IRON MAIDEN son, por simples cuestiones demográficas, “la” banda de Heavy Metal por excelencia. Estoy seguro de que METALLICA venden más discos pero ninguna banda del estilo ha podido mantener su credibilidad más intacta que los británicos a lo largo de los últimos treinta años. Cuando hoy en dia se habla de METALLICA se habla casi haciendo mofa y burla de lo que en cierta ocasión fue una gran banda que se vino abajo con unos cuantos discos poco afortunados a mediados de los ’90. Pero cuando se habla de IRON MAIDEN se sigue hablando con respeto, con emoción y casi sin nostalgia, porque pese a que los años ochenta fueron muy bonitos, la banda se ha sabido mantener a flote en los últimos quince años con buenos discos de estudio y una emisión constante de nuevo material que los sitúa como banda trabajadora per se. Y el comentario de la demografía viene a cuenta de que nadie es heavy hasta que no posee al menos un disco de IRON MAIDEN y una camiseta de IRON MAIDEN. Por mucho que BLIND GUARDIAN o GUNS N’ ROSES intentaran quitarle el trono a la doncella, sigue siendo imperativo para ser heavy que tu primo de Soria te grabara el “Fear Of The Dark” en una cinta TDK 90 Chrome allá por 1994. Y quien no haya llevado una imagen de Eddie pegada a su carpesano de instituto en tiempos pre-ESO es que es totalmente homosexual sin posibilidad alguna de curación. Como mínimo.

Por suerte, los tiempos han cambiado y todas esas paparruchas son un poco menos ciertas hoy en día. Pero lo que sigue siendo cierto es que no te puede gustar el Heavy Metal y no gustarte IRON MAIDEN. Todos sabemos que MESHUGGAH tocan mejor, y que OPETH hacen canciones más largas y que EPHEL DUATH son más originales…incluso que IN FLAMES son más brutos. Pero nadie ha podido aún igualar el poder conquistador de la doncella a lo largo de los últimos treinta años. Una mezcla sin igual de bajo galopante, guitarras que trazan increíbles dibujos, batería contundente,una voz que pasa de toques operísticos a agudos imposibles con la capacidad de mantener la identidad intacta, imaginería gore-terrorífica-amistosa y dedicación sin igual por los fans. Por mucho que ahora viajen en jet privado y toquen en estadios de 50.000 personas y ya no hagan meet & greets y saquen a los fans a cantar al escenario durante “Heaven Can Wait”, IRON MAIDEN siguen siendo una de esas bandas “de la peña”, currantes natos que han pasado por todos los escenarios habidos y por haber para llegar a donde están actualmente.

Parte de ese sentimiento de cercanía que generan IRON MAIDEN tiene su origen en los primeros cuatro discos de estudio de la banda. Tanto “Iron Maiden”, como “Killers”, como “The Number Of The Beast” como “Piece Of Mind” se grabaron en apenas tres años, intercalando multitud de giras mundiales, apariciones promocionales y todo tipo de asuntos que hicieron que la banda ganara el trofeo de tipos-que-se-lo-trabajan. No obstante, hasta aquel momento IRON MAIDEN fueron una banda inestable, donde cuando no cambiaban un guitarrista, cambiaban un vocalista, y cuando no, al batería. Pero con “Piece Of Mind” y “Powerslave” la banda mantuvo su formación, dando lugar al line-up más famoso del grupo y al que generó los mayores éxitos en los años ’80. Y el éxito (el de verdad) comenzó con “Powerslave”.

Tras finalizar el “World Piece Tour ‘83” con su ya famoso concierto de lo más destroyer en el festival de Dortmund, donde Bruce Dickinson, aprovechó para matar a Eddie a golpes en el gran final del show, la banda comenzó a grabar el disco en los Compass Point Studios de Nassau, en las Bahamas. El estudio en sí mismo es un pedazo de historia del rock, pues bandas como AC/DC grabaron algunos de sus mejores discos ahí. En el caso de IRON MAIDEN, repetían la experiencia de “Piece Of Mind”, con Martin Birch nuevamente sentado tras la mesa de sonido en el estudio. Tal y como se solían hacer las cosas en aquellos tiempos, IRON MAIDEN estuvieron unos cuantos meses en el estudio, terminando la grabación en julio de 1984 y editando el disco el 3 de septiembre de 1984. La banda decidió en ésta ocasión grabar un disco que recoge la esencia total y absoluta del sonido “IRON MAIDEN” de los años ’80 (y, por ende, de toda su carrera) y , así mismo, darle un interesante giro al asunto con un cierto toque egipcio en el planteamiento del disco. Obviamente, la banda no inventó el cleopatra-metal ni nada por el estilo y la influencia egipcia se redujo a la portada y fotos interiores, el tema-título “Powerslave” y la decoración escénica de la gira. A nivel musical era más facil relacionar “Somewhere In Time” con la vertiente futurista que “Powerslave” con el Egipto antiguo, ciertamente.

