La actuación de Judas Priest en su gira 50 aniversario puso la guinda a una jornada protagonizada por los grandes directos de bandas nacionales de lo más variadas.

Tras pasar por el Resurrection Fest bajo su antiguo nombre, Cannibal Grandpa, los madrileños Bonecarver abrieron la veda del death metal. Combinando dicho género y slam, llegaron pisando fuerte el Chaos Stage, ofreciendo un bolo de lo más extremo. Su setlist se basó en la presentación de su único LP como Bonecarver, ‘Evil’, así como interpretaron un par de temas de cuando se conocían como Cannibal Grandpa.

Bonecarver (Foto: Aitor Chaparro)

En primer lugar, llama la atención la ausencia de bajista; el sonido del bajo iba por pista, y quedó bastante silenciado por la caja de la batería. Pero esto no quita que dieran un bolo estupendo y saliéndose del death y slam convencional: pese a haber cambiado de nombre, siguen conservando la esencia underground de la que provienen, algo que se apreciaba sobre todo en el sonido de las guitarras: con técnica, pero tampoco con un sonido demasiado depurado.

El Ritual Stage ofrece una buena experiencia de folk metal a primera hora del jueves de la mano de Lèpoka, banda de Castellón de la Plana que aporta ese toque diferente con sus melodías medievales. Gracias a la presencia que aportan sus instrumentos, su sonido sobre el escenario tiene una gran presencia. Todo ello sumado a su característico metal, convierte el directo de Lèpoka en una experiencia agradable y acogedora que su público recibe de buena gana. Lèpoka salía a escena a primera hora de una tarde con un clima más agradable que la jornada anterior. Los curiosos se acercaban a la amplia zona del Ritual Stage para disfrutar del ameno directo de esta banda nacional -y no fueron precisamente pocos-. El sonido los acompañaba y permitía disfrutar de su variedad instrumental con violín incluido sobre las tablas.

Lépoka (Foto: Paco García)

Lèpoka deleitaron a los presentes con temas como «El Baile De Los Caídos», Pandemonium» y su mensaje a favor del pensamiento crítico, o la animada «Seguimos En Pie». A lo largo del directo aparecían más y más adeptos al folk metal para disfrutar de un directo que, aun siendo ameno y melódico, no perdió ni un ápice de fuerza. No faltaron las palmas, los bailes y los momentos más protagonizados por la brutalidad sonora. Se despidieron con el recinto gritando la letra de «Yo Controlo» con una fiesta por todo lo alto.

El cuarteto Waster Wiltons afincado en A Coruña venía al Resu con el fin de presentar su último disco ‘Turn Up The Sneakers’, lanzado el pasado año. Su punk rock contagió de energía al Chaos Stage con sus canciones llenas de adrenalina y esas melodías que beben directamente del punk de los ‘90. Canciones como “Patriotic Ape” o “Majority Fair” confirmaron su candidatura a convertirse en una de las principales formaciones noveles del estilo en Galicia, pese a que todavía necesiten algo más para llegar a mayores cotas. El público se lo pasó en grande y ellos también, ¿y qué más se puede pedir de un concierto de punk en un festival?

Wasted Wiltons (Foto: Iria López)

Una de las bandas más representativas de la escena de groove nacional es, sin duda, Vita Imana, gran protagonista en muchos festivales de nuestro país que aporta una de las gratas sorpresas de esta nueva edición del festival gallego. La banda debe hacer su aparición temprano, a primera hora de la tarde, pero eso no impide a su público acercarse hasta el Main Stage para observar el poderoso directo de Vita Imana. En tan solo 30 minutos logran lanzar todo su arsenal para arrancar por todo lo alto las actuaciones del escenario principal de la jornada del jueves.

Vita Imana (Foto: Paco García)

No fueron pocos los que ya aguardaban la espera del directo de Vita Imana desde un buen rato antes de su comienzo. La banda nacional es una de las estrellas de la tarde de hoy, y se vieron beneficiados por un cambio en el horario que aplazó su directo para poder tocar ante un Main Stage más lleno, realmente abarrotado para un show a las 17 horas. El clima era agradable y el sol daba bastante tregua, lo que permitió a los asistentes disfrutar del directo en condiciones.

