Charon: The Dying Daylights

Cuarta propuesta del aventurado señor Leppäluoto al frente de sus muy bien
vistos CHARON en este “The dying daylights”. CHARON siguen en su línea compositiva
de siempre, la que consiguiera tan buenos resultados en “Tearstained”, por ejemplo,
es decir, gothic metal exagerado en conceptos melancólicos muy, pero que muy,
en la onda SENTENCED (de su última época, claro está) y con grandes dosis de
comercialidad estribillera al más puro estilo de sus también compatriotas HIM.
Lo cierto es que con esta fórmula, la banda consigue recapitular once temas
interesantes para el oyente, pero, a su vez, lastimosamente aburridos debido
a una extrema e inquietante similitud en cada uno de ellos. Es cierto que cortes
como “Religious/Delicious”, “Death can dance” o “Every failure” gozan de mayores
halagos compositivos, pero, no difieren en absoluto, en lo que a estructura
se refiere, con el resto de los ocho títulos acaecidos y, puestos ya, ni tan
siquiera con el resto de su discografía. Más aún, tampoco se encuentran diferencias
muy evidentes respecto al proyecto que posee junto a Ville Laihiala, vocalista
de SENTENCED, llamado POISONBLACK.

Lo dicho, el metal gótico esgrimido por CHARON, aunque con ciertas reminiscencias
ochenteras, se basa en la melodía de la personalísima voz de Leppäluoto, la
cual, exhibe melancolía en cada estrofa narrando unas letras existencialistas
de lo más pesimistas. Todo esto hasta llegar al estribillo esperado en donde
toman más presencia las guitarras de Jasse von Hast y Pasi Sipilä, dejando patente
el cuidadoso tratamiento que ha recibido el disco en su paso por el estudio,
el cual, sorpresivamente, ha sido mezclado por un tal Mikko Karmila en unos
estudios situados en Helsinki llamados Finnvox Studios.

Aunque “The dying daylights” consiga buenos estribillos y enganche progresivamente
en sus escuchas, este ejercicio de monotonía en forma de reiteración compositiva
resta cualquier atisbo de sorpresividad, todos los cortes siguen un mismo patrón
el cual puede llegar a aburrir al oído más despierto.