Gauntlet: Stubburn

Aviso desde el principio de esta review: GAUNTLET van más en serio que nunca. Lo han estado demostrando con la promoción que han llevado a cabo con este ‘Stubburn’ varias semanas antes de su lanzamiento, con pequeñas dosis a modo de información y vídeos del making of del álbum puntuales cada inicio de semana. Saben cómo montárselo y han ido creando expectación hasta que tres semanas antes ponían a disposición ‘Last Exit to Blisstonia’, un tema rápido y donde se advertía una mayor inmediatez que en ‘What Doesn’t Kill Us…’.

Ese podría ser el mayor cambio con respecto a su predecesor… pero no, hay otros igual de importantes. Puede que tanto ese adelanto como el inicio del álbum con ‘There Will Be No Peace’ muestre un grupo rabioso y veloz que pueda acercar a GAUNTLET al thrash, pero es una etiqueta que nunca ha ido demasiado con ellos. Bien es cierto que esa apertura tan cruda y subida de revoluciones encaja a la perfección en esos parámetros, con Miguel escupiendo las estrofas y unos solos de guitarra finales (tras una parada hacia terrenos más densos) que bien podrían haber firmado King- Hanneman, pero el grupo es mucho más que eso. Donde ya dan muestra de ello es en ‘Feed the Worms’; no dejan de lado la rabia (presente sobre todo con la voz de Javier Cardoso de VITA IMANA, primera colaboración), pero el registro melódico de Miguel Rocha enriquece mucho la composición. He ahí otro salto de calidad: las líneas vocales están mejor y más cuidadas que nunca. En la misma encontramos a Ix Valieri de 037 aportando su granito de arena en forma de solo.

En ese segundo corte también se nota el gusto de la banda en crear puentes con una senda semiacústica, que tocan techo en ‘Slave’; lógico que la hayan elegido como single para grabar videoclip. Aquí Miguel llega a recordar en algunos momentos al gran Layne Staley (una prueba más de todas las influencias que tienen), y no es el único momento, ya que ocurre lo mismo más adelante en ‘You Don't Know Me’. Una es pegadiza, con un riff rápido pero no frenético y un puente de los que hago referencia que pone los pelos de punta precediendo uno de los mejores solos del álbum; otra se centra en un tempo más lento y una estructura más machacona, pero desembocando de nuevo en el lucimiento de la guitarra. ¿Más diferencias? Sin duda la producción, más actual, donde se nota la mano de Jens Borgen (después de haber vuelto a grabar en los New Life con José Garrido y Daniel Melián) y donde Litos y Alejandro salen beneficiados en el producto final en sus respectivos instrumentos. Y sí, hay cambios de un disco a otro, pero también hay un tema que sirve de nexo entre ambos, en este caso ‘Blood Sweat & Tears’; la más elaborada de las nueve canciones que nos presentan, la más larga y seguramente la más trabajada y completa, con constantes cambios de ritmo y otra aportación, la de Aitor Gorosabel de SU TA GAR con otro solo marca de la casa. Siguen desfilando compañeros en ‘My Dying Breath’, con un Rown Houland de CLOCKWORK totalmente embrutecido, y donde de nuevo vuelven a encajar a la perfección los distintos registros de voz.

Tras un par de temas ya citados, llega uno de los puntos fuertes de ‘Stubburn’, la ¿balada? ¿medio tiempo? ‘Sold My Soul’, donde la banda muestra su regusto por el buen hard rock de finales de los 80’, mostrando un Miguel más íntimo (si es que es posible en él) y las partes más pedadizas de todo este trabajo, con un solo del productor José Garrido y un ritmo en constante in-crescendo. ‘Stubburn’ toca cima con ‘The Fake’, donde de nuevo deja huella el lado hardrockero del cuarteto, pero esta vez de una manera más sucia y guarra (en el buen sentido) y con Daniel García “Dagarod” haciendo dúo con Miguel, y Manuel Seoane aportando el último solo de guitarra. Precisamente el final de la canción (y del disco) es de lo mejor que nos ofrecen: un fade out desemboca en un fade in (muy a lo PANTERA en ‘This Love’ para aportar su dosis de sentimiento… y cerrar el círculo para empezarlo de nuevo en ‘There Will Be No Peace’. Lo repito: van muy en serio desde el título con ese juego de palabras donde reflejan que son ardientemente cabezotas y testarudos. Advertidos quedáis.