El Drogas tira de oficio y de un largo repertorio en su nueva andadura

Nadie puede concebir la historia del rock de España sin su figura, pero aún así, ya sabemos que desmembrarse de un nombre importante es un hecho a tener en cuenta a la hora de intentar conseguir la popularidad que le ofrecía un colectivo.

Aunque haya formado parte de su historia, Enrique Villarreal, conocido por todos como ‘El Drogas’, no se ha dedicado a coger el testigo de BARRICADA, ni mucho a menos a explotar el nombre de la que fue su banda durante más de 30 años. Mucho tiempo atrás lleva sacando adelante su carrera con su banda EL DROGAS, además de su experiencia con TXARRENA y varias aventuras a todos los niveles que le ha llevado hasta escribir y publicar libros. Un veterano del rock que, reconózcanoslo, es muy feo, feo de cojones, pero que posee un talento tan enorme que artísticamente lo convierte en el ser más bello que exista.

Nadie puede concebir la historia del rock de España sin su figura, pero aún así, ya sabemos que desmembrarse de un nombre importante es un hecho a tener en cuenta a la hora de intentar conseguir la popularidad que le ofrecía un colectivo. Además de diferentes motivos (los de siempre, para qué repetir), a Villarreal y a su banda le costó subir la cifra de 200 personas aproximadamente en esta visita a Málaga donde presentaba su último trabajo “Demasiado tonto para la corteza”.

Pero ante la adversidad, hay músicos que se crecen. Este fue el caso, porque el cuarteto salió con ganas de que los asistentes se dieran un baño de temas -¡42 para ser más exactos! – que repasaba el presente, sobre todo, y el pasado de la carrera del navarro.

Comenzaron con “Cómo son” y “En el punto muerto”, y a partir de ahí, se inició una maratón en la que hubo de todo. Flako Txarrena, Brigi Duke (qué raro se nos hace verlo a la batería tras liderar tantos años KOMA) y Txus Maraví son los músicos que El Drogas necesitaba para tener una formación compacta como pocas que, junto a un sonido perfecto, un juego de luces más que vistoso y una colección de temas variados, hace que un concierto de ellos resulte más que satisfactorio y memorable. El público no paró de corear sus canciones que tanto en formato acústico como en eléctrico, logran mucha redondez en vivo. “Cordones de mimbre”, “Olvido o Rebeldía” o esa cruda crítica a la iglesia hecha letra con “Están para violarlas”, fueron fieles representantes de lo que el grupo es hoy en día.

Por supuesto, su pasado es y será BARRICADA, y los asistentes gritaban de emoción cuando clásicos de nuestra historia del rock como “No sé qué hacer contigo” – que Villarreal le dedicó a una chica de primera fila que no paraba de llorar de emoción – “Barrio Conflictivo”, “No hay tregua”, “Sofokao”, “Víctima” o “En Blanco y negro” comenzaban a sonar. En sus primeras notas, todos y cada uno de los presentes se dejaron la garganta como si les fuera la vida en ello. La retahíla de temas siguió y siguió, y hasta que no interpretaron “Azulejo frío”, no nos dimos cuenta que ya estábamos en la recta final.

Esta vez de verdad, porque aunque fuera la segunda retirada de la banda, todavía quedaba aire para un último aliento: Otro recuerdo a la que fue su banda de toda la vida con “En la silla eléctrica”, y “Peineta y mantilla” y “Otros Tragos” como finiquito. Dos temas de nueva hornada por si no había quedado claro que el pasado, bien, gracias, pero que el presente también tiene su valor. Más de tres horas de concierto que con toda seguridad sació la sed y el hambre de todos los presentes. Ante tal entrega por parte de banda y público, pocas cosas negativas se pueden decir.