Es admirable que, a día de hoy, haya una serie de personajes que todavía sienten el Heavy Metal en sus venas en mayor medida que en su cuenta corriente. Gente como Udo, Doro o los propios Saxon son gente que, de acuerdo, se gana la vida muy bien con lo que mejor sabe hacer, aunque está clarísimo que si lo que hacen no les gustara, no seguirían en la brecha. Tocar ante 200 personas cuando has hecho conciertos ante decenas de miles no tiene ningún sentido si lo que te mueve no es el amor por esta bendita música.

Por suerte, SAXON nunca se han visto tocando ante 200 personas, aunque si que ha sido posible verles en una sala Mephisto de Barcelona, un lugar no demasiado habitual para grupos de la talla de SAXON y más común para grupos de medio aforo. Aquellos tiempos pasaron y desde “Killing Ground”, la importancia de SAXON en el mundo del metal no ha hecho más que ganar enteros. Ya no hablo de España, donde la banda ha tocado hasta el hartazgo en los últimos cinco años y ha conseguido volver a reventar salas allá donde va, sino de sitios menos propensos al metal com Inglaterra, donde SAXON son hoy en día carne de especiales televisivos para intentar recuperar su posición en la escena heavy británica.

Al hilo de la edición de éste nuevo disco, SAXON han llevado a cabo una agresiva promoción en el Reino Unido que ha incluído masivos concursos de air-guitar en campos de fútbol como elemento más cómico del asunto. No dejaría de ser algo anecdótico si no fuera porque el nuevo disco de SAXON y su posterior gira de presentación parecen ser el movimiento mejor estudiado de la historia de la banda. El disco es una vuelta muy importante a su sonido de los años ’80, aunque manteniendo algunos elementos actuales en el sonido de guitarras, como sucedía en “Lionheart”. La gira es, probablemente, una de las más largas y de mayor alcance de la carrera de la banda, con más de dos meses de conciertos junto a MASTERPLAN en una veintena de países.

Hablemos del disco, pues. “The Inner Sanctum” es, en efecto, algo así como el santuario de SAXON. Es el disco en el que guardan todos sus elementos característicos, todo aquello que les ha hecho grandes. Un santuario con muchos riffs clásicos colgados de las paredes, muchas canciones dignas de poner en vitrinas. Quizá ha sido la vuelta de Nigel Glockler, pero dudo que sólo la batería de Jörg Michael fuera el elemento que hizo de “Lionheart” uno de los discos más duros y más melódicos (a partes iguales) de la carrera de SAXON. Mucho me temo que Biff, Doug y los chicos han querido intencionalmente recuperar ese sonido propio de “Solid Ball Of Rock”, aunque dotado de algunos elementos propios de la era actual y con una producción digna de hoy en día.

El disco comienza con una intro muy parecida a la de “Lionheart” que desmboca rapidamente en “State Of Grace”, un tema animado, bastante memorable y que podría abrir sin problemas sus nuevos directos. La voz de Biff Byford mantiene la misma tonalidad de toda la vida pero, por algún motivo, brilla con mucha más fuerza en ésta entrega, una constante que se mantiene en “Need For Speed”. Para quienes necesitan referencias claras, podríamos decir que “Need For Speed” es una especie de “Motorcycle Man” del 2007 en cuanto a velocidad y sonido general del tema. Lo único que se le puede reprochar a la banda en éste tema es el horrible final de batería de Nigel, cuando comienza a aporrear la caja con un ritmo que no tiene nada que ver con el del resto de la canción.

Siguiendo con canciones rápidas, la banda ha hecho de “Let Me Your Power” uno de los temas con el riff más logrado de los últimos tiempos. Nuevamente sonido y actitud ochentera en una canción que también podría sonar en directo sin desentonar en absoluto. Quizá fue la gira “revival” que la banda hizo hace un año y medio la que consiguió que recuperaran el sonido más clásico. O quizá fue el propio productor Charlie Bauerfiend. O quizá es que era el momento de hacer un disco así, sin más intención que la de darle a los fans lo que quieren: riffs que poder recordar hasta bajo los efectos del alzheimer.

Los singles obvios del disco son “If I Was You” –de hecho, es el primer single del disco- y “I’ve Got To Rock (To Stay Live)”. Vienen juntos y empaquetaditos a la mitad del disco y es imposible escucharlos solo una vez. Tan pronto hayas disfrutado de su riff la primera vez, querrás disfrutar diez veces más. A buen seguro, se trata de los dos temas más old-school del disco, sobretodo en el trabajo de guitarras. Los fraseos de Paul Quinn y Doug Scarratt en “I’ve Got To Rock” son suficientes para que te vuelva a crecer el pelo donde lo habías perdido.

En la segunda mitad del disco nos encontramos canciones como “Ashes To Ashes”, donde la banda explora las posibilidades de un tema de estructura algo más complicada que se funde con un estribillo coreable más propio de “Denim And Leather” que de cualquier canción de los últimos diez años.

Mención a parte para el tema “Atila The Hun”. Es probablemente el más duro del disco, así como el más largo, con poco más de ocho minutos de duración total. Guitarras malciosas, letra elaborada y batería machacona acompañan a Biff Byford en su relato de las hazañas de Atila. Es probablemente el único tema que podría haber estado en “Lionheart” sin ningún género de duda, aunque tampoco desentona en “The Inner Sanctum”. A fin de cuentas, suena a SAXON, y el sonido de SAXON es el del Heavy Metal puro.

Una buena lección de Heavy Metal a la inglesa para todo el que quiera escucharla. Y en un momento en el que el Metal se ha diversificado hasta el infinito, no está de más que alguien nos recuerda cuál es el origen de todo.

Sergi Ramos

Grupo:Saxon

Discográfica:SPV / Mastertrax

Puntuación:9

Canciones:

  1. State Of Grace
  2. Need For Speed
  3. Let Me Feel Your Power
  4. Red Star Falling
  5. I’ve Got To Rock (To Stay Alive)
  6. If I Was You
  7. Going Nowhere Fast
  8. Ashes To Ashes
  9. Empire Rising
  10. Atila The Huhn

Año:2007