El disco gozaba de una producción clara y cristalina, sin que eso echara por tierra el lado más agresivo y heavy de IRON MAIDEN. Las guitarras de Dave Murray y Adrian Smith se volvieron más protagonistas que nunca en el sonido de la banda, explotando el estandarte del sonido de guitarras dobladas hasta límites insospechados. La melodía principal del tema que abría el disco, “Aces High”, estaba construída sobre una base de guitarras-twin, mientras que otros como “Losfer Words”, “Flash Of The Blade” o “The Duellists” tenían esa misma característica en el sonido del tema. No es que fuera una novedad, pero si que se trataba del primer disco en el que IRON MAIDEN habían utilizado con tanta vehemencia ese tic tan clásico de su sonido, quizá buscando incrustarlo de una vez por todas en el cerebro de los fans.

“Powerslave” tuvo como ventaja el contener dos canciones que se convertirían en clásicos inevitables y singles de gran éxito. Además del ya mencionado “Aces High”, el disco también contenía el celebérrimo “Two Minutes To midnight”, uno de los primeros temas realmente pegadizos que la banda dio a luz. Y es que por mucho que “Run To The Hills” fuera un hit-single en potencia o “The Trooper” un himno a punto de nacer, “Two Minutes To Midnight” poseía la necesaria pulcritud que una canción necesita para comerse el mercado americano. Y, no demasiad sorpresivamente, la gira de IRON MAIDEN por Estados Unidos para presentar éste disco fue maratoniana.

“Powerslave” ostenta aún a dia de hoy el hecho de haber sido el último disco de IRON MAIDEN en tener un tema instrumental. Se trata del infravalorado “Losfer Words (‘Big ‘Orra), que fue interpretado apenas unas cuantas veces durante la subsiguiente gira y posteriormente olvidado en el baul de los recuerdos. La manera en que Smith y Murray interactuan con sus guitarras en dicha canción es harto interesante y demuestra el alto grado de compenetración que ambos instrumentistas tienen. Y, sin que suene ofensivo, poder escuchar una pieza completa sin los gorgoritos de Dickinson es algo poco común y por tanto, digno de ser disfrutado.

Entre otras curiosidades, el disco poséia la canción más larga que jamás registraron IRON MAIDEN, la ya por todos conocida “The Rime Of The Ancient Mariner”. Se trata de una canción épica, de más de trece minutos y medio de duración, en la que la banda construyó una composición galopante sobre los versos de un poema de Samuel Taylor Coleridge, uno de los fundadores del movimiento romantico en Inglaterra y autor de obras como “Christabel”. Después del fracaso de la banda intentando que Frank Herbert permitiera que una de sus canciones se llamará “Dune”, como su afamada novela, la banda parece que decidió optar por utilizar material de artistas ya fallecidos para evitarse problemas.

Otro de los protagonistas indiscutibles del disco es, evidentemente, un Bruce Dickinson que cada vez subía más y más enteros hasta hacerse con el trofeo de mejor vocalista del Heavy Metal. Su estilo seguía enriqueciendose, llenandose de guiños operísticos pero a la vez explotando todos los matices –especialmente los agudos- que su voz tenía que ofrecer. Si bien en “Piece Of Mind” cantaba demasiado agudo por momentos – llegando al zénit en la versión de JETHRO TULL que la banda hizo en la cara B de cierto single-  en “Powerslave” consigue utilizar otras tonalidades que denotan su versatilidad como músico. En otras palabras, hay agudos (“Aces High”) pero también hay agresividad contenida y tonos medios (“Powerslave”), demostrando que en la variedad está el gusto.

Ahora que IRON MAIDEN se lanzarána  recordar sus mejores momentos de los ’80 en la próxima gira, es un buen momento para poner éste disco en el equipo de sonido y disfrutarlo a todo volumen. Porque, sencillamente, nadie volverá a hacer discos como éste, ni siquiera los propios IRON MAIDEN. Son ocho canciones, cincuenta minutos de música, y todos ellos aprovechables. No hay motivo para saltar de pista en ningún momento. Y eso, hoy en dia, es algo muy difícil de encontrar en un disco.

Sergi Ramos

Grupo:Iron Maiden

Discográfica:EMI Music

Puntuación:9

Canciones:

  1. Aces High
  2. 2 Minutes to Midnight
  3. Losfer words
  4. Flash Of The Blade
  5. The Duellists
  6. Back In The Village
  7. Powerslave
  8. Rime Of The Ancient Mariner

Año:1984