En el fin de semana metalero que cerró el mes de octubre en Granada Epica fueron
los triunfadores absolutos. Con cinco veces más público que Paul Di’anno la
noche anterior los holandeses salieron victoriosos de la Copera un año después
de su última venida por estas tierras, y eso era algo que se intuía incluso
antes de comenzar el concierto, sólo con ver el ambiente en la sala y la cantidad
de camisetas del grupo que había rondando. Aún así no todo fueron buenas noticias,
puesto que los anunciados teloneros Oceans of Sadness no actuaron, después de
sustituir en el cartel a The Old Dead Tree. Al final ninguno de los dos grupos
salieron a escena, por lo que directamente los chicos de Mark Jansen se encargaron
de romper el hielo, lo que provocó que más de uno se confiara y llegara con
el concierto empezado.

Tras la intro de rigor el grupo empezó con ‘Mother of Light’, perfecta para
abrir boca. Tras los primeros acordes de la canción apareció sobre las tablas
la joven Simone Simons, provocando la ovación del público, que jalearon al combo
en todo momento. Apoyados en un buen sonido y un juego de luces eficaz, los
músicos no dejaron de moverse y cabecear salvajemente, incluida la delicada
cantante. A ello se le sumó el efecto ‘videoclip’ de ver las melenas de los
músicos al viento, gracias a los ventiladores situados en la parte frontal del
escenario, para acabar formando un fuerte componente visual.   

El concierto continuó con ‘The Last Crusade’, una de las
mejores piezas de su último disco, aunque esta vez sonó algo diferente ya que
se prescindió de los coros majestuosos grabados en estudio. Aún así este caso
fue la excepción, puesto que para el resto de canciones sí que sonaron pregrabados
los coros característicos. Habrá quien piense que el hecho de llevar esta parte
de la música enlatada le quita encanto al directo (y su parte de razón lleva),
pero para el estilo que practican Epica si se eliminan los coros las composiciones
se quedan francamente desnudas. Muchos desearían que la banda llevara consigo
un grupo de coristas al estilo de Therion, aunque hay que ser realistas, porque
no todos se pueden permitir ese lujo y a veces es preferible que un directo
suene en condiciones antes que fastidiarla por querer ser los abanderados de
la honestidad.

Opiniones personales aparte, Epica sonaron estupendamente
y muy compactos. Simone Simons estuvo espectacular durante todo el concierto,
tanto en las partes operísticas como en las más ‘ligeras’. Por otro lado, y
nada desdeñable, llevó a cabo su labor de front-woman eficazmente, sonriendo
continuamente y animando al público y teatralizando su interpretación. Un diez
para la simpática cantante. El contrapunto vino de la mano del cerebro Mark
Jansen, que se desgañitó rasgando la voz como un cantante de black metal, y
de qué forma. El juego bella-bestia de las voces es una de las señas de identidad
de la formación y esta noche funcionó a la perfección.

La primera concesión al disco de debut llegó pronto con ‘Sensorium’, cuya base
rítmica hizo botar a la concurrencia, seguida de otras como ‘Run for a fall’,
‘Illusive consensus’ o ‘Cry for the moon’. El repertorio estuvo muy equilibrado
y los dos discos de la banda estuvieron bien representados. A mitad de la actuación
llegó el momento de relax con la balada ‘Solitary Ground’, en la que Simons
cantó deliciosamente bien, seguida de la trepidante ‘Seif al Din’ y sus melodías
arabescas.

La primera parte del concierto acabó con ‘The Phantom Agony’, muy coreada por
un público completamente entregado a la causa, tras la cual Epica se marcharon
del escenario después de poco más de una hora de directo. Aún así nadie se tragó
el viejísimo truco y reclamó la presencia de la banda coreando el típico “oe,
oe”, algo que por lo visto le hizo gracia al teclista Jeroen Simons, que siguió
el juego y empezó a cantar “olé, olé” (y es que hay tópicos que los españoles
no podremos quitarnos de encima aunque pasen mil años).

Esta última parte del concierto fue mucho más relajada y los artistas se mostraron
más sonrientes, ya que se lo estaban pasando como los indios sobre el escenario
y eran conscientes de que estaban haciendo un buen concierto. Incluso Simone
y Jeroen quisieron demostrarle a la gente que no estaban beodos y jugaron a
aguantar una botella sobre la cabeza.

Finalmente el show se cerró con la pegadiza melodía de ‘Quietus’ y la compleja
‘Consign to Oblivion’, con la que se puso el broche de oro a una actuación casi
perfecta. Epica vinieron a Granada a confirmarse como algo más que una banda
que promete y se fueron como una de las grandes. Chapeau.

Texto y Fotos: Pablo Garcia

Datos:Industrial Copera
Granada
Publico: 500 personas
Promotor: Wild Punk

Día:29/10/2005

Puntuación:8