Yo había leído algo sobre Adam Bomb en un antiguo ejemplar de la Heavy Rock. Un artículo sobre un tipo que se había venido a vivir a España una temporada, a Madrid, y que se había quedado impactado por la desolación que vivió el país tras la muerte de Lola Flores y, poco después, de su hijo Antonio Flores.

Por lo que sea, aquel artículo se me quedó en la memoria y unos años después, en 1999, me encontré con aquel hombrecillo de la foto en la puerta de la sala Zeleste de Barcelona, ahora Razzmatazz. Yo tenía 15 años en ese momento y me había saltado las últimas clases del viernes para ir a una rueda de prensa con W.A.S.P. en la propia sala -donde Blackie Lawless se pasó todo el rato hablando sentado con pantalones cortos y un testículo colgando fuera mientras los periodistas, impertérritos, asistíamos a la ceremonia mirándonos entre nosotros sin saber que hacer. Esa noche, la banda de Blackie tocaba en la sala presentando su disco ‘Helldorado’, el último en que tocaría Chris Holmes antes de volver a salir de la formación. Los teloneros eran unos tales Get Animal que solo habían sacado un álbum a través de SPV y que eran unos absolutos desconocidos. Pero resulta que aquel hombrecillo que había fuera de la sala profiriendo insultos en castellano y pidiendo un porro era su líder. El infame Adam Bomb.

Bomb, nacido como Adam Brenner en 1953, había formado parte de Tyrant junto a Geoff Tate en 1979. Posteriormente se unió a TKO y grabó ‘In Your Face’ antes de volar a Los Angeles para probar con Kiss, quienes estaban buscando un sustituto para Ace Frehley. La estatura de Adam y su corta edad (les mintió, porque tenía 18 años en ese momento) jugaron en su contra, pero se fue a Hollywood a vivir con un tal Jeffrey Isbelle, más adelante conocido como Izzy Stradlin. También conoció a Tommy Thayer (hoy guitarrista de Kiss) quien le sugirió poner en marcha una carrera como Adam Bomb. Firmó con la agencia de management Leber/Krebs (Aerosmith, AC/DC…) y editó varios discos de hard rock ochentero, pero nunca terminó de tener suerte. Amigo de gente como Johnny Thunders, Steve Stevens y demás, incluso grabó con Cliff Williams de AC/DC y muchos más. En esa tesitura decidió recuperar su carrera en solitario con Get Animal y lanzarse a una gira interminable en todo tipo de shows, festivales y antros que aún dura hoy en día (y pasa por España en estas próximas semanas con varias fechas, como cada año). 

Allí, a la salida de Zeleste, aquel tipo de camisa blanca y muchos años de carretera escritos en la cara, parecía algo estrambótico. Le abordé y le dije: “¿tú eres Adam Bomb no?”. Respondió que sí, y le propuse entrevistarle allí mismo. Me metió a los camerinos de Zeleste y me dio una de las mejores y más estrafalarias entrevistas que recuerdo. En medio de ella, entró al camerino un vikingo de dos metros pasado de vueltas que resultó ser Chris Holmes de W.A.S.P. y Bomb tuvo una idea en ese momento: “¿me quieres hacer unas fotos?”. Yo tenía una cámara automática compacta, analógica. Ni reflex ni nada. De las que servían para hacer fotos de tus vacaciones. Con un pequeño zoom automático. Bomb cogió su guitarra de color rosa, la Pink Gibson #1 que tantos años le ha acompañado, y me dijo que saliésemos a la calle. En la acera frente a Zeleste me dijo “¿estás preparado?”. Creo que lo estaba. Cogió fluido inflamable para mecheros, impregnó la guitarra y la prendió fuego mientras la gente miraba incrédula. La hostia, para un chaval de tercero de la ESO.

De ahí salió una extraña amistad. Unos meses después, Bomb actuó en el Hard Rock Cafe de Barcelona. Allí también vomitó sangre falsa y le prendió fuego a su guitarra mientras los comensales degustaban una exquisita Legendary Burger de 10 onzas. Posteriormente, le organicé un concierto en la sala Magic junto a los entonces llamados Hell Wild (hoy en día Tabü). Adam se coló a telonear a Dio un año después, y esa misma noche acabó de juerga en Badalona en un concierto gratuito de Michael Monroe (que también estaba para atarle en esa época). Acabamos los tres sentados en el Paseo Marítimo de Badalona, ante el hotel Miramar, con Bomb entrevistando a Monroe para el fanzine que yo dirigía por entonces, Piccadilly Circus. Lo siguiente que supe es que Adam Bomb era el guitarrista de la banda de Monroe en su siguiente disco y gira. Infinitas historias las compartidas con un guerrero del rock and roll que nunca ha tenido la suerte necesaria pero que siempre ha defendido el rock and roll hasta las últimas consecuencias. Si toca cerca de vuestra ciudad, no perdáis la oportunidad de ir a verle. ¿Quién demonios lleva una guitarra que escupe pirotecnia en salas de cien personas como si fuese el guitarrista de Kiss en un estadio a rebosar? Pues Adam Bomb. Único e inimitable. 

Adam Bomb (Foto: Sergi Ramos)

Fecha/Lugar: Sala Zeleste, Barcelona (1999)

Sergi Ramos