Vita Imana (Foto: Zoe Lilith)

Vita Imana arrancaron poniendo las cartas sobre la mesa con una buena dosis de brutalidad desde el momento en que salieron a escena. Su comienzo con «No En Mi Nombre» levantó a los asistentes, que se entregaron ante la banda. La brutalidad de la batería se veía complementada por la sonoridad de unos bongos. Los circle pit no se hicieron esperar animados por la intensidad de canciones como la brutal «Seis Almas». También presentaron «Adversario», sencillo de su próximo álbum, ‘VI’. El cálido recibimiento del público a lo largo del show emocionó a la banda, que se mostró humilde y agradecida. Todo el directo fue una muestra mutua de pasión por la música extrema y de entrega absoluta.

El australiano Chris Masuak, perteneciente con anterioridad a bandas de diversos estilos: desde el punk rock de Radio Birdman a otros de corte más hard rockero, llegaba esta vez a Viveiro para mostrar su proyecto personal, donde la amalgama de sus influencias converge en un sonido personal que ha conseguido calar entre su público. En formato trío, Masuak mostró sus habilidades tanto vocales como en las seis cuerdas. Recuerdos de blues rock de canciones de su país natal se intercalaron con otros más veloces. Todos ellos interpretados con mucha actitud y un gusto exquisito. Una rareza que dejó buen sabor de boca a los presentes.

Chris Masuak (Foto: Aitor Chaparro)

Desde su formación en 2009, sus influencias dentro del hard rock y del metal ayudaron a Blaze Out a forjar su sonido. Desde clásicos como Metallica o Iron Maiden hasta bandas más actuales como Trivium, sus inspiraciones les ayudan a ofrecer una personalidad sonora que vuelcan sobre el escenario. El Ritual Stage recibía de nuevo a una banda nacional con este directo de Blaze Out. La expectación ya se notaba en los minutos previos, con sus fans acérrimos guardando sitio en las primeras filas. Los demas se acercaban tímidamente mientras entraban en calor con las primeras canciones del directo de la banda catalana. Arrancaron con la potencia de «Shining Blood» mientras calentaba el público.

Blaze Out (Foto: Paco García)

Continuaron su intenso directo con el repaso a temas de la talla de «Savage Blue», «Wrath Afair», «Toxic AF» o la veterana «Sins», con una gran actuación sobre las tablas del Ritual Stage que terminó con un gran wall of death. La voz de Gerard destacó durante todo el set de la banda, al igual que sus acompañantes y su destreza técnica. Blaze Out, junto a otras bandas de la jornada, demostraron el gran talento nacional del cartel de esta edición del festival y el cariño que el público del evento tiene a estas agrupaciones.

Blaze Out (Foto: Iria López)

Naturales de Viveiro, llegaba el turno de True Mountains. Manteniéndose fieles al estilo punk-rock californiano y con ciertos matices que recuerdan a Green Day, los gallegos, pese a coincidir con Sepultura, obtuvieron un aforo considerable bajo la carpa del Chaos Stage. Pese a esta coincidencia, por fin consiguieron el escenario idóneo para presentar su nuevo trabajo, lanzado poco antes de la pandemia en condiciones normales, aprovechando para ver “tantas caras lindas”, tal y como afirmó Iván Pérez (vocalista).

Comenzaron con “Electroshocking”, tema homónimo a su trabajo más reciente, así como del mismo disco interpretaron temas como “The Same Walls” o “Freethinkers”, dedicado explícitamente a todos aquellos que en algún momento se atrevieron a cuestionar a la autoridad, ya fuera desde un profesor hasta a un policía. También interpretaron temas más añejos como “Xeración X” del ‘Positive’ (2015) o “Midnight Birds”, relativo al ‘Freethinkers’ (2014).

True Mountains (Foto: Aitor Chaparro)

Ante todo, True Mountains demostraron gran pasión y actitud sobre el escenario. Mantuvieron un sonido puramente acústico y bastante depurado, además de poseer especial encanto con la melodía del contrabajo. Humildes, cercanos y carismáticos, aprovecharon cada segundo entre tema y tema para agradecer al público su asistencia, así como incluso les brindaron la oportunidad a los Resukids de disfrutar con ellos el bolo desde el escenario.

