Ñu: TíTERES

Retorno discográfico de una de las vacas sagradas del negocio tras un Requiem que nos dejó a medias: Puede que en ese disco hubiera un retorno a las raíces más metálicas de discos como Fuego, pero la producción y presentación no estaban a la altura de alguien como José Carlos Molina. En Títeres se ha mejorado ostensiblemente el producto, pero quizás los que busquen velocidad van a quedar algo defraudados.

Títeres es un disco muy en la línea que siempre ha hecho gala Molina. Buenas composiciones, letras interesantes y el dulce toque de la flauta travesera. Para grabar este compacto se ha trabajado con habituales de otras obras, la única diferencia reseñable es el cambio de José Carlos Molina (hijo) en la batería por Javier Arnaiz “Bumper”. En algunos temas el bombo y los toms suenan algo artificiales. Pero no empañan el resultado global. Atención a “El canto del gallo”, un corte tremendamente metálico en el que explota las bonitas melodías de su flauta y el estribillo, pegadizo y fuerte. El “tema” que adorarán todos sus seguidores más heavies”, sin duda. Los medios tiempos con posibilidades de lucimiento, sobretodo para la guitarra de Juan Freire, y para la voz y letras del Molina. El disco ha perdido el aura oscura que acompañaba a su anterior Requiem y en ocasiones camina por el hard rock con algún estribillo feliz como en “Te seguiré”. La divertida y pegadiza “Mono” tira de elementos folk. La cachonda “Hot Show Girls” se apoya en el teclado de Jorge Calvo y la flauta de Molina, pero tanto esta como “Sólo por ti” son de lo más discreto del disco. La dulzura de “¿Has visto alguna vez la lluvia caer? (versión de la Creedance Clearwater Revival) contrasta con el hammond y ese sonido de hard clásico onda Purple de “Tormenta de pasión. Es una lástima que la producción no le dé más protagonismo al teclado, pues el resultado final hubiere ganado muchos enteros. La melodía y estribillo de la canción que da título al disco es otro de los grandes momentos y se agradece el protagonismo de la flauta. Quizá en cuanto a composición no sea un disco tan redondo y variado como Requiem pero es un digno sucesor a la altura de lo que la gente espera del flautista.

Pese a haber ganado en presentación y calidad de sonido, la producción de Títeres podía estar mucho mejor. Hecho en falta más temas netamente metálicos como “El canto del gallo”, pero no podemos hablar de que sea un mal álbum ni mucho menos. Necesita de varias escuchas y no es tan directo como muchos de sus antecesores, pero hará las delicias de la mayoría de sus seguidores.