“Gracias por los recuerdos, Barcelona” dijo Trent Reznor en uno de sus momentos de dialogo con el público a lo largo de su concierto en Barcelona. Reznor había hablado segundos antes sobre el calor infernal que se sufrió en la sala Razzmatazz en la anterior visita de NINE INCH NAILS. Uno de los shows que más recuerda el propio Reznor, según dijo. Barcelona, por algún motivo, establece una conexión especial con ciertos artistas. No sólo sucede con Bruce Springsteen y similares, sino con otros más sencillos como los americanos NIN. Y esa conexión, esa energía que se intercambia a lo largo de la actuación entre grupo y público, se percibe. Se percibe en los movimientos de la banda, en las semi-avalanchas de público provocadas por gente que quiere estar quizá un centímetro más cerca del artista. Todo rezuma devoción absoluta y respeto. Respeto porque, cada vez que Trent se situaba tras el piano para obsequiarnos los oídos, el propio público decía al resto de asistentes que se callaran con un sonoro “ssshhh”. Algo que, a decir verdad, jamás había visto en un concierto de metal.

No es un secreto que NIN venían con la gente en el bolsillo y que, antes de poner un pie en Barcelona, ya sabían que aquello iba a ser un triunfo. Las entradas se agotaron tan rápido en Madrid y Barcelona que se tuvieron que añadir conciertos extra. Como cuando uno lee anuncios en la prensa inglesa en los que se anuncian nuevas fechas para una gira  debido a “extraordinary public demand”, vamos. Barcelona vivió, escuchó y se embadurnó de NINE INCH NAILS durante dos noches seguidas. La primera de ellas, eso sí, con todo agotado. La segunda, con poco más de mil personas en la sala.

Habían pasado casi veinte meses desde la anterior visita de NIN a la ciudad condal y había muchas ganas de verles. Pese a todo, el nuevo disco de la banda no está a la venta y la gira queda un poco coja al no aportar demasiado material nuevo (sólo en la segunda noche sonó el nuevo single ‘Survivalism’) al set de la banda, aunque nunca se sabe si volverán cuando el disco ya esté asentado en el mercado. En cualquier caso, el concierto tuvo un feeling impropio de las citas masivas como ésta y eso es lo que realmente pesa a la hora de decidir si el concierto pasa a la categoría de “inolvidable” o si se queda en la de “otro concierto más”. Si el artista consigue romper la barrera y entregarse al público sin concesiones es porque ese ha sido un gran concierto.

Con una dos mil personas en la sala, el show de NIN dio comienzo con la intro “Pilgrimage” y el potente “Mr. Self – Destruct”. El sonido era, cuanto menos, mejorable. Pero eso siempre ha sido así y no será NIN quien lo cambie. ¿Alguien conoce a algún grupo que haya sonado bien a partir del primer tema? Yo no, por supuesto. Pero a partir de ese primer tema la cosa fue tomando forma y a la tercera canción todo sonaba bien o todo lo bien que permite la acústica de la sala Razzmatazz.

El primer momento álgido del show fue la más que esperada interpretación del clásico “March Of The Pigs”. El público, totalmente revolucionado, sufrió la inesperada visita del guitarrista Aaron North, que decidió que el escenario se le quedaba pequeño. Norht fue, de hecho, el miembro más movido de la banda durante todo el concierto. E incluso más: daba la impresión de que se movía más de lo que debería para que su ejecución a las seis cuerdas hubiera sido más elegante. Demasiadas estupideces más propias de Janick Gers que culminaron con el lanzamiento de su guitarra al acabar el concierto. Directa al suelo.

Tras unos 40 minutos de show, NIN no parecían relajarse y el show crecía de intensidad por momentos. Hubo momentos muy apetitosos, como la bailable “Closer” o la compleja y rabiosa “Eraser”, que caldeó los ánimos de todos los asistentes hasta el punto de ebullición. Pero también hubo momentos de recuerdo para discos como “The Fragile”, con canciones como “Into The Void” y el tándem “The Frail / The Wretched”. Trent Reznor se dejó la voz a lo largo de todo el concierto de una manera sin igual, consiguiendo –especialmente en los últimos temas- momentos realmente escalofriantes que, ayudados por simple pero efectiva escenografía de la banda, eran simplemente invencibles.

El momento definitivo del show fue la interpretación de la tierna “Hurt”, que fue coreado a modo de himno por el público. Quien quiera que siga creyendo que NINE INCH NAILS es una banda de “ruido”, debería escuchar canciones como la preciosa “Hurt”. El público, silencioso, coreaba por lo bajini la letra del tema en una escena para recordar que no se ve muy a menudo. Reznor, de pie, rodeado de una penumbra casi perfecta rota sólo por una tenue luz dirigida a su cara, provocaba nudos en la garganta y un silencio casi siniestro mientras acariciaba el teclado y cantaba verso tras verso. Uno de esos momentos de ensueño para atesorar cuando a uno le apetezca recordar cuales han sido los mejores conciertos de su vida.

El fin llegó tras aproximadamente una hora y cuarenta minutos de show y no hubo bises. “The Hand That Feeds” y “Head Like a Hole”, como es lógico, cerraron la actuación con un nivelazo que pocas veces se suele ver entre las bandas internacionales, esas que muchas veces están más preocupadas de volver pronto al hotel o al backstage que de ofrecer algo memorable a su público. NINE INCH NAILS debieron irse a dormir muy tranquilos esa noche.

Texto y Fotos: Sergi Ramos

Promotor:Gamerco

Asistentes:2000

Día:18/02/2007

Sala:Razzmatazz

Ciudad:Barcelona

Teloneros:NINE INCH NAILS

Puntuación:9