La baja de última hora en Sepultura de Andreas Kisser supuso en un mazazo tanto para la banda como para los seguidores del cuarteto. Los problemas familiares que acarrea actualmente el guitarrista del principal grupo de metal en Sudamérica -la mujer de Kisser fue diagnosticada de cáncer el pasado año- le han obligado a recoger sus cosas y volver a su país natal. Pero no por ello Sepultura ha decidido cancelar la gira actual por Europa. Con Jean Patton (Project46) como sustituto a las seis cuerdas, el show ha continuado y aterrizó el último día del mes de junio en Viveiro.

Sepultura (Foto: Zoe Lilith)

Con “Arise” como punto de partida en el actual tour, la nostalgia se mantiene en todo lo alto con la siguiente, “Territory”. Un auténtico ciclón que hace saltar y gozar al público, consciente que la banda que actualmente se encuentra encima de las tablas poco tiene que ver con la que grabó aquellas obras, pero que a nivel técnico nada tiene que envidiar. Especialmente destacable, como siempre, la labor de Eloy Casagrande con las baquetas. Un auténtico virtuoso que interpreta canciones de altísima complejidad con una facilidad insultante.

Sepultura (Foto: Zoe Lilith)

Después de una parte intermedia donde reinaron las canciones de la última etapa, con una “Kairos” que ha mantenido su lugar en el repertorio después de muchos años, o uno de los temas estrella de ‘Dante XXI’: “Convicted In Life”, todo volvió a donde la gran mayoría quería. El recinto se volvió un vendaval para la llegada de los grandes clásicos. “Refuse/Resist” y «Troops Of Doom» dieron paso al himno tribal que es “Ratamahatta”. Y para cerrar la función, “Roots Bloody Roots” y su célebre estribillo, como no podía ser de otra forma.

Sepultura (Foto: Zoe Lilith)

El Resurrecction Fest continúa para bingo con las bandas nacionales con Adrift, que inunda a media tarde el Desert Stage con su particular estilo. La nueva localización céntrica de este escenario les facilita que algunos curiosos que estaban de paso se pararan a disfrutar de su intenso directo. Sus particulares influencias dentro de géneros como el sludge, el post metal y sus voces rasgadas y agudas cuál vocalista de black metal aportaron un resultado de lo más peculiar.  La banda capitaneada por Jack Owen -Deicide y Cannibal Corpse- celebra sus 20 años de trayectoria sobre las tablas.

Adrift (Foto: Paco García)

Adrift no son novatos, y en directo se podía apreciar. Machetazo tras machetazo interpretaban una canción tras otra sin respiro, sin interacción con el público, solo una pura expulsión de brutalidad. Pese a no abarrotar del todo el Desert, fueron muchos los que se detuvieron a observarlos sobre las tablas. Otra muestra más del podrío -y variedad- de las bandas nacionales que en esta jornada protagonizan un directo tras otro en sus 4 escenarios. Adrift ofrecieron tanto momentos instrumentales como otros con voz, y sacaron todo su arsenal ante un público que aumentaba según avanzaba el directo.

Joyas del death metal dentro del cartel del Resurrection Fest, Vomitory regresaron más fuertes que nunca sobre la tarima del Ritual Stage. Tras separarse en 2013, en el año 2019, tras un show en honor a un buen amigo de la banda, los suecos decidieron regresar -para consuelo de los fans- al recordar lo mucho que disfrutaban tocando juntos; y así lo han demostrado durante el bolo del primer día oficial del Resu.

Combinando matices del grind pero con rasgos muy marcados del death metal sueco, presentes sobre todo en temas como “Bloodstained” o “The Dead Awaken”, Vomitory preservaron la esencia clásica del death metal: guitarras pesadas, blast beats constantes y guturales extremadamente graves; pero intensos y limpios en cuanto a la técnica mantenida por Erik Rundqvist (vocalista).

