THE PRODIGY

Cuando The Prodigy empezaron sus andadas discográficas a principios de los noventa, ni ellos mismos esperaban acabar siendo unas de las bandas electrónicas más efectivas del momento. Después de varios éxitos masivos en forma de singles, y de tener altibajos compositivos parece que finalmente esta banda ha sabido encontrar la fórmula que les puede mantener de por vida en un puesto cómodo en el negocio. Sea como sea a día de hoy sigue siendo toda una experiencia ver a este conjunto en directo, y si eres un poco abierto de mente y te gusta mínimamente toda esta movida electrónica es imposible que no seas capaz de disfrutar con su directo casi apocalíptico. ¿Quién dijo que una carpa no es el mejor sitio para un concierto? Por supuesto que no lo es, y si hablamos en términos de Rock soy el primero en huir de esta clase de instalaciones, pero en este sentido y con Prodigy este elemento puede adquirir cierto matiz transgresor porque ¿nadie se acuerda ya de las raves londinenses? Pues bien, eso es a lo que se asemejó el show de Barcelona el pasado 3 de Diciembre, en una macro-rave donde en un recinto casi lleno de un público de lo más diverso se dio cita una fiesta trance de mucha categoría.

Invaders Must Die ha sido un lanzamiento necesario para poner de nuevo a la banda de donde nunca debía haberse apeado, y sin duda este disco se ha convertido automáticamente en una de las mejores ediciones del combo, y como era de esperar en directo este dato se confirma e incluso se amplía, adquiriendo una nueva dimensión. Canciones como el propio tema-título o la ya convertida en clásico Omen hicieron las delicias de un público entregado desde el inicio y no causaron daño alguno en el ritmo del concierto, como si pasó en su día con el anterior y poco efectista Always Outnumbered Never Outgunned. Hubo tiempo para los clásicos, sólo faltaría, y ahí nunca fallaron himnos como los millonarios Breathe (primeras que se sacaron enseguida) y Smack my bitch up. Firestarter, Voodoo People y Posion dejaron KO al respetable, con unos Maxim i Flint animando sin parar rodeados de todo tipo de efectos visuales y un volumen atronador.

El directo de The Prodigy merece ser vivido y nadie puede poner en duda que vendan aire, pueden ser criticados por muchas razones, pero lo que venden tiene sentido y nunca, hasta el momento, han dado duros por pesetas.