguido es precisamente el efecto contrario al deseado: que incluso yo tenga
que bajarme el disco de Internet para poder hacer una crítica del mismo en
condiciones. Paradojas de la vida.

No dudéis en darle una oportunidad a este plato combinado extremo para degustar
sin prejuicios, de lo más variado del menú y con el sello de garantía de un
puñado de excelentes músicos escandinavos.