Vomitory (Foto: Zoe Lilith)

Tanto Erik como Urban Gustafsson  y Peter Ostlund (guitarristas ambos), demostraron un dominio impecable de las seis cuerdas. Mantenían un perfecto equilibrio entre técnicas precisas, pero manteniendo cierto sonido “sucio”, algo clásico del género. Mantuvieron una actitud totalmente estoica durante todo el show, lo cual no quita que los fans se motivaran a gran escala. A nivel general, ofrecieron un bolo simple en cuanto a imagen y actitud, pero arrollador y agresivo (en el buen sentido de la palabra).

Uno de los géneros predilectos del Resurrection Fest es el hardcore y el punk, y Misconduct son una de sus muestras representativas de esta nueva edición. La banda sueca ya es veterana, ya que lleva desde 1995 sobre las tablas. La carpa del Chaos Stage se abarrotó de aficionados al punk rock para el directo de Misconduct. La banda inundó el ambiente de melodías veloces, estribillos pegadizos y coros que transmitían en conjunto buen rollo y un derroche de energía. El público no se pudo resistir al derroche de vitalidad de la banda, y bailaron y saltaron desde la primera canción. Misconduct compartieron su historia de estos días con algún problema con su vuelo y sus prisas a la hora de llegar al escenario, pero lo lograron y ofrecieron el directo con todas sus ganas.

Missconduct (Foto: Zoe Lilith)

La banda incluso se animó con uno de los himnos del género, “Bro Hymn”, de Pennywise. El vocalista soltó eufórico la guitarra y se unió a su público, que coreaba como loco. Lanzó numerosos mensajes de lucha, en contra de la guerra y de las injusticias. Aficionados al punk rock de distintas generaciones celebraron sus cánticos de paz en el Chaos Stage. Destacó la emotiva interprerpretación de «We Are As One», un momento mágico de la actuación que se vio algo mermada por algunos problemas de sonido, pero eso no evitó la buena reacción del público. «Solution» fue otro de los momentos claves en su actuacion por su potente energía, lo mismo que sucedió con la atronadora «Always And Forever». Los asistentes rebosaron la carpa y sus alrededores para dar su apoyo a Misconduct hasta el final, a ritmo de «Never Going Down».

Que Opeth toque en un festival a plena luz del día es uno de esos actos que no deberían tener lugar. La música progresiva e intrincada de los suecos, llena de matices que necesitan de una atmósfera indicada para que uno pueda deleitarse como es debido, se diluye de manera considerable a estas horas diurnas. Pese a la resignación, los fans del grupo de Mikael Åkerfeldt copaban el Main Stage desde bastantes minutos antes de su comienzo.

Opeth (Foto: Iria López)

Opeth, con una escenografía muy sobria, donde únicamente el nombre de la banda y unos simples efectos en la pantalla hacia presencia como elemento decorativo, todo se apostaba a la calidad de la interpretación de los cuatro músicos, los cuales salieron al escenario con un simple saludo al respetable. La primera en sonar fue “Hjärtat Vet Vad Handen Gör”, incluida en la versión en sueco de su último ‘In Cauda Venenum’. Bien recibida, poco tuvo que hacer con su posterior “Ghost Of Perdition”, auténtico totem de la época donde el death metal y los guturales todavía reinaban en Opeth. Obra maestra que se recibió con una ovación y sonrisas de oreja a oreja.

Opeth (Foto: Iria López)

El intercambio entre el rock progresivo y las canciones más duras de su repertorio continuó, alternándose piezas como “The Devil’s Orchard” con otras como “The Drapery Falls”. Una buena manera de contentar a la totalidad de sus fans, independientemente de sus preferencias a lo largo de la discografía del grupo. Åkerfeldt, Martin Mendez y Fredrik Åkesson protagonizaron momentos instrumentales de gran nivel, con el climax en los más de trece minutos de la colosal “Deliverance”. Como cualquier banda de progresivo en un festival, tocaron para su público, reducido pero entregado. El resto ya estaba a la espera de Judas Priest.

Opeth (Foto: Aitor Chaparro)

Wiegedood aportaron el toque más extremo de la jornada en el Desert Stage cuando caía la noche en el recinto. Se encuentran presentando su último trabajo discográfico, «There’s Always Blood At The End Of The Road», publicado este mismo año. Los belgas aportan el toque de black metal a la edición y defienden uno de los géneros más minoritarios del festival ante un público no tan amplio como otros, pero sí entregado.

