Una vez más los geniales THE AUSTRALIAN PINK FLOYD visitaban la Ciudad Condal, esta vez con suculentos alicientes de naturaleza audiovisual que nos auguraban una experiencia más alucinógena si cabe. Espectáculo 3D, lasers y sonido cuadrafónico que a la postre se revelarían como alicientes extras que para nada desplazan a lo que realmente importa, a la música, la banda y la magia que debe recrear a través de las notas. Tal y como debe ser.

 

Sin cabezas de cartel de por medio, el show daba inicio ante una sala a algo menos de la mitad de su capacidad. Unas 1000 personas, aproximadamente. En otras ocasiones habían congregado a más gente por estos lares y a buen seguro que el recientísimo concierto de Roger Waters con su montaje de The Wall tuvo mucho que ver. Y es que en tiempos de crisis, es mucha la gente que se tuvo que decantar por un espectáculo original en detrimento del de una banda tributo. Y es que por mucho que puedan ser la mejor banda de versiones sobre la faz de la tierra, no dejan de ser pues eso, una banda tributo. El show estaría dividido en dos partes separadas por un descanso de unos 15 minutos. En la primera de ella la banda se centraría en interpretar los temas menos trillados al amparo del sonido cuadrafónico y del espectáculo de luces y lásers, prescindiendo por el momento del 3D. "Shine On" y "WelcomeTo The Machine" serian las primeras en sonar, seguidas por "Coming Back To Life" y "Arnold Layne". La banda anduvo bastante estática, incluido el cantante Alex McNamara, que no interaccionó demasiado con el público. Tampoco se echó en falta demasiado, ya que precisamente la música de los Floyd siempre ha albergado ese componente más extrasensorial ligado a la sensación de evadirte y abstraerte, algo que para muchos puede ir reñido con el impacto más físico y real que supone una continua interacción. Vaya, en otras palabras, que cuando te fumas un petardillo o te metes LSD disfrutas del efecto más allá de la consciencia y del contacto con la realidad. Que la banda se acercara al frontal del escenario a decirte "Ey, tio, estamos aquí y estamos tocando esta música, cómo molamos" no hubiera casado con aquella armonía. La primera parte del show finalizó con la genialísima "Sorrow". Diantres, es que tan sólo por el hecho de ver reproducidos los solos de Gilmour en este tema ni aunque sea por un atisbo del feeling original ya valía la pena. Y el señor Steve no será David Gilmour, pero sabe imprimir el suficiente sentimiento. Realmente es todo enormemente subjetivo cuando en lo musical dejamos de hablar de técnica y nos ponemos a hablar de feeling…

 

Durante la primera parte, los lasers fueron los que causaron más impacto a nivel visual, realmente potentes y capaces de crear efectos muy acordes con la música. Una gran pantalla circular presidía el escenario rodeada de luces, emulando a la que llevaron los propios PINK FLOYD en varias giras. Fue durante la segunda mitad del show durante las cuales nos pondríamos las gafas 3D que nos entregaron a la entrada para disfrutar del espectáculo en una dimensión desconocida para los que somos asiduos a las salas de conciertos. Así pues, durante varios pasajes pudimos deleitarnos con figuras que abandonaban el escenario y explosiones ralentizadas de objetos cotidianos, cuyas piezas se desplazaban lentamente hacia nosotros mientras el sonido cuadrafónico y las melodías más tubulares nos engullían de lleno. Toda una experiencia. "Breathe", "On The Run" o "What Do You Want From Me" serían algunas de las piezas interpretadas durante esta segunda mitad. Respecto a las imágenes proyectadas, era curioso ver cómo las secuencias animadas que salían durante la interpretación de los temas pertenecientes a "The Wall" no eran exactamente las que aparecen en dicha película, sino que eran otras diferentes y propias, pese a que mantenían el estilo de las originales. Supongo que se debe de tratar de un tema legal. Tampoco esperaba ver aparecer grandes props hinchables, por lo cual resultó toda una sorpresa la aparición del malvado profesor durante la celebérrima "Another Brick In The Wall", en la que contaron con la participación de toda la banda a los coros (todos los miembros fueron cantando también en otros temas, secundando al cantante principal, como tiene que ser). Llegaron a enlazar un puñado de temas de "The Dark Side of the Moon", de entre los que destacaría "Money" por la puntual introducción del saxo en directo, a manos de un hombre, Mike Kidson, que además irradia bastante carisma. De hecho fue precisamente este momento en el que hubo más feedback público-banda, saliendo el saxofonista vitoreado. Irradiaron "buen rollito" con la bluesy y pegadiza "Money" para unos temas más tardes pasarse al lado más emocional con la mítica "Comfortably Numb", que si bien sonó por lo general de lujo, no terminó de seducirme en el solo final  (uno de los solos más brillantes que jamás se han parido) de la misma forma que sí lo hizo unas semanas antes en el concierto de ROGER WATERS.

 

Para los bises se dejarían, cómo no, "Run Like Hell", en la cual la banda volvió a demostrar que a nivel bocal todos los componentes van bastante sobrados de recursos. Y el cerdo volador marca de la casa Floyd hizo acto de presencia.

 

Menudo mesecito pinkfloydiano. Dos días seguidos viendo a ROGER WATERS en el Palau Sant Jordi y al poco tiempo gozando como enanos de los "Aussie" Floyd. Tanto placer como el causado por las drogas que ayudaron a engendrar esta concatenación de emociones musicalizadas en su día. Pocas bandas tributos veréis como la de esta noche, con tal despliegue de medios y dedicación. Chapeau.

Texto: Penumbra (penumbra@themetalcircus.com); Fotos: Sergi Ramos

Promotor:Rock N Rock

Asistentes:900

Día:10/04/2011

Sala:Razzmatazz

Ciudad:Barcelona

Puntuación:8