Yo, en mi inocencia, opinaba que DREAM THEATER era una banda que únicamente podía gustar a estudiantes de guitarra, batería, bajo o teclados. No veía el porqué el fan medio del Heavy Metal al cual probablemente no le importa si HAMMERFALL hablan de la conquista de Malasia o de estampar un coche contra un muro (de metal) le podía gustar una banda instrumentalmente tan enfermiza como DREAM THEATER. Y visto lo visto la pasada semana, una de dos: o hay muchos estudiantes de música o los THEATER han conseguido pasar la difícil barrera que separa la accesibilidad y éxito comercial de la técnica, el enrevesamiento instrumental y las composiciones totalmente abstractas. Me decanto por la segunda opción.

Se supone que la gira de “Train OF Thought” era la mas ambiciosa que la banda había realizado hasta la fecha. Muy buenos deben haber sido los resultados de ventas del disco cuando la banda encabezó un show sin teloneros en el Palau de la Vall D’Hebró, con capacidad para 4500 personas de una tacada.

El precedente más inmediato son las dos noches realizadas en el 2002 en la sala Razzmatazz de Barcelona. Era la única parada española de la gira (que se supiera en aquel momento, luego tocaron en Madrid) y la banda haría dos conciertos totalmente diferentes. Finalmente, acabaron interpretando el “Master Of Puppets” de METALLICA de manera íntegra la segunda noche. No se puede decir por tanto que los seguidores de la banda hayan aumentado, sino que simplemente se concentraron en una sola cita, la del pasado martes 10 de febrero.

El Palau ofrecía un aspecto esperanzador a las 21:00h, cuando DREAM THEATER tenían previsto saltar a escena. Con algunos minutos de retraso sobre el horario previsto, las pantallas de video que decoraban el escenario comenzaron a mostrar un video en el que mediante música e imágenes, sin ningún tipo de narración por encima, se iba repasando la historia de la banda, sus videoclips y sus actuaciones en directo. A medida que el video avanzaba una etapa o un disco, el fervor del público crecía cada vez más. Hasta que, como el que no quiere la cosa, John Myung aparece en escena y coge su bajo de ocho mil cuerdas. Lentamente van surgiendo de las sombras Jordan Rudess (vaya modelito de gorro…), un calurosamente recibido Mike Portnoy, un alabado John Petrucci y un James LaBrie que esa noche callaría todas las bocas que lo quieren echar del puesto de vocalista de la banda.

En medio del delirio colectivo, Myung da inicio a “As I Am” y aunque el sonido no era todo lo bueno que debería para una banda tan rica en matices como ésta, el público se volcó igualmente. “This Dying Soul” y “The Mirror” completaron el inicio del concierto y la banda se perdía por momentos en marañas instrumentales que, sin duda, podrían haber sido ricos pasajes musicales si el sonido hubiera ayudado. De todas maneras, una vez eliminada momentáneamente la distorsión, Petrucci y LaBrie le dieron vida a “Hollow Years”. Ni que decir tiene, los coros del público acabaron de darle emotividad al momento y especialmente Labrie se salió en su interpretación vocal. El caso de LaBrie es parecido al de Geddy Lee de RUSH. A nadie le gusta su voz, pero sin él, la banda no sonaría igual.

“Beyond This Life” incluyó un curioso homenaje a Frank Zappa, el cual costó un poquito de adivinar. Las imágenes de Zappa llenaban las tres pantallas que acercaban al publico lo que sucedía sobre el escenario así como imágenes psicodélicas varias, pero hasta que fue posible reconocer lo que estaban tocando para muchos segundos. Rompiendo un poco, la banda decidió hacer sonar “War Inside My Head”, “The Test That Stumped Them All”, “Endless Sacrifice” y finalmente, valga la redundancia, “Finally Free”. En todo momento, John Petrucci estuvo supremo, y Mike Portnoy ha sido el auténtico rey de las baquetas una vez más. El kit sigue siendo su “siamese monster” que realmente incluye dos kits en uno y virtualmente le faltan manos para llegar a todo aunque, lo habéis adivinado, llega igualmente.

Capítulo aparte merece el teclista Jordan Rudess. Es increíble lo que este hombre puede llegar a hacer con un solo teclado y una pantalla TFT como guía. Girando 360 grados sobre sí mismo y con una cámara fija acoplada a su instrumento, Rudess nos ofrecía una perspectiva del teclado progresivo que desde los tiempos de Rick Wakeman no se veía. En la primera parte del concierto, DREAM THEATER ya habían demostrado con creces que son la banda mas insultantemente perfecta del panorama metálico. Quince minutos mas tarde, por si a alguien no le había quedado claro, proseguirían con tamaña labor.

Tras una primera parte que había rozado momentos de ensueño, teníamos quince minutos de descanso para poder comentar todas las jugadas y comparar la descarga con sus anteriores venidas a Barcelona. Su nueva apuesta de directo contaba con tres pantallas que permitían a los presentes no perderse detalle de la orgía dactilar de Petrucci y compañía. La cuenta atrás aparecía en pantalla y cuando el marcador llegó a cero aparecieron unas imágenes de la famosa película El club de los poetas muertos. Tras un fragmento en el que destacó una imagen poco nítida y un sonido algo pésimo la banda obsequió a los presentes con la auténtica sorpresa de la noche: “A Change Of Seasons”, la monumental pieza de más de 20 minutos que dio nombre a un álbum en que venía acompañada de versiones. La introducción del tema arrancó una de las grandes ovaciones de la noche. Siguiendo con las sorpresas la emprendieron con la inesperada (por lo menos a mi) “Another Day”, esa fantástica balada incluida en el que sigue siendo quizá su gran obra maestra: “Images & Words”. La interpretación fue tan sublime como en la anterior y Jordan Rudess con su teclado giratorio suplió al saxo. El momento de bajón vino de la mano de los fragmentos “Goodnight Kiss” y “Solitary Shell”, y cuando digo bajón simplemente lo digo por la aparente reacción tímida del público. El segundo disco del “Six Degrees of Inner Turbulence” nunca ha sido de lo más florido de su discografía, y fue una gran idea el mostrar en pantalla la portada del disco al que pertenece cada canción, pues su discografía es tan basta que en cada tema uno duda a que disco pertenece. Si empezaron con los dos temas que abren su nuevo “Train Of Thought” que mejor que cerrar la velada con los dos últimos del compacto. La instrumental “Stream Of Conciousness” funciona perfectamente en directo. La verdad es que pese a recibir muchas críticas por la recuperación del sonido más duro, un servidor aplaude esa influencia de Metallica de la que ya hicieron gala en su pasada visita en la que descargaron todo el “Master Of Puppets”. La siguiente en caer fue “In The Name Of God”, sin duda una firme candidata a quedar como clásico del grupo. Sólo puedo añadir que su interpretación en directo le hizo ganar enteros. Los detractores de James Labrie y aquellos que siempre han pensado que es la pieza que más flojea del combo esta vez no pudieron quejarse, pues el vocalista bordó toda su labor. Nada que ver con los errores registrados en discos en directo como el “Once In A Livetime”. Entre aplausos se despedía el quinteto ante una audiencia totalmente entregada. El bis constó de únicamente un tema, pero probablemente el que todos estábamos esperando. La clásica “Metropolis Part I” vino acompañada de imágenes de La Gran Manzana y de una interpretación soberbia. El tapping de Myung en el intermedio fue otro de esos grandes momentos de la noche. Por cierto, el bajista oriental es el miembro que aparece menos en pantalla… curioso…

Dream Theater dejaban extasiados a un público fiel y ganado de antemano que recibió justamente lo que venía a buscar. Malabarismos dactilares, técnica a raudales y una sucesión de pasajes plagados de virguerías instrumentales en las que el error es palabra proscrita. Las más de tres horas de concierto elevan al grupo a un nivel muy por encima del resto en cuanto a directo se refiere. El porqué Dream Theater puede tocar durante más de tres horas y el resto de bandas de heavy metal y progresivo apenas superan la hora y media sigue siendo un misterio. Aunque sus devaneos instrumentales bien permiten un descanso a las cuerdas vocales de Labrie, muchas de las bandas del circuito internacional podrían (o deberían) llegar a las dos horas. El que no sea aficionado al estilo o no esté familiarizado con el grupo quizá quedó perdido en un oleaje similar al que aparecía en las pantallas del recinto: altibajos sonoros de fuerza y belleza constantemente alimentados por un sinfín de notas que a veces les podrían parecer un sin-sentido o una sobrada. Puede que la inclusión de algún corte más accesible y llano tipo “Silent Man” o la preciosa “The Spirit Carries On” podrían haber demostrado a los no-iniciados, detractores y críticos de prensa no especializada que Dream Theater no son únicamente un híbrido entre Yes y Metallica capaz de ejecutar maratonianas canciones de mil notas por segundo, sin apenas fallos, durante más de tres horas. Lo que queda bien claro es que estos americanos siguen facturando discos diferentes al anterior, repletos de calidad y que cada vez que vienen a nuestra ciudad llenan un recinto más grande. Pese a quien le pese Dream Theater son muy grandes, es una lástima que exista gente que no aprecie el metal progresivo. Ell@s se lo pierden…

Texto: Sergi Ramos y Jordi Tàrrega
Fotos: Sergi Ramos

Datos:

Palau de la Vall d’Hebró
Barcelona
Promotor: Doctor Music
Asistencia: 4000 personas aprox.

Día:10/2/2004

Puntuación:9