Wiegedood (Foto: Iria López)

A pesar de que llevan activos tan solo desde 2014, su presencia sonora en las tablas es de lo más reseñable dentro de su género. Aprovecharon su actuación en el festival para ofrecer temas de su discografía -compuesta por 4 álbumes- con sonidos distorsionados entre canciones. Vinieron a representar al colectivo creado por Amenra, Church Of Ra, con una visión propia de la sociedad y la religión, tal y como muestra su música sobre las tablas del festival.

Desde Francia, capitaneados por Julien Truchan (vocalista), subieron sobre el Ritual Stage Benighted. Otro combo imprescindible del death metal en la cartelera del Resu que por fin logró encontrar una oportunidad para presentar su último disco, ‘Obscene Repressed’, lanzado durante el crudo mes de abril de 2020.

A caballo entre el death metal y el grindcore, Benighted ofrecieron un bolo ensordecedor, con voces que parecían venir de la ultratumba. Julien demostró tener un amplio registro vocálico, oscilando entre guturales muy crudos y pig squeals de lo más agudos y estridentes. Si se suma esto a que en sus letras tratan, sobre todo, de la psicología del ser humano, se obtiene una mezcla de lo más explosiva.

Benighted (Foto: Zoe Lilith)

Los riffs de ambas guitarras no eran para nada sencillos o simples, todo lo contrario; totalmente enrevesados y complejos, rápidos e intensos, lo cual denota mucha profesionalidad por parte de los franceses. Al contrario de lo que se suele esperar de los grupos de death: bolos sin demasiados matices; en el caso de Benighted han sorprendido gratamente, ya que han manejado perfectamente cambios de blast overs intensos a más simples, y guitarras más planas con otras con mucho más contraste.

Una de las últimas incorporaciones al cartel de esta edición fue Crim, anunciados tan solo unos días antes de su actuación, una grata sorpresa para los amantes del punk. Los asistentes llenaron de nuevo los alrededores de la carpa para uno de los directos más deseados de la jornada. No es fácil coincidir en horarios con el cabeza de cartel, este caso Judas Priest, pero eso no impidió que Crim fuera uno de los pesos pesados de la noche del jueves. La carpa se llenó poco a poco con los últimos rayos del día, y el público se rindió a la banda desde el primer acorde.

La carpa del Chaos Stage se superó en calidad de sonido respecto a directos anteriores para este directo de Crim, a excepción de algún fallo puntual. La voz rasgada del frontman de la banda inundaba una carpa que se llenó de bailes desde la primera canción. Con más de 10 años de trayectoria y el catalán como seña de identidad de sus letras, por directos como el ofrecido en el Resurrection Fest se están convirtiendo en una de las mejores bandas nacionales del género. Su presencia sonora, sencilla pero plagada de intensidad, fue la delicia de los presentes en la carpa.

Crim (Foto: Aitor Chaparro)

Crim anunciaron que el anuncio de su presencia en el festival hace tan sólo unos días fue «un accidente precioso», y así coincidieron los asistentes. Los pogos, circle pits y crowdsurfers protagonizaron las zonas delanteras, donde la locura era absoluta, así como la entrega al directo. Reventaron la carpa con canciones como «Hivern Etern», «Benvingut Enemic», «Pare Nostre Que Esteu A L’infern» o «Verí Caducat», coreados por los asistentes con intensidad. Merci, Crim.

En las que se presupone como una de las últimas giras de Judas Priest, el coloso británico llegaba para entregar al público del Resurrection Fest su gira conmemorativa de 50 aniversario. Ya sin las guitarras de Glenn Tipton y KK Downing, el icónico grupo todavía se mantiene en forma y, aún sin llenar los grandes coliseos que lograron sus épocas doradas, el público no le da la espalda y lo sigue conservando como una de esas bandas capaces de encabezar macrofestivales y grandes eventos.

Judas Priest (Foto: Iria López)

Que la gran atracción del jueves era el grupo de heavy metal era evidente desde primera hora de la tarde, con camisetas con las portadas de ‘Screaming For Vengeance’ o ‘Painkiller’ en cada esquina del recinto. Una vez que en Viveiro se escondió casi por completo el sol, Rob Halford y los suyos dieron el pistoletazo de salida a su espectáculo. “One Shot Of Glory” ha sido una de las grandes olvidadas en directo desde su salida en 1990, pero esta vez ha sido elegida como canción inicial, seguida de una actual “Lightning Strike” que ha venido para quedarse.

Es una alegría ver a Richie Faulkner totalmente recuperado, después del terrible susto que transcurrió el pasado mes de octubre, donde el músico sufrió un grave problema cardiaco que casi acaba con su vida en pleno concierto de Judas Priest en un festival estadounidense. La guitarra del rubio guitarrista brillaba con luz propia en los siguientes “You’ve Got Another Thing Comin” o una espídica “Freewheel Burning” en la que Halford tiene algún problema para llegar a sus tonos altos. Otras de las grandes recuperadas para esta gira de aniversario son “Hell Patrol” y “The Sentinel”, que guardan un lugar predilecto en las prioridades de muchos incondicionales.

Judas Priest (Foto: Iria López)

Recuperaron la década de los ‘70 con un “The Green Manalishi (With The Two Prong Crown” donde el escenario se tiño del citado color y la versión más querida de la formación: el cover de “Diamonds & Rust” de Joan Baez en su versión eléctrica se hizo protagonista por unos instantes. Después vino “Painkiller” y todas las manos con cuernos se elevaron hacia el cielo. Esta vez, a diferencia de las giras precendentes, Glenn Tipton ya no hace su aparición en los grandes hits “Breaking The Law” y “Livin’ After Midnight”. Pese a ello, cerraron un concierto magnífico de unos gigantes del metal que no parecen tener fin.

Judas Priest (Foto: Iria López)

Una sorpresa de lo más grata dentro dentro del cartel del Resurrection Fest fue Me And That Man. Esta banda, nacida como un proyecto en solitario de Adam Nergal Darski (Behemoth), combina el dark folk, el country y el gothic blues, siendo todo un éxito. Distanciándose de los sonidos extremos que caracterizan a Behemoth, Me And That Man ofrecieron un bolo delicado, carismático y selecto.

Me And That Man (Foto: Iria López)

Tras el cambio de horarios repentino que se ha sufrido durante la jornada, la primera pregunta de Nergal ha sido: “¿Qué hacéis todos aquí si está tocando Dark Funeral ahora mismo?”, pero no había nada que envidiar, Me And That Man lo tenían todo. Se ha apreciado a un Nergal magnético, vibrante y eléctrico, y esto es muy de apreciar si tenemos en cuenta que el polaco ha sobrevivido a una leucemia.

Pese a esto, haciendo de guitarra y voz y acompañado vocalmente por el bajista, han logrado mantener la esencia sobre todo del country, sin interpretar una sucesión de acordes demasiado complejos o estruendosos, sino finos, sin demasiados esfuerzos, delicados, algo notorio al interpretar “My Church Is Black”, “On The Road” o “Surrender”. La batería, por su parte, ha tirado sobre todo de bombo y platillo, ya que originalmente en el country la percusión no posee demasiado protagonismo. Al ser un bolo bastante más acústico, el bajo era perfectamente distinguible, sobre todo al tocar “Losing My Blues” o “Coming Home”.

Me And That Man (Foto: Paco García)

Tras agradecer varias veces al público su asistencia al concierto, Nergal ha explicado lo curioso que le ha resultado actuar con este proyecto en un festival puramente de música metal. Aunque este grupo haya podido resultar diferente, el público se ha marchado realmente satisfecho, así como la propia banda, que abandonó el escenario con elegancia y gratitud.

Después del fin de un abarrotadisimo directo de Judas Priest, el Ritual Stage acogió el directo de Dark Funeral. Cuando llegó la hora de su comienzo, la oscuridad y el humo inundaron un a arrotado Ritual. Ataviados con ropas negras y las caras en blanco, arrancaron sin piedad desde la primera canción. Los suecos defendieron con destreza su black metal crudo y con ciertos elementos experimentales más cercanos al death. Los amantes de los sonidos extremos se acercaron a las zonas cercanas al escenario, pero todo el recinto rebosaba de curiosos que todavía no querían dar por finalizada la jornada del jueves.

Dark Funeral (Foto: Zoe Lilith)

Dark Funeral presentaron en directo su último álbum de estudio, ‘We Are The Apocalypse’, publicado este mismo 2022. Su directo de una hora abarcó canciones que rondan los 4-5 minutos de duración, cada una un ritual en sí mismo, con su propia energía y siempre ofrecidas desde una entrega absoluta y una interpretación instrumental impecable. La banda ofreció este directo apenas 3 meses después de ese último álbum, con lo cual sus fans pudieron disfrutar de estas canciones por primera vez en vivo. La expectación era obvia, lo cual quedaba evidenciado con la tremenda cantidad de asistentes que observaban el show de los suecos.

Dark Funeral (Foto: Aitor Chaparro)

Gracias al sonido más que decente del escenario, a los atuendos de la banda, a los intensos juegos de luces y a la gran interpretación de sus canciones, este directo se convirtió en un show digno de admiración tanto para fans del black metal como para todo tipo de curiosos. Sus elementos más experimentales en comparación con otras bandas de black metal convirtieron su directo en un evento muy ameno. Toda una demostración de talento y metal extremo.

Desde País Vasco, Numen ha sido otra de las bandas afectadas por el cambio de horario del festival. Previstos para la tarde, terminaron siendo de los bolos que casi cerraban el primer día de festival. Con un black metal combinado con elementos del folk, sus letras -puramente escritas en euskera-, tratan sobre todo de la mitología y leyendas de su tierra. Arrancaron con “Arranoaren Ahotsa”, y la verdad que resultó un tema bastante acertado para abrir la actuación. Aritz (voz principal), comenzó con gran fuerza y potencia, mejorando bastante el canto -que de por sí ya era excelente- desde los últimos bolos que ofrecieron prepandemia.

Numen (Foto: Aitor Chaparro)

En temas como “Pairamena” o “Nire Anasean Bizikio Da Gaua”, se apreciaban líneas acústicas muy bien trazadas, lo cual tiene mérito por parte de los artífices: Jabo y Xabi. Sin embargo, el bajo quedaba empastado con la batería, eclipsándolo casi totalmente. Por otro lado, en ningún momento se logró escuchar ni una sola nota del teclado, totalmente indiscernible. Numen se trata de una banda añeja dentro del black metal, con gran experiencia y profesionalidad; pero lo cierto es que no ha sido su bolo más impecable. Las horas tampoco ayudaban demasiado, pero en general, lograron un ambiente acogedor y agradable.

La gira que está llevando a cabo Hamlet por todo el territorio español, homenaje a dos de sus discos más queridos, ‘Revolución 12.111’ e ‘Insomnio’, se está convirtiendo en todo un éxito. Después de tocar por innumerables salas, el tour se ha acomodado durante estas semanas en algunos de los principales festivales del país. Esta vez era turno del Resurrection Fest, donde la banda madrileña ha tocado en múltiples ocasiones, pero nunca de noche en el escenario principal. Era la ocasión para hacer algo único e irrepetible.

Hamlet (Foto: Paco García)

Con estos mimbres, Molly y los suyos salieron entregadísimos, con ganas de contentar a todos los fans que se agolpaban para verlos interpretar grandes himnos del metal español como “Dementes Cobardes” o “El Color De Los Pañuelos”. Las guitarras de Luis Tárraga y Ken HC fueron una máquina de fabricar riffs con efectos nostálgicos para algunos de los que estaban allí, con especial mención a dos que cerraron el show: “Antes Y Después” y “J.F”. Una vuelta a los ‘90 en plena era de los smartphones que era necesaria. Y ellos lo sabían.

Texto: Olga Vidal, Jano Carbia y María Gutiérrez | Fotos: Paco García, Iria López, Zoe Lilith y Aitor Chaparro

Promotor:Bring The Noise

Día:2022-06-30

Sala:Campos de Fútbol de Celeiro

Ciudad:Viveiro

Puntuación:8