Inferno Sur Festival: noche de Metalcore en Sevilla
Estructuras repetitivas, predominantemente rítmicas, interpretadas sobre las cuerdas graves. Si no tienes dinero para comprarte una guitarra de siete cuerdas no pasa nada. Compra un juego de cuerdas el doble de gordas que el standard y afínalas siete tonos por debajo del standard. ¿Solos de guitarra? Eso es para carcas.
En los ochenta el Glam estuvo en todo lo alto. Luego vino el Grunge y el Gothic/Dark. Como respuesta, a finales de los noventa pegó fuerte el Power, y abrimos el siglo veintiuno con el Nu en pleno apogeo. La música es una constante evolución (a veces cíclica), en la que surgen nuevas combinaciones rítmicas, nuevos patrones, y se experimenta con nuevas frecuencias. La década de los ’10 está marcada por el Metalcore, ¿alguien que no se haya dado cuenta todavía?
Estructuras repetitivas, predominantemente rítmicas, interpretadas sobre las cuerdas graves. Si no tienes dinero para comprarte una guitarra de siete cuerdas no pasa nada. Compra un juego de cuerdas el doble de gordas que el standard y afínalas siete tonos por debajo del standard. ¿Solos de guitarra? Eso es para carcas. Tu sonido será tan gordo y potente que tus fanes se volverán locos. Y de paso también harás enloquecer al técnico de sonido de la sala.
Obviamente el Metalcore es mucho más que eso. Y afortunadamente, como en todos los estilos, hay bandas y bandas. Bandas que deciden optar por el camino más simple y bandas que optan por enriquecer el espectro con multitud de recursos, técnica, más o menos melodía, y una chispa de personalidad. También hay una marcada estética llena de tatus, dilataciones, rapados en los laterales del cráneo, flequillos engominados y pantalones pitillo. El pasado Viernes hubo de todo en la Sala X de Sevilla, donde se celebró, de mano de SpeakOn Producciones, el primer Inferno Sur Festival con el Metalcore por bandera.
Los de SpeakOn saben que apuestan por caballo ganador, y que, igual que otras vertientes del Metal gozan de más o menos salud o popularidad en la capital andaluza (y en el resto del planeta, depende del tamaño de la muestra), esta rítmica rama mueve legiones de teenagers hiperhormonados con ganas de leña y de contacto físico a un volumen brutal. Y eso es lo que ofrecieron en esta fiesta del Metalcore de casi seis horas de duración, en la que plantearon un cartel completo y variado dentro del estilo.
Ya desde la primera banda, poco después de las ocho de la tarde, la X presentaba buen aforo. Con algunos problemas de sonido, los locales Nuclear Antichrist dieron su primer show en sala para alrededor de cien personas. Entre canciones de cosecha propia de corte thrash con pinceladas death marcadas por su vocalista, intercalaron algunos covers de Venom, Slayer y Death que encantaron al público más veterano y crearon un bullicio considerable en la pista. Entre acoples dejaron algunos solos de guitarra y algunas bromas al micro, pero sobretodo nos quedamos con esa actitud y esa energía desbordante en directo que suple con creces las horas de local que les quedan por delante.
Luego subieron al escenario el cuarteto Physis, también desde Sevilla. Metalcore bien ejecutado, con un sonido muy compacto, ciertas pinceladas progresivas, y temas trabajados. Ofrecieron un concierto muy correcto y muy coherente que fue, para mí, la sorpresa de la noche. Tuvieron la suerte de gozar de mejor iluminación que el resto de las bandas, y eso les lució. El vocalista, muy pendiente de su peinado, demostró su rango vocal con varios registros y supo llevar al público a su terreno, con movimientos inspirados en el mismo Mitch Lucker. Muy bien tocado y buena puesta en escena, les seguiremos la pista.
La tercera banda de la tarde serían los nazarenos Dugo. Su recital fue un Metal Alternativo de contrastes: pasajes más agresivos, otros más melódicos, alguna que otra disonancia y, por encima de todo, un juego de voces con dos vocalistas de distinto rango, muy compenetrados y muy afinados, y letras en español. Interesante propuesta que, junto a Nuclear Antichrist, les coloca quizá los más alejados de la temática del festival.
Aunque no los esperábamos aún, los siguientes en ofrecer su demoledora descarga fueron Onomasy, un quinteto de músicos de El Ejido tocados por la virtud. Y es que, tanto a nivel individual como grupal, esta gente son una máquina engrasada de destrucción. Tengo que decir que eran el principal caramelito del cartel y, a pesar de que comenzaron (y casi acabaron) siendo una bola amorfa de graves y voz (ni batería había), resolvieron con soltura la papeleta a base de técnica, precisión, y energía. Definen su estilo como Death Metal Técnico y he de decir que, salvo en lo técnico, que les salía por las esporas (digitando entre canciones), el death metal no lo vi. No se parecen a Suffocation ni a Cryptopsy, ni a Obscura o a Beyond Creation y demás bandas técnicas actuales. Aunque entre los varios registros de su vocalista haya uno grave y poderoso, en lo estético y en lo instrumental tiran más al metalcore/deathcore de lo que me imaginaba. También es cierto que tan alto nivel de ejecución y la excesiva complejidad de sus composiciones les exigen una concentración que les resta complicidad con el público, pero para esas labores, una vez más, estaba su vocalista y frontman. Me hubiera hecho falta una buena mezcla sonora para haber disfrutado plenamente de las posibilidades de su puesta en escena, pero seguro tendremos la oportunidad de volver a verlos en condiciones más propicias.
Tras semejante despliegue de habilidad subieron al escenario los también sevillanos Ebola DP. Nos sorprendieron con un impactante directo lleno de garra y fuerza. El primer tema lo tocaron tras una sábana blanca que ofreció un interesante juego de luces y sombras, para después aparecer en la penumbra. Su vocalista pasó la mayor parte del show subido a un cajón personalizado con el logo de la banda. Mucho volumen, un sonido muy compacto y un poco más definido, para temas rítmicos tocados mayoritariamente sobre la quinta y la sexta cuerda (con una preciosa guitarra con trastes en abanico) con una afinación en Drop Z. Destacamos algunas líneas vocales muy melódicas que hacían contrapunto a tanto ritmo machacón y tanto grave y se metían en nuestra cabeza.
La guinda del pastel fueron los madrileños Brothers Till We Die, una formación joven pero muy enérgica que, desde el primer minuto, hicieron aún más difícil la tarea de los fotógrafos sumando a la reinante penumbra que invadía la sala movimientos y saltos incesantes. Su vocalista también llevaba cajón al que encaramarse. Traían bastante volumen de merchandising y demostraron por qué formarán parte del cartel del próximo Resurrection Fest a golpe de energía: sus composiciones no son especialmente complejas, ni originales, y a pesar de ello las defienden con actitud. Y eso es lo que importa.
Y es que esta noche encontramos muchos beatdowns y breakdowns, muchos Drop bass cargados en pads de batería, muchos chavales que a pesar de tener las pintas de Justin Bieber soltaban unos guturales tremendos, y esa noche salió bien. Fue larga, quizá demasiado, pero las bandas estuvieron geniales y le dieron al público sevillano (alrededor de doscientos) lo que buscaba: música en directo y una forma de expresarse.
Fotografías y texto: Odigir Olaf.
Promotor: Inferno sur y Producciones Speakon
Día:2017-05-12
Hora:21:00
Sala:X
Ciudad:Sevilla
Puntuación:5
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