Keel: Street Of Rock & Roll

Existen tantos regresos y/o reuniones hoy en día, que ya ninguna sorprende. Pues sí, vuelven KEEL, la banda comandada por el incombustible Ron Keel, que junto con la reedición de su clásico "The Right To Rock" para celebrar su 25 aniversario, ponen en circulación a la par este nuevo disco.  Más de 12 años sin publicar nada, y ahora dos tazas. Cosas que pasan. Aunque haya pasado tanto tiempo, hay que decir que KEEL lo toman donde lo dejaron. Bien es cierto que Ron no posee el poderío de antaño, y dulcifica más sus líneas vocales. Pero también es cierto que han vuelto con dignidad, y eso, en según que casos, es todo un logro. ¿Equiparable a sus discos clásicos? Eso ni los nombremos, pues son dos épocas totalmente distintas, y sobre todo en este estilo, no son pocas las veces que afirmamos que cualquier tiempo pasado fue mejor.

En estas calles del rock n roll, KEEL tocan sus dos facetas más que diferenciadas. La parte glam metal, de estribillos pegadizos y sin complicaciones musicales fuera de lugar, nos las topamos en cortes como el tema título, una chulesca “Hit the Ground Running” o unas predecibles “Push & Pull” o “Live” (de las más festivas y positivas de todo el redondo). Aunque si hay algo que siempre ha gustado a los seguidores de KEEL, son los cortes desgarradores con reminiscencias al hevy metal más clásico y guitarrero. Y aquí también nos encontramos unas cuantas. Aplastante es “Come Hell or High Water”, con unas guitarras que al igual que las líneas de voz, afilan los colmillos y muerden a dentelladas. Todo ello con esos coros respondones en un estribillo que, si bien es lo que esperamos, también es lo que necesitamos. A menos revoluciones, pero igual de rasposa y macarra es “The Devil May Care”. Y es que con un título así, poco hay que añadir. A medio camino se quedan cortes como “No More Lonely Nights” o “Gimme That”, en las que entran en comunión el heavy ochenteno, el hard rock y el glam más comercial.

Aunque el disco sea fácil de escuchar, y encontremos incluso cierta variedad, hay temas como “Hold Steady” o “Brothers In Blood” (precisamente al final), que son puro relleno. Sumado a que las canciones son buenas, pero tampoco excepcionales, hace que por momentos caigamos en una inevitable zozobra auditiva. Queda la sensación de que ideas no les faltan a pesar de los años, pero que pudieran haber llegado a más. No volverán los californianos a gozar de la popularidad de sus comienzos, eso está claro, pero saciaran la sed de sus fieles seguidores. Si es que los había que los esperaban